CRÉDITO DE NOVELA

 

Composición realizada por la alumna Míriam Martínez como ejercicio de clase

(Dados unos personajes y unas circunstancias mínimas , los alumnos deben recrear la historia, siguiendo el punto de vista y el orden estructural-cronológico determinado por el profesor)

 

Había mucho alboroto en la sala de partos. Eran las 12:30 del mediodía y Andrea estaba a punto de dar a luz. Los médicos iban de aquí para allá, las comadronas estaban ya preparadas, y Quimi, el marido de Andrea, estaba nervioso. Todo fue muy rápido. En una hora y veinte minutos el pequeño ya estaba en el mundo. Quimi, que había estado en el parto, acarició a su hijo y besó a su mujer, después salió lo más rápido que pudo hacia el pasillo. Fuera estaba su madre, Antonia, que a los 39 años ya era abuela.
-¡ Mamá, mamá!¡ Ya ha nacido!- dijo Quimi casi sin aliento.
-¡ Cuánto me alegro!- respondió, dándole un abrazo y con lágrimas en los ojos- ¿Está bien Andrea?
-Sí, sí. Está muy bien. El niño es precioso, pesa 3 quilos y mide 60 cm.¡ Ay mamá qué feliz que estoy!... Pasa, hombre, pasa y así los ves - le contestó Quimi a su madre, invitándola a que fuera a ver a su nieto y a su nuera.
El día en que nació Raúl era una bonita mañana de mayo...La actividad seguía: la gente iba a sus respectivos trabajos, los pájaros cantaban, la primavera lucía sus mejores momentos... Era jueves día laborable y en el hospital había mucho movimiento. En la planta número 3, pasillo 5 , donde nació Raúl, había un hombre limpiando los pasillos, haciendo su trabajo. Este hombre era Juan: tenía 37 años, el semblante cansado y castigado. Estaba fregando el suelo justo en el pasillo donde nació Raúl e iba un poco distraído, pensando en sus cosas:
- Vaya birria de trabajo. Toda mi vida no vale nada. Si pudiera retroceder al pasado y volver a comenzar desde el principio... seguro que ahora no estaría aquí... - cogió la fregona, la metió en el cubo del agua y apretó con todas sus fuerzas para descargarla , parecía que toda su rabia la estuviera sacando al exprimir la fregona.
Mientras, en la habitación número 2 del pasillo 5, se respiraba un aire de alegría. La habitación donde estaban Andrea y el pequeño Raúl estaba inundada por el sol y repleta de flores. Andrea parecía algo cansada, pero a la vez alegre. Raúl dormía plácidamente y acurrucado entre los brazos de su madre.
-¡Qué guapo que es!- dijo Antonia, y miró a Raúl con una mirada de abuela orgullosa- y además, no es muy llorón. Yo creo que en la parte de los ojos se parece a Andrea y de nariz para abajo a Quimi.
-Mamá, todavía es muy pequeño y no se distingue mucho- añadió Quimi, que acarició a su hijo y besó a Andrea. Esta sonrió y dijo:
- Estoy muy feliz de tener esta familia. Nosotros tres viviremos una vida ordenada y alegre- y después añadió para sus adentros- así podré olvidar las cosas del pasado...
Pero Antonia y Quimi no oyeron estas últimas palabras, porque justo en ese preciso momento entraba el carro con las útiles de la limpieza y tras él, Juan.
-Perdón...paso...háganse a un lado, por favor- Después de haber dicho esto levantó la mirada y su rostro cambió completamente.
Donde antes se respiraba una atmósfera de tranquilidad y alegría, ahora se podía percibir la mirada fría, casi congelada, que tenían todos los ocupantes de esa habitación. Durante unos segundos, que parecieron eternos, hubo un intercambio de miradas entre Andrea, Juan y Antonia. La mujer de Quimi fue la primera en romper el hielo:
- Pe... ¿ Pero qué haces aquí?- y en su mirada se pudo leer el miedo.
- Eso te tendría que preguntar yo- respondió Juan con una voz muy cortante, y lanzó una mirada amenazadora a Andrea.
Quimi viendo que algo andaba mal dijo:
- ¿ Qué?¿Os conocéis?
Andrea suspiró y añadió:
- Mmmmm... este hombre es mi ex marido.
- ¿Ex marido?- preguntó Quimi- Tú nunca me hablaste de que tuvieras un...
- Cariño- le cortó Andrea- eso pasó hace seis años, ahora solo tengo ojos para ti.
- Pero... a ver, se supone que tienes que tener confianza en mí. ¿Por qué no me lo habías contado antes?
- Porque tenía miedo- y dejó escapar un sollozo- tenía miedo de que te pudiera hacer daño. Él era muy celoso y cada vez que salía de casa y volvía, me acusaba diciéndome que había estado con otro hombre, e incluso... me maltrataba...
Dicho esto agachó la cabeza y una lágrima rodó por su mejilla.
- ¡Eso es mentira!-exclamó Juan, y se puso muy nervioso- Yo nunca te he hecho nada.
- ¿Ah no? Si tú no me hubieras maltratado no hubiera huido de casa.
Quimi, viendo que su mujer no estaba bien, intervino en la conversación:
-Aclaremos las cosas. Usted no puede entrar así por las buenas y fastidiarnos a mi madre, a mi mujer y a mí, el día en el que ha nacido mi hijo. Y si de verdad es usted el ex- marido de mi mujer, ahora ella está conmigo y planeamos tener una vida tranquila. Así que, por favor, váyase por donde ha venido y déjenos.
Cuando Quimi mencionó a su madre, Juan la miró y tardó unos segundos en reconocerla, pero al final dijo:
-¿Antonia?¿Eres tú?
-Sí- respondió ella.
-¿Ese es nuestro hijo?- y señaló con el dedo a Quimi.
-Sí. Lo que pasa es que no lo había dicho antes para no "liar" más las cosas.
Entonces... sí que se armó. Todos estaban perplejos y no entendían nada de lo que estaba pasando.
-O sea ¿Ese hombre es mi padre?- preguntó Quimi.
-Sí hijo- le respondió- yo te tuve muy joven, como bien sabes. De jóvenes tuvimos una relación y me quedé embarazada de ti. Cuando se lo dije a Juan- y miró a éste- desapareció sin decir nada a nadie, y no he vuelto a saber más de él, hasta hoy.
-Mamá¿ Por qué no me lo habías dicho antes? -dijo Quimi.
-Porque no quería que sufrieras y que, quizás, quisieras saber quién era tu padre y también me abandonaras a mí- de pronto se puso a llorar- lo siento hijo, pero pensé que era lo mejor para ti.
-¿ Y tú?- Quimi estaba cada vez más confuso-¿ Por qué dejaste a mi madre?
-Éramos muy jóvenes y no me veía siendo padre de una criatura...
Quimi, ya ,se hartó. Lo que había empezado siendo una alegría por el nacimiento de Raúl, acabó con una tremenda confusión. Al final dijo:
-¡Ya está bien! No quiero que vuelvas a arruinar la vida de mi madre y de mi mujer.¡Vete de esta habitación!- cogió el carro de la limpieza y sacó a Juan a empujones- no quiero volver a verte en mi vida ¿me entiendes?¡Largo!
Quimi estaba realmente enfadado, y con razón. Juan no sólo había maltratado a su mujer sino que también les había abandonado a su madre y a él.
A los tres les costó bastante olvidar todo lo ocurrido en el hospital, pero después de un largo tiempo, consiguieron vivir alegres y sin problemas.
Pero esperemos, otra casualidad, no hiciera que se volvieran encontrar otra vez con Juan...


Miriam Martínez Chicano