1. La preocupación política

De joven, Platón quería dedicarse a la política; pero pronto se desencantó: demasiado corrupció y mal gobierno. Su juventud estuvo marcada por las Guerras del Peloponès, que empezaron tres años antes de su nacimiento y acabaron cuando ya tenía 24 años. Además, cuando tenía unos 29 presenció el juicio de su maestro Sócrates y fue testigo de la condena a muerte del más sabio de todos los hombres: el poder político democrático condenaba a muerte al poder intelectual.

Estas vivencias condujeron a Platón hacia la búsqueda de una polis o estado perfecto y justo; búsqueda que llevó a cabo después de construir una base filosófica; por lo tanto, adentrarse en la política platónica presupone conocer su teoría de las ideas, su teoría del conocimiento o epistemología y, también, su antropología.

En el diálogo de madurez La República, en griego Politeia, y con el subrenombre de Sobre la Justicia, es donde Platón expone buena parte de sus ideas politícas, ideas que configuran lo que se ha denominado Estado utópico o ideal, la organización sociopolítica considerada perfecta, modélica y, por encima, de todo justa. Este diálogo se divide en diez libros o partes y en él aparecen aspectos de todo el pensamiento de Platón; el diálogo se inicia preguntando qué tipo de cosa es la justicia.


2. Esbozo de la polis o estado

Los humanos no son seres autosuficientes; el origen de la polis radica en la impotencia individual para satisfacer las propias necesidades. Hace falta una organización en la que las personas realicen tareas en función de sus capacidades o naturaleza. A partir de aquí, Platón defiende la conveniencia de tres clases sociales: la de los gobernantes (formada por los hombres más prudentes y sabios), la de los militares (los dotados de valentía) y la de los productores. En resumen, sólo dos clases, la de los guardianes del estado (gobernantes y militares) y la de los trabajadores.

En esta organización, por encima de los intereses de cualquier de las clases, prevalece el bien de la totalidad del estado. Y en un estado habrá justicia si cada cual hace lo que le corresponde en función de su naturaleza o clase social. La cuestión que centrará a menudo la búsqueda de Platón es sobre cómo se ha de educar los guardianes del estado, especialmente los que llegarán a ser los gobernantes.

La educación requiere un proceso constante de selección: son los más excelentes, hombres o mujeres, los que han de llegar a ser gobernantes. El camino educativo pasa por control de lecturas y cantos; se fundamenta en la gimnasia y la música; exige dominio de la aritmética, la geometría, la astronomía; ciencias éstas que preparan para la ascensión dialéctica. ¿Quién tiene que gobernar pues? Los más excelentes, es decir, aquellos que con el dominio de la dialéctica se hayan elevado y captado la idea de estado perfecto. Por lo tanto, hace falta que o bien los filósofos gobiernen, porque se supone que han ascendido por el camino del conocimiento, o bien los que ahora gobiernan filosofen.

Platón establece un paralelismo o analogía entre el alma justa y el estado justo; y del mismo modo que una alma puede devenir enferma o injusta, un estado o polis también puede sufrir enfermedades. Así, en orden creciente de patología, la timocràcia, la oligarquía, la democracia y la tiranía; todos son desviaciones del estado perfecto o aristocrático, és decir, el estado gobernado por los mejores.


3. Esquema, pasajes y reconstrucciones.

Esquema de La República
Fragmentos o pasajes
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