Entre pirámides

 


Nombre: Míriam
Apellidos: Martínez Chicano
Curso: 4 ESO A

Capítulo
----I----

Era una calurosa tarde de agosto. El sol quemaba en la piel morena de un muchacho llamado Tom. Era alto, de pelo castaño, con los ojos negros como el carbón, y la piel oscura. Él era de Egipto, pero cuando nació, su familia y él se fueron a vivir a Europa, y ahora por asuntos de trabajo se veían obligados a volver al lugar donde nació Tom. Sus padres eran arqueólogos y andaban todo el tiempo de museo en museo investigando y buscando información del antiguo Egipto. Para él todo esto le parecía absurdo, eso de buscar entre tumbas molestando a los muertos... prefería pasarse el día jugando a los videojuegos o ver la tele. Cuando llegaron a Egipto, las clases ya estaban empezadas y por esa razón Tom no se apuntó a ningún instituto y no había hecho amigos. El verano se le estaba haciendo largo y pesado, no solo porque no conocía a nadie sino porque casi nunca podía ver a sus padres.
El único amigo que tenía era Brashim. Él era el que tenía cuidado de Tom cuando sus padres tenían que ir a alguna aventura. Era propietario de una pequeña tienda de antigüedades en un callejón del centro de la ciudad, pero casi nunca venia nadie a comprar y los únicos que iban eran vendedores de artilugios.
Esa tarde Tom iba de camino a la tienda de Brashim, había como medio kilómetro de distancia. Tenía que pasar por calles estrechas que a él no le gustaban mucho. Cuando pasaba por una de ellas, se le acercó un anciano. Tenía una larga barba que le llegaba por la cintura, al igual que su cabello, los dientes negros, la piel oscura, la cara repleta de arrugas y andaba con la ayuda de un bastón. A Tom no le dio muy buena espina e intentó que el anciano no se fijara en él, pero el hombre se le acercó:
- Muchacho, acércate- y Tom no pudiendo resistir la tentación de lo que aquel extraño hombre le decía, así que le obedeció-¿ te interesaría un objeto muy valioso, envidiado por todos los mercaderes de estas tierras? Fíjate bien. Esta bola de cristal contiene en su interior una replica de las pirámides de Gizeh, pero estas están hechas de un mármol traído de tierras desconocidas del oriente.
- Y ¿por qué me da a mi esto? Seguro que si lo vendiera le darían mucho dinero por ella, más de lo que yo le puedo dar.
- Tú tienes algo muy valioso para mí... tu cabello - y dejó escapar una sonrisa maléfica.
- ¿ Mi cabello?- repitió Tom- ¿qué tiene que ver mi cabello con la cantidad de dinero que puede ganar con esta bola de cristal?
- Más de lo que tú te piensas- dicho esto arrancó un pelo de la cabeza del chico y cogió sus manos dejando la bola de cristal entre ellas. En un abrir y cerrar de ojos, rápido como las tormentas de arena, el anciano desapareció.
Tom no sabía que iba a hacer él con esa valiosa esfera, pero pensó en alguien a quien le podría interesar mucho, Brashim. Seguro que él encontraría algún mercader al que podría sacar mucho dinero y arreglar esa vieja tienda de antigüedades.
El cielo se estaba poniendo gris y unas oscuras nubes se acercaban por el norte, parecía como si una gran tormenta fuera a venir. Por fin Tom llegó a la tienda. Ésta era muy pequeña y por fuera daba un aspecto muy dejado. Tenía un rótulo escrito en egipcio en el que se podía leer "Antigüedades". Se acercó al timbre y picó dos veces, pero nadie acudió a la puerta. Volvió a picar y al cabo de un rato escuchó unos pasos pesados que bajan del piso de arriba.
La tienda tenía dos plantas, y un desván muy pequeño. En su interior estaba todo desordenado, los muebles llenos de polvo y telarañas por todos lados. Quizás esa era una de las razones por la cual nadie quería acudir a la dejada tienda. Brashim abrió la puerta e invitó al chico a que pasara dentro:
- Pasa, no te quedes fuera que a ver si te va a pillar la lluvia.¿Por qué has tardado tanto? Te has retrasado media hora.
Tom intentaba hacerse paso entre la cantidad de cachivaches que había por el suelo.
- Es que de camino a la tienda, me encontré con un hombre mayor- intentaba justificarse Tom- daba muy mala espina...
- Te he dicho mil veces que no hables con nadie a quien no conozcas, por aquí hay gente muy rara.
- Y tanto que son raros. Tenía un aspecto...¡ah si!-recordó Tom- me dio una bola de cristal a cambio de un cabello mío.
Mientras Tom contaba esto a Brashim, iban subiendo al desván, era el lugar donde se encontraban todos los artilugios que se tenían que vender. Esa habitación era muy pequeña y fría, porque estaba en una parte del local donde apenas llegaba el sol. Había todo tipos de cosas: desde una brújula, hasta el diamante más hermoso que se podría ver.
-¿Y para qué iba a querer ese hombre tu pelo? Que extraño- preguntó Brashim.
- No lo se. Pero yo no voy a hacer nada con la bola de cristal, si quieres te la doy e intentas sacarle algún partido.
- Bueno. Muchas gracias- pero no le dio mucha importancia porque estaba entretenido ordenando un poco la habitación- déjala allí con las demás cosas, después me la miraré con más calma.
