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Las ocho tablas muestran, tras la escena de los habitantes de Silca bautizados por San Jorge, los diferentes suplicios a que es sometido el santo para intentar que renuncie a su fe. Tras desgarrarle la carne con garfios y quemarlo con antorchas, le dan a beber veneno, para después intentar despedazarlo con una rueda con cuchillas (que como la de Santa Catalina se rompe por intervención divina). A continuación sus verdugos intentarán abrasarlo en el interior de un recipiente de plomo fundido, y lo arrastrarán atado a un caballo. Como todos estos tormentos no consiguen dañarlo, ya que cuenta con la protección divina, finalmente será decapitado. La última tabla da cuenta de su entierro. |