Mensaje del Rey

LA VANGUARDIA - 25/12/2005


EL mensaje de Navidad que el Rey ha dirigido a la ciudadanía española es una acertada reflexión, serena y constructiva, sobre la actitud con que el país debe afrontar los retos, internos y externos, que tiene planteados a principios del siglo XXI. En una situación como la actual de reformas constitucionales y proyectos de modificación de los estatutos de autonomía, el Monarca ha hecho un llamamiento al diálogo responsable y sincero, dentro del respeto al marco constitucional, utilizando los cauces institucionales y democráticos, y fomentando el respeto mutuo que ha hecho posible la estabilidad y el progreso de España en los últimos tres decenios.

El mensaje real no ha podido ser más sencillo: frente a las divisiones y tensiones, debe prevalecer - por parte de todos- la determinación de superarlas desde la moderación, mediante la búsqueda del más amplio consenso en el marco de las reglas, principios y valores del texto constitucional. El Monarca ha recordado a todos, cuando la crispación es alimentada irresponsablemente por determinados sectores, que fueron la reconciliación, la concordia y el amplio consenso lo que permitió alumbrar la Constitución que ha hecho que las últimas décadas de nuestra historia no tengan precedentes en términos de paz, progreso y libertad.

En este año que ahora acaba, en el que se ha conmemorado el trigésimo aniversario de la proclamación de don Juan Carlos como Rey, en contraste con la crispación política que no ha desaparecido de la escena, el Monarca ha vuelto a pedir, de esta manera, que las diferencias se resuelvan con prudencia, buscando la concordia y el interés colectivo. Pero, al mismo tiempo, el Rey también ha planteado la necesidad de atender con mayor intensidad los problemas que afectan a los ciudadanos, como la lucha contra la pobreza, la marginación o la exclusión social; el terrorismo, cuya derrota final es un objetivo prioritario; el drama de la inmigración, que no puede ser sinónimo de muerte, explotación o discriminación, y la mejora de la educación y el fomento de la innovación tecnológica, de las que dependen en gran medida que España pueda mantener y acrecentar sus niveles de progreso.

Esto en cuanto a la acción interna, pero el Rey no ha pasado de puntillas sobre la acción externa. Ysu reflexión ha sido la misma: la defensa de nuestros intereses exige del Estado una actuación con la máxima cohesión de todos. Que así sea.