¿Una paradoja?

Una sociedad democrática, ¿debe de tolerar partidos no democráticos que, si tienen oportunidad, van a eliminar el orden democrático?

De entrada, toda respuesta no matizada provoca una situación paradójica. Si contestemos afirmativamente, pasa que en aras de la democracia abrimos las puertas a la destrucción de la democracia. Si negativamente, pasa que en aras de la democracia no somos demócratas. Pero la paradoja pierde fuerza si matizamos y precisamos.


  

No es un don natural

Lector griego En toda la historia de Occidente ha imperado, mayormente, órdenes políticos no democráticos: la democracia ha sido posible sólo después de intensas luchas. La democracia no es un don natural. En la misma Grecia clásica, en las pocas polis donde prosperaba, a menudo se veía amenazada. Sobre todo, fue una excepción.
A la democracia griega siguieron dos largos milenios sin ningún tipo de democracia. ¿Qué hizo posible, en el mundo moderno, el rebrote de la democracia?
El saber, emancipa

  

El rebrote de la democracia

Cuando René Descartes escribía: «La facultad de juzgar y distinguir lo verdadero de lo falso, que es propiamente lo que llamamos buen sentido o razón, es naturalmente igual en todos los hombres» (Discurso del método, 1637), ponía las bases para un renacimiento de la democracia. El buen sentido o la razón ya no es una capacidad propia de la aristocracia (àristos: los mejores) o de unos privilegiados, sino una capacidad universal; los errores se derivan de un mal uso o d e una ausencia de método. En otros palabras, Descartes establecía las bases para la defensa de la igualdad humana.

Sin la convicción de que la razón está igualmente en todos los humanos, difícilmente la Revolución Francesa, en el 1789, habría proclamando los ideales de igualdad, libertad y fraternidad; difícilmente el grande filósofo de esta época, el ilustrado Immanuel Kant, habría defendido la «salida del hombre de la minoría de edad en qué, autoculpablemente, se encontraba» y difícilmente habría proclamado: «¡Ten coraje para disponer de tu propio entendimiento sin la dirección de otro!» (¿Qué es la Ilustración?, 1783). Esta convicción abriólas puertas, en medio de revoluciones y guerras, a la democracia moderna. Delacroix: La libertad guiando al pueblo
La libertad guiando al pueblo

  

Democracia: principios y método

La democracia no es sólo un método para tomar decisiones. Es eso y mucho más. La democracia es un conjunto de principios que, justamente, fundamentan el uso del método por en tomar decisiones. Principios como los de la dignidad personal, la autonomía del individuo, el respecto a las minorías, etc., todos ellos emparentados con la convicción de Descartes según la cual la razón está igualmente en todos los hombres. Así, pues, el derecho a tomar decisiones con nuestro voto se estableció por el hecho de ser personas con dignidad y autonomía. Ahora bien, ¿tendría sentido un voto que fuese en dirección contraria a aquello que nos legitimó para votar?, ¿tendría sentido tomar decisiones (democracia como método) en contra la igualdad humana (democracia como contenido de principios) aprobando leyes de discriminación social? Más bien parece ser que no.


  

Dos casos históricos

En algunos momentos históricos, buena parte de la sociedad ha dado su voto a un partido no democrático. Tal es el caso, en Alemania, del partido nacionalsocialista, que el 1933, obtuvo los votos suficientes como para llevar a Hitler al poder.
Averiguar las razones por las que la sociedad alemana se decidió por el partido nacionalsocialista es una cuestión muy compleja. Tal vez en aquellos momento, la sociedad alemana sufría algún tipo de enfermedad social o algún desengaño. Sea lo que sea, habría sido infinitamente preferible que aquella democracia no hubiese tolerado los partidos no democráticos. Europa, muy posiblemente, no habría vivido tanta miseria ni tanta vergüenza.

Así como Alemania nos ofrece un ejemplo de una sociedad democrática que toleró y eligióun partido no democrático, Argelia, por otro lado, nos muestra el caso de una sociedad democrática que no toleró un partido no democrático. A finales de 1991, el FIS (Frente Islámico de Salvación) participó en unas elecciones y, en la primera vuelta, obtuvo mayoría. Temiendo que en la segunda vuelta este partido integrista obtuviese la victoria, el once de enero de 1992, el ejército obligó al presidente a dimitir y suspendió las elecciones. Pero, ¿qué pasa después? Desde esta fecha, Argelia ha vivido años de miseria, muerte y vergüenza; el partido mayoritario, que ya se veía en el poder, desencadenó actos de violencia, que desencadenaron a su vez actos de violencia, que desencadenaron más actos de violencia, …

Ciertamente, Alemania y Argelia son dos casos extremos y con circunstancias muy diferenciadas. Pero siempre nos es preciso tener presente que la democracia es un valor frágil, que se puede perder. ¿Se han de asumir, sin límite, todo tipo de riesgos olvidando lo que ha costado su siempre provisional instauración?




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¿debe tolerar los partidos no democráticos?
 

  ¿Deben tolerarse los partidos no democráticos?
 
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