4. Más allá de Freud

El psicoanálisis de Freud fue una respuesta a un conjunto de cuestiones que la psicología oficial de cambio de siglo no sabía tratar; hoy, los conceptos clave de esta respuesta psicoanalítica como impulso sexual, inconsciente, represión, mecanismos de defensa, complejo de Edipo, superyó,... forman parte de la visión y comprensión que los humanos tenemos de nosotros mismos.
René Magritte, 1937

El afán freudiano de curar enfermedades mentales no mediante fármacos, sino haciendo hablar al inconsciente, fue interpretado en su día como una prometedora innovación. También el mundo del arte, pintura, literatura y cine, se sintió estimulado ante la posibilidad de hacer hablar el inconsciente. Como el psicoanálisis, el arte surrealista buscará la libre expresión de las estructuras más profundas de la mente: en las pinturas de Salvador Dalí o de René Magritte habla el inconsciente y se disuelven las fronteras entre sueño y realidad.

El conjunto de la obra de Freud no ha constituido un «corpus» de pensamiento perfilado y cerrado sino que ha evolucionado, se ha hecho y rehecho como ya dio ejemplo su fundador. Las escisiones, polémicas y reformulaciones han sido una constante. En vida del mismo Freud, dos colaboradores suyos, el austriaco Alfred Adler (1879-1937) y el suizo Carl Gustav Jung (1875-1961) encabezaron las primeras escisiones del movimiento psicoanalítico. Adler no aceptaba el origen sexual de todos los trastornos mentales, también los puede causar un complejo de inferioridad provocado por factores sociales. Jung se enfrentó con Freud remarcando la existencia de un inconsciente colectivo que, como mitos o arquetipos profundamente arraigados, pautan el comportamiento humano.

Posteriormente, surgieron reformulaciones de la perspectiva freudiana como el freudomarxismo y el estructuralismo psicoanalítico. El freudomarxismo de Herbert Marcuse (1898-1980) y Erich Fromm (1900-1980) proponen, como ya permite captar su nombre, la conciliación de los anhelos de ambos pensadores en orden a hacer posible la aparición de un ser humano plenamente emancipado, un ideal sólo posible reconociendo el riesgo tanto de alienación social y económica como de alienación u olvido de la dimensión sexual e inconsciente. El estructuralismo psicoanalítico, impulsado por el francés Jacques Lacan (1901-1981) es una relectura de Freud desde el estructuralismo lingüístico; con arreglo al interés de Freud por el lenguaje, que escuchaba el libre discurso del paciente, Lacan mantiene que los trastornos vivos en el inconsciente hablan y hablan de sus padecimientos, pero su discurso es de entrada indescifrable. El inconsciente está «estructurado como un lenguaje» que se expresa metafóricamente, para su interpretación Lacan recorre a la lingüística estructuralista.

Todo el siglo XX ha sido marcado por el pensamiento de Freud. El complejo de Edipo o el tema del asesinato del padre estableciendo que el orden social no es fruto de un pacto sino de la violencia, para poner algunos ejemplos, han despertado entusiastas aprobaciones y apasionados rechazos.

Por otra parte, ha sido frecuente la crítica de falta de rigor científico en buena parte de la obra freudiana. Wittgenstein, por ejemplo, ponía objeciones en les categorías psicoanalíticas calificándolas de «fantasiosas pseudoexplicacions» y, como es bien conocido, Karl Popper ponía el psicoanálisis como modelo de pseudociencia: delante dos enunciados psicoanalíticos opuestos no hay manera de eliminar, empíricamente, ninguno de ellos. Tal vez hay que reconocer la inmensa dificultad que supone probar, científicamente, el vínculo entre una vivencia infantil conflictiva y un trastorno adulto. ¿Como se puede demostrar que una represión es la causa de una determinada patología? Sea lo que sea, es innegable que el psicoanálisis ha iluminado muchos aspectos de la condición humana.

Sigmund Freud