Tom hizo lo que le había dicho y dejó la bola en el rincón de la habitación. Justo esa mañana había venido un mercader a entregar unos pedidos que había encargado Brashim. Había cosas muy extrañas y en unas de ellas se fijó Tom. Era como unos tres pies para apoyar cosas, no media más de 60 centímetros y tenía esculpido en las patas unas figuras egipcias. En cada pata había grabada el dibujo de las pirámides de Gizeh. A Tom ese dibujo le parecía que ya lo había visto antes, entonces se acordó de la bola que le había dado el anciano, tenía las mismas pirámides. Agarró la bola con las dos manos y la apoyó sobre los tres pies, ya que pensó que harían juego. Parecía como si ese tres pies estuviera diseñado para poner en él la bola, porque encajaba perfectamente.
De pronto todas las ventanas se abrieron. Fuera de la tienda, el cielo se había vuelto negro y unas nubes cargadas de agua y arena lo cubrían todo. El viento empezó a soplar cada vez más fuerte y entraba en el desván haciendo volar todas las cosas que encontraba a su paso. Entonces la tierra tembló. Tembló tanto que todas las cosas que habían en los estantes se cayeron haciendo un gran ruido, y como por arte de magia la bola empezó a desprender unos rayos de luz de color violeta que alumbraban la habitación como si dentro de ella estuviera el sol. El viento soplaba tan fuerte que Brashim y Tom tuvieron que resguardarse debajo de una mesa hasta que pasara todo.
Cuando el viento y el temblor de la tierra cesaron, todo estaba muy desordenado y cada cosa estaba fuera de lugar. Cuando Brashim y Tom vieron que estaban fuera de peligro, salieron de su escondite llenos de miedo.
- ¿Qué ha pasado Brashim?- preguntó Tom con las piernas temblando de miedo.
- No lo sé. Es como si una fuerza sobrenatural hubiera salido de esa maldita bola... dime Tom, ¿cómo era el hombre que te la dio?- preguntó Brashim.
A Tom no le costó mucho recordar su aspecto porque llamaba bastante la atención.
- Estaba muy encorvado, la barba y el cabello le llegaba por la cintura y tenía la piel muy arrugada...
- ¡Ese hombre era el que vino a venderme el tres pies!- exclamó Brashim. Se quedó un rato pensativo y añadió- pero ¿por qué habrá actuado la bola de esa manera?
La esfera de cristal seguía emitiendo luz, pero ahora no tan fuerte. En su interior se veía ahora las tres pirámides y unos signos en medio de ellas, parecía egipcio antiguo.
-¡Mira Brashim!¿Qué es esto?- preguntó Tom- nunca en mi vida había visto estos signos...
-Esta escrito en un egipcio muy antiguo, tanto que no lo puedo leer. Pero espera. Sé de un lugar dónde podríamos encontrar información e intentar descifrarlo: la biblioteca.
Dicho esto cogió la chatarra de coche que tenía Brashim y se fueron directos para allí.
La biblioteca era un edificio muy grande de color blanco, pero que estaba más bien con un tono de marrón a causa de las centenas de tormentas de arena y la erosión del viento. Tenía 450 años de antigüedad y en ella se guardaban todo tipo de archivos y documentos interesantes que le apasionarían a cualquier historiador. Había una parte del edificio que era más moderna ya que había sido reconstruida hace pocos años porque se habían desplomado unos trozos de piedra, el resto del edificio estaba tal y como se construyó. Tenía unos granes ventanales y una cuantas columnas en su interior. A su alrededor se podían ver unos preciosos jardines y una fuente, pero esta nunca tenía agua.
Tom nunca se había interesado en buscar cosas del pasado e investigar, pero lo llevaba en su sangre. Desde pequeño había vivido envuelto de libros de historia pero nunca había mostrado interés. Ahora en su interior estaba naciendo una llama que le hacía preocuparse por estas cosas e incluso saber cuales eran sus orígenes. Esta aventura le estaba empezando a gustar.
Nuestros amigos entraron por la entrada principal que estaba hecha de hierro y era muy pesada. Inmediatamente se pusieron a buscar en la parte de los archivos antiguos. La biblioteca estaba llena de grandes estanterías repletas de libros con mucho polvo. Habían centenares y parecía mentira que pudieran encontrar lo que buscaban entre tanta información, pero no se cansaron de buscar. Después de una hora encontraron un libro con las tapas duras y de color anaranjado. Era un diccionario de inglés y egipcio antiguo.
-¡Por fin!- exclamó Brashim cuando hubo encontrado el libro- Ahora podremos saber lo que dice-. Abrió el ejemplar por la mitad, y una nube de polvo le hizo estornudar.- A ver, a ver... el primer jeroglífico es parecido a un halcón con una corona en la cabeza...
Se pasaron mucho tiempo ojeando el libro hasta que pudieron descodificar todo. Lo que se decía en el interior de la esfera era una cosa muy extraña. Eran las pistas para ir a una tumba egipcia. Esta decía: cuando la bola de la noche que reina el firmamento brille en todo lo alto, tened cuidado con vuestros pies no os vayan a desaparecer.
Los dos se miraron con cara extrañada. ¿Qué quería decir con eso de que los pies iban a desaparecer? No entendían nada, pero algo les decía que iban a correr una gran aventura.
