GRIFFITH


En el marco del cine como arte e industria, la obra de Griffith marca, en todos los niveles (producción, técnico y creativo, pero también en el del desarrollo del lenguaje cinematográfico), un hito esencial dentro de la historia del cine.
Nacido en 1875 en una granja de Kentucky, Griffith procedía de una familia del sur donde su padre había sido coronel del ejército confederado, aspectos, ambos, que influyeron en su ideología. Entre los numerosos trabajos que hizo a lo largo de su juventud, figuran los de vendedor de enciclopedias, periodista, crítico y actor de teatro. Dentro de esta última actividad, escribió una obra dramática que fue puesta en escena en Washington y Baltimore en 1907 sin demasiado éxito.

Su primera experiencia cinematográfica fue como espectador. Un amigo le invitó a ver una película que Griffith encontró estúpida y aburrida, hasta el punto de afirmar que "cualquier hombre capaz de disfrutar con una cosa así tendría que ser fusilado al alba". A pesar del encontronazo, Griffith pensó en escribir guiones que mejorasen lo visto y les ofreció a los estudios Edison y Biograph de Nueva York, y poco después buscó empleo como actor, junto con su mujer.

El debut de Griffith como director fue en 1908 para la Biograph que buscaba producir material filmado con el fin de hacer la competencia a Edison. Su primer film, pues -con guión de Stanner Taylor- fue "Las aventuras de la Dorotea" que se filmó en una semana. El resultado gustó a los estudios y le ofrecieron un contrato de un año, con "royaltis", con un sueldo de 500 dólares al mes. Sus primeras películas tocaron todos los géneros, exceptuando el fantástico. De todas ellas, cabe resaltar "El teléfono" (1909), interpretada por Mary Pickford; "Salvada por el teléfono" (1911), en donde montó la cámara sobre una locomotora para observar la lucha entre la heroína y los malvados; y "El origen del hombre" (1912), una parábola de la Edad de Piedra.

Cada día con más experiencia cinematográfica, Griffith fue complicando sus argumentos que afectaron a los costos de producción de la Biograph. De esta época son una serie de títulos que servirán como ensayo -en todos los sentidos: dirección de actores, producción, guión, fotografía...- para sus grandes superproducciones posteriores.

Un título básico para su carrera fue "Judith de Betulia" (1913), film donde Griffith comienza a mostrar sus dotes como narrador con imágenes. Junto con el mismo equipo que había hecho este film, Griffith se traslada a la Realiance-Majestic Company y, después, a la United Artists. Incluyendo estas compañías, Griffith filmó 32 largometrajes. En su período mudo destacan "El nacimiento de una nación" (1915), "Intolerancia" (1916), "Lirios rotos" (1919), "A través de la tempestad" (1920) y "Las dos huérfanas" (1921).

Su primer título sonoro fue "Abraham Lincoln" (1930) con el que consiguió el oscar al mejor director. El último título de su carrera fue "La lucha" (1931), que resultó un fracaso comercial. Desde entonces, su carrera quedó sentenciada y el fue olvidado por el público.

Hacia 1913, Griffith ya era consciente que había revolucionado el drama cinematográfico y fundado la técnica moderna de este arte. Basándose en el uso que de los recursos narrativos los cineastas pioneros -como Porter- habían hecho, Griffith fue hábil al saber usarlos de manera efectiva en sus películas: es el caso del plano corto y el plano largo, el flashback, el fundido en negro, el uso del efecto-iris para resaltar detalles de la acción, la utilización de rótulos, el montaje en paralelo, la continuidad dramática, la iluminación para crear atmósferas dramáticas, y las expresiones contenidas por parte de los actores en las interpretaciones.

Pero también fue pionero en el uso expresionista del color, la pantalla ancha, el encargo de partituras musicales originales para las películas y la instalación de una cámara en globo. Así pues, si bien Griffith no fue el inventor, sí fue el primer organizador de todos estos recursos convirtiéndolos en un medio de expresión. El sentido del espacio y del tiempo, la variedad de los puntos de vista nacieron con sus films, así como la síntesis fundamental del lenguaje fílmico y el concepto de ritmo visual.

Entre todos estos recursos narrativos, sobresale el montaje en paralelo, salido de la necesidad de mostrar la interrelación de acontecimientos ampliamente separados entre sí. En "Intolerancia", en una de las secuencias fragmentó la cabalgada de los salvadores y el terror de los perseguidos, dando a cada fragmento una duración inversa a lo que espera el espectador, con lo que se amplifica la emoción.

A medida que desarrollaba sus métodos de montaje, Griffith explotó la libertad de movimiento entre planos, modificando su relación con el tiempo y con el espacio y compensando así las restricciones de movimiento dentro del plano. Pero los detalles que elegía y los ritmos de su mensaje contribuyeron al impacto dramático y emocional de sus films. Como ejemplo de detalles, hay una escena en "Intolerancia" en la que una mujer escucha la sentencia de muerte que recae sobre su marido, que en realidad es inocente del crimen que se le imputa. Griffith muestra el rostro ansioso de la mujer; de pronto, se ven sus manos con los dedos cogiéndose compulsivamente a la piel.

Muchos de aquellos recursos, al espectador actual le resultan más que obvios, pero en su momento eran sobrecogedores para el espectador de la época. Así, cuando Griffith proyectó por primera vez un gran primer plano en un cine de Hollywood y -por tanto- una gran cabeza cortada sonrió al público por primera vez, la sala fue presa del pánico.

