USOS DE LOS MAPAS MENTALES

Mapas mentales
Mapa mental utilitado con alumnos de 2º ESO para aprender a describir una biblioteca en inglés


Los mapas mentales son algo más que simples esquemas de colores. Dado que por sus características consiguen implicar a ambos hemisferios del cerebro.



Los mapas mentales y los "alumnos de riesgo"

Además, de acuerdo Michael Grinder en su libro Righting the Educational Conveyor Belt (1991), mientras los alumnos con tendencia a procesar la información de forma visual y preferentemente usando el hemisferio izquierdo son capaces de ver letras, palabras, frases y párrafos, los alumnos visuales de hemisferio derecho ven objetos concretos en sus mentes. En gran medida, los alumnos visuales de hemisferio izquierdo tienen capacidad de concentración interna, mientras que los alumnos de hemisferio derecho tienen tendencias de concentración externa. La estimulación para los segundos viene del entorno y de fuera de sí mismos. De ahí el alto nivel de distracción que asociamos con los alumnos de hemisferio derecho. Por este motivo, los alumnos cinestésicos que son de hemisferio derecho son considerados “alumnos de riesgo”.

De acuerdo con esta línea de pensamiento, la hipótesis de que un mapa mental resultará atractivo para un alumno visual de hemisferio derecho al mismo tiempo que constituirá una valiosa oportunidad de desarrollar mejor sus habilidades de hemisferio izquierdo no parece desencaminada.

Los mapas mentales y el constructivismo

Los mapas mentales también se ajustan plenamente a las premisas del constructivismo, dado que parten de la idea de que las asociaciones que realizamos en nuestra cabeza son siempre genuinas. En este sentido los mapas mentales potencian el aprendizaje significativo, ya que fomentan dichas asociaciones por un lado, mientras que permiten que estas sean transmitidas a los demás, lo cual garantiza una mayor comprensión de la otra persona y su forma de pensar y una detección sencilla de posibles malentendidos.

Los mapas mentales suponen también una exaltación de la creatividad individual, una muestra clara de que ésta no es patrimonio de un grupo de individuos aventajados, y una reafirmación de la propia identidad.

Los mapas mentales, de acuerdo con la psicología cognitiva, son también la traducción sobre el papel de la compleja red de asociaciones que forman en nuestra mente cualquier sensación, recuerdo o pensamiento a través de las redes neuronales. De qué modo estas asociaciones se activan en la memoria semántica, fue explicado en primer lugar por Collins y Loftus (1975) a través del Modelo de activación por esparcimiento. Anderson interpretó la activación por esparcimiento como la activación de conceptos adicionales al evocar un único concepto (O’Malley and Chamot, 1990). Lachman y otros (1979) hablan del mismo comparando la mente a “una habitación llena de diapasones idénticos” que son activados, y Aitchison (1987) la compara con un circuito eléctrico. Pero, ¿Cómo se activan estas conexiones? No parece que se sepa todavía muchoal respecto. Tal y como Aitchison admite: “El modelo descrito es todavía vago en muchos sentidos y lo único que afirma es que todo pone en funcionamiento todo lo que esta remotamente conectado con él. Necesitamos saber más sobre cómo las palabras que han sido estimuladas son controladas.”

Los mapas mentales y las inteligencias múltiples

Los mapas mentales, instrumento de la inteligencia espacial por excelencia dadas sus características visuales y analíticas, permiten además potenciar otras inteligencias múltiples. El uso de colores, palabras claves y símbolos los convierten instrumentos tremendamente personales y relacionados con la inteligencia intrapersonal y cinestésica. Además, por su carácter creativo y hasta cierto punto lúdico, son instrumentos fácilmente adaptables al trabajo en grupo (inteligencia interpersonal) y apropiados para exposiciones donde se incorporan elementos auditivos o musicales.

Aprender a aprender

Pero los mapas mentales también son un instrumento de gran utilidad para el desarrollo de las estrategias de aprendizaje tanto en su vertiente metacognitiva (planificación, evaluación o monitorización de proyectos), cognitiva (resumir, hacer listados o esquemas, clasificar, ordenar, memorizar, tomar apuntes, etc.) o socio afectiva (trabajo en grupo, autovaloración de lo que se hace bien o expresión de las propias ideas y sentimientos). En este sentido, la labor de los mapas mentales como elemento homogeneizador para la automatización de aquellas estrategias imprescindibles para el aprendizaje es también importantísima. Tudor (1996) habla de la necesidad de dedicar tiempo en clase al desarrollo de las estrategias de aprendizaje de un modo integrado cuando los alumnos no son suficientemente autónomos . Hacer que los alumnos creen sus propios mapas mentales sea del tema que sea les obliga a concentrarse en el contenido y en la forma de expresión de aquellos que quieren comunicar, mientras caminan hacia su propia autonomía de aprendizaje.

Los mapas mentales y el aprendizaje por tareas

En el trabajo por tareas encontramos otro inestimable uso de los mapas mentales. El profesor necesita una planificación cuidadosa para predecir los problemas que los alumnos se pueden encontrar a la hora de realizar y exponer sus trabajos, y proporcionar para ello el aprendizaje previo imprescindible. Sin embargo, el problema es que a menudo los alumnos son los que escogen de que piensan hablar, por lo que esta planificación se hace más impredecible y compleja, dado que con frecuencia los alumnos escogen temas excesivamente complejos y amplios. Pero si esta planificación esta diseñada para ser realizada ya desde su inicio por los alumnos en forma de mapas mentales y la tarea del profesor es examinar los mismos antes de que empiecen la fase de búsqueda de información o redacción, la monitorización del trabajo de los alumnos se vuelve más sencilla y la posibilidad de que los alumnos produzcan aquello que son capaces de producir aumenta, con los consiguientes resultados para su autoestima y calificaciones.

En la realización de un mapa mental de planificación los alumnos se centran en lo que ya saben, y se ven obligados a enfocar su atención en aquellas palabras, expresiones o conceptos que más lo requieren, adquiriendo una visión más clara de lo que les supondrá hacer o aprender aquellas cosas que quiere incorporar a su aprendizaje.

Los mapas mentales y el aprendizaje cooperativo

Uno de los métodos más utilizados del aprendizaje cooperativo es el rompecabezas o "jigsaw".

Consiste en dividir a los alumnos en grupos de cuatro. A cada uno de los alumnos de cada grupo se les asigna un número o letra del 1 al 4 y luego se pide a todos los alumnos 1, 2, 3 y 4 que se junten en un nuevo grupo.

A cada uno de los nuevos grupos se les facilita una parte del total de la información que al final queremos que los alumnos conozcan (por ejemplo, si se quiere que los alumnos se familiaricen con la Unión Europea, a un grupo se le dará información sobre el Parlamento, a otro sobre el Consejo, a otro sobre la Comisión Europea y al último, sobre el proceso de codecisión.

Cada miembro de cada uno de los grupos tiene que aprender bien la información que se le ha dado y regresar a su grupo original donde actuará de "experto".

Establecer que la información que los alumnos dan como expertos está en forma de mapa mental evita que el traspaso de información se convierta en un dictado y permite desarrollar la capacidad oral.

A partir de los cuatro mapas mentales los alumnos tendrán que explicar la Unión Europea en cada uno de sus grupos. Detectar posibles malentendidos será sencillo para el profesor, al contar tanto con el texto como con el mapa.

Los mapas mentales y la evaluación

Los mapas mentales son elementos para la evaluación en sí mismos y también pueden ser utilizados como exámenes.