Índice:
1. La teoría de la evolución
  1.1 Partiendo del fijismo
  1.2 La teoría de la evolución de Darwin
  1.3 La teoría sintética de la evolución
2. Implicaciones
  2.1 Generalización de la idea de evolución
  2.2 Versiones sociales del darwinismo
  2.3 Del 'creacionismo-evolucionismo' al 'finalismo-azarismo'
3. La grandeza de Darwin

  

1. La teoría de la evolución

1.1 Partiendo del fijismo

A pesar de que el viejo Anaximandro de Mileto (siglo VI a.C.) había ya intuido la idea de evolución de los seres vivos, el pensamiento occidental ha defendido, hasta pasado medio siglo XIX, una concepción fijista de la vida. Según el fijismo, tanto la naturaleza como las especies vivas son una realidad definitiva y acabada: los seres vivos son formas inalterables, siendo hoy tal y como fueron diseñadas desde su comienzo. Obviamente, el fijismo iba apareado al creacionismo. Incluso el gran botánico sueco, Carl von Linné (1707-1778), autor de la célebre clasificación u ordenación de todos los seres vivos en géneros y especies, atendiendo semejanzas y proximidades entre formas de vida, nunca escribió sobre la posibilidad de un origen común de las especies parecidas. Las especies habían sido creadas de un modo separada e independiente.

La paleontología y la anatomía comparada, ciencias nacidas a comienzos del siglo XIX, proporcionaron datos que cuestionaban la concepción fijista. Tanto los fósiles de animales nunca vistos, más extraños e increíbles cuanto más antiguos eran los estratos geológicos, como las semejanzas y correlaciones entre los diferentes organismos, incluidas las formas extinguidas, hacían que los científicos del momento se encontrasen en una situación inquietante y conflictiva. George Cuvier (1769-1832), el fijista fundador de la anatomía comparada, intentó solucionar el conflicto sugiriendo que la Tierra había sufrido frecuentes cataclismos o catástrofes, como el diluvio universal de la Biblia, que provocaron la extinción de todas las especies y que, posteriormente, nuevas formas habían sido creadas.

Pero los mismos datos de la paleontología y de la anatomía comparada fueron interpretados de manera diferente por Jean Baptiste de Lamarck (1744-1829). Fue él quién propuso la primera teoría coherente de la evolución o, mejor dicho, de la transformación de los seres vivos. Pero la falta de pruebas de un transformismo según el cual el alargamiento del cuello de las jirafas era un carácter adquirido que se explicaba por los persistentes esfuerzos adaptativos, facilitó que la teoría de las catástrofes de Cuvier, agresivo adversario de Lamarck, acabase imponiéndose. Así, hacia el 1840, el debate sobre fijismo y evolucionismo estaba resuelto: parecía que el fijismo había ganado la batalla.

Jirafa

En estos mismos años, uno joven inglés, Charles Darwin (1809-1882), estaba reflexionando sobre multitud de observaciones hechas durante los cinco años de viaje acerca de la tierra a bordo del barco [Beagle]. La infinitud de observaciones anotadas en su diario, le decían que la vida es evolución y que unas especies se originan de otros.


  

1.2 La teoría de la evolución de Darwin

Uno de los libros que el joven Charles Darwin había escogido de compañía en su viaje era Principios de Geología, el autor del que era su amigo Charles Lyell (1797-1875). Lyell explicaba los cambios del pasado en la superficie de la tierra por la acción gradual de las mismas causas observables que en el presente actúan, es decir, defendía que el funcionamiento geológico no había cambiado y que iba con extrema lentitud. Darwin asumió este planteamiento de Lyell: los cambios biológicos en el pasado se explican por las mismas causas que actúan en el presente. Otro libro influyó en el joven pensamiento de Darwin, el Ensayo sobre el principio de población de Thomas Malthus (1776-1834), en el cual habla de la inevitable lucha por la vida y de la ventaja que en ésta tienen los individuos más bien dotados; de aquí emerge la célebre idea de la selección natural.