Cuando acabaron de la biblioteca se fueron para la tienda de Brashim. Los padres de Tom se encontraban en ella. Sus padres eran jóvenes y tenían la misma edad. Se llevaban muy bien y raras veces se peleaban. Pero en estos momentos la cara de la madre de Tom no tenía muy buen aspecto, se la veía preocupada. Cuando los vio llegar sanos y salvos se fue directamente hacía Tom y lo abrazó muy fuerte, después le dijo a Brashim lo más flojo que pudo:
- ¿Has cuidado bien de Tom? Ya sabes que tienes que tener mucho cuidado con él.
Tom se había dado cuenta de lo que su madre acababa de decir y se molestó un poco.
- Mamá, ya no soy ningún niño pequeño para que me tengan que estar vigilando todo el tiempo.
- Ya lo sé hijo, pero no es eso...- y dejó la frase sin acabar, pero Tom no le dio mucha importancia.
- De hecho quería hablar con vosotros...- dijo Brashim. Cogió los tres pies y la bola de cristal y condujo a los padres de Tom hacia una salita que había al lado de la entrada.
Tom hizo el intento de seguirles pero su madre le dijo que les dejara un momento a solas, que tenían que hablar, y cerró la puerta.
Una vez dentro, Brashim les explicó todo lo que había sucedido con la bola de cristal y los padres de Tom se quedaron con la boca abierta. Tom estaba en peligro.
- ¿Por qué no nos has llamado en cuanto ocurrió eso con la esfera?- preguntó Nigmed, el padre de Tom- ya sabes que con el muchacho se tiene que tener mucho cuidado.
- No entiendo como has podido dejar que se activara la bola de cristal... ahora comenzarán a pasar desgracias... -y su madre empezó a mirar hacia todos los lados muy preocupada.
Tom estaba escuchando toda la conversación por detrás de la puerta y no sabía el porque de la preocupación de sus padres. Pero a él todo esto le ponía muy nervioso, hizo el intento de entrar en la salita pero aguantó para seguir escuchando y ver lo que pasaría con el final de esa conversación. Mientras, en el interior de la habitación seguían hablando:
- A ver, exactamente qué era lo que salía y lo qué ponía en el interior de la esfera.
- Vale. Salían representadas las tres pirámides de Gizeh y un mensaje en su interior, el cual decía algo así: que nuestros pies iban a desaparecer cuando la bola brillante de la luna estuviera en todo lo alto...
- Tenemos que partir enseguida hacía las tres pirámides. Coger todas las cosas, las necesarias, y hay que marchar enseguida. ¡La vida de nuestro hijo corre peligro!-dijo el padre de Tom.
En cuanto Nigmed dijo esto y abrió la puerta de la sala y detrás de ella estaba Tom, con la cara descompuesta.
-Papá, ¿Qué quieres decir con que mi vida corre peligro?.


Capítulo

----II----


Brashim, Tom y los padres de éste se encontraban en el aeropuerto. Habían decidido coger un avión porque era el medio de transporte más rápido y más seguro. Ellos vivían bastante lejos de donde se encontraban las pirámides de Gizeh. Mientras estaban esperando a que viniera el avión que los llevaría hacia su destino, se hallaban en una sala de espera donde había mucha gente, mayoritariamente turistas. Nigmed vio el momento oportuno para explicarle a su hijo cuales eran sus raíces y de dónde procedía.
- Hijo, tenemos que hablar. Corres un gran peligro. Te explico todo desde el principio porque sino te vas a liar. Nuestra familia es descendiente de uno de los faraones más famosos de Egipto, y tú llevas su sangre. El hombre mayor que te pidió tu cabello es un trabajador que estuvo con tu madre y conmigo en una investigación hace muchos años, y sabe que tú eres su descendiente. Este hombre quería tu ADN y lo consiguió a través de tu cabello...
- A ver que lo entienda. ¿Yo soy un descendiente de uno de los más importantes faraones del antiguo Egipto?- preguntó Tom un poco confuso.
- Sí- afirmó su padre- Pero todavía no he acabado con el relato. Nuestro antecesor fue enterrado en una tumba con muchos artilugios y joyas, pero nadie a logrado encontrarla y entrar en ella. Solo se podría saber la entrada mediante un ritual y el ADN de uno de los descendientes del faraón.
- Vale entendido, ¿pero por qué no me lo habíais contado antes y por qué dices que corro tanto peligro?- dijo Tom, un poco enfadado porque sus padre no le habían dicho nada de esto antes.
- Bien. No te lo habíamos contado antes porque no queríamos que sufrieses un riesgo y sobretodo pretendíamos que fueras un chico normal, como los otros. Corres peligro porque al activarse la bola de cristal un ejército de espíritus convocados por la esfera a la que protegen, te estarán persiguiendo día y noche.
Inmediatamente la cara del chico cambió. Se tornó blanca como la nieve y un escalofrío le entró por el cuerpo. Las operadoras anunciaban que el avión iba a partir en menos de una hora.
De repente a Tom le dieron unas enormes ganas de ir al lavabo y, como vio que el avión todavía tardaría un poco en llegar, fue en un momento. De camino al lavabo iba pensando en todos los hechos que habían pasado en su vida hace poco menos de dos días:
-Madre mía, cuantas cosas me están pasando y no tengo tiempo de asimilarlas. Soy descendiente de uno de los faraones más importantes, me vienen persiguiendo y, a lo mejor, puedo morir. Si mis padres me lo hubieran dicho todo esto antes... yo hubiera estado más preparado para todo esto y ahora no estaría tan preocupado...
