ARQUEÓLOGO Y AUTOR DE BEST SELLERS
"La arqueología es la máquina del tiempo"

Tengo 38 años. Nací y vivo en Londres, pero paso un par de meses al año en Egipto, excavando en el Valle de los Reyes. Soy arqueólogo y escritor: El enigma de Cambises fue mi primera novela. Estoy casado con una documentalista de la BBC y no tenemos hijos. Soy de centroizquierda. Soy judío, fascinado por lo cultural..., pero agnóstico.

VÍCTOR-M. AMELA - 30/08/2005


Qué lo convirtió en arqueólogo? - A los siete años, mi tía me llevó a la presentación del tesoro de Tutankamon en el Museo Británico. La cola fue enorme, pero se convirtió en el día más excitante de mi vida.

- ¿Qué sintió?

- Que en el mundo había misterios por desvelar, belleza y tesoros por encontrar.

- ¿Y qué hizo?

- Empecé a excavar en mi jardín. Lo llené de hoyos... Así pasaba los fines de semana...

- ¿Encontró algo?

- No. Luego sí, porque yo mismo me enterraba monedas y objetos y me trazaba mapas del tesoro, para luego desenterrarlos.

- Y, de ahí, a Egipto.

- Sin dejar de visitar el Museo Británico dos veces al mes durante los últimos 30 años.

- Hay quien reclama la devolución de alguna pieza a sus emplazamientos originales...

- Estoy de acuerdo sólo en algunos casos muy claros, como los frisos del Partenón o la piedra Rosetta... ¡Hay piezas para todos!

- Además, los arqueólogos siguen haciendo hallazgos valiosos en Egipto, ¿no?

- Sí. ¡Fueron 3.000 años de civilización, de enterramientos! Hemos hallado sólo el 20%.

- ¿Qué le encantaría encontrar?

- Primero, la tumba de alguien común y corriente, para acopiar datos sobre cómo vivía la gente normal. Y, luego, una tumba muy importante que todavía no ha sido hallada...

- ¿Cuál, cuál?

- Una del periodo Amarna, donde creemos que hay varios cuerpos de mujeres importantes: Kia, Ankesenamun, Nefertiti, Meritate y Meketaten. ¡Sería maravilloso!

- ¡Nefertiti! Su busto muestra a una mujer de una belleza perfecta, para mi gusto.

- Coincide usted con los antiguos egipcios: Nefertiti significaba "la bella ha llegado". A mí me maravilla hallar objetos que te conectan físicamente con personas que vivieron hace 4.000 años: ¡es un vínculo físico, real!

- ¿Qué día se ha emocionado más en su trabajo como arqueólogo?

- No olvido el día de mi primer hallazgo...

- ¿Qué encontró?

- Una piedra en la que uno de aquellos pintores de tumbas limpió sus pinceles: ahí estaban unos trazos de pintura plasmados hace 3.500 años, palpitantes, como recién hechos, ¡Es como si dentro de 3.500 años alguien encontrase una paleta usada por Picasso...!

- Entiendo.

- La arqueología es lo más parecido que conozco a la máquina del tiempo. No es un árido mundo de pedruscos, sino lo contrario: humaniza, te conecta con tus congéneres.

- Pero a usted no le basta: usa la novela.

- Es que necesitamos la idea de misterio, la idea de que no todo puede ser como parece. Yla novela nos permite explorar esos vacíos, llenarlos, fabularlos, liarlos... ¡Nos encanta! De ahí el éxito de Dan Brown, de Valerio Manfredi, de mis thrillers arqueológicos...

- ¿Qué fabula usted en su última novela?

- En el año 70 de nuestra era, los romanos destruyeron en Jerusalén el templo de Salomón y se llevaron todos sus tesoros.

- ¿El Arca de la Alianza?

- No, no el Arca, porque el Arca ya había sido destruida por los babilonios 500 años antes. La pieza más importante en aquel momento, y sagrada para los hebreos, era la Menorah, el candelabro de siete brazos.

- ¿Y adónde lo llevaron?

- A Roma, tal como muestran los relieves esculpidos en el arco de Tito, en Roma: vemos cómo un soldado carga con la Menorah.

- ¿Se ve ahí cómo era aquel candelabro?

- Sí: tenía la altura de un hombre y era de oro macizo y muy bellamente labrado.

- ¿Dónde fue a parar esa pieza sacra?

- Sabemos que lo depositaron en el templo de la Paz, y que sufrió un incendió 200 años después. Y ahí... desaparecen las pistas.

- ¿Qué cree usted que pasó con él?

- Hace unos años, en los sesenta, corrió el rumor de que alguien había visto la Menorah entre los tesoros escondidos del Vaticano...

- ¿En serio? ¿Cree que puede ser cierto?

- Uy, no sé, no sé... No soy experto en conspiraciones en torno al cristianismo...

- Es usted judío, ¿no?

- Por familia de mi padre. Mi madre tuvo que convertirse para casarse con él. Pero yo, a los 11 años, me rebelé y me negué al rito de Bar Mitzba, que es como vuestra comunión.

- ¿Renegó del judaísmo?

- Me alejé. Y sigo siendo agnóstico..., pero la investigación para esta última novela me ha reconciliado con el judaísmo en un sentido: he redescubierto su patrimonio cultural.

- ¿Por qué?

- Es riquísimo, y encierra un fomento de la discusión, la defensa de las propias opiniones, la dialéctica... Quizá por eso siempre ha habido judíos al frente de todos los movimientos intelectuales y sociales.

- Lo raro es que, sin patria durante 2.000 años, ¡no desapareciesen como pueblo!

- Sin tierra propia, el pueblo judío hizo de sus leyes su patria: la Torá, el Talmud y la Mishná. Ese cuerpo de normas - ¡algunas, ridículas!- es lo que lo ha mantenido unido.

- Y ahora que tiene un Estado como todos, ¿no perderá esa singularidad, esa identidad?

- Es delirante pedir una tierra 2.000 años después..., pero así ha sido. Ahora habrá que esperar al menos dos generaciones antes de que deje de derramarse sangre allí...

- A todo esto, no tengo claro qué pasó con la famosa Menorah...

- Quizá se fundió en el incendio... si no la habían fundido antes los romanos. O no, ¡y los visigodos se la llevaron tras saquear Roma...! Y si fue así, ¿dónde la ocultaron? A mí me gusta pensar que un día aparecerá.