Charles Darwin
El origen de las especies

Es conocido que, independientemente de Darwin, el naturalista inglés Alfred Wallace (1823/1913), tras viajar por la Amazónica y otros lugares, llegó a las mismas conclusiones en los mismos años. La elevada calidad personal de ambos naturalistas evitó polémicas sobre quién fue el primero en establecer las ideas claves de la teoría de la evolución. En el año 1858 apareció una publicación conjunta: un artículo de Wallace sobre la evolución y un resumen de las ideas evolucionistas que Darwin exponía en su manuscrito El origen de las especies por medio de la selección natural, que no osó publicar hasta el 1859. Fue el mismo Wallace quién comenzó a utilizar la expresión darwinismo para designar este común conjunto de ideas.


La teoría evolutiva o darwinismo se concreta en los siguientes puntos o postulados:

  1. Las formas de vida no son estáticas sino que evolucionan; las especies cambian continuamente, unas se originan y otros se extinguen.

  2. El proceso de la evolución es gradual, lento y continuo, sin saltos discontinuos o cambios súbitos.

  3. Los organismos parecidos se hallan emparentados y descienden de un antepasado común. Todos los organismos vivientes pueden remontarse a un origen único de la vida.

  4. La selección natural es la llave, en dos fases, que explica todo el sistema.
    La primera fase es la producción de variabilidad: la generación de modificaciones espontáneas en los individuos.
    La segunda, la selección a través de la supervivencia en la lucha por la vida: los individuos mejor dotados, los que han nacido con modificaciones espontáneas favorables para hacer frente al medio ambiente van a tener más posibilidades de sobrevivir, de reproducirse y de dejar descendencia con estas ventajas.

Charles Darwin, en su libro de 1871 titulado El origen del hombre y sobre la selección en relación con el sexo, aplica directamente al homo sapiens las anteriores ideas evolucionistas. Obviamente, las teorías evolucionistas desencadenaron polémicas y violentos críticas; para mucha gente constituía un insulto intolerable a la raza humana. Con el darwinismo, el ser humano ya no era un ser especial y diferenciado, sino, como el resto de los seres vivos, resultado de un mismo proceso vital.

Los postulados 1º i 3º, a saber, la afirmación de un mundo en evolución sustituyendo la idea de un mundo estático y la afirmación de la comunidad de descendencia partiendo de un antepasado común, fueron aceptados pronto por la mayor parte de científicos serios. Sin embargo, polémicas y caricaturas mostraban un rechazo popular a la inclusión del hombre en la comunidad de descendencia de los animales.

El 2º postulado, el del gradualismo, siguió trayectorias desiguales: biólogos profundamente convencidos de las ideas evolucionistas, por ejemplo Thomas Henry Huxley, nunca aceptaron un origen gradual y continuo de las especies, defendiendo, alternativamente, un origen saltacionista.

Caricatura de Darwin

El 4º postulado, el que se centra en el mecanismo de la selección natural, ha sido el más discutido tanto por biólogos como por filósofos. El postulado implicaba atribuir al azar un protagonismo que la ciencia determinista del siglo pasado sólo con resistencia podía aceptar: la harmonía ascendente del mundo de los ser vivos no podía ser un resultado arbitrario y aleatorio de la selección natural, era una harmonía u orden que exigía un proyecto.


  

1.3 La "teoría sintética de la evolución"

En las décadas de 1930 y 1940, la teoría de la evolución, recogiendo nuevas investigaciones y nuevos descubrimientos, se reformuló en una "nueva síntesis".

Auguste Weismann, un alemán seguidor de Darwin, diferenció, por primera vez, dos tipo de células: las somáticas y las germinales. Demostró la imposibilidad de transmitir los cambios adquiridos, cambios que no estaban registrados en las células germinales. Con esta distinción, Weismann excluía la herencia de los caracteres adquiridos propia del lamarkismo: el alargamiento del cuello de las jirafas no se podía explicar por los persistentes esfuerzos adaptativos.

El nacimiento de una nueva ciencia, la genética, dio pie a una reactivación del fijismo. Las leyes de Gregor Mendel, redescubiertas a comienzos del siglo XX, parecían un golpe fatal al evolucionismo. (El monje checo, Gregor Mendel, 1822-1844, había descubierto el 1865 las leyes que llevan su nombre; las publicó en un diario local pero fueron totalmente ignoradas). El mismo efecto produjeron las investigaciones de Thomas Hunt Morgan (1866-1945) sobre los cromosomas y los genes. Leyes de Mendel y cromosomas parecían obedecer más a un principio de constancia y regularidad que a un principio de cambio.

