LA CLAVE JOAN J. GUINOVART - 13/11/2005
Responsabilidad de los científicos

Hay que apoyar en la escuela toda iniciativa del profesorado para aumentar el interés por la ciencia

La ciencia es una herramienta absolutamente esencial para cualquier sociedad que tenga esperanzas de sobrevivir en el siglo XXI con sus valores fundamentales intactos. Y no sólo la ciencia entendida como actividad que practican los científicos, sino la ciencia entendida y abrazada por el conjunto de la comunidad. Y si los científicos no logran que esto ocurra, ¿quién lo hará?" (C. Sagan).

Por ello, la Confederación de Sociedades Científicas de España (Cosce) dentro de su acción Crece (Comisiones de Reflexión y Estudio de la Ciencia en España) ha creado la ponencia Ciencia y sociedad.Un grupo de expertos en el que se integran investigadores, periodistas, divulgadores, editores y otros profesionales relacionados con la ciencia se ha planteado el análisis de algunos de los problemas centrales que surgen en la interacción del avance científico con las estructuras sociales y, particularmente, de la recepción de dicho avance por los individuos y grupos sociales en España. Asimismo, este trabajo ha incluido el estudio de las influencias que esa recepción de la ciencia por la sociedad o el público tiene sobre la propia ciencia.

El documento concluye que reviste la mayor importancia, e incluso urgencia, desplegar un esfuerzo duradero y efectivo para incrementar los conocimientos y el interés general de la sociedad española sobre los fundamentos científicos de nuestra cultura y la contribución de la ciencia a su desarrollo, propiciando además la aparición de vocaciones científicas entre los jóvenes.

Para ello, las instituciones académicas de enseñanza superior deberían encontrar nuevas formas de apoyo y reconocimiento a aquellos de sus miembros que destaquen por un empeño especial en actividades de estímulo científico y renovación curricular. En la enseñanza primaria y secundaria toda iniciativa de su profesorado dirigida a aumentar el interés por la ciencia y sus aplicaciones debiera ser objeto de atención especial. Este apoyo puede ser importante para persuadir a las correspondientes administraciones educativas de la importancia de las enseñanzas científicas en estos niveles fundamentales, hoy muy deterioradas, eliminando, además, las dificultades que sufren los profesores en estas áreas. Asimismo, es importante que la comunidad científica y las instituciones científicas y/ o con competencia en materia de política científica adopten un claro y explícito compromiso de valoración y estímulo del trabajo de divulgación de los investigadores.

Todos los que nos hemos implicado en este estudio somos conscientes de su trascendencia. La acción Crece aborda una tarea ambiciosa y atrevida de gran importancia para el desarrollo de nuestro país en un contexto de gran competencia internacional: el fortalecimiento de la ciencia como factor cultural y motor económico de España.

J. J. GUINOVART, presidente de la Confederación de Sociedades Científicas de España (Cosce)


LA SITUACIÓN RAFAEL PARDO - 13/11/2005
Optimismo y distancia

Los científicos son el colectivo profesional que obtiene los mayores niveles de estimación y confianza

Desde finales de los años cincuenta del siglo pasado distintos analistas y agencias públicas están llamando la atención sobre la importancia de las percepciones de la ciencia por el público y, en paralelo, sobre la trascendencia de las políticas públicas para su promoción, así como sobre el papel fundamental de la comunidad científica en la transmisión de la ciencia a la sociedad.

En esa preocupación por mejorar las interacciones ciencia-sociedad convergen varios supuestos. El fundamental es que conforme las sociedades avanzadas se hacen más intensivas en conocimiento de base científica se requiere no sólo un flujo creciente de científicos y tecnólogos (personal dedicado a tareas de I+ D y a otras funciones de análisis), sino también una población en sintonía con la imagen científica del mundo natural y social y con los modos de adquirir, contrastar y crear ese conocimiento. Una población ayuna de conocimiento científico, se supone, tomaría decisiones subóptimas en el plano personal (desde el ámbito del consumo al del cuidado de la salud o el desempeño en el contexto del trabajo), pero también en el cívico o colectivo a propósito de cuestiones en las que el conocimiento científico es un componente esencial (políticas medioambientales, energéticas, de salud pública, alimentarias y una larga serie en expansión permanente). La participación del público en la orientación y contenido de muchas de las políticas características del nuevo siglo aconseja que haya alcanzado un cierto umbral de familiaridad con la ciencia contemporánea. Algunos fenómenos de resistencia social y de percepción del riesgo de determinados avances científicos o tecnológicos tienen una de sus bases explicativas en una notable distancia cognitiva respecto a la investigación científica y la estimación del riesgo por los expertos. Es claro que una sociedad en la que la envolvente cultural general no incorpore como una dimensión central la ciencia encontrará dificultades especiales para el desarrollo de la vocación científica, una de las más exigentes, imprescindibles y, paradójicamente, no adecuadamente retribuidas.

