Considero pertinente que la escuela, lo que es la educación primaria y la secundaria, nos diga que solamente puede ofrecer a los estudiantes una presentación, como un sobrevuelo, sobre la inmensidad de las áreas del saber y que, por lo tanto, la responsabilidad recaerá en los estudiantes que en su propio tiempo han de profundizar sobre esos contenidos temáticos que les interesen personalmente; por consiguiente, lo que primero debería de cambiar en la enseñanza, en general, es el estilo de evaluar lo "aprendido" por lo que ya NO se debe preguntar: "Cómo se clasifican los animales, enumere los países, las plataformas computacionales".

Disponiendo del ejemplo de que para aprender a programar, desde la materia de la informática, nos lleva muchos años de cabeza, ¿una decena?, al igual que en muchos saberes; de la misma manera, cualquier aprendizaje nos suele requerir bastante tiempo y, sobre todo esa interminable cantidad de nuestro interés y, como comprobamos, no existe un sistema escolar obligatorio que nos lo pueda infundir en toda la inmensa variedad de temáticas mostradas, especialmente porque educar NO es la mera transmisión de información puesto que, según Montaigne, nuestra mente "no es una vasija que llenar, sino una llama que es preciso avivar"; de ahí que, en primer lugar, los docentes deberíamos de motivar con ahínco.

Pero en el bachillerato y la educación superior se puede deducir que el estudio y la investigación son fáciles por el hecho de que a muchos de los futuros ciudadanos, que llegarán a autores, les encanta documentarse porque es mucho más sencillo que escribir. Debemos de preparar a la ciudadanía para que lleve su mundo y el mundo de todos hacia la imaginación, haciéndola de nuevo más divertida y creativa de la que vivimos.