Llegó al lavabo de hombres. Todo estaba limpio y debía de hacer poco que lo limpiaron porque estaba el suelo un poco mojado. Todos los lavabos estaban libres, él era el único que estaba en el cuarto de baño. Cuando acabó de hacer sus necesidades se miró en el espejo. No es que fuera un chico muy creído, pero la verdad tenía un buen físico y se quedó mirando su propio reflejo. Tom tenía bastantes pecas en la cara que, para él, era una de las pocas cosas que no le gustaban de su cuerpo, estaba tan concentrado mirándose en el espejo que no se dio cuenta de que alguien había entrado en el lavabo. Ese alguien iba vestido con una larga túnica de color oscuro, no se le podía ver la cara y andaba muy lentamente sin hacer nada de ruido, tan poco que ni siquiera Tom se enteró. Justo cuando el muchacho fue a girarse para salir del baño se topó con la extraña persona, y fue tal el susto que dejó escapar un chillido agudo, muy alto, pero que pronto se acabó porque la persona que había entrado lo cogió por el brazo y le tapó la boca con un pañuelo impregnado de un somnífero de olor muy fuerte que en cuanto tocó las fosas nasales del chico, éste se quedó durmiendo en poco menos de 5 segundos. La extraña criatura cogió al chico de los brazos y se lo llevó a rastras por la rejilla del aire acondicionado, pero justo cuando ella iba a pasar por el estrecho hueco, se rasco la túnica dejando caer así un trozo de tela al suelo.
Mientras Tom estaba en el lavabo sus padres estaban muy preocupados por él. Ellos sabían que los espíritus guardianes de la bola de cristal eran muy poderosos y que harían cualquier cosa por encontrar al descendiente del faraón y saber dónde se halla la tumba.
Brashim, viendo que Tom tardaba tanto en venir del lavabo fue a ver si se encontraba bien, y que no le había dado ningún achuchón de última hora. Cuando llegó al lavabo, éste seguía muy vació, y a Brashim le resultó muy extraño. Llamó en voz alta el nombre del muchacho, pero nadie respondía, después de haber comprobado que en los baños estaban vacíos, le dio por mirar al suelo, y fue entonces cuando descubrió la tela que aquel extraño ser había dejado en el suelo. La cogió, la palpó y la olió. Él sabía que esta tela no se fabricaba desde hace muchos años, puede que siglos y dedujo que podían haber sido los dichosos espíritus que iban detrás del pobre Tom. Cuando le vino esa idea a la mente, salió corriendo del baño para comunicarles lo que había encontrado.
Mientras, en la sala de espera del aeropuerto, los padres de Tom se estaban empezando a preocupar, porque su hijo estaba tardando mucho. A Addaya se le veía más impacientada y no paraba de andar de un lugar a otro y de mirar a todos los lados.
- Nigmed, me tendrías que haber hecho caso y acompañar a Tom al lavabo- le dijo Addaya a su esposo.
- Cariño. El chico necesita estar a solas para pensar en todas las cosas que le están sucediendo. Esto ha sido un golpe fuerte para él, y además no podemos estar todo el rato pendientes de nuestro hijo, ya es mayorcito...- Al contrario que a su esposa, a Nigmed se le veía más tranquilo.
- ¡Pero tú no te das cuenta que vienen a por nuestro hijo!- esta vez elevó un poco más el tono de voz y algunos de los turistas que andaban por allí se la quedaron mirando.
Justo en ese momento vino Brashim corriendo por el pasillo. En su mano derecha traía la tela de color oscuro. Cuando los padres de Tom vieron que venía con cara de estar muy preocupado se acercaron a él y le preguntaron que porque estaba así. Brashim les explicó todo lo que había visto y les enseñó la extraña tela. Nigmed la cogió, la palpó y la olió. Enseguida supo que esa tela no era de aquí y dedujo que podría ser de los espíritus guardianes de la esfera de cristal. No les quedaba mucho tiempo. Seguramente los guardianes irían hacia las pirámides de Gizeh, pero no estaba muy seguro. Había que arriesgarse e ir hacia las pirámides. No había tiempo que perder.
El avión estaba apunto de aterrizar. Cuando tocó tierra y todo el mundo podía subir ya, los padres de Tom y Brashim cogieron sus maletas y las metieron en el compartimiento de carga del avión. El viaje les resultó muy largo y con mucha angustia. Todos estaban pensando en Tom y en lo que le podría estar pasando.

******

Tom se despertó. La cabeza le daba muchas vueltas y la vista no se había acostumbrado todavía a la oscuridad. A su alrededor no se veía nada y hacía una fuerte olor a humedad. Tom estornudó, donde quiera que estuviera hacía un frío tremendo y el vello del brazo se le puso de punta.
