LOS CUERNOS DE DON FRIOLERA

PRÓLOGO

Las ferias de Santiago el Verde, en la raya portuguesa. El corral de una posada, con entrar y salir de gentes, tratos, ofertas y picardeo. En el arambol del corredor, dos figuras asomadas: Boinas azu- les, vasto entrecejo, gozo contemplativo casi infantil y casi austero, todo acude a decir que aquellas cabezas son vascongadas. Y así es lo cierto. El viejo rasurado, expresión mínima y dulce de lego franciscano, es DON MANOLITO EL PINTOR. Su compañero, un espectro de antiparras y barbas, es el clérigo hereje que ahorcó los hábitos en Oñate -la malicia ha dejado en olvido su nombre, para decirle DON ESTRAFALARIO--. Corren España por conocerla, y divagan alguna vez proyectando un libro de dibujos y comentos.
DON ESTRAFALARIO
¿Qué ha hecho usted esta mañana, Don Manoito? ¡Tiene usted la expresión del hombre que ha mantenido una conversación con los ángeles!
DON MANOLITO
i Qué gran descubrimiento, Don Estrafalario! i Un cuadro muy malo, con la emoción de Goya y del Greco!
DON ESTRAFALARIO
¿ Ese pintor no habrá pasado por la Escuela de Bellas Artes?
DON MANOLITO
No ha pasado por ninguna escuela. ¡Hace manos de seis dedos, y toda clase de diabluras con
Azul,albayalde y amarillo!
DON ESTRAFALARIO
¡Debe ser un genio!
DON MANOLITO
¡Un bárbaro! ... ¡Da espanto!
DON ESTRAFALARIO
¿Y dónde está ese cuadro, Don Manolito?
DON MANOLITO
Lo lleva un ciego.
DON ESTRAFALARIO
¿Y qué?
DON ESTRAFALARIO
Que si usted quiere, lo compraremos a medias.
DON MANOLITO
El tuno que lo lleva, no lo vende.
DON ESTRAFALARIO
¿Se lo ha puesto usted en precio?
DON MANOLITO
¡Naturalmente! ¡Y se lo pagaba bien! ¡Llegué a ofrecerle hasta tres duros!

DON ESTRAFALARIO
En cinco puede ser que nos lo deje.
DON MANOLITO
Vale ese dinero. i Hay un pecador que se ahorca, y un diablo que ríe, como no los ha soñado Goya!... Es la obra maestra de una pintura absurda. Un Orbaneja de genio. El Diablo que saca la lengua y guiña el ojo, es un prodigio. Se siente la carcajada. Resuena.
DON ESTRAFALARIO
También, a mí me ha preocupado la carantoña del Diablo frente al Pecador. La verdad es que tenía otra idea de las risas infernales; había pensado siempre que fuesen de desprecio, de un supremo desprecio, y no. Ese pintor absurdo me ha revelado que los pobres humanos le hacemos mucha gracia al Cornudo Monarca. i Ese Orbaneja me ha llenado de dudas, Don Manolito!
DON MANOLITO
Esta mañana apuró usted del frasco, Don Estrafalario. Está usted algo calamocano.
DON ESTRAFALARIO
i Alma de Dios, para usted lo estoy siempre! ¿No comprende usted que si al Diablo le hacemos gracia los pecadores, la consecuencia es que se regocija con la Obra Divina?
DON MANOLITO
En sus defectos, Don Estrafalario.
DON ESTRAFALARIO
¡Que cae usted en el error de Manes! La Obra Divina está exenta de defectos. No crea usted en la realidad de ese Diablo que se interesa por el sainete humano y se divierte como un tendero. Las lágrimas y la risa nacen de la contemplación de cosas parejas a nosotros mismos, y el Diablo es de naturaleza angélica. ¿Está usted conforme, Don Manolito?
DON MANOLITO
Póngamelo usted más claro, Don Estrafalario, ¡Explíquese!
DON ESTRAFALARIO
Los sentimentales que en los toros se duelen de la agonía de los caballos, son incapaces para la emoción estética de la lidia. Su sensibilidad se revela pareja de la sensibilidad equina, y por caso de cerebración inconsciente, llegan a suponer para ellos una suerte igual a la de aquellos rocines destripados. Si no supieran que guardan treinta varas de morcillas en el arca del cenar, crea usted que no se conmovían. ¿Por ventura los ha visto usted llorar cuando un barreno destripa una cantera?
DON MANOLITO
¿Y usted supone que no se conmueven por estar más lejos sensiblemente de las rocas que de los caballos?
DON ESTRAFALARIO
Así es. Y paralelamente ocurre lo mismo con las cosas que nos regocijan: Reservamos nuestras burlas para aquello que nos es semejante.
DON MANOLITO
Hay que amar, Don Estrafalario. La risa y las lágrimas son los caminos de Dios. Ésa es mi estética y la de usted.
DON ESTRAFALARIO
La mía no. Mi estética es una superación del dolor y de la risa, como deben ser las conversaciones de los muertos, al contarse historias de los vivos.
DON MANOLITO
¿Y por qué sospecha usted que sea así el recordar de los muertos?
