En La nausea, Antoine Roquentin reflexiona sobre las razones de su propia existencia y del mundo que le rodea, llegando a la vivencia de la nausea, es dir, del sentimiento que nos invade cuando descubrimos la contingencia y el absurdo de todo lo que es real.
«Éramos un montón de existencias incómodas, embarazadas por nosotros mismos; no teníamos la menor razón de estar allí, ni unos ni otros; cada uno de los existentes, confuso, vagamente inquieto, se sentía de más con respecto a los otros. De más: fue la única relación que pude establecer entre los árboles, las verjas, los guijarros. En vano trataba de contar los castaños, de situarlos con respecto a la Véleda, de comparar su altura con la de los plátanos: cada uno de ellos huía de las relaciones en que intentaban cerrarlo, se aislaba, rebosaba. Yo sentía lo arbitrario de estas relaciones (que me obstinaba en mantener para retardar la derrumbe del mundo humano, de las medidas, de las cantidades, de las direcciones); ya no hacían mella en las cosas. De más el castaño, allá, frente a mí, un poco a la izquierda. De más la Véleda...
Y yo –flojo, lánguido, obsceno, digeriendo, removiendo melancólicos pensamientos- también yo estaba de más. Afortunadamente no lo sentía, más bien lo comprendía, pero estaba incómodo porque me daba miedo sentirlo (todavía tengo miedo, miedo de que me atrape por la nuca y me levante como una ola). Soñaba vagamente suprimirme, rara destruir por lo menos una de estas existencias superfluas. Pero mi misma muerte habría estado de más. De más mi cadáver, mi sangre en esos guijarros, entre estas plantas, en el fondo de este jardín sonriente. Y la carne carcomida hubiera estado de más en la tierra que la recibiese; y mis huesos, al fin limpios, descortezados, aseados y netos como dientes, todavía hubiera estado de más; yo estaba de más para tota la eternidad.»
Francis Bacon (1909-1992), no es un artista existencialista, pero su pintura está marcada per la misma situación trágica que marcó la obra de Sartre y otros existencialistas. Desnudo agachado, 1950