ESCRITOR Y DIPLOMÁTICO EDUARDO GARRIGUES
"Mejor el bla-bla-bla, que el bang-bang-bang"
IMA SANCHÍS  - 18/07/2007 LA VANGUARDIA

63 años. Nací en Madrid y he vuelto a Madrid. Soy diplomático. Trabajo en el Ministerio de Asuntos Exteriores. Casado y con 4 hijos. Tengo una visión crítica con la mayor parte de los gobiernos que he conocido. He llegado a tener vocación religiosa, pero ahora estoy distanciado, en un periodo de reflexión. Publico mi quinta novela

¿Un diplomático colaborando en Hermano Lobo?

- Eran los inicios de los setenta, y yo preparaba las oposiciones, si se hubieran enterado no me habrían dejado ser diplomático.

- Entiendo que no es usted vocacional.

- Me hice diplomático para poder escribir. Por un lado la carrera meha ayudado a inspirarme viajando por lugares exóticos y por el otro, al ser una carrera tan fascinante, le ha robado mucho tiempo a la escritura.

- ¿Cuál es el reto de un diplomático?

- Intentar que los otros acepten el enfoque de la vida que tú le quieres dar.

- 1974, diplomático en Kenia, primer punto negro de su carrera: la caza mayor.

- Es difícil explicar cuáles son las razones de que una persona que se considera civilizada cace. Ortega y Gasset decía que la motivación última es que el ser humano lleva unos 3.000 años sin cazar y muchos más cazando.

- En algo hemos evolucionado...

- Al cazar de una forma ética y estética recuperas facetas olvidadas de la personalidad. Yo he recuperado sensaciones e instintos que tenía dormidos: una revelación.

- ¿Qué aprendió en Kenia?

- Yo salía de una España pueblerina, limitada, Kenia llevaba diez años de independencia y pude vivir el valle feliz de Memorias de África. Era un chico criado en la árida meseta castellana y de pronto la explosión sensorial y experiencias inusitadas, se me abrió un mundo como no me ha vuelto a ocurrir.

- ¡. ..!

- Afloró todo el deseo de sensualidad y voluptuosidad reprimido. Como le ha ocurrido a tantos europeos en África, me volví loco.

- ¿Muy loco?

- No tenía límites en conocer nuevos espacios, gentes diversas y multiplicar mis relaciones sentimentales. Fue una eclosión, pero pagué un precio: mi divorcio.

- De allí a Nueva York debió de ser un shock.

- Antes me enviaron a todas las cumbres de la Organización para la Unidad Africana (OUA), porque el movimiento de liberación de las islas Canarias (MPAIAC) había conseguido convencer a la OUA de que las Canarias eran parte de África y que su población era negra.

- ¿?

- Nadie viajaba hasta allí para comprobarlo. Me introdujeron en las cumbres como periodista. Fue una experiencia importante en la que me jugué la anatomía.

- ¿Topó con Amin Dada?

- Sí, en Uganda; si se llega a enterar de que yo era diplomático disfrazado de periodista, habría acabado en el lago Victoria. Después participé como asesor del Consejo de Seguridad de la ONU durante la guerra de las Malvinas y la guerra de Irán-Iraq.

- ¿Desencantado de la alta política?

- Por supuesto, aun así creo que es mejor hacer el bla-bla-bla, que el bang-bang-bang.

- ¿Cómo hacen política: en comidas y cenas?

- También hacemos otras cosas que la gente no siempre valora...

- No quería ofenderle, me refería a si el peso está en la relación humana.

- Tenía un jefe, Jaime de Pinies, que decía que nada se solucionaba en los plenarios del Consejo de Seguridad, sino que se organizaba en la sala de los delegados con la ayuda del dry martini. Los diplomáticos tomábamos grandes dosis de dry martini. En eso consistía lo que llamaban en el Consejo la acción pronta y eficaz. ¿Qué le parece?

- Me gusta que en política pesen las relaciones humanas distendidas.

- Sí, lo importante es el contacto, y a veces el contacto subliminal, la química que se crea entre las personas.

- ¿Todavía es así la diplomacia?

- Ese factor humano está desapareciendo, nos estamos convirtiendo en pequeños robots.

Antes nos llamaban, quizá en tono despectivo, especialistas en generalidades; ahora rige todo lo contrario, pura estructura.

- En 1998, de nuevo África, ¿qué libro le llevó hasta allí?

- En ese caso fue al revés, la historia me encontró. De repente topé en medio del desierto de Namibia con un castillo alemán de piedra y establos para albergar hasta 350 caballos. Me pareció un espejismo.

- ¿Qué averiguó?

- Era la historia, en el fondo trágica, de una mujer que buscó la felicidad en una aventura excepcional: crear una yeguada de pura sangres en el desierto de Namibia a principios del siglo XIX. Fue muy curioso...

- ¿El qué?

- Se creó tal simbiosis con ese personaje que empecé a escribir cosas que no sabía si eran verdad, pero que luego comprobé que eran ciertas.

- ¿Ha llegado a ser mujer?

- Totalmente, y me he sentido cómodo.

- ¿Y ha descubierto algo sobre las mujeres?

- No, he descubierto cosas sobre los hombres: la forma en que los hombres tratan a las mujeres está basada en la ignorancia de cómo ven las mujeres a los hombres. A veces el hombre mira a la mujer como a una presa, como a un antílope con bellos trofeos.

- ¿De verdad no le da pena el antílope cuando le mira con esos ojillos?

-... Y me emociona; y a veces no he disparado. Puede ser una relación maravillosa, como cuando deseas a una mujer, luchas por seducirla y, cuando puedes tenerla, renuncias.

- ¿Le recomiendo una buena psicoanalista?

- Me cuesta analizar moralmente el sentido de la caza, pero en los países donde desaparecen los cazadores deportivos desaparecen los animales.

- ¿Qué persigue usted en la vida?

- No aburrirme y ser un buen escritor.

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La Contra | página nº 64
 
"Mejor el bla-bla-bla, que el bang-bang-bang"

ROMÁNTICO


Cuando llegó a África no tenía todavía 30 años. Era un joven culto, aventurero, de ojos azules y al que como cazador le gustaban las grandes presas. Debió de ser el terror de las damas con pamela y de las que preferían ir con los pies descalzos. No puede evitar comparar a las mujeres con las gacelas que le gusta cazar. Se declara uno de los últimos diplomáticos románticos. Formalmente, ha simultaneado sus dos pasiones, ejercer la diplomacia y escribir, pero creo que pasiones ha tenido muchas más (la caza, los indios de Norteamérica, los paisajes y la aventura) y todas se reflejan en sus libros, que son estela de su vida. Ahora publica "La dama de Duwisib", basada en la vida de una mujer con la que él se identifica y que vivió en Namibia a principios del XX.

Recopilación por Toni Perulles i Rull para fines educativos en la Educación Superior, 18-07-2007.