Freud básico. Una primera lectura

1. Sentido de la obra freudiana

La obra de Freud constituye una de las más conocidas aportaciones sobre la naturaleza humana. Originariamente, buscaba un método para curar trastornos psíquicos como por ejemplo las neurosis, pero el análisis de les causas de estos le condujo a la elaboración de una teoría general sobre la vida psíquica, la sociedad y la cultura. Así, el psicoanálisis es una investigación científica sobre las enfermedades o trastornos mentales, y en segundo lugar, una investigación filosófica sobre el hombre y la cultura.

Como otros pensadores, Freud percibe una profunda analogía o semejanza entre lo que es individual y lo que es social, entre los trastornos psíquicos y los trastornos socioculturales. Los grandes impulsos que mueven los individuos son las grandes fuerzas que imperan en las sociedades: Eros (principio de vida) y Thanatos (principio de muerte) rigen tanto en las acciones personales como en los comportamientos colectivos; igualmente, el complejo de Edipo que viven los niños tiene su correlato social en el tabú del incesto. Al igual que el individuo reprime su sexualidad, la cultura impone sacrificios y renuncias que generan malestar.

Freud comparte con Marx y Nietzsche la actitud filosófica de sospecha y denuncia. Los tres son filósofos de la sospecha y del desenmascaramiento: ponen de manifiesto los condicionamientos ocultos que determinan múltiples comportamientos. Freud sospecha que las más nobles ideas y los más buenos sentimientos vienen originados por fuerzas inconscientes y de orden libidinoso. Freud, igual que Marx y Nietzsche, quiere arrancar la máscara. ¿Qué máscara? La máscara de la conciencia. Por debajo de la conciencia se encuentra el verdadero condicionante de ésta: el inconsciente. Freud sospecha que el hombre no es tan racional como clásicamente se ha pensado; contrariamente, piensa que impulsos irracionales determinan nuestra racionalidad, determinan lo que pensamos, lo que soñamos, lo que hacemos.

Sigmund Freud

«El hombre ni tan solo es dueño y señor de su propia casa: en su interior hay fuerzas impulsivas que gobiernan su voluntad y que él desconoce, sólo tiene información escasa y fragmentaria sobre lo que pasa fuera de su conciencia en la vida psíquica.»
Freud, Introducción al psicoanálisis
Pero el ser humano, haciendo consciente lo que es inconsciente, puede acceder a altas cotas de libertad.

   

2. Dimensión individual

El inconsciente no es observable, pero se manifiesta en determinados comportamiento: se manifiesta en los sueños, en los actos fallidos o errores de nuestra vida cotidiana, en los trastornos mentales, especialmente los neuróticos. Los sueños, dice, son el camino real hacia el inconsciente. El inconsciente es el nivel más profundo de la mente; menos profundo es el preconsciente; lo más periférico y donde temporalmente se ponen informaciones y experiencias es el consciente. Las vivencias desagradables y traumas son desplazados y sepultados, mediante la represión y otros mecanismos de defensa, al inconsciente.

Freud rehizo su teoría de les pulsiones. La versión más reconocida establece una visión dualista de la motivación humana en la cual la líbido, vista como pulsión de vida o Eros, está interconectada a una pulsión de sentido opuesto, pulsión de muerte, Thanatos o impulso destructivo. Eros y Thanatos son las dos fuerzas que determinan la evolución de la vida personal y la evolución de la vida de las sociedades. Igualmente, evolucionó pasando de una concepción estática de la mente a una concepción dinámica donde habla de tres agentes o actores en nuestra personalidad: el ello o id, el agente más primitivo y pulsional de la personalidad; el yo o ego, reflexivo y analítico, y el superyó o superego, la propia conciencia moral.

La personalidad humana es una configuración que se va haciendo pasando por unas etapas que es preciso superar satisfactoriamente. En la etapa fálica, que se vivo alrededor de los cinco años, se desarrolla el complejo de Edipo, situación que se caracteriza por un sentimiento ambivalente de amor y de odio hacia el padre en caso del niño y hacia la madre en caso de la niña. Sólo quién lo supere llegará a ser una persona sana y madura.


   

3. Dimensión social

Partiendo de los datos etnológicas de su momento, Freud constata una traducción sociocultural del complejo de Edipo: el tabú del incesto. Con él nacen las organizaciones sociales, las normas morales y la misma religión. Una religión que es deseo ilusorio del padre. En la niñez, el padre nos protege y satisface nuestras necesidades; el adulto, indefenso y desamparado, recrea la figura de un padre protector.

La cultura, al igual que el individuo, reprime la sexualidad personal; ha impuesto muchos sacrificios al hombre, es por ello que hay un malestar en la cultura. La cultura lleva a sustituir la satisfacción inmediata de los impulsos por una satisfacción retardada; lleva a sustituir la libertad y la ausencia de represión por seguridad. El progreso implica un precio muy alto: nuestra felicidad