JOHANN HEINRICH PESTALOZZI (1746-1827)

"En tanto que los maestros no se tomen la molestia o no sean capaces de infundir en sus alumnos un vivo interés por aprender, no tienen derecho a quejarse de su falta de atención ni de la aversión de algunos niños hacia la enseñanza. Si pudiéramos ser testigos del indescriptible aburrimiento que invade el alma infantil cuando se pasan una tras otra las fatigosas horas ocupándose en cosas que no causan ningún aliciente en los niños ni puede parecerle de alguna utilidad, y si quisiéramos acordarnos de esos mismos hechos que nos ocurrieron en nuestra propia infancia, no nos extrañaríamos ya más de la pereza escolar que se arrastra hacia la escuela como una babosa".

Comentarios y opiniones en septiembre de 2005:

rrey@xtec.net

De acuerdo en que los alumnos se pueden aburrir mucho en la escuela (y más actualmente).

Pero se nota que ya hace tiempo que ese texto fue escrito.

Dicha afirmación, para mi, está fuera de contexto. Entonces, en aquellos tiempos..., el maestro podría ser culpable, ya que tenía poder, prestigio y autonomia sobre sus alumnos, era el centro y transmisor del conocimiento.

Hoy el maestro lo tiene más difícil, tiene más competidores (medios de comunicación-diversión) y el contenido que debe enseñar está muy controlado (programaciones, concreciones curriculares...).

Hoy somos más ejecutores de programas, menos vocacionales me atrevería a decir. Ya no tenemos el control del conocimiento (pregunta a internet o a la tele sinó). Nos quedaría enseñar estrategias para aprender y para convivir. No solo nos encargamos ya del aspecto más instructivo, tambié asumimos funciones que eran antess de la familia.

Lo que realmente falta no es el hecho de infundir motivación.

Falta pontenciar el esfuerzo, palabra, que se ha olvidado por completo y que se debe recuperar en el mundo de la educación.

La vida nos demuestra que la voluntad, la persistencia y el esfuerzo dan sus frutos. Y si pones entusiasmo mejor que mejor.

 

pere.marques@uab.es

¿Seguro que está fechado en el siglo XiX? ¡¡¡Uy... cómo cambian las cosas!!!
Ironías aparte, os traigo otro texto interesante:

"Está pues claro que la legislación debe regular la educación y que esa debe ser necesariamente única y la misma para todos y que el cuidado de ella debe ser común y no privado. No debe dejarse en el olvido cuál debe ser la educación y cómo se ha de educar. Actualmente en efecto, se discute sobre estos temas, pues no todos aceptan que haya que enseñar lo mismo a los jóvenes (...), ni está claro si conviene atender más a la inteligencia que al carácter del alma. Desde el punto de vista del sistema educativo actual la investigación es confusa, y no está nada claro si deben practicarse las discicplinas útiles para la vida o las que tienden a la virtud, o las que se salen de lo ordinario (pues todas ellas tienen sus partidarios).

Pues el moderno crítico del sistema educativo es... Aristóteles (Política VIII 1337a) que habla de la enseñanza pública frente a la enseñanza particular, no escolarizada, sobre la dificultad de fijar un currículum único, del debate de contenidos y metodología y de las finalidades de la educación.

(Yo ya con la primera frase tengo para rato.)

agr1971gal@yahoo.es

Hace poco vi un pequeño retazo (lástima de no haberlo pillado entero) de un programa que hay en Canal 2 Andalucía sobre educación. Estaban algunos compañeros ilustrando algunas ideas sobre educar y bueno, aunque no lo pillé entero me quedé con una, una frase que más o menos decía así:

"A los educadores hoy en día la Sociedad les exige educar en la competitividad y en la solidaridad, dos posturas completamente contradictorias".

Y me gustó inmediatamente esta frase porque resumía lo que para mí a veces son mis propias contradicciones a la hora de desarrollar mi labor docente. Yo mismo, a veces, quisiera ser "solidario" con mis alumnos, comprenderles al cien por cien, motivarles, dar con la clave de modificar sus voluntades positivamente, pero por otra pienso que la sociedad a la que se enfrentarán en no mucho tiempo es totalmente competitiva, y me temo que no estarán en buena situación en la línea de salida si quieren sobrevivir en ella (¿o no? ¿o esta es una idea anticuada y caduca? ¿?). ¿Por qué me parece que a veces, si pierdo tanto tiempo intentando que haya más esfuerzo, intentando buscar maneras, formas, luchando a veces contra la indiferencia absoluta, me siento que en el fondo es un engaño hacia el propio chico/a? ¿Qué pasará con él/ella cuando salga "ahí fuera"?