Gregor Mendel

Un retorno a las ideas evolucionistas se hizo viable con las observaciones del botánico holandés Hugo de Vries (1848-1935), las cuales daban testimonio de la aparición súbita de variantes en el proceso de reproducción de ciertos tipo de plantas.
Caracoles

Concluía que nuevas especies elementales aparecían a consecuencia de mutaciones o variaciones bruscas. De Vries cuestionaba tanto el gradualismo como el mecanismo de la selección natural.

En el primer tercio del siglo XX, dominaba una continua lucha de datos y afirmaciones entre fijistas, lamarkistas, darwinistas, geneticistas, etc. Gracias a los esfuerzos de Dobzhanski, Ernst Mayr y G.G. Simpson, entre otros, nació una concepción general e integradora, la teoría sintética de la evolución; la nueva teoría perfeccionaba la de Darwin a la luz, principalmente, de la teoría cromosómica de la herencia iniciada por Mendel y de la genética de poblaciones.

La teoría sintética de la evolución o neodarwinismo se caracteriza por:

  1. Un rechazo de la herencia de los caracteres adquiridos,

  2. La ratificación de los gradualismo en la evolución y

  3. El reconocimiento del mecanismo de la selección natural con sus dos fases actualizadas.
    Primera, la producción de mutaciones cromosómicas o variabilidad genética.
    Segunda, la selección de los portadores de dotación genética más favorable para hacer frente a las presiones ecológicas; éstos, estadísticamente hablante, tienen una probabilidad de supervivencia y de procreación más alta que el resto de la población.

Hoy, el consenso entorno de la teoría sintética está debilitado. Ciertamente, es una teoría que se presenta con firmeza, pero con importantes dificultades u obstáculos. Dos muestras. El genetista y neodarwinista J. B. S. Haldane (1892-1964) argumenta que no se explica la permanencia de una especie cuando parte de sus individuos han evolucionado hacia formas más aptas constituyendo otra; una dificultad que es conocida como el «dilema de Haldane». El paleontólogo y neodarwinista S. J. Gould, partiendo del voluminoso registro fósil actual, no ve justificado hablar de proceso evolutivo gradual: la evolución ha avanzado mediante cambios súbitos, a saltos. Así, pues, hoy hay muchas y diversas maneras de considerarse darwinista.


  

2. Implicaciones

2.1 Generalización de la idea de evolución

Darwin se centró en la evolución biológica. Antes de él, Lyell había escrito sobre los mecanismos de la evolución geológica y, más anteriormente, una evolución cósmica había sido esbozada por Kant y Laplace. Por otro lado, unos cincuenta años antes de la publicación de El origen de las especies, la filosofía alemana dominante ya había defendido una concepción dinámica de la naturaleza y del propio pensamiento. El romántico Hegel (1770-1831) especulaba que todo está en proceso de superación, un desarrollo constante e total conocido como proceso dialéctico.

Evolución

No debe sorprender, pues, que después de Darwin se constatase o estableciese evolución en pluralidad de ámbitos, es decir, se generalizase la idea de evolución: evolución en el mundo físico, en el mundo social, en el mundo psíquico. El biólogo alemán Ernst Haeckel (1834-1919) fue unos de los primeros en extrapolar la evolución biológica; más allá de lo que permitía la ciencia del momento, intuyó que el proceso evolutivo no quedaba restringido a la biología, la evolución -decía- va «del átomo al hombre».

