EJERCICIO (extraído de Carolina Figueras y Marisa Santiago, "Planificación" en Estrella Montoliu (coord.), Manual práctico de estructura académica, Ariel (Ariel Practicum), vol. II, p. 25-26, Barcelona, 2000)
¿A qué tipo de público se dirigen los sisguientes textos? Razona la respuesta ¿Es consciente el autor del público al que lo está dirigiendo?
Miles de muchachos se están jugando en estos momentos de futuro. Sin haber hecho la mili siquiera, sin dejar de jugar a las chapas aún muchos de ellos, los resultados que obtengan en el examen de selectividad decidirán si van a ser el día de mañana aquello a lo que les inclina su vacación.
Miles de muchachos cuya vocación por la medicina han demostrado desde su más tierna infancia pues siempre estaban estudiando anatomía con las amiguitas de su hermana, miles de muchacho cuya vocación por la abogacía han demostrado desde su más tierna infancia pues siempre estaban embarullando la pandilla, miles de muchacho cuya vocación por el periodismo han demostrado desde su más tierna infancia pues siempre estaban recopilando periódicos para venderlos a peso, dependen de su nota en el examen de selectividad para que el aspirante a médico sea eso o licenciado en Románicas, el aspirante a abogado, eso o solícito ATS, el aspirante a periodista, eso o aviados, y si tampoco, auxiliar de vuelo en parapente.
Las autoridades académicas sostienen que en determinadas facultades y escuelas técnicas no hay plazas para tanto candidato y procede su selección, de manera que sólo los muy estudiosos, o muy memoriones, o muy expertos en el noble arte de elaborar chuletas puedan entrar en ellas, y proponen al resto que vayan allá donde no exista tanta demanda. De donde se deduce: a) que aquellas facultades y escuelas darán los licenciados vocacionales que el país necesita, b) que las restantes darán licenciados inservibles pues les trae sin cuidado su licenciatura, c) que miles de muchachos decidirán toda la vida que tienen por delante cuando aún no han vestido el caqui y están jugando a las chapas, d) que la selectividad habrá hecho un pan como una oblea.
J. Vidal, El País, martes, 11 de junio de 1991, p. 89)
Texto 2
Las mujeres siempre han sido sanadoras. Ellas fueron las primeras médicas de la historia occidental. Sabían procurar abortos y actuaban con sus cultivos de hierbas medicionales, los secretos de cuyo uso se transmitían de unas a otras. Y fueron también comadronas que iban de casa en casa y de pueblo en pueblo. Durante siglos las mujeres fueron médicas sin título; excluidas de los libros y la ciencia oficial, aprendían unas de otras y se transmitían sus experiencias entre vecinas o de madre a hija. La gente del pueblo las llamaba “mujeres sabias”, aunque para las autoridades eran brujas o charlatanas. La medicina forma parte de nuestra herencia de mujeres, pertenece a nuestra historia, es nuestro legado ancestral.
Sin embargo, en la actualidad, la medicina se hallan exclusivamente en manos de profesionales masculinos. El 93% de los médicos de los Estados Unidos son varones y casi todos los altos cargos directivos y administrativos de las instituciones sanitarias también están ocupados pro hombres. Las mujeres todavía son mayoritarias en el profesión –el 70% del personal sanitario es femenino-, pero se nos ha incorporado como mano de obra dependiente a una industria dirigida por los hombres. Ya no ejercemos autónomamente ni se nos conoce por nuestro nombre y se nos valora por nuestro trabajo. La mayoría somos ahora un simple peonaje que desarrolla trabajos anónimos y marginales: oficinistas, dietistas, auxiliares técnicas, sirvientas.
(B. Ehrenreich y D. English [1973],
Brujas, comadronas y enfermeras.
Historia de las sanadoras, Barcelona, Horas y horas, 1988, pp. 7-9)