¿Dónde
y cuándo vivieron? Su nombre proviene del valle de Neander, en
Alemania, donde se encontraron los primeros esqueletos (en alemán,
thal significa "valle"). Su área geográfica se
extendía desde Europa Occidental, pasando por el Sur de la Rusia
europea, hasta alcanzar el Uzbekistán, en el Asia Central, cerca
de Afganistán. En cuanto a la fecha de su origen depende de cómo
los definamos, pues algunos viejos cráneos muestran características
que se anticipan a la forma Neanderthal hecha
y derecha. Los más antiguos ejemplares indiscutiblemente Neanderthalianos
son de hace 130.000 años, pero la mayor parte de los especímenes
conocidos son de hace aproximadamente 74.000 años. Pero si su fecha
de origen es un tanto arbitraria, en cambio su final es abrupto: el último
de los Neanderthal murió hace unos
32.000 años.
Durante el
tiempo en que florecieron los Neanderthal,
Europa y Asia estaban en medio de la última glaciación (la
cuarta, llamada de Würm) , así que
los Neanderthal debieron ser gente bien adaptada
al frío, aunque sólo hasta cierto punto: ellos no llegaron
a cruzar, hacia el Norte, una frontera climática que unía
el Sur de Gran Bretaña, el Norte de Alemania, la actual ciudad
rusa de Kiev y el Mar Caspio.
La anatomía
de la cabeza de los Neanderthal era tan
peculiar que si ahora mismo apareciera uno de ellos vestido de traje
y corbata por la calle, todos los demás H. sapiens nos daríamos
la vuelta para mirarle, sorprendidos. Imagínese que una cara
humana fuera de arcilla blanda, y entonces uno cogiera la parte inferior
de la cara, desde el puente de la nariz hasta la mandíbula,
y apretando los dedos, al mismo tiempo tirara hacia adelante: cuando
la arcilla endureciera, sería aproximadamente el aspecto de
un Neanderthal. Además sus cejas
descansaban sobre prominentes protuberancias óseas, sus ojos
estaban hundidos en cuencas profundas, y su frente era baja e inclinada,
muy distinta de nuestra frente vertical. Su mandíbula inferior
estaba inclinada hacia atrás, y no tenía mentón.
A pesar de todos estos rasgos tan primitivos, el tamaño del
cerebro del Neanderthal era ¡un 10 % más
grande que el nuestro! Eso no significa que fuera más inteligente;
obviamente no lo era.
Un dentista que hubiera examinado los dientes de un Neanderthal habría quedado tanto o más impresionado que alguien que se lo cruzara por la calle, camino de su oficina. En los Neanderthal adultos los incisivos estaban gastados en la superficie externa, de una forma que es imposible encontrar en los humanos actuales. Evidentemente esta manera de desgastar los dientes era la consecuencia de que usaba los dientes como herramientas, aunque no está claro cómo
lo hacía exactamente.
|
|
Es posible que los usara habitualmente como
tenazas. También es posible que mordisquearan las pieles duras
de los animales para ablandar el cuero o que royeran la madera para tallarla
y hacer sus toscos instrumentos.
Y si un Neanderthal
en traje y corbata (o en vestido de noche) llamaría la atención,
para qué hablar de uno (o una) en bañador (o bikini). Los
Neanderthal eran mucho más musculosas, sobre todo
en el cuello y los hombros, que el más fornido culturista de hoy
día. También los huesos de sus extremidades, que debían
sostener toda la fuerza de esas masas musculosas al contraerse, eran mucho
más gruesos que los nuestros. Sus brazos y piernas nos habrían
parecido demasiado gruesos y rechonchos, porque las partes inferiores
de sus cuatro extremidades eran comparativamente más cortas que
las nuestras. Hasta sus manos eran más fuertes; si nos hubieran
estrechado la mano podrían habernos roto un hueso. Si bien su altura
media era de 1,60 metros, pesaban en promedio unos 10 kilos más
que un humano moderno de esa altura, y ese exceso de kilos no era grasa,
sino huesos y músculos.