DON ESTRAFALARIO
Porque ya son inmortales. Todo nuestro arte nace de saber que un día pasaremos. Ese saber iguala a los hombres mucho más que la Revolución Francesa.
DON MANOLITO
¡Usted, Don Estrafalario, quiere ser como Dios!
DON ESTRAFALARIO
Yo quisiera ver este mundo con la perspectiva de la otra ribera. Soy como aquel mi pariente que usted conoció, y que una vez, al preguntarle el cacique, qué deseaba ser, contestó: "Yo, difunto."
En el corral de la posada, y al cobijo del corredor, se ha juntado un corro de feriantes. Bajo la capa parda de un viejo ladino revelan sus bulto los muñecos de un teatro rudimentario y popular. El bululú teclea un aire de fandango en su desvencijada zanfoña, y el acólito, rapaz lleno de malicias, se le esconde bajo la capa, para mover los muñecos. Comienza la representación.
EL BULULÚ
¡Mi Teniente Don Friolera, saque usted la cabeza de fuera!
VOZ DE FANTOCHE
Estoy de guardia en el cuartel.
EL BULULÚ
i Pícara guardia! La bolichera, mi Teniente Don Friolera, le asciende a usted a coronel.
VOZ DE FANTOCHE
iMentira!
EL BULULÚ
No miente el ciego Fidel.
El fantoche, con los brazos aspados y el ros en la oreja, hace su aparición sobre un hombro del compadre que guiña el ojo cantando al son de la zanfoña.

EL BULULÚ
¡A la jota jota, y más a la jota, que Santa Lilaila parió una marmota! ¡Y la marmota parió un escribano con pluma y tintero de cuerno, en la mano! ¡Y el escribano parió un escribiente con pluma y tintero de cuerno, en la frente!
EL FANTOCHE
¡Calla, renegado perro de Moisés! Tú buscas morir degollado por mi cuchillo portugués.
EL BULULÚ
iSooo! No camine tan agudo, mi Teniente Don Friolera, y mate usted a la bolichera, si no se aviene con ser cornudo.
EL FANTOCHE
¡Repara, Fidel, que no soy su marido, y al no serlo no puedo ser juez!
EL BULULÚ
Pues será usted un cabrón consentido.
EL FANTOCHE
Antes que eso le pico la nuez. ¿Quién mi honra escarnece?
EL BULULÚ
Pedro Mal-Casado.
EL FANTOCHE
¿Qué pena merece?
EL BULULÚ
Morir degollado.
EL FANTOCHE
¿En qué oficio trata?
EL BULULÚ
Burros aceiteros conduce en reata, ganando dineros. Mi Teniente Don Friolera, llame usted a la bolichera.
EL FANTOCHE
¡Comparece, mujer deshonesta!
UN GRITO CHILLÓN
¿Amor mío por qué así me injurias?
EL FANTOCHE
¡A este puñal pide respuesta!
EL GRITO CHILLÓN
¡Amor mío, calma tus furias!
Por el otro hombro del compadre, hace su aparición una moña, cara de luna y pelo de estopa: En el rodete una rosa de papel. Grita aspando los brazos. Manotea. Se azota con rabioso tableteo la cara de madera.
EL BULULÚ
Si la camisa de la bolichera huele a aceite, mátela usted.
LA MOÑA
¡Ciego piojoso, no encismes a un hombre celoso!
EL BULULÚ
Si pringa de aceite, dele usted mulé. Levántele usted el refajo, sáquele usted el faldón para fuera, y olisquee a qué huele el pispajo, mi Teniente Don Friolera. ¿Mi Teniente, qué dice el faldón?
EL FANTOCHE
¡Válgame Dios, que soy un cabrón!
EL BULULÚ
Dele usted, mi Teniente, baqueta. Zúrrela usted, mi Teniente, el pandero. Ábrala usted con la bayoneta, en la pelleja, un agujero. ¡Mátela usted si huele a aceitero!
LA MOÑA
Vertióseme anoche el candil al meterme en los cobertores. ¡De eso me huele el fogaril, no de andar en otros amores! iCiego mentiroso, mira tú de no ser más cabrón, y no encismes el corazón de un enamorado celoso!
EL BULULÚ
iAnde usted, mi Teniente, con ella! iCósala usted con un puñal! Tiene usted, por su buena estrella, vecina la raya de Portugal.
EL FANTOCHE
¡Me comeré en albondiguillas el tasajo de esta bribona, y haré de su sangre morcillas!
EL BULULÚ
Convide usted a la comilona.
LA MOÑA
¡Derramas mi sangre inocente, cruel enamorado! iNo dicta sentencia el hombre prudente, por murmuraciones de un malvado!
EL FANTOCHE
¡Muere, ingrata! ¡Guiña el ojo y estira la pata!
LA MOÑA
¡Muerta soy! i El Teniente me Mata!
El fantoche reparte tajos y cuchilladas con la cimitarra de Otelo. La corva hoja reluce terrible sobre la cabeza del compadre. La moña cae soltando las horquillas y enseñando las calcetas. Remolino de gritos y brazos aspados.