No tenía ni idea de cómo había llegado hasta allí. Él estaba esperando a que el avión los llevara a la pirámide de Gizeh, cuando de repente se encuentra en ese extraño lugar. Se metió la mano en el bolsillo y sacó su llavero. Por suerte tenía una pequeña linterna de bolsillo colgada del llavero y la encendió. Estaba en una especie de habitación cerrada. Las paredes estaban hechas de piedra y éstas estaban muy sucias y algunas con moho. Las tocó. Estaban frías y mojadas. Buscó en algún lugar de la habitación a ver si podía encontrar una salida, pero lo único que pudo hallar era un pequeño agujero entre las piedras. Desde allí se podía ver un largo pasillo alumbrado por luz artificial. Intentó golpear las piedras para ver si alguna estaba hueca y podía conducir a alguna posible salida, pero ninguna cedió. Intentó hacer el agujero más grande con las llaves de casa, pero las piedras eran muy duras y no desistieron. La desesperación era cada vez más grande y el verse atrapado en esa habitación sin poder salir le producía una fuerte angustia. El último recurso era pedir ayuda.¿Pero a quién? Quizás él era el único ser humano que se hallaba a diez kilómetros a la redonda. Aún así chilló con todas sus fuerzas, hasta que no pudo más. Se paró a escuchar, pero no se oía ni una mosca.
De pronto en las paredes se empezaron a abrir unos pequeños agujeros, tan grandes como el culo de un vaso. Tom se quedó mirando un rato, quizá era alguien que había escuchado sus gritos de ayuda y venía a rescatarle. Cuando estaba más concentrado mirando los agujeros, de su interior empezaron a salir unos escorpiones enormes. Salían a decenas. Tom empezó a chillar, los escorpiones era lo que más asco le daba en este mundo. El agujero por el que había visto el pasillo, empezó a ensancharse y Tom salió corriendo por allí. Los escorpiones le comenzaron a perseguir, iban detrás de él todo el rato y no le dejaban en paz. De repente detrás de él se abrió un hoyo en la tierra y todos los escorpiones cayeron allí. Todo parecía muy extraño. Se dio la vuelta para ver que había al final de aquel hoyo. Cuando se asomó pudo ver que éste era muy profundo y no se podía ver el final.
El pasillo donde se hallaba Tom era muy largo y estrecho, y en las paredes había unos dibujos egipcios de unos perros, unos halcones y uno gatos. Las figuras daban un poco de miedo, parecían como si te estuvieran mirando fijamente todo el rato. Estuvo mirando un rato aquellos extraños animales y se fijó que el dibujo del dios Anubis tenía en sus manos una flecha. Era una serie que se repetía. Cada siete dibujos había uno de Anubis aguantando una flecha. No sabía por que, pero algo le decía que esas señales le podrían conducir a una salida, así que las siguió. El pasillo parecía no tener fin. Estuvo caminando unos quince minutos, que le parecieron eternos..
Al final de todo había una puerta. Era alta y de acero. Tom se acercó, no sabía que podía haber al otro lado y sentía un poco de miedo, pero se armó de valor y empujó la puerta, si quería salir de allí tenía que arriesgarse. Abrió la puerta. Al otro lado había una sala más grande que la que había estado antes, ésta estaba llena de estanterías con miles de libros y archivos. Tom se los quedó mirando, estaban escritos en un egipcio antiguo que él no podía leer. Los libros estaban ordenados alfabéticamente. La habitación estaba pintada de color oscuro. Al fondo de la habitación estaba la esfera que aquel viejo le había dado, estaba colocada encima del tres pies de Brashim. Todo era muy extraño. ¿Cómo podía ser que la bola de cristal y el tres pies hubieran llegado hasta allí? No acababa de entender nada de lo que le estaba sucediendo. Fue a cogerla, cuando de pronto escuchó unos pasos que procedían de fuera de la habitación. Rápido como el viento se escondió detrás de las estanterías e intentó no hacer mucho ruido.
La puerta se abrió y de ella entraron dos hombres. Uno de ellos era el viejo que le había dado la bola de cristal y el otro era un hombre alto y bastante musculoso. Estaban hablando entre ellos pero en un tono un poco bajo, que él no podía alcanzar a escuchar. De pronto el hombre mayor se puso histérico y empezó a elevar el tono de voz.
- ¿Dónde se ha podido meter?¡Dónde! si no le encontramos mi plan habrá fracasado. Tantos años para nada, echados a perder....
- Tranquilo jefe que yo lo encontraré. No tiene que haber ido muy lejos- dijo el hombre fuerte-¿El pelo que le pidió no le sirve de nada?
Tom supo que podrían estar hablando de él. Paró más atención a la conversación. Esto le interesaba mucho.
- No solo necesito su pelo, necesito todo el chico,¡ toda su sangre! Sin él, el ritual no sirve para nada.
Al escuchar esto Tom se puso muy nervioso. ¡Estos hombres lo querían matar! Estaba temblando, no tenía escapatoria. Se acercó demasiado a la estantería y le dio un pequeño golpe. Ésta se movió y uno de los libros se cayó al suelo. Hizo un golpe seco. Los dos hombres se callaron y dirigieron la mirada hacia donde se encontraba Tom. De los nervios Tom no podía ponerse en pie para andar, se había quedado inmóvil. El hombre musculoso se le acercó poco a poco. Tom reaccionó y empezó a correr, pero era demasiado tarde. El hombre se le había echado encima y lo había cogido por la brazos para dejarlo quieto. El anciano se les acercó y con su larga barba característica de él se quedo mirando Tom.
- Con que estabas aquí, granujilla... menos mal que te hemos encontrado- y dejó escapar una carcajada maléfica.- gracias a ti me podré vengar de todo. Ahmes- le habló al hombre musculoso- ata al chico a la pared y prepara todo para el ritual. Esta noche podré realizar mi sueño. Ja ja ja ja ja.