Evolución más allá de la biología

El pensador inglés Herbert Spencer (1820-1903) concibió la evolución como un principio cósmico que afecta a los humanos especialmente en su dimensión social. Subrayó, por influencia de su lamarkismo, que la mayor virtud es la adaptación al medio. Los individuos que con esfuerzos conscientes y exitosamente son capaces de adaptarse a las cambiantes necesidades del medio social, son los individuos que sobrevivirán y dominarán. Fue precisamente Spencer quién introdujo la expresión supervivencia del más fuerte; en el conjunto de su obra, la biología es utilizada para apoyar las tesis de la economía liberal inglesa. Muy posteriormente, Edward O. Wilson (nacido el 1929) con su polémica La sociobiología, publicada el 1975, aplicó de nuevo la biología y la teoría de la evolución a las ciencias sociales. Wilson ve las sociedades humanas, como las hormigas que tanto ha investigado, prisioneras de sus genes. Las hormigas son robots o animales altamente programados. Los humanos, en menor medida, también: en los nuestros genes se hallan escritos muchos de nuestros comportamiento, por ejemplo, la prohibición del incesto.

La idea de evolución también fue asumida por la naciente psicología. Unos de los pioneros, Francis Galton, primo de Darwin, inició la Psicología Diferencial; más tarde, se abrió camino la Psicología Genética. También, impregnado de evolucionismo, es el mismo psicoanálisis de Sigmund Freud, que identifica momentos evolutivos o etapas tanto en la trayectoria de crecimiento del individuo como en la formación cultural de la humanidad.

Este evolucionismo generalizado, desde el mundo inorgánico al mundo orgánico, desde la dimensión mental a la social, ha reforzado la vieja intuición de los primeros filósofos griegos según los cuales el cosmos tiene una unidad esencial y sólo puede ser comprendido desde una perspectiva global e integradora. Una concepción que hoy está más asumida, pero inaceptable por muchos coetáneos de Darwin y para los que el ser humano era único e inclasificable. Recordemos que el mismo Linné, el naturalista que elaboró la actual clasificación de los seres vivos en géneros y especies, hasta la décima edición (1758) de su majestuoso Systema naturae no hizo aparecer la expresión, por él introducida, «homo sapiens»: no se atrevía en incluir el ser humano dentro de el conjunto del mundo animal.


  

2.2 Versiones sociales del darwinismo

En su viaje de cinco años a bordo del Beagle, Darwin anotó muchas observaciones de la vida social (esclavitud, pobreza, agresiones…) de los diferentes lugares que visitaba. Escribió: «Si la miseria de nuestros pobres no se debe a la naturaleza sino a nuestras instituciones, grande es nuestra culpa». En vida suya ya comenzaron los intentos de fundamentar en la naturaleza tanto las organizaciones como las diferencias sociales. Así, el darwinismo, en versión social, incidió en los acontecimientos sociopolíticos del finales del siglo XIX y de todo el XX.

a.

En Alemania arraigó hondo el evolucionismo. Su historia reciente era interpretada como una confirmación de la idea de supervivencia de los más aptos. El 1871, doce años tras la publicación de El origen de las especies, Alemania salía victoriosa de la guerra francoprusiana; unificada y llena de entusiamo nacional, se proclamó, en el conquistado palacio de Versalles, el II Reich. Luchando, Alemania se elevaba por encima de todos. Un Imperio que le hacía falta, como las otras potencias europeas, poseer aún más colonias. Posteriormente, Hitler, apropiándose ideas de Nietzsche de raíz darwinista, loará las extraordinarias excelencias de la raza aria, la más idónea en la lucha por la vida. El suyo III Reich estaba destinado en durar mil años.

[Kaiser]

b.

En los EEUU enraizó también una versión social del darwinismo. La ética del cowboy, forjada en los tiempo de conquista del oeste, encajaba con la idea de lucha por la supervivencia. Un individualismo que valoraba la libertad, la desigualdad y el triunfo del fuerte. De un teórico norteamericano es la afirmación: «los millonarios son el resultado de la selección natural»: los débiles e incompetentes se han de aplastar, en la lucha por la vida no han tenido éxito. Las guerras coloniales o las imposiciones raciales representaban la irresistible tendencia del proceso evolutivo.

c.

En un contexto muy distinto, Karl Marx encontró en Darwin soporte para sus propias teorías, una versión social de las teorías biológicas de Darwin. Como la evolución biológica, la evolución social responde a unas leyes, unas leyes de transformación social que el marxismo buscaba. Y como en la evolución biológica, el cambio es hace con lucha, una lucha que conducirá a una sociedad mejor.


