LA CONTRA
"Si pudiese, ¿iría a una ejecución?"
VÍCTOR-M. AMELA  - 29/07/2007 LA VANGUARDIA

- Cuándo fue la última ejecución pública en Barcelona?

- Hace 110 años: el 15 de junio de 1897.

- ¿Dónde?

- En la plaza Folch i Torres, cerca de la ronda Sant Pau.

- ¿Con qué método?

- Garrote. Se agolpó un gran gentío, lo que atrajo a muchos carteristas. ¡Qué paradoja!

- ¿Cuál?

- Las ejecuciones públicas tenían el objetivo de disuadir a la gente de robar o matar. ¡Y resulta que allí mismo acudían los ladrones a robar!

- ¿Se torturaba al condenado?

- A veces se le ataba a la cola de una caballería, que le arrastraba por las calles hasta el cadalso.

- Llegaría más vivo que muerto...

- Esa ronda macabra se detenía en el lugar en que el condenado había cometido su crimen, y allí se le cortaba un puño. O los dos.

- ¡Qué bestias!

- Se hizo desde el siglo XIII al XIX, pues en 1832 humanizó la pena de muerte Fernando VII, unificando las ejecuciones: todas a garrote. Se veía más digno, pues se moría sentado...

- Ya. ¿Cómo se ejecutaba antes?

- A los nobles y clérigos se les agarrotaba. O se les degollaba con un gran cuchillo. O se les decapitaba. A los militares se les fusilaba. A homosexuales y herejes, hoguera. Y a la plebe, ¡horca!

- ¿Y no se desangraban, sin puños?

- Les acompañaba un cirujano, que procuraba que llegasen vivos al patíbulo. Aunque hay casos de descuartizamiento del condenado ya cadáver...

- Cuénteme uno.

- El payés Joan de Canyamars hirió con un puñal a Fernando el Católico en la plaza del Rei en 1492... Ya condenado, le pasearon en carro, semidesnudo, junto al verdugo: en la plaza del Blat, le cortó un puño; en la del Born, el otro. Murió allí, pero en la plaza Sant Jaume le cortó la nariz, una pierna y le sacó un ojo.

- Por favor, acabe.

- En la plaza Nova le segó por el muslo. En la plaza Santa Anna, la otra pierna y el otro muslo. La comitiva siguió por la calle Sant Pere, dónde descuartizaron lo que quedaba. Sacaron el carro con los restos fuera de la ciudad, y lo quemaron todo en el Canyet...

- ¡Y la gente se lo pasaba bomba!

- Esa rúa sangrienta era un espectáculo de masas. A veces se incineraban los puños cortados del reo ante sus ojos... Si pudiese asistir a una ejecución pública, ¿asistiría?

- No creo.

- Esta es la pregunta que todos debiéramos respondernos. ¿Vio el vídeo de la ejecución de Sadam?

- Sí... Ahorcado... ¿Hubo muchas horcas en Barcelona?

- Se ahorcaba en el Pla de Palau, la plaza Nova, Creu Coberta, Pla de la Boqueria, Rec Comtal, Trinitat... A ésta, la más alejada del centro, se la llamaba la quinta forca.

- ¿De ahí esa expresión coloquial?

- Sí. En esas horcas de entrada a la ciudad se colgaban putrefactos restos de ahorcados... Las cabezas, colgadas en jaulas. Esas horcas marcaban los límites de jurisdicción.

- ¿Esto sucedía sólo en Barcelona?

- Era igual en todas las ciudades de Europa. Lo que acuñamos aquí son expresiones muy locales...

- A saber.

- Treure el Santcristo gros:es un gran crucifijo sito en la capilla de la Confraria de la Puríssima Sang -La que acompañaba a los condenados- de la iglesia del Pi: se sacaba cuando subían al cadalso tres o más reos.

- ¿Alguna otra expresión?

- Aixecar la camisa:era lo que convenía hacer con alguien para ver si había sido marcado en la espalda con hierros candentes en alguna ciudad (una pena frecuente). O curt de gambals:alude al modo torpe de caminar de alguien (un condenado) aherrojado por los tobillos.

- ¿Cómo eran aquellos verdugos?

- Era un oficio más: pagado por el erario público, pero infamante. El verdugo debía vivir en una casa marcada, apartada, fuera de la ciudad, y tenía que vestir con capa blanca y guantes amarillos.

- Para ser reconocido.

- Y para no tocarle. El verdugo no debía tocar mercancía alguna: si iba de compras, debía señalarla con una varita. Si iba la taberna, debía llevar su propio vaso... ¡Ah, y tenía que hacer muy bien su trabajo!

- ¿Qué quiere decir?

- Si mataba mal -se rompía la cuerda, no degollaba bien...-, si el espectáculo se frustraba, el público se enfurecía: pedía clemencia para el condenando y apedreaba al verdugo.

- ¡Cómo eran nuestros bisabuelos!

- Más de una vez se enfurecían por estas cosas, se amotinaban, y en la algarada con los guardias solían morir tres o cuatro personas... - Muerte sobre muerte... - Las madres llevaban a sus niños a la ejecución, y en el momento de la muerte abofeteaban al chaval, diciéndole: "¡para que te acuerdes!". Para que aprendiesen a portarse bien, como Dios manda.

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La Contra | página nº 12
 
Joan de Déu Domènech · Investigador

Tengo 52 años. Nací y vivo en Barcelona. Trabajo en la administración y escribo libros de investigación histórica. Estoy casado y no tengo hijos. ¿Inclinaciones políticas? Y yo que sé... ¿Creencias religiosas? Debe de ser muy reconfortante creer en un dogma: yo no tengo esa suerte... Publico 'L´espectacle de la pena de mort' (La Campana)

"Si pudiese, ¿iría a una ejecución?"
Garrote con merendola

Igual que hoy llevamos a los niños al ´chiquipark´, nuestros bisabuelos los llevaban a ver una ejecución en una plaza. Los tenderos aprovechaban para vender golosinas, refrescos y meriendas. Los catalanes no hemos sido en esto diferentes al resto de españoles y europeos. Nos lo explica Domènech después de hurgar en archivos, dietarios y memorias, en un libro de lectura tan amena como angustiosa: ´L´espectacle de la pena de mort´ (La Campana). Me cuenta, por ejemplo, que en el siglo XIV fue colgado un banquero por quebrar y arruinar a sus impositores... Y que en 1907, el día en que hubo la primera ejecución ´indoor´, ya en la Modelo, afuera se agolparon muchos barceloneses con la esperanza todavía de ver algo...

Recopilación por Toni Perulles i Rull para la Educación Superior. 29-07-2007.