EL BULULÚ
¡Mi Teniente, alerta, que con los fusiles están los civiles llamando a la puerta! ¡Del Burgo, Cabrejas, Medina y Valduero, las cuatro parejas, con el aceitero!
EL FANTOCHE
¡San Cristo, qué apuro!
EL BULULÚ
Al pie de la muerta, suene usted, mi Teniente, un duro por ver si despierta. ¿Mi Teniente, cómo responde?
EL FANTOCHE
¿Cómo responde? Con una higa, y el cluro esconde bajo la liga.
EL BULULÚ
¿Mi Teniente, es alta la media?
EL FANTOCHE
¡Si es alta la media! Media conejera.
EL BULULÚ
¡Olé la Trigedia de los Cuernos de Don Friolera!
Termina la representación. Aire de fandango en la zanfoña del compadre. El acólito deja el socaire de la capa, y da vuelta al corro, haciendo saltar cuatro perronas en un platillo de peltre. En lo alto del mirador, las cabezas vascongadas sonríen ingenuamente.
DON MANOLITO
Parece teatro napolitano.
DON ESTRAFALARIO
Pudiera acaso ser latino. Indudablemente la comprensión de este humor y esta moral, no es de tradición castellana. Es portuguesa y cántabra, y tal vez de la montaña de Cataluña. Las otras regiones, literariamente, no saben nada de estas burlas de cornudos, y este donoso buen sentido, tan contrario al honor teatral y africano de Castilla. Ese tabanque de muñecos sobre la espalda de un viejo prosero, para mí, es más sugestivo que todo el retórico teatro español. Y no digo esto por amor a las formas populares de la literatura... ¡Ahí están las abominables coplas de Joselito!
DON MANOLITO
A usted le gustan las del Espartero.
DON ESTRAFALARIO
Todas son abominables. Don Manolito, cada cual tiene el poeta que se merece.
DON MANOLITO
Las otras notabilidades nacionales no pasan de la gacetilla.
DON ESTRAFALARIO
Esas coplas de toreros, asesinos y ladrones, son periodismo ramplón.
DON MANOLITO
Usted, con ser tan sabio, las juzga por lectura, y de ahí no pasa. iPero cuando se cantan con acompañamiento de guitarra, adquieren una gran emoción! No me negará usted que el romance de ciego, hiperbólico, truculento y sanguinario, es una forma popular.
DON ESTRAFALARIO
Una forma popular judaica, como el honor calderoniano. La crueldad y el dogmatismo del drama español solamente se encuentra en la Biblia. La crueldad sespiriana es magnífica, porque es ciega, con la grandeza de las fuerzas naturales. Shakespeare es violento, pero no dogmático. La crueldad española tiene toda la bárbara liturgia de los Autos de Fe. Es fría y antipática. Nada más lejos de la furia ciega de los elementos que Torquemada: Es una furia escolástica. Si nuestro teatro tuviese el temblor de las fiestas de toros, sería magnífico. Si hubiese sabido transportar esa violencia estética, sería un teatro heroico como la Ilíada. A falta de eso, tiene toda la antipatía de los códigos, desde la Constitución a la Gramática.
DON MANOLITO
Porque usted es anarquista.
DON ESTRAFALARIO
¡Tal vez!
DON MANOLITO
¿Y de dónde nos vendrá la redención, Don Estrafalario?
DON ESTRAFALARIO
Del compadre Fidel. ¡Don Manolito, el retablo de este tuno vale más que su Orbaneja!
DON MANOLITO
¿Por qué?
DON ESTRAFALARIO
Está más lleno de posibilidades.
DON MANOLITO
No admito esa respuesta. Usted no es filósofo, y no tiene derecho a responderme con pedanterías. Usted no es más que hereje, como Don Miguel de Unamuno.
DON ESTRAFALARIO
¡A Dios gracias! Pero alguna vez hay que ser pedante. El compadre Fidel es superior a Yago. Yago, cuando desata aquel conflicto de celos, quiere vengarse, mientras que ese otro tuno, espíritu mucho más cultivado, sólo trata de divertirse a costa de Don Friolera. Shakespeare rima con el latido de su corazón, el corazón de Otelo: Se desdobla en los celos del Moro; creador y criatura son del mismo barro humano. En tanto ese Bululú, ni un solo momento deja de considerarse superior, por naturaleza, a los muñecos de su tabanque. Tiene una dignidad demiúrgica.
DON MANOLITO
Lo que usted echaba de menos en el Diablo de mi Orbaneja.
DON ESTRAFALARIO
Cabalmente, alma de Dios.
DON MANOLITO
¿Qué haría usted viendo ahorcarse a un pecador?
DON ESTRAFALARIO
Preguntarle por qué no lo había hecho antes. El Diablo es un intelectual, un filósofo, en su significación etimológica de amor y saber. El Deseo de Conocimiento se llama Diablo.
DON MANOLITO
El Diablo de usted es demasiado universitario.
DON ESTRAFALARIO
Fue estudiante en Maguncia e inventó allí el arte funesto de la Imprenta.