Immanuel Kant (1724-1804), filósofo ilustrado alemán, resumía las preguntas fundamentales de la filosofía, que él llamaba «intereses esenciales de la razón», de la siguiente manera:

«El campo de la filosofía se reduce a estas tres cuestiones: ¿qué puedo saber?, ¿qué debo hacer?, ¿qué puedo esperar? Todas ellas se resumen en una: ¿qué se el hombre?» (Crítica de la razón pura)

Unas preguntas que, como vemos, tienen componentes teóricos pero, también, prácticos. Ahora bien, hoy, ¿son estas nuestras preguntas fundamentales?

En el libro La historia más bella del mundo, escrito el 1996, Dominique Simonnet formula otro conjunto de preguntas:

«¿De donde venimos? ¿Qué somos? ¿A donde vamos? Éstas son las únicas preguntas que merece la pena hacerse. Todo el mundo ha buscado la respuesta a su manera, en el centelleo de una estrella, el vaivén del océano, la mirada de una mujer o la sonrisa de un recién nacido… ¿Por qué vivimos? ¿Por qué hay un mundo? ¿Por qué estamos aquí?».

Fernando Savater comienza su libro Las preguntas de la vida explicando que de pequeño le inquietaba la pregunta por la muerte, realidad indiscutible que llevó a otra pregunta: la pregunta por la vida. Siguiendo un camino inverso, Josep Muñoz empieza su El libro de les preguntas desconcertantes con la pregunta por la vida y, al final de su trayecto, aparece la pregunta por la muerte.

Son bastante los filósofos que ven en las preguntas, no en las respuestas, lo más propio de la filosofía. Las soluciones o respuestas no agotan nunca la amplitud de la pregunta.

Estamos invitado, en este Maratón de Preguntas, a introducir aquella pregunta que consideremos una pregunta fundamental, una pregunta sugerente o una pregunta inquietante.


 
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