El amurallamiento de la Barcino del llano


Entre los años 268 y 305 aC., los emperadores romanos trataban de consolidar el Imperio y detener a los bárbaros, y fue preciso contar con Barcino, ya que su buen amurallamiento y bien torreado es de los pocos que hubo con tal tipo de estructura dentro del mundo romano. Se tuvo que tener en cuenta que por la situación entre la Costa Brava y Tarraco (Tarragona), con un llano que permitía abastecerse y en un enclave con comunicaciones, constituía una buena base defensiva.

Se convino que la ciudad de la colina tenía que ser fuertemente amurallada; la obra tuvo un circuito de 1,500 km, que incluía un espacio de 9 hectáreas y donde se metieron los recién llegados; muchos solares debieron ser compartidos, la vialidad adaptada; la mano de obra no faltaba. Se alzó una muralla de dos metros de grosor con setenta torres muy firmes. Hubo un fórum en el cruce de las dos vías axiales urbanas, en los extremos de las cuales se abrían las cuatro puertas del recinto.

Cuando el peligro godo irrumpió con invasiones organizadas, se levantaron pisos en las torres, con corredores que las unían de manera que se pudiese ir de una a otra para la mejor defensa. Así se aumentó el poder protector y defensivo del circuito. Barcino se había convertido en una plaza fuerte.