¿FIN DE UNA CULTURA PERVERSA?
¡Yo también quiero prejubilarme!
El endurecimiento legal frustra a muchos directivos que deseaban retirarse a los 52 años

JORDI GOULA - 20/11/2005


Una de las fórmulas que han sido más vilipendiadas, a la par que usadas en todas las reestructuraciones de plantillas, sido la prejubilación. Los sindicatos lo han visto como un mal menor y las empresas la han empleado por ser la más cómoda y por permitir cambiar a trabajadores fijos por jóvenes con contrato temporal que cobran mucho menos. Manda la flexibilidad y el coste, aseguran. Sin embargo, por el camino se han perdido toneladas de experiencia y se ha puesto fuera de servicio a personas que, en algunos casos, han debido ser reclamadas al cabo de un tiempo para arreglar situaciones complicadas en la propia compañía.

El resultado es que hoy, en España, menos del 40% de los trabajadores entre 55 y 64 años se mantiene en activo. Viendo la evolución de la pirámide de edades, no extraña que el legislador haya decidido frenar el mecanismo a base de abandonar la financiación de esta figura a través del cargo a reservas y obligar a pasarla a la cuenta anual de pérdidas y ganancias, lo que resulta mucho más oneroso y comprometido para los gestores empresariales. Lo curioso es que, a fuerza de prejubilar, se ha ido gestando una cultura de la prejubilación entre los directivos y cuadros intermedios y ahora resulta que no poder prejubilarse a los 50 y tantos puede suponer verdaderos traumas personales y afectar las cuentas de resultados, por la vía de la desmotivación, la baja eficiencia y el absentismo.

Afectación masiva
¿Qué ha pasado? Es evidente que se han hecho mal las cosas. Por si había alguna duda, un estudio presentado esta semana por el profesor de Esade y director general del grupo Desarrollo Organizacional, Luis F. Rodríguez, Inplacement, instrumento de compensación equitativa frente a la prejubilación,concluye que la influencia de pensar que no podrán prejubilarse a los 52 o 53 años puede afectar a corto plazo a medio millón de personas, con "consecuencias y repercusiones de importancia en su estado de ánimo, síntomas de ansiedad, depresiones, frustración y desmotivación". El nuevo entorno restrictivo que se genera a partir del próximo año, el estudio lo plantea teniendo en cuenta los puntos de vista de diversos colectivos que están implicados directa o indirectamente en el cambio (ver conclusiones en recuadro).

"Las prejubilaciones tienen un efecto devastador para las generaciones posteriores, porque en pura lógica deductiva, piensan que si sus predecesores han conseguido unos beneficios importantes porque no va a ser lo mismo para ellos. Hay que distinguir, por supuesto, las prejubilaciones de oro de las de hierro, pero presumo que aquí hablamos de directivos y de grandes empresas, es decir, de las primeras. En este contexto, podemos explicarnos que esta gente tenga expectativas y deseos de prejubilarse a los 50 y pocos años", explica el psicólogo y consultor de recursos humanos, José Manuel Blanco.

Este deseo, que se ha ido generalizando, vendría especialmente abonado en un país en el que la cultura de la responsabilidad en el trabajo es a menudo sustituída por la de vivir lo mejor posible con el mínimo esfuerzo. Parece evidente que estas expectativas se están hoy esfumando y las empresas no están preparadas para afrontar la desmotivación de una parcela clave de su plantilla. "Este es uno de los tres retos claves que tenemos planteados hoy los directores de recursos humanos: recuperar anímicamente a la gente de más de 45 años, hacer frente a la multiculturalidad y ver de integrar y generar compromiso laboral entre la gente joven", explica José Antonio González, director de recursos humanos de Insa, filial de IBM.

Un coste muy alto
Germán Medina es director corporativo de recursos humanos de Endesa y opina que "los costes de las prejubilaciones han sido muy altos, en dinero y en clima laboral. Es difícil hoy decir a la plantilla que eso se ha acabado y que ya contamos con todos ellos. Tan difícil como en su momento era prejubilar y ver los traumas que se generaban. Hemos de recrear lo natural y recordarle a quien tiene 50 años que le quedan 15 de vida profesional. Hemos vivido muchos años con excepcionalidad. Y ahora se ha terminado".

¿Qué está fallando?, pues "pienso que con 50 años, el modelo de presión que existe en las empresas -objetivos cuantitativos...-no se digiere igual que con 30. Eso se hace mal. Se presiona por igual a todos. Puede que esta persona necesite respirar. Es algo vital. Vive sin vida y la prejubilación es una salida. Hay que hacerle un espacio más cualitativo. Quizá con su talento y menos presión contribuiría más al beneficio por la vía del margen, y no por la cifra de ventas...", dice el autor. Curiosamente, en el estudio aparece el prejubilado como un afortunado a la vista de sus ex compañeros. "No siempre lo es. Ni mucho menos. Lo normal es que el prejubilado al cabo de dos años de felicidad,empiece a sentir el agobio intelectual y se plantee una nueva actividad", comenta.