  

2.3 Del 'creacionismo - evolucionismo' al 'finalismo - azarismo'

La publicación de El origen de las especies desencadenó un nuevo conflicto entre ciencia y religión. A pesar de que Darwin declaraba que «no veía ninguna razón válida por la que las opiniones expuestas ahogasen los sentimientos religiosos de nadie», su pensamiento abrió duras polémicas.

Se iniciaba, pues, un apasionado debate entre partidarios de la evolución y partidarios de la creación. En un primer momento, creación y evolución aparecieron como dos conceptos totalmente contradictorios. Posteriormente, surgieron conciliaciones. Si interpretemos el relato bíblico de un modo literal, ciertamente, creacionismo y evolucionismo son concepciones contradictorias. Pero ya el papa Pio XII, en la encíclica Humani Generis, pontificó que el texto del Génesis se había de interpretar, que sólo indicaba que Dios intervino en la formación del mundo y del hombre, el 'cómo' es una cuestión que ha de aclarar la ciencia: en la Biblia no hay que buscar explicaciones científicas. Igualmente, creación y evolución son contradictorios si a la idea científica de evolución asociamos la idea filosófica de autonomía o de autosuficiencia de este proceso.

Día y noche

Para muchos creyentes, una creación desarrollada por evolución es tan admirable como el relato bíblico del Génesis. En esta línea es preciso entender la obra del paleontólogo y pensador cristiano Pierre Teilhard de Chardin(1881-1955), el objetivo de la cual fue conciliar cristianismo y evolucionismo. Concibe el hombre, no de un modo autónomo, sino en el marco de la naturaleza, formando parte de un universo en evolución ascendente, irreversible y lleno de intencionalidad: el universo, tal y como su nombre dice, tiende 'hacia Uno', un Absoluto o punto Omega que está implicado en todo el proceso evolutivo.

El conflicto creacionismo-evolucionismo se ha transformado hoy en el conflicto finalismo-azarismo, planteado en los siguientes términos: ¿el orden natural es resultado de un designio o finalidad, o bien es una realidad imprevisible y casual, un producto del azar?

Evolución

La introducción de la idea de finalidad en la evolución proviene de un razonamiento analógico. Así como en la vida diaria sólo las operaciones conducidas según objetivos previstos dan buenos resultados, mientras que cuando se actúa sin propósito el orden no suele imponerse, análogamente, el proceso evolutivo constante, el crecimiento de orden y complejidad en la naturaleza, se explica por obra de un Agente que ha dotado de intencionalidad todo el proceso.

Creciente en orden y complejidad

Para los azaristas, esta argumentación no es más que una ilusión antropocéntrica. El hombre se cree un ser necesario, inevitable, un producto esperado desde siempre; la argumentación finalista no sería más que un desesperado esfuerzo para negar la contingencia humana. Para los azaristas como Jacques Monod y otros, los fracasos que la evolución muestra son prueba de falta de intencionalidad: la aparición del Homo sapiens es el resultado de una enorme lotería.


  

3. La grandeza de Darwin

Los pocos miles de años de vida humana no constituyen sino una etapa insignificante en relación al largo periodo en que se ha realizado la evolución de los seres vivos. La grandeza de Charles Darwin está en haber inferido este largo proceso de la vida. Imaginemos que una efímera, éste insecto que no vive más que un día, observase diferentes momentos de la vida humana: vería recién nacidos, niños, adolescentes, jóvenes, adultos, viejos, pero no descubriría ningún desarrollo ni cambio.
Darwin

La efímera Charles Darwin ha sabido ver más allá. De la ordenación sistemática de las especies existentes, es decir, de la clasificación de los animales, desde los organismos unicelulares, pasando por las diferentes formas de animales marinos, y siguiendo con los peces, anfibios, reptiles, aves, mamíferos, hasta el 'hombre, de esta ordenación sistemática, Darwin ha inferido una ordenación histórica de su génesis: la vida comenzó con unos primitivos seres vivos unicelulares y, en el curso de millones de años, ha continuado en formas cada vez más complejas hasta llegar al ser humano.

[Guía]