Ahmes cogió al pobre Tom de los brazos y lo ató con cadenas a la pared. Antes de eso le dio un poco de agua para que no se deshidratara, ya que en esa habitación hacía bastante calor.
Mientras, los padres de Tom también lo estaban pasando muy mal. Se sentían culpables de la desaparición de su hijo y no podían soportar la idea de que algo malo le estuviera pasando.
Los padres de Tom y Brashim habían llegado a la zona turística de las pirámides de Gizeh sobre las 6 de la tarde. Había mucha gente paseando por allí y visitando esos hermosos pasajes.
Brashim no paraba de darle vueltas a los que había escrito en la bola de cristal. Según la esfera, se tenían que situar en el centro de las tres pirámides, pero en ese momento no podían ponerse a hacer ningún experimento porque había demasiada gente visitando la pirámides. Así que decidieron que a media noche, cuando todos se hubieran ido, probarían de ponerse en el medio a ver lo que pasaba. Hasta entonces tendrían que tener paciencia y confiar en que Tom se las apañaría solito.


Capítulo
----III----


Tom lo estaba pasando muy mal colgado de la pared. Las muñecas le hacían mucho daño y las cadenas le estaban dejando marcas. Allí dentro hacía mucho calor y la cabeza no paraba de darle vueltas. Sus pensamientos no paraban de funcionar:
- No entiendo que quiere hacer ese hombre viejo conmigo, además ¿cómo sabe que soy descendiente de un faraón muy importante? Todo es cada vez más confuso. Mis padres tienen que estar pasándolo muy mal al ver que no aparezco. ¿Dónde estarán en estos momentos? No se cómo va a terminar todo esto, pero espero que no acabe en desgracia.
Al cabo de unos minutos el hombre mayor y Ahmes, el hombre musculoso, entraron en la habitación. Iban vestidos con unas túnicas muy largas, que les llegaban hasta el suelo, encapuchados y sin zapatos. El viejo llevaba una bolsa, y Ahmes llevaba en sus forzudas manos un arcón de madera. Éste estaba adornado con piedras preciosas, y una cerradura hecha de oro. Ahmes dejó el cofre muy cuidadosamente a los pies del muchacho.
El viejo sacó de la bolsa unas cuanta velas y las encendió. Apagó la luz y la sala se quedó a oscuras, solo alumbrada por la débil luz de la velas. De la bolsa sacó también una llave muy grande. Se agachó con dificultad y abrió el arcón. Todos estos pasos los estaban haciendo con mucha cautela, como si se jugaran la vida haciendo este ritual.
Dentro del arcón había unos extraños objetos que parecían formar parte de ese ritual. El viejo sacó una tiza de la bolsa y dibujo un círculo que recogía al chico y al arcón.
Sacó una última cosa de la bolsa, un cuchillo. Cuando Tom vio el objeto que había extraído el viejo, pegó un chillido y el corazón por casi se le sale por la boca. Abrió los ojos como platos e intentó decir unas palabras, pero no le salían. Por fin logró decir algo, aunque tartamudeando un poco.
- ¿Ese, ese, ese cuchillo es para mí?- preguntó Tom.
- Por supuesto. Llegó tu hora muchacho. Esto será lo último que vas a ver, porque te mandaré a la otra vida. Ja ja ja ja ja- cuando se rió, se le pudieron ver unos dientes negros y sucios.
Mientras estaban pasando toda estas cosas, ya se había acercado la media noche y los padres de Tom y Brashim se habían preparado para hacer lo que la bola de cristal les decía. Habían calculado la zona del centro entre las tres pirámides y habían vigilado que los guardias de seguridad no estuvieran vigilando. La luna estaba en lo más alto y brillaba con toda su fuerza. Llegó el momento. Los tres se juntaron en el medio haciendo un círculo.
Pasaron 5 segundos pero no pasó nada, de pronto la tierra empezó a temblar, y la arena se iba metiendo para de dentro. Se hizo un agujero debajo de ellos y desaparecieron debajo de la arena. La tierra de los había tragado.
Tom lo estaba pasando fatal. El viejo había cogido el cuchillo y lo había levantado con sus brazos, al mismo tiempo que decía unas palabras incomprensibles en egipcio antiguo. Tom cerró los ojos, no quería ver su final.
De pronto del cielo, como si Dios hubiera escuchado sus oraciones, empezó a caer arena y más arena. Una nube de polvo cubrió toda la habitación y después se oyeron unos golpes secos.
Cuando todo el polvo se fue disolviendo en el aire, se pudo ver la silueta de tres personas. Tom las reconoció enseguida ¡Eran sus padres y Brashim! No tardó mucho en soltar un chillido y llamarles.
- ¡Papá, mamá!¿Cómo habéis llegado hasta aquí?.
Cuando Addaya escuchó la voz de su hijo quiso correr hacia él para besarle y sacarlo de las cadenas que le tenían atado, pero Ahmes la cogió por los brazos y no le dejó acercarse a su hijo.
Nigmed viendo que su mujer estaba secuestrada por Ahmes y su hijo colgado de la pared intervino:
- ¿Qué significa todo esto? Suelten a mi hijo y a mi mujer enseguida.
El viejo al ver que Nigmed no lo reconocía empezó a reír.