Además, es el pez que se muerde la cola. Una parte importante de la prejubilación la paga la empresa, es decir, el resto de trabajadores. "¿Cómo se puede trabajar de los 28 a los 52 años y vivir opíparamente hasta los 80?", se pregunta Blanco. "Hemos creado la ilusión de una vida laboral de 25 años. Eso sí, intensísima, estresante, con jornadas de 11 horas diarias... Esto es una perversión. Se ha roto la coherencia interna que toda empresa debe tener. No es racional que un prejubilado gane 80.000 euros para estar en casa y lo deba pagar alguien que gana 10.000. Esto debería entrar en el terreno de la responsabilidad social".


ENTREVISTA A MAURICE ALLAIS, PREMIO NOBEL DE ECONOMÍA
"Francia, peor que antes de 1789"

Maurice Allais es una personalidad iconoclasta, ajena a los imperativos de lo políticamente correcto. Analiza las revueltas de las últimas semanas - que achaca a una inmigración excesiva propiciada por los empresarios para bajar salarios- y reitera que la mundialización sólo es viable entre países con desarrollos y culturas similares

La inmigración excesiva que hemos recibido estos 30 años es responsabilidad de los empresarios

PAUL FABRA - 20/11/2005
París

Maurice Allais es más él mismo que nunca. Ilustra esa verdad no suficientemente reconocida según la cual para tomar todos los riesgos: cuando se es muy joven y cuando se es muy viejo (tiene 94 años). En ambos casos ¡no arriesgamos nada!

¿Qué reflexiones le inspira la ola de revueltas que acaba de tener lugar en los suburbios de las grandes ciudades y que dicen que ha "terminado" porque hemos vuelto a la normalidad ( "sólo" 100 coches quemados cada noche en Francia)?

Primero deploro que las autoridades políticas hayan reaccionado tardía y suavemente. Algunos gamberros han atacado a grupos de bomberos. Era intolerable. ¡Hubiera hecho falta acompañar a los bomberos por unas fuerzas armadas! Dicho esto, pienso profundamente que estos actos de revuelta prefiguran unos movimientos de insurrección más radicales en los que, en casos extremos, participará casi toda la población. Prácticamente toda se ve afectada por el empobrecimiento y por la destrucción de empleos que va a proseguir. La situación en Francia es peor de la que existía en vísperas de la revolución de 1789. En esa época también, la clase dirigente, en su práctica totalidad, comulgaba con las ideas ultra- liberales y humanistas. Unos años después, empezaron a aparecer patíbulos en todo el país. En 1783 fue firmado con Inglaterra un tratado de libre comercio. Se tradujo en mucho paro, aunque en realidad poca cosa si lo comparamos al actual. Y el reino, también estaba endeudado hasta el cuello. La realidad es que, en estos días, la mundialización lo dirige todo. Ya ha provocado la destrucción de buena parte de nuestras industrias. Según mis cálculos, la consecuencia es que hoy nuestro PIB (Producto Interior Bruto) real es en un 30% inferior al que debería ser. Hablé de ello un día al más importante personaje del Estado. Me respondió: "¡pero se hubiera despilfarrado!". La verdad es que si la economía funcionara a pleno régimen, eso nos daría todos los recursos necesarios para afrontar nuestros enormes problemas. Vea el Plan Borloo. Se trata de un ministro simpático pero el Estado no tiene dinero. En cuanto a la inmigración, no la inmigración en sí - suele ser positivo recibir cierta aportación de población extranjera-, si no a la inmigración manifiestamente excesiva que no hemos dejado de registrar desde hace una treintena de años, los primeros responsables son los empresarios. De forma sistemática, han recurrido a una mano de obra extranjera, venida en particular de África,para doblegar los salarios.

Sin embargo, no son los inmigrantes que cuentan con un empleo reconocido los que provocan las revueltas: ellos, por el contrario, son los primeros en sufrir las violencias que acaban de suceder....
Es cierto, pero la inmigración excesiva ha tomado formas , inadmisibles que se ha preferido dejar en la sombra durante mucho tiempo. En las viviendas incendiadas, se han descubierto unas "familias" polígamas conviviendo 30 personas en el mismo local - se ha citado incluso un caso en el que estaba integrada por 64 personas. ¡Los jóvenes nacidos en Francia en este tipo de familias son franceses! Sus "padres" perciben las ayudas familiares creadas en su origen por la tercera república para estimular a las familias de Francia a tener más hijos. ¿Cómo unos padres polígamos podrían ejercer la indispensable responsabilidad paterna? La poligamia es una vergüenza, supone un envilecimiento de la mujer. La política de "reagrupación familiar" (introducida por Giscard d´Estaing), tal como ha sido aplicada, ha supuesto un error monstruoso.