Hay otra
posible diferencia anatómica que causa cierta intriga, si bien
su realidad así como su interpretación son dudosos, pues
las pruebas fósiles aún no permiten una respuesta definitiva.
Pero el hecho es que el canal de parto de una mujer Neanderthal
parece haber sido más ancho que el de una mujer moderna, lo que
permitía que un bebé alcanzara más tamaño
dentro del vientre de su madre antes de nacer. De ser así el embarazo
de una Neanderthal puede que durara un año, en lugar
de los actuales 9 meses.
Aparte
de sus huesos fósiles, la mayor fuente de información
acerca de los Neanderthal son los instrumentos de
piedra que han dejado. Al igual que las herramientas de piedra de
los humanos anteriores a ellos, las de los Neanderthal
parecen haber sido piedras que se sostenían a mano, sin ningún
tipo de empuñadura, y no eran de una
forma bien definida según la función a cumplir; tampoco
existían los instrumentos de hueso, ni se habían inventado
el arco y las flechas.
Algunas
de las herramientas de piedra fueron usadas para tallar otras herramientas
en madera, de las que casi ninguna se ha conservado. Una notable
excepción es una jabalina o lanza arrojadiza: de 2,40 metros
de largo, encontrada clavada en las costillas de una especie de
elefante que se extinguió hace mucho tiempo, en una excavación
arqueológica realizada en Alemania.
A pesar de este afortunado hallazgo, es probable que los Neanderthal no fueran muy buenos en materia de caza mayor: incluso los contemporáneos africanos de los Neanderthal, pese a ser anatómicamente más modernos y evolucionados, eran cazadores más bien mediocres. Si usted hace la prueba de preguntar a sus amigos con qué asocian la palabra Neanderthal, la mayoría le contestarán "hombre de las cavernas".
|
|
Si bien es verdad de que la mayor parte de los restos fósiles de Neanderthal proviene de cuevas, esto seguramente se deba a que en las cuevas se conservaron mejor esos restos, pues los depósitos que quedaron al aire libre sufrieron mayor erosión y se destruyeron más rápidamente.
Es
posible que construyeran algún tipo de refugios en otras
partes, aparte de las cuevas, para defenderse del frío, pero
debieron ser muy toscos y precarios: todo lo que queda de ellos
son agujeros para postes y algunos montículos de piedra.
Hay una larga lista de cosas típicas o representativas de
los humanos modernos de las cuales los Neanderthal carecían.
En primer lugar no dejaron nada que se pueda considerar inequívocamente
como objeto de arte.
Deben
haber usado algún tipo de vestimenta para protegerse del
frío ambiente, pero esa ropa debió ser muy tosca,
pues carecían de agujas y no hay pruebas de que supieran
coser.
Parece demostrado que no construían embarcaciones; pues no existe ningún resto de asentamiento Neanderthal en las islas del Mediterráneo, ni tampoco en el Norte de Africa, pese a la corta distancia entre la Península Ibérica -donde los Neanderthal fueron numerosos- y la otra costa del Estrecho de Gibraltar. Tampoco hubo ningún tipo de tráfico de bienes: las herramientas de los Neanderthal están hechas siempre con piedras disponibles a pocos kilómetros del asentamiento. |
|
|
Hoy en día
damos por sentado que entre la gente que habita diferentes áreas
deben existir ciertas diferencias culturales. Cada población humana
moderna tiene su característico estilo de vivienda, sus implementos
típicos y su propio arte. Si a usted le muestran un par de palillos
para comer arroz, una botella de vino tinto espumoso y una cerbatana,
y le piden que asocie cada objeto con uno de los siguientes tres lugares:
China, Italia y la selva amazónica, seguramente no tendrá
la menor dificultad en hacerla correctamente. Entre los Neanderthal
no parece haber existido tal diversificación cultural, y sus herramientas
siempre son las mismas, no importa dónde uno las encuentre.
