54 años. Nací en Sydney y vivo en São Paulo. Soltero. Licenciado en Química. Consultor y consejero internacional de empresas y gobiernos. Veo virtudes en la derecha y en la izquierda, de ambos he aprendido. Me preocupa el colapso medioambiental. Mi lema: buscar la solución dentro de uno mismo y nunca echar la culpa a otros
- ¿Por qué tanto conflicto?
- No tenemos una relación muy saludable con nosotros mismos y solemos proyectar nuestra lucha interna en los demás.
- ¿Eso le dice al presidente de Petrobras?
- Sí, y le ayudo a ver lo que hay en común entre las partes en conflicto para convertir el yo contra ti en nosotros contra el reto.
- ¿Nos construimos en contra de los demás?
- Sí, los conflictos están arraigados en nuestra mentalidad. Hace poco el director del banco central de un país me llamó porque en la propia jerarquía no se ponían de acuerdo, ¡¿cómo va a funcionar así la economía?!
- ¿Cuál fue su diagnóstico?
- Introducir unidad en un ámbito donde los sistemas gritan "no confíes", ya que para cada cosa tienen que obtener cinco firmas, es complicado, ¿cómo vas a crear unidad en un ambiente que históricamente ha estado basado en la desconfianza?
- Es un gran desafío.
- No se trata sólo de un cambio humano, sino de un cambio de sistema, hay que reducir la burocracia y eso ya comienza a favorecer ambientes más livianos donde la confianza puede prosperar. Los problemas y conflictos tienen el elemento humano, el estructural, el sistémico y el histórico.
- ¿No son demasiados?
- En cualquier organización los conflictos interpersonales salen muy caros porque crean asuntos intocables, se enquista la desconfianza y los problemas se acumulan hasta que estalla el gran conflicto. Ese es el principio de mediación y de automediación.
- Enséñeme a mediar conmigo misma.
- Si tengo una conciencia clara de mi valor, de esas cualidades internas que no cambian con las circunstancias, podré agarrarme a ello en momentos de confusión. Yes importante también no culparse por las necesidades de otros, muy común en los conflictos.
- Vivimos en permanente conflicto con los otros: parejas, jefes, hijos...
- Yo diría que vivimos constantemente en una turbulencia, pero hay dos maneras de afrontarla: en la superficie o en la profundidad. Durante el tsunami hubo dos buceadores que al subir a la superficie no encontraron ni el barco ni la costa.
- Uno puede vivir llevado por el oleaje, ¿o?...
-... Puedo tener una actitud más profunda. Si tengo estabilidad interna, ante los mismos hechos y personas tendré mayor perspectiva y tomaré decisiones más inteligentes.
- ¿Cómo adquirir esa estabilidad?
- Es una práctica: pare de vez en cuando durante el día para ver dónde está. Verá, hay tres líneas simultáneas en nuestra vida: la línea de acción, si hiciéramos un mapa de nuestro día veríamos que damos un montón de vueltas, vamos de aquí para allá continuamente. Luego está la línea de altibajos emocionales.
- ¿Expectativas correspondidas y no correspondidas?
- Sí, éxitos y fracasos, alabanzas y críticas, donde la emoción sube y baja como las montañas rusas. Imagine un objeto físico que simultáneamente da vueltas, sube y baja.
- Nunca me había visto así.
- Pues es una imagen muy clara de nuestra propia mente. La tercera línea que olvidamos son mis propiedades como individuo, mi identidad básica que no cambia. Si aprendemos a agarrar esta línea base, no hay tantos altibajos. ¿Y qué pasa?
- Dígamelo usted.
- Pienso menos porque decido mejor las cosas, hay más claridad, menos conjeturas, me canso menos, por tanto, yerro menos, tengo menos confusión y disposición al conflicto.
- Presénteme mis cualidades básicas.
- De la misma manera que la temperatura de nuestro cuerpo es de 36,5 º , el estado natural del ser es la paz. Y todos queremos amar y ser amados, un principio de la propia naturaleza que brota en la expectativa de ser recibida; un bebé nace esperando ser acogido.
- Primera expectativa que se trunca.
- Después de muchas decepciones entendemos que otros no nos darán lo que no somos capaces de darnos nosotros mismos. La gran lección es tener respeto por uno mismo. El desafío es entender qué nos hace únicos. A menudo somos víctimas de nuestro propio pasado mal pensado.
- ¿Cómo se detienen sus consecuencias?
- Tomando la decisión de no eludirse. Lo único que tiene valor del pasado son las lecciones, pero por lo general eso pesa menos que los detalles.
- Su claridad es difícil de conquistar.
- Yo recomiendo parar y distanciarse cada dos horas y una auditoría diaria, ¿qué he hecho bien y qué puedo mejorar? Estamos tan involucrados en el verbo hacer que simplemente reaccionamos, como una bola de billar, y es mejor ser el taco que la bola.
- Sin duda.
- Las cosas no son como parecen, lo que vemos de los otros y sus reacciones son la punta del iceberg. Si profundizo en mí, seré capaz de entender al otro. ¿Sabe qué pasa?
- ¿Bolas chocando unas contra otras...?
- Vivimos en un mundo salado, la gente va tirando sal por todos lados, pero yo sólo sufriré si mis heridas están abiertas. El problema no es la sal, sino las heridas, hay que mirar hacia dentro y entender por qué tal situación me hace perder la cabeza.
- ¿Y si es obvio?
- En cada situación hay tres variables: la propia situación, la gente que influye en la situación, y yo. Las tres hacen una danza de pensamientos, sentimientos y acciones. Lo único que puedo manejar es mi actitud, dejemos de emplear nuestra energía en intentar cambiar a los otros, son expectativas irreales.