La inmigración excesiva plantea también un problema económico que usted ha sido prácticamente el único en plantear - en vano-. El déficit de las finanzas públicas como resultado. ¿Podría precisar los términos?

Es un hecho que los razonamientos económicos sobre la inmigración son muy a menudo completamente superficiales. Se admite que, en un país desarrollado el capital nacional es del orden de 4 veces el producto interior anual. Se puede, pues, considerar que por cada trabajador inmigrante suplementario, será necesario finalmente para realizar las infraestructuras necesarias (viviendas, hospitales, instalaciones industriales o comerciales, etc) un ahorro suplementario igual a cuatro veces su salario anual. Si este trabajador llega con su mujer y tres niños, el ahorro suplementario representará, según los casos, de 10 a 20 veces su salario. Esto basta para explicar los problemas nacidos de una inmigración masiva desde los años 60. Como debería haber hecho Francia ¡España no debe dejarse invadir! No hay que dejar entrar a los que saltan las barreras y las fuerzan.

De sus afirmaciones se desprende que las graves críticas que no ha dejado de dirigir contra la desregulación casi total de los intercambios en nombre de la mundialización siguen siendo más válidos que nunca. ¿Esta justificada esta impresión?

Primero quisiera despejar un posible malentendido. En el concepto de mundialización hay alguna cosa fundamentalmente justa. Los progresos de la técnica, en materia de transportes y de informática, han abolido la distancia entre individuos en todo el planeta. Este es el motivo por el cual yo mismo soy un ferviente mundialista. Pero a lo que deberíamos aspirar de todas estas fuerzas, es a un gobierno mundial. Eso no quiere decir que para conseguirlo haya que abolir las naciones en su forma actual. ¡Harán falta siglos para eso!. Soy mundialista en el sentido en que estimo absolutamente necesaria una extensión de los poderes de la ONU. Todas las organizaciones internacionales deberían estar vinculadas a las Naciones Unidas; , empezando por el Fondo Monetario Internacional y por la Organización Mundial de Comercio, que podrían fusionarse. Pero al igual que la mundialización no supone que desde hoy las naciones desaparezcan del mapa, tampoco implica la supresión inmediata de todas las barreras a los intercambios. La verdad es que el libre comercio sólo es concebible entre naciones que hayan alcanzado prácticamente el mismo grado de desarrollo, con salarios de un nivel comparable y con un fondo cultural común, factores que les permiten entenderse entre ellos.

¿Conclusiones para Europa?

La primera condición sería restablecer la preferencia comunitaria. Pero como hay pocas posibilidades de que eso se produzca entre 25 miembros o incluso a 15, deposito mi esperanza en el grupo de la zona euro. Haría falta que hiciese, prácticamente, secesión. Ysi no lo hace preconizaría por mi parte que Francia lo hiciese unilateralmente, lo que no quiere decir que tenga que repudiar todos sus acuerdos comerciales. Si Francia se separase de la comunidad, pronto la seguiría Alemania y otros. ¡Se reconstituiría la Europa de los 6!

Para evitar una gran crisis, considera útil instaurar de forma preventiva un amplio debate público sobre estos asuntos?

Hay un fenómeno que se está acentuando de forma terrible: cada vez más, los periodistas tienen miedo a perder su empleo si tratan de abordar el asunto en sus periódicos y, todavía más, en la televisión. Las sociedades multinacionales, las únicas que aprovechan la mundialización porque les proporciona enormes beneficios, ejercen se una gran presión sobre los políticos y la prensa. Que un Serge Dassault pueda controlar una parte tan importante de los medios de comunicación franceses es inquietante. ¡Es una situación a la Berlusconi!

Volviendo a su propio "mundialismo", ha dicho que no debe implicar la desaparición de las naciones por un periodo indefinido de tiempo. ¿Qué piensa de la evolución política en España y del proyecto de un nuevo "Estatut" para Cataluña?

¡Pienso que sería preferible que el poder central se reforzara! Para construir un orden político mundial, hacen falta naciones. Multiplicar las regiones conduciría a la anarquía. La cuestión es complicada. Comprendo que pueda haber, desde el punto de vista del ejercicio efectivo de la democracia, un aspecto positivo en la extensión de los poderes regionales. Pero es peligroso.