También
damos por sentado que debe existir cierto progreso cultural. Nos parece
obvio que los utensilios que se encuentren en una villa de la antigua
Roma, en un castillo medieval y en un piso de Manhattan de 1989 deben
ser diferentes. Y no hay que ir tan lejos: acostumbrados a las calculadoras
electrónicas, mis hijos miran hoy con asombro la regla de cálculo
que yo usaba en la década de 1950.
Pero las herramientas de los Neanderthal de hace 100.000 y de hace 40.000 años son iguales.
Para decirlo en pocas palabras, sus herramientas no mostraban
ninguna variación ni en el tiempo ni en el espacio como para sugerir
la más humana de las características: la innovación. |

Los
Neanderthal ya enterraban a sus muertos, pero no se sabe si tenían
una verdadera religión, aunque los antropólogos suelen vincular
ambos hechos
|
Lo que ahora consideramos vejez debe haber sido muy rara entre los Neanderthal. Sus esqueletos dejan muy a las claras que los adultos llegaban hasta la treintena de años y algunos a los cuarenta, pero que no superaban los 45. Piénsese en cómo sufriría la capacidad de nuestra sociedad para acumular y transmitir conocimientos e información si no supiéramos escribir y además nadie viviera más allá de los 45 años. A pesar de todos estos rasgos subhumanos, hay sin embargo tres cosas en las que los Neanderthal se mostraban realmente humanos. Ellos fueron los primeros que han dejado pruebas concluyentes de que usaban el fuego en forma regular, todos los días: prácticamente todas las cuevas de Neanderthal bien preservadas muestran algún rincón con cenizas y restos carbonizados que indican un lugar donde habitualmente se hacía fuego.
Los Neanderthal también fueron los primeros hombres que enterraron regularmente a sus muertos, aunque si esto significa o no que tenían una religión es algo puramente especulativo. En tercer lugar, los Neanderthal cuidaban habitualmente a sus enfermos y a los más viejos. La mayor parte de los esqueletos de los Neanderthal más viejos muestran signos de severas minusvalías, tales como brazos paralizados, huesos rotos ya soldados, pero que los incapacitaban, mandíbulas a las que les faltaban dientes y artritis severas. Sólo el cuidado de los Neanderthal más jóvenes pudo haberles permitido a los más viejos sobrevivir hasta el punto de invalidez al que llegaron. Después de haber pasado revista a todo lo que les faltaba de humanidad a los Neanderthal, también es justo reconocerles todo esto a esas extrañas criaturas de la Edad de Hielo, humanas pero aún no cabalmente humanas.
¿Pertenecían los Neanderthal a la misma especie que nosotros? Eso depende de si, de haber tenido oportunidad, nosotros nos hubiéramos unido con una mujer o un hombre Neanderthal para tener hijos y para criarlos. A las novelas de ciencia-ficción les encanta imaginar este tipo de situaciones: "Un grupo de exploradores se topa, en un remoto valle escondido entre altas montañas, en lo más profundo del África Central, con una tribu de gente increíblemente primitiva, viviendo de la misma manera que nuestros antepasados de la Edad de Piedra lo hacían hace miles de años. ¿Puede considerárselos gente de nuestra misma especie?" Naturalmente, sólo hay una forma de averiguarlo, pero... ¿quién de entre los intrépidos exploradores -todos ellos varones, por supuesto- ha de prestarse a hacer la prueba? A estas alturas, una de las cavernícolas mascahuesos es descrita, con palabras llenas de un primitivo erotismo, como hermosa y sexy, así que podemos aceptar que el valiente explorador se halla frente a un verdadero dilema: ¿tendrá o no relaciones sexuales con ella?
Créase o no, algo parecido a este experimento realmente llegó a tener lugar. Ocurrió repetidamente hace alrededor de 36.000 años, hacia la época del Gran Salto Adelante. Pero tendrá usted que ser paciente y esperarse un poco más. |
 |
|
|