El motivo para filmar "Intolerancia" ("Intolerance", 1916) arranca de los problemas que le ocasionó con la crítica y el público progresistas algunas secuencias racistas de "El nacimiento de una nación". Aquellos, junto con unos hechos ocurridos hacía poco en 1914 (la muerte de 19 obreros a manos de fuerzas parapoliciales de la patronal americana), sirvieron para elaborar un argumento sobre la intolerancia para su siguiente película, "La madre y la ley" (sobre la muerte de los obreros citados), pero que se amplió con tres sucesos históricos: la toma y caída de Babilonia a manos de los persas de Ciro en la época del rey Baltasar en el siglo VI a.C., la Vida y Pasión de Cristo, y la matanza de hugonotes del día de S.Bartolomé en el siglo XVI. A pesar de los propósitos iniciales de Griffith, el resultado fue una cinta de larga duración sin ningún enlace entre los cuatro episodios si no es por la imagen inspirada por Walt Whitman donde Lilian Gish mece una cuna. Lo que sí consiguió Griffith fue pasar de un episodio a otro sin interrumpir su progresión; no se retoma ninguno en el punto en el que se le ha dejado sino en aquel en el que el fragmento del episodio siguiente lo había conducido dramáticamente.

Desde el punto de vista narrativo se consiguieron historias paralelas que se desarrollan simultáneamente, narradas a partir del uso de una gran variedad de escalas de planos mezcladas y sin durar más del que tenían que durar para no aburrir.
El resultado global fue, sin embargo, que, al dar primacía al espectáculo, el interés del argumento se diluye bajo los efectos especiales. Por lo que se refiere al mensaje de intolerancia, éste no queda implícito en el film, el cual está lleno de simplificaciones. En realidad, los personajes de los cuatro episodios están pensados para resaltar un maniqueísmo didáctico. El sentido de intolerancia propiamente se aclara en el epílogo del film donde la intolerancia se presenta como el origen de la guerra europea que se estaba desarrollando.

En lo que atañe al episodio de Babilonia, éste ha pasado a los anales de la historia del cine por la grandeza de sus decorados y por los 15 mil figurantes y 250 carros de guerra que intervinieron. En conjunto supuso 1 millón 900 mil dólares.

Con el fin de poder filmar los grandes planos generales que requería el decorado y el elevado número de figurantes (15 mil representando al ejército persa), pasando sin parar a planos cortos de manera suave, se construyó un ascensor sobre railes que -a la vez- tenía que soportar desde una altura considerable el peso de la cámara, del operador y del director. También se usó un globo cautivo desde el cual filmar "travellings".

Los obreros que construyeron los decorados habían estado edificando los pabellones de la Exposición Universal de San Francisco de 1915; al acabarse, encontraron empleo en los estudios de cine. Muchos de ellos eran inmigrantes europeos que habían llegado a América a la búsqueda de un futuro mejor. El mal momento por el que estaba pasando el cine europeo por causa de la I Guerra Mundial favoreció a Hollywood en cuanto a la mano de obra y especialistas.

El decorado más espectacular de la película es el de Babilonia: una gran estructura de madera simulaba las grandes murallas, así como el enorme patio que acoge la secuencia del banquete de Baltasar donde intervinieron 4 mil figurantes. El palacio babilonio estaba rodeado de torres de 70 m. de altura y hacía 1600 m. de profundidad.

Para el transporte, intendencia y organización de tantos figurantes -cuya paga con frecuencia alcanzaba los 12 mil dólares por día-, se tuvieron que levantar líneas de teléfono y de ferrocarril. Las fortificaciones babilónicas -tan altas como una casa de cuatro pisos- eran practicables y en ellas podían cruzarse dos cuadrigas. Para su construcción, las murallas fueron copiadas de ilustraciones arqueológicas y el patio se hizo a partir de una adaptación libre del grabado de John Martin, "El banquete de Baltasar" (1821). A pesar de las fuentes, en los decorados se refleja un eclecticismo arquitectónico; así, los célebres elefantes sobre las columnas son un toque exótico de los diseñadores.

Para los otros episodios, se reconstruyó el París del siglo XVI y la Jerusalén de tiempos de Cristo. Globalmente, se usaron 60 mil figurantes, obreros, actores, ebanistas, técnicos, etc., durante los 22 meses y 12 días de la producción. El resultado fue 100 mil metros de película, o sea, 76 horas de proyección que, en los dos meses de montaje, se redujeron a algo más de tres horas.

A pesar de las 22 semanas que estuvo en cartel en Nueva York, tanto en América como fuera, el film fue casi un fracaso total por su difícil seguimiento para el gran público. A ello se le han de añadir los ataques y censura de todas partes; así, los judíos americanos criticaron el episodio de la Pasión de Cristo por la imagen tradicional que se daba de ellos como deicidas. En el extranjero, la película fue aplaudida por el rey de Inglaterra a la vez que era mutilada por la censura británica. Por su pacifismo fue prohibida en la Europa continental mientras duró la guerra y los franceses no permitieron nunca la proyección del episodio de la matanza de hugonotes.
En Rusia fue vista después de la Revolución y, por contra, entusiasmó a los jóvenes cineastas soviéticos, hasta el punto de que, uno de ellos, S.M.Eisenstein, afirmó de Griffith: "No hay cineastas en el mundo que no le deban alguna cosa. Lo mejor del cine soviético ha salido de "Intolerancia". En lo que se refiere a mí, se lo debo todo."