Filosofia a través dels textos
Manel Codina

En procés de realització

 

6. Ètica

 

La moral i l'ètica

[Extret de la pàgina de filosofia : Filópolis http://www.xtec.es/~lvallmaj/index.htm]


La moral és un conjunt de judicis relatius al bé i al mal, destinats a dirigir la conducta dels humans. Aquests judicis es concreten en normes de comportament que, adquirides per cada individu, regulen els seus actes, la seva pràctica diària. Ara bé, ni les normes o codis morals es proclamen com el codi de circulació, ni cada persona assumeix o incorpora automàticament el conjunt de prescripcions i prohibicions de la seva societat, ni cada societat o cultura formulen els mateixos judicis sobre el bé i el mal. És per tot això que la moral sovint és un conjunt de preguntes i respostes sobre què hem de fer si volem viure una vida humana, és a dir, una vida no amb imposicions sinó amb llibertat i responsabilitat.
L'ètica, per altra banda, és una reflexió sobre la moral. L'ètica, com a filosofia de la moral, es troba a un nivell diferent: es pregunta per què considerem vàlids uns i no altres comportaments, compara les pautes morals que tenen diferents persones o societats tot cercant el seu fonament i legitimació, investiga què és específic del comportament moral, enuncia principis generals o universals inspiradors de tota conducta, crea teories que estableixen i justifiquen allò pel qual val la pena viure.
La moral dóna pautes per a la vida quotidiana, l'ètica és un estudi o reflexió sobre què origina i justifica aquestes pautes. Però ambdues, si bé són distingibles, són complementàries. De la mateixa manera que teoria i pràctica interaccionen, els principis ètics regulen el comportament moral però aquest comportament incideix alterant els mateixos principis. Sovint els conflictes de normes morals que apareixen quan hem de prendre decisions són el motor que ens impulsa a una reflexió de nivell ètic. És per això que Aranguren, reconeguen la vinculació entre teoria i pràctica, anomena a l'ètica moral pensada i a la moral, moral viscuda


L'ètica i la llibertat


"Voy a contarte un caso dramático. Ya conoces a las termitas, esas hormigas blancas que en África levantan impresionantes hormigueros de varios metros de alto y duros como la piedra. Dado que el cuerpo de la termitas es blando, por carecer de la coraza quitinosa que protege a otros insectos, el hormiguero les sirve de caparazón colectivo contra ciertas hormigas enemigas, mejor armadas que ellas. Pero a veces uno de esos hormigueros se derrumba, por culpa de un riada o de un elefante (a los elefantes le gusta rascarse los flancos contra los termiteros, qué le vamos a hacer). En seguida, las termitas-obrero se ponen a trabajar para reconstruir su dañada fortaleza, a toda prisa. Y las grandes hormigas enemigas se lanzan al asalto. Las termitas-soldado salen a defender a su tribu e intentan detener a las enemigas. Como ni por tamaño ni por armamento pueden competir con ellas, se cuelgan de las asaltantes intentando frenar todo lo posible su marcha, mientras las feroces mandíbulas de sus asaltantes las van despedazando. Las obreras trabajan con toda celeridad y se ocupan de cerrar otra vez el termitero derruido... pero lo cierran dejando fuera las pobres y heroicas termitas-soldado, que sacrifican sus vidas por la seguridad de las demás. ¿No merecen acaso una medalla, por lo menos? ¿No es justo decir que son valientes?
Cambio de escenario, pero no de tema. En la Ilíada, Homero cuenta la historia de Héctor, el mejor guerrero de Troya, que espera a pie firme fuera de las murallas de su ciudad a Aquiles, el enfurecido campeón de los aqueos, aun sabiendo que éste es más fuerte que él y que probablemente va a matarle. Lo hace por cumplir su deber, que consiste en defender a su familia y a sus conciudadanos del terrible asaltante. Nadie duda de que Héctor es un héroe, un auténtico valiente. Pero ¿es Héctor heroico y valiente del mismo modo que las termitas-soldado cuya gesta millones de veces repetida ningún Homero se ha molestado en contar? ¿No hace Héctor, a fin de cuentas, lo mismo que cualquiera de las termitas anónimas? ¿Por qué nos parece su valor más auténtico y más difícil que el de los insectos? ¿Cuál es la diferencia entre un caso y otro?
Sencillamente, la diferencia estriba en que las termitas-soldado luchan y muere porque tienen que hacerlo, sin poderlo remediar (como la araña que se come a la mosca). Héctor, en cambio, sale a enfrentarse con Aquiles porque quiere. Las termitas-soldado no pueden desertar, ni rebelarse, ni remolonear para que otras vayan en su lugar: están programadas necesariamente por la naturaleza para cumplir su heroica misión. El caso de Héctor es distinto. Podría decir que está enfermo o que no le da la gana enfrentarse a alguien más fuerte que él. Quizá sus conciudadanos le llamasen cobarde y le tuviesen por un caradura o quizá le preguntasen qué otro plan se le ocurre para frenar a Aquiles pero es indudable que tiene la posibilidad de negarse a ser héroe. Por mucha presión que los demás ejerzan sobre él, siempre podría escaparse de lo que se supone que debe hacer: no está programado para ser héroe, ningún hombre lo está. De ahí que tenga mérito su gesto y que Homero cuente su historia con épica emoción. A diferencia de la termitas, decimos que Héctor es libre y por eso admiramos su valor. (...)
En resumen: a diferencia de otros seres, vivos o inanimados, los hombres podemos inventar y elegir en parte nuestra forma de vida. Podemos optar por lo que nos parece bueno, es decir, conveniente para nosotros, frente a lo que nos parece malo e inconveniente. Y como podemos inventar y elegir, podemos equivocarnos, que es algo que a los castores, las abejas y las termitas no suele pasarles. De modo que parece prudente fijarnos bien en lo que hacemos y procurar adquirir un cierto saber vivir que nos permita acertar. A ese saber vivir, o arte de vivir si se prefiere, es a lo que llamamos ética."
SAVATER, Fernando. Ética para Amador. Barcelona: Ariel, 1991

 

Plató. L'intel·lectualismo moral.

