La
intervención que ignora
Es
el momento en que entendemos que las decisiones que tomamos están únicamente
en función de lo que creemos que es adecuado, necesario e interesante para
nuestros alumnos y alumnas, y seleccionamos, sólo según este criterio y porque
no hemos propiciado una situación que les permita expresar sus ideas, qué
parcela
del saber debemos transmitirles.
En definitiva, a priori, nosotras ponemos los límites o nos vienen
determinados por las editoriales. Solemos justificar nuestra actuación alegando
que los más pequeños no tienen interés por aprender, no se formulan
preguntas; no saben ... que aprenden antes lo simple, lo cercano, lo fácil, las
partes, que lo complejo. lo lejano, lo difícil o el todo:
_ Los ejercicios de preescritura antes que las letras
_ Las vocales antes que las consonantes
_ Las palabras antes que los textos
Por lo tanto, sólo de nosotras depende la motivación; somos nosotras quienes
debemos pautarles y dirigirles en su aprendizaje.
(...)
Es cuando las maestras somos las protagonistas y el niño es considerado como
simple receptor de nuestro mensaje.
La
intervención que escucha
Es
el momento en que tomamos conciencia de que los niños y las niñas saben muchas
cosas, tienen muchos intereses y se hacen muchas preguntas. Necesitamos
escucharlos para saber qué saben, qué piensan y qué sienten.
La motivación ya no es algo externo y propiciado por la maestra, empieza a
formar parte del propio aprendizaje.
Es cuando los niños y las niñas pasa a ser los protagonistas, y las maestras,
propiciadoras, observadoras, de este hecho. Es cuando actuamos como
facilitadoras de sus expresiones.
La
intervención que dialoga
Es
el momento que nuestras decisiones están en función tanto de aquello que
saben, piensan y sienten los niños y niñas, como de nuestros objetivos
curriculares. Nuestra intención es saber dónde está cada cual y cómo está
interpretando la realidad para intervenir, ayudándoles a avanzar en el propio
aprendizaje: estableciendo relaciones con la información, contrastando sus
ideas con las de los demás, abriendo nuevos interrogantes, cuestionándose,
etc. para ir creciendo en la complejidad del saber.
Entendemos que nuestra intervención es fundamental, ya que debemos hacer crecer
las ideas del alumnado. Por ello necesitamos, además de recogerlas, analizarlas
y interpretarlas para ir tomando decisiones.
Es cuando consideramos a los niños y niñas como interlocutores. Que aprenden a
partir de la interacción con su entorno natural y sociocultural. Éste es de
tal complejidad y la información les llega por tantos y tan diversos canales,
que cae por su propio peso la idea del interés por lo próximo, lo sencillo....
Febrer,
M i Jover, M. (1996) Los límites del aprendizaje.
Cuadernos de pedagogía, 243, pp67-72.