PaleontologíaEl largo viaje de los homínidos |
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No se puede culpar a los creacionistas del siglo XIX por insistir en que los humanos fueron creados por Dios separadamente de los animales. Después de todo, entre nosotros y las otras especies animales existe la infranqueable brecha del lenguaje, del arte, de la religión, de la escritura y de las máquinas complejas. No hay que maravillarse, pues, de que a mucha gente la teoría de Darwin según la cual hemos evolucionado desde los grandes monos, les pareciera absurda. |
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Por supuesto,
desde los tiempos de Darwin hasta ahora han sido descubiertos los huesos
fosilizado s de centenares de criaturas intermedias entre los monos y
el hombre: ahora ya no es posible, para una persona razonable, negar que
lo que en un tiempo parecía absurdo es lo que realmente pasó,
de una manera o de otra. En realidad, el descubrimiento de muchos "eslabones
perdidos" no ha terminado de resolver el problema, sólo lo
ha hecho mucho más fascinante. La pregunta es: ¿Cuándo
y cómo adquirimos aquellas características exclusivamente
humanas de las que hablábamos en el primer párrafo? |
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Sabemos que nuestra estirpe surgió en Africa, separándose del linaje de los gorilas y chimpancés en algún momento situado entre hace 6 y 10 millones de años. Durante la mayor parte de este tiempo no fuimos más que un glorioso puñado de monos. Hace tan sólo 35.000 años la Europa Occidental estaba aún poblada de Neanderthal, seres primitivos para quienes el arte y el progreso prácticamente no existía. Y entonces se dio un violento cambio. En Europa apareció gente anatómicamente similar a la gente moderna, y junto con ellos apareció la escultura, los instrumentos musicales, las lámparas, el comercio y la innovación. En pocos miles de años más, ya no quedaban Neanderthal. Si es que realmente existió un momento preciso en el cual podamos decir que nos hicimos humanos, ese momento fue el de este Gran Salto Adelante, hace 35.000 años. |
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Representación
de un Homo Sapiens de Neanderthal |
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A partir
de entonces solamente necesitamos tres docenas de milenios -una fracción
de tiempo trivial en una historia de 6 a 10 millones de años- para
domesticar a los animales, desarrollar la metalurgia y la agricultura,
inventar la escritura. Sólo un paso más nos separaba de
aquellos monumentos de la civilización que nos distinguen de todos
los demás animales, monumentos como La Gioconda y la Novena Sinfonía,
la Torre Eiffel y el Sputnik, los hornos de Dachau y el bombardeo de Dresde. |
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Artículo
de Jared Diamond, revista DISCOVER, 1989, recuperado de la revista ALGO,
Javier Arrimada, agosto de 2003
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