(Extret de la pàgina de filosofia: Apuntes de Filosofía de José Vidal http://www.xtec.es/~jgonza51)


Una vez descubierta la verdad ya no se puede dejar de desear el llevarlo a la práctica porque lo contrario significaría violentar nuestra propia conciencia e ir en contra de nuestros intereses como seres racionales.
La virtud, el obrar bien, no es otra cosa que saber lo que es el bien, lo que es la justicia, la libertad, las leyes, etc. Porque una vez ves claro que es cada una de esas cosas es tanta la fuerza que tienen estas verdades que todos las querrán alcanzar.
En definitiva, "ser bueno" equivale a "saber": "No hay seres humanos malos, sino simplemente ignorantes". Esta es la tesis que defiende el optimismo antropológico.
La moral socrática es intelectualista, es decir, se alcanza a través de un proceso de clarificación racional, mediante el cual se encuentra la verdad en el interior de nosotros mismos, o bien haciendo un buen uso de la razón, o bien con la ayuda del diálogo (mayéutica) para ir de las cosas conocidas a las verdades absolutas.
El ser humano virtuoso deja de actuar ciegamente y pasa a actuar por sabiduría. Veámoslo:
a) Actuar ciegamente. El que no accede al conocimiento del bien se conduce por instinto, deseo o técnica particular. Espontáneamente se obedece al instinto, se intenta satisfacer el deseo -esa es nuestra parte de naturaleza ciega-, por rutina se explota un saber. El artesano, el médico, el político, etc. busca lo útil unas veces para sí mismos, a merced de sus impulsos y sus deseos egoístas, otras para satisfacer las exigencias de su oficio. Todos buscan lo útil pero nadie lo define en su universalidad, sino por un beneficio particular e inmediato. No lo obtienen más que por la espontaneidad del deseo, la rutina del oficio, la práctica de un arte, los efectos de la retórica, etc.
b) Actuar por sabiduría. Equivale a dominar los movimientos de una naturaleza ciega y conducirse según la ciencia del bien, resistir los impulsos particulares, que son egoístas, para seguir los mandatos universales de la razón. Actuar por sabiduría sólo es posible tras el recorrido de la mayéutica el cual nos define el deseo esencial de la razón humana. La razón tiende imperiosamente hacia el bien lo que puede ocurrir en más de una ocasión es que otros bienes particulares desvíen su atención.
"Quien piensa correctamente, actúa correctamente, luego la ignorancia es el mal"
El mal es seguir un bien aparente y particular en contra del real y universal. Cuando el bien percibido no es aparente, sino real, ha de ser el mismo para todos los seres humanos (es lo deseable)
Cuando, a través de la inducción mayéutica, hemos definido el bien como el deseo esencial de la razón humana, al volver a la práctica, por deducción, ese bien no puede perder su universalidad para recaer en el particular deseo egoísta: El sabio actuará por sabiduría.

.Por la ecuación "razón = virtud" el intelectualismo rechaza las ideas de pecado y culpa puesto que el que obra mal es en realidad un ignorante. Cuando obra mal el ser humano se engaña a sí mismo.
" "Jamás un injusto puede dañar a un justo"
Pues el injusto al obrar mal, este mal conlleva lógicamente consigo mismo su propio castigo. El malvado por su ignorancia desconoce que las consecuencias de su acto repercuten negativamente en él mismo.

 

Aristòtil: La felicitat i els béns exteriors

[…] por ser hombre tendrá necesidad del bienestar externo, ya que nuestra naturaleza no se basta a sí misma para la teoría, sino que necesita de la salud del cuerpo, del alimento y de los demás cuidados. Pero no se ha de pensar, ciertamente, que no pudiendo alcanzar la felicidad sin los bienes exteriores, el que quiera ser feliz los necesitará en gran número y calidad, pues la autarquía y la praxis no requieren superabundancia de ellos, y sin dominar el mar y la tierra se puede hacer cosas hermosas […] tratándose de cuestiones prácticas se juzga por los hechos y por la vida
Aristóteles, Ética a Nicómaco, X, 8, 1178b34-1179a19


Aristòtil: L'ètica està sotmesa a la praxi


Se dice bien, pues, que realizando acciones justas se hace uno justo y moderado; y sin hacerlas, nadie podría llegar a ser bueno. Pero la mayoría no practica estas cosas, sino que refugiándose en el lógos, creen filosofar y poder llegar así a ser hombres cabales. Se comportan como los enfermos que escuchan con atención a los médicos, pero no hacen nada de lo que les prescriben, y así como estos pacientes no sanarán del cuerpo con tal tratamiento, tampoco aquéllos sanarán el alma con tal de filosofía.
Aristóteles, Ética a Nicómaco, II, 4, 1105a30-1105b18