EN ATENCIÓN A ESAS RAZONES,el proyecto Crece buscó sintetizar y debatir la mejor evidencia y análisis disponibles acerca de las percepciones de la ciencia que la sociedad española tiene, un paso imprescindible para fundamentar las recomendaciones para su mejora. En particular, porque no es infrecuente encontrar diagnósticos de la situación en éste y en otros países de la Unión Europea poco compatibles con la evidencia, y también un número creciente de programas de promoción de la cultura científica desalineados con los datos y, por tanto, poco o nada eficaces.

Quizás el elemento más significativo de las percepciones de la ciencia por la sociedad española sea el de la falta de correspondencia entre las componentes actitudinal (las valoraciones de la ciencia) y cognitiva (el nivel de conocimiento científico elemental que posee el público). La sociedad española del cambio de siglo ocupa las posiciones más altas entre todas las europeas en su optimismo y expectativas ante los efectos globales de la investigación científica. Por el contrario, es una de las sociedades que puntúan más bajo en cualquiera de las escalas que miden el conocimiento científico del público.

LA COMUNIDAD CIENTÍFICA y médica son, de entre una amplia lista de colectivos profesionales, los que obtienen los mayores niveles de estimación y confianza entre los españoles de cualquier nivel social y educativo. El segmento con actitudes contrarias a la ciencia es prácticamente inexistente o, dicho de otro modo, casi nueve de cada diez personas tienen una imagen positiva de las contribuciones de la ciencia al crecimiento y el bienestar, y expectativas muy favorables respecto a los avances de la investigación. Esta imagen positiva es compatible con una visión algo más discriminada en función del área de la ciencia de que se trate, pero son pocas las que suscitan reservas y, cuando lo hacen, es con intensidad menor que la existente en otras sociedades europeas más avanzadas. Algunas áreas de la actual investigación biomédica que involucran cuestiones éticas (como la investigación en células troncales embrionarias) encuentran en España niveles de reserva muy por debajo de los existentes en la mayoría de Europa y, desde luego, que el del público de sociedades cuya mayoría es de religión católica. En suma, el ritmo de cambio social y educativo en España en las últimas tres décadas parece haber erosionado, cuando no hecho colapsar, los marcos de las creencias del pasado poco sensibles a la racionalidad y a la imagen del mundo de base científica.

Pero ese primer apunte necesita ser matizado. Un examen más preciso pone de relieve una mayor incoherencia en las actitudes o en las valoraciones ante la ciencia que las observables en sociedades de mayor tradición científica y nivel educativo. Las valoraciones son más inconexas o faltas de estructura que las de otras sociedades europeas (algo que ocurre en otros dominios de nuestra opinión pública). Y ello remite a la otra dimensión de la cultura científica entre nosotros, al déficit de familiaridad con el contenido y metodología científica. La actitud dominante es, pues, positiva, pero poco activa y comprometida en incorporar los resultados y las vías de avance de la investigación. Expectativas muy altas respecto a la ciencia, en ausencia de conocimiento (por elemental que sea) de ésta, pueden desembocar en lo que los autores del Club de Roma etiquetaron hace bastantes años como “milagrerismo científico-tecnológico”, una creencia desmedida en la ciencia como panacea. La comunidad científica, las administraciones públicas y otros agentes privados deberían aprovechar la oportunidad de contar hoy con una sociedad nada temerosa y expectante ante el cambio científico, mejorando significativa y más eficazmente la proyección de la ciencia en la sociedad, buscando su integración definitiva en la cultura superior y en la del conjunto de la sociedad.

R. PARDO, director de la Fundación BBVA, pres. de la Comisión Ciencia y Sociedad, Crece

 

Informe Crece Portal Ciencia y Sociedad Ciencia y Sociedad: Hacia una nueva forma de cooperación