“Al entrar por las Puertas de una Ciudad fortificada se ve el contraste más notable. A la una parte hay un hombre vestido de uniforme, cargado con el fusil y las fornituras, que se mantiene dos ó tres horas en pie, que no puede abandonar su puesto sin exponerse á ser arcabuceado, que goza de un corto salario, que está sugeto á una Ordenanza rigurosa (…). A la otra parte hay un holgazán, perfectamente vestido, tendido sobre una silla ó un canapé, que roba impunemente á quantos pasan, que goza de doble salario que el soldado, que come bien, que persigue con el mayor rigor al infeliz que introduce sin pagar derechos un azumbre de vino, al mismo tiempo que dexa pasar libremente los mayores contrabandos por el vil interés de algunas onzas de oro, ó tomando parte en el lucro del contrabandista (…) Este es el ministro del Resguardo”

(Informe del Baró de Castellet  de 20 novembre 1809. Arxiu de la Corona d’Aragó, Doc. Junta Superior, Caixa 11)