ÁRBOLES
Querría
tu ciencia,
Árbol, para mi corazón,
Tú que en el tiempo gélido eres paciencia
Y en día ardiente abocas un tesoro.
Verde amontonamiento
de olas blandas
Con un suspiro de paz en cada copo,
El movimiento de las nubes hermanas
Con el descanso de la roca.
Va a cada
árbol una celestial fortuna:
El arce tiene restos de alba en el ramaje reciente,
El abedul se enamora de la luna,
en
el pino hay huellas del poniente.
Ningún
árbol como el fresno para la pajarería
Cuando apacigua el día,
Todo lento, un velo sombrío;
Y cuando, de madrugada, la niebla se descarría
Son cabelleras de ángel los álamos al lado del río.
Palpita el
aliso, recordando sueños nocturnos.
Todo cintas de agua mágica es el sauce suave.
El olmo grita el caramillo para la danza.
La haya es una iglesia. El roble es un palacio.
Todo hombre
llora, y el árbol le espera y lo guarece;
Le vale el fuego y el agua, le columpia el espíritu.
Unos árboles son ventana que el vientecillo menea,
Y otros son como una noche.
Tardo, perezoso,
de un hechizo de árbol a hacerme libre;
Con los ojos cerrados, si siento un árbol se me aparece toda la
mar;
Y uno ante mi ventana, hace que aún
no me duela mucho el vivir.
Es en el
libro de consuelo que un día
El Hijo del Hombre un ciego curó,
Y aquel vuelto de la tiniebla se asustaba
Descubriendo los caminantes en la mañana.
---Veo árboles que andan--- arrodillado dijo.
Unos árboles
con locura que corre y poco se acaba;
Árboles que conduce a vagar,
En lugar del puro misterio de la savia,
La sangre a sacudidas.
¿
Dónde vas?- las hojas dicen con su fiel impaciencia.
La rama sube sin ningún pensamiento de mal.
Árbol frenado en una fértil esperanza,
Párame tú, si hace falta.
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