-¿Soltarles?¡Jamás! Tantos años a vuestro lado, conociéndoos, investigando sobre vuestra vida y ni siquiera os habéis dado cuenta.
Cuando Nigmed escuchó la voz del viejo, lo reconoció a la primera. Había cambiado mucho por fuera, pero por dentro estaba igual de gruñón y seguía con la misma voz aguda. Era Khafra, el hombre que estuvo trabajando con ellos en una de sus investigaciones.
- Sí Nigmed, soy Khafra. Cuando nació Tom, me apunté a una de vuestras investigaciones para poder estudiaros a todos mejor. Mi fin era saber cual era vuestro secreto y al final lo encontré. Ja ja ja. Siempre que no estabais en casa y yo me quedaba a cuidar de Tom, buscaba en cada rincón de vuestra casa algunas pistas que me pudieran servir para descubrir vuestro secreto. Lo encontré en un manuscrito que tenías escondido en una caja fuerte en el escritorio. Era una profecía la cual decía que Tom era el descendiente número 18 del faraón Nefer- Cpu, y que él podría encontrar la tumba del famoso faraón. Ahora es cuando he encontrado el momento oportuno, cuando vosotros estabais de viaje y le di a Tom la bola de cristal a cambio de un cabello suyo. Pero el cabello lo perdí, así que ¿por qué no matar a Tom directamente y así cumplo con mi venganza? Porque tenéis que saber que yo era uno de los descendientes del sirviente de Nefer- Cpu, al que él lo trató muy mal y lo hizo sufrir mucho. Por eso me quiero vengar de todo lo que hizo.
- Pero si de eso hace muchos años, que mas da ahora- agregó Nigmed.
- Nunca es tarde para la venganza- respondió Khafra. Levantó el cuchillo e intentó clavárselo a Tom en el pecho.
La madre del chico chilló. Pero justo en ese momento un dardo le dio en el cuello al viejo Khafra. Había sido Brashim que, siempre tan supervisor, había traído una pistola de dardos por si las moscas. El viejo cayó redondo al suelo, dejando caer el cuchillo a los pies del grandullón Ahmes. Éste viéndose atrapado, cogió el cuchillo y amenazó con matar a Addaya si se acercaban un metro más a él.
Brashim fue más rápido que él y le disparó un dardo, pero que solo le rozó la mano. Ahmes dejó escapar a Addaya, pero aún así no estaban fuera de peligro, todavía no se había quedado dormido. Nigmed, con mucha agilidad. Cogió a Ahmes por los brazo y se los puso detrás de la espalda, así el grandullón no se podría mover. Esta vez Brashim no falló y le clavó un dardo en el cuello. Ahmes se quedó durmiendo enseguida.
Cuando se vieron lo tres fuera de peligro, fueron a abrazar a Tom y a preguntarle si se encontraba bien. Su madre fue la primera en ir a socorrerle.
- Hijo ¿cómo te encuentras?¿te han hecho daño?
- Mamá, por suerte no me ha pasado nada. Si no hubiera sido por vosotros, esta no la contaba. Si de verdad me queréis ayudar, ir a buscar la llaves de las cadenas, me están haciendo un daño tremendo.
Mientras Tom estaba hablando, Brashim ya había ido a por las llaves que estaban en el bolsillo de la túnica de Khafra. Cuando lograron liberar al chico de las cadenas, todos se dieron muchos abrazos y besos. Habían pasado momentos de gran tensión, sobre todo Tom. Cuando la cosa se había calmado un poco, Tom les preguntó a sus padres:
.¿Cómo es que lograsteis encontrar este lugar?
- Hicimos caso a lo que decía la esfera,¿te acuerdas? Eso de que nuestros pies iban a desaparecer, era más bien que íbamos a caernos aquí, en esta sala. Pero me alegro de que haya sido así, porque sino no te podríamos haber salvado- dijo Brashim muy contento.
Parecía que todo había acabado, pero no fue así. Cuando iban a salir por la puerta para marcharse a casa, de no se sabe donde, los espíritus que habían raptado a Tom aparecieron. Ellos iban acabar la venganza que Khafra había planeado. Cuando Tom los vio, enseguida supo quienes eran.
- ¡Son los seres extraños que vinieron a por mí en el lavabo!-gritó el chico.
Éstos seguían vistiendo con esa tela tan peculiar, y a uno de ellos le faltaba un cacho de tela. Era el que había ido a por Tom. Eran 25 espíritus que cada vez se les iban acercando más y más. Uno de ellos dijo unas palabras incomprensible, y como si hubiera dicho una orden, todos a la vez se les echaron encima. Addaya y Nigmed iban a por los de la izquierda, y Brashim a por los de la derecha. Tom intentaba apañárselas él solo, pero le era muy difícil. Suerte que sus padres le habían enseñado como defenderse antes una situación de riesgo, y no lo hacía del todo mal.
Por más que los golpearan y los pegaran, a los espíritus no les pasaba nada, eran indestructibles. Éstos acorralaron a Tom en un rincón de la sala, pero él los puedo esquivar y se fue corriendo hacia donde estaba la bola de cristal.
La bola ahora brillaba mucho. Por propia intuición, Tom se acercó corriendo a ella, la cogió y la tiró al suelo. La esfera se hizo añicos y un fuerte viento sopló dentro de la sala. Era el mismo viento y con la misma intensidad que el primer día que juntaron la esfera y el tres pies. Al instante de que la bola se hiciera trocitos, los espíritus se esfumaron, se desvanecieron en el aire.
