“Nunca se ha hablado tanto de instrucción y educacion publica como de quarenta años a esta parte, y esta es precisamente la epoca en que sin dar pasos agigantados en la instrucción literaria se ha descuidado casi enteramente la educacion solida, efectiva y general. Todo se reduxo en esta epoca á libritos, planes, reformas, y proyectos literarios en contradiccion consigo mismos, sin pensar en fomentar establecimientos utiles donde se asegurase (…) la educacion en costumbres publicas, que son la basa de los Estados, y de la felicidad del genero humano (…)

Hay aun Universidades en España, es verdad, pero hay en ellas educacion según todo el significado de esta voz? Es acaso comparable la que hay en el dia con la que habia en el siglo 16 en nuestras escuelas, de donde salieron, en medio del escolasticismo, que entonces se profesaba, tantos hombres ilustres (…). Tal era entonces la educacion en nuestros Colegios y Universidades, y tal era la severidad de la disciplina que velaba entonces sobre la conducta y aplicación de la juventud (…)

De qualquiera manera que sucediese, suprimidos una vez los Colegios mayores (de los Jesuitas), ya no saben las familias honradas que destino dar á sus hijos en la carrera de las letras, para no abandonarles en las Universidades a si mismos, y a la compañía siempre contagiosa de otros jovenes sin disciplina, sin direccion, sin freno que les contenga, sin autoridad que vele de cerca sobre su conducta”

(Memorial del bisbe de Lleida de 20 setembre 1809. Archivo del Congreso de los Diputados, Serie General, Leg. 6 n. 21)