Recuerdo una anécdota con un alumno de los rebeldes, de los que no hacen nada. Me dijo una vez que a él le daba igual el Instituto, que cuando pudiese se saldría, y se iría a Mallorca a trabajar de soldador porque un primo suyo ganaba no sé cuánto en la construcción trabajando en soldaduras. Daba la casualidad que hacía entonces un par de años había estado de profesor ayudante de taller en un ciclo de Soldadura y Calderería, y me acuerdo de lo asombrado que me quedé por los estudios de Dibujo Técnico, de materiales, de prácticas de soldar que había en ese CGM-FP, de la responsabilidad que tenía un soldador cuando no era capaz de echar un cordón de soldadura a una viga que la aguantara... Y recuerdo que medio enfadado se lo dije, si sabía todas esas cosas. Recuerdo que me miró con cara de atontado, como diciendo que eso no hacía falta, que daba igual... ¿qué tenía él que saber para ser soldador?. Perdón si la anécdota es larga pero esto me hizo qué pensar:
¿En qué suerte de engaño tenemos a nuestros chavales? En mis tiempos, y no hace tanto porque aún soy bastante joven, la motivación era lineal. Todo el mundo tenía claro que a tanto esfuerzo tanta recompensa (o por lo menos eso parecía). Ahora eso parece que se ha diluido en esta sociedad tan moderna, tan europea y tan progresista que tenemos...

javier@interpeques.com

"En tanto que los maestros no se tomen la molestia o no sean capaces de infundir en sus alumnos un vivo interés por aprender, no tienen derecho a quejarse de su falta de atención ni de la aversión de algunos niños hacia la enseñanza. Si pudiéramos ser testigos del indescriptible aburrimiento que invade el alma infantil cuando se pasan una tras otra las fatigosas horas ocupándose en cosas que no causan ningún aliciente en los niños ni puede parecerle de alguna utilidad, y si quisiéramos acordarnos de esos mismos hechos que nos ocurrieron en nuestra propia infancia, no nos extrañaríamos ya más de la pereza escolar que se arrastra hacia la escuela como una babosa", la cual, en principio circulando por un foro de educadores, encierra una gran ironía: ¿aburrimos a nuestros alumnos con actividades para ellos carentes de interés y utilidad.?. ¡Claro que sí!, ¿quién de nosotros no ha visto babear a alguno de nuestros alumnos deambulando entre el sopor del sueño y el abandono a una ensoñación que le distancie de la chapa que le estamos dando.. Y ¡claro que no! cuando ¿quién de nosotros no ha percibido la proximidad cómplice de un alumno que comparte personalmente nuestros planteamientos cuando con un rostro iluminado, esta vez despierto, nos transmite la emoción del aprendiz que aprende¡¡¡, la alegría que halla en la oportunidad y utilidad de lo aprendido, el respeto y admiración por nuestro trabajo y persona aceptados como generosa ayuda y entrega. Luces y sombras, nada es blanco ni negro. claroscuros. tonalidades de grises. ¿Podemos aspirar a algo mejor?. Creo que no, son las contradicciones quienes mejor nos definen en nuestra vida y trabajo, la duda y la humildad son unas grandes aliadas de quien trabaja con la gran pretensión de perfeccionar intencionalmente al ser humano, de educar, instruir y formar.

Para mí son preocupantes y dignas de poco crédito la seguridad absoluta y prepotencia de quien seguro de lo que DEBE ser determina la SOLUCIÓN pertinente. Quién tiene claro qué enseñar, cómo educar, cuáles son las herramientas BUENAS (a imponer) y MALAS (a proscribir). suele ser un buen hijo del sistema, amigo de cuestionarios oficiales generalmente integrado en las mayorías del momento, sabe lo que quiere y hace lo que se le pide. es una persona segura y un profesional útil. ¡ lo cual es aceptable ¡ , hasta necesario, pero un enfoque así continuado en el trabajo de un educador acaba palideciendo a los alumnos y aburriendo hasta a los pingüinos.

Sirva la ironía para animarnos en iluminar el rostro de nuestros alumnos aunque para ello, a veces, sea preciso dudar, arriesgarse, transgredir. Un solo alumno despierto, atento, entusiasmado, que percibe la utilidad de lo que aprende y disfruta con ello, aunque sea una sola vez. merece la pena y, a veces, ocurre.