Brashim, Tom, y los padres de éste, no acababan de entender que es lo que había ocurrido Pero eso no les importaba, lo más importante es que los espíritus se habían ido y ellos se encontraban sanos y salvos. Los padres de Tom cogieron a Khafra y a Ahmes, que seguían durmiendo, y los sacaron de allí.
Al día siguiente los fueron a llevar a la comisaría y les explicaron a los policías todo lo que el viejo y su ayudante tenían planeado hacer. Los metieron en la cárcel a la espera del juicio.
Cuando hubo pasado una semana, Brashim, Tom y los padres de éste, volvieron otra vez a la sala donde Tom había estado encadenado. Les traían muy malos recuerdos, así que no estuvieron mucho rato en esa habitación. Cuando salían de la sala esa, pasaron por el pasillo de los dibujos en la pared. Tom se los quedó observando un momento, esta vez más fijamente e intentando comprender lo que querían decir.
El que más le causó impresión fue el dios Anubis. Sus ojos parecían decir algo y su rostro estaba serio. Tom lo miró de la cabeza a los pies, y cuando llegó a las extremidades inferiores, se fijó de que Anubis estaba subido en una especie de banco.¡Era el tres pies en el que la bola de cristal estaba apoyada! Que casualidad que fuera ese mismo tres pies, tenía las mismas figuras dibujadas en cada pata. Pero Tom se fijó mejor. Se hecho para atrás para poder ver todo el dibujo e intentar descubrir dónde estaban situadas todas las figuras. Vio perfectamente que todos los dibujos estaban en la sala donde él había estado encadenado. Ahora se podía ver mucho mejor. Anubis estaba situada a la entrada de la sala en la parte derecha.
Tom, sin pensárselo dos veces, fue corriendo hacia esa sala. Todo seguía tal y como lo habían dejado la última vez. La esfera seguía en el suelo hecha añicos y el tres pies en al fondo. Tom se acercó al tres pies y lo cogió. Sus padres, viendo que había salido corriendo, lo habían seguido y en esos momentos estaban llegando a la sala.
- Hijo ¿qué haces?- preguntó el padre de Tom.
- Papá, creo que lo que voy a hacer va a funcionar. El secreto estaba en los dibujos de la pared. No era yo el que tenía que morir para encontrar la tumba del faraón, sino fijarse en las figuras del pasillo. Tantos años allí y nadie las había investigado. Ni tan siquiera el viejo traidor se había fijado en ellas.
Dicho esto, situó el banco tal y como estaba en el dibujo que había visto del dios Anubis. Puso un pie en el tres pies, y con el otro se dio impulso para subirse. Tom miró a su alrededor. No pasó nada de lo que él esperaba. Se giró para ver lo que había en la pared, y para mayor sorpresa suya, había un hueco con la forma de una mano.
- ¡ya está!- gritó Tom entusiasmado- lo he encontrado, solo falta que ponga mi mano y ya veremos lo que pasa.
Tom estaba muy nervioso, le sudaban las manos y le temblaban las piernas. Tal como lo había dicho metió la mano en el agujero. Encajaba. De pronto, un temblor de tierra hizo sacudir la habitación. Tom se cayó del tres pies y con la ayuda de sus padres y Brashim, lo sacaron fuera de la sala. Desde allí contemplaron todo lo que en unos instantes iba a suceder.
El suelo de la sala empezó a hundirse, y se pudo ver unas escaleras de piedra que iban hacia el interior del suelo. Tom fue el primero en acercarse, la emoción corría por sus venas. Todo estaba muy oscuro y no se podía ver nada. El padre de Tom encendió el mechero y alumbró un poco las escaleras para empezar a descender. Cuando por fin tocaron el suelo, Nigmed alumbró a su derecha con la débil luz del mechero.¡Todo era de oro! Paredes, jarrones, figuras... todo estaba hecho de oro que brillaba mucho. Addaya fue a buscar unas antorchas y al cabo de poco volvió con dos. Las encendieron y entonces pudieron contemplar bien toda la habitación.
Era muy grande y alargada. Tenía muchas joyas, y al fondo del todo, un sarcófago encima de un altar.¡ Era el sarcófago del faraón Nefer- Cpu! Todos se pusieron a saltar de alegría y a observar lo todo lo que había a su alrededor.


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Habían pasado tres años del gran descubrimiento de la famosa tumba. Brashim, Tom y sus padres se habían convertido en una familia muy rica y famosa. Los periódicos les habían hecho artículos especiales para ellos y habían salido en muchas fotos.
La tumba era propiedad de la familia, por eso podían hacer con ella lo que quisieran. Decidieron que harían un museo para que todo el mundo pudiera contemplar las maravillas de los antiguos faraones. A partir de ese día todos vivieron más tranquilos y sin que nadie les volviera a molestar más.
Tom se empezó a interesar por estos temas y decidió estudiar y meterse en la facultad de historia. Cuando acabó sus estudios se fue con sus padres por todo el mundo investigando, y se convirtió en uno de los mejores arqueólogos de la historia.

Aunque la historia parece que no nos diga nada, tiene que ver mucho con nosotros hoy en día, es la base de todo ¿No os parece..?


Fin