La importancia de la figura de San Juan Bautista es capital. En los cuatro evangelios aparece como el últrimo de los profetas desde un punto de vista cronológico. No sólo anuncia la venida del Mesías-Cristo, sino que también le precede. De ahí que reciba el nombre de Precursor. Hijo de Isabel, prima de la Virgen María y de Zacarías, al alcanzar la edad adulta se retira al desierto para después predicar la venida de Cristo.
Además de la escena del bautismo de Cristo en el Jordán las más representadas de su historia son las relacionadas con su ejecución por orden del rey Herodes Antipas. San Juan denunció públicamente la situación de pecado en que vivía el rey que tenía como amante a Herodías, esposa de su hermano Filipo. A consecuencia de ello Herodes lo hizo arrrestar.
Con ocasión de un banquete en palacio Herodías convenció a su hija Salomé para que danzase ante Herodes. Tan impactado quedó el rey ante la gracia de la bailarina que le prometió concederle el regalo que desease. Ésta, por consejo de Herodías que odiaba a San Juan, le pidió la cabeza del Bautista, a lo que Herodes accedió:
En la imagen vemos yuxtapuestos los momentos culminantes de la historia: la danza de Salomé en el banquete, la decapitación de San Juan (a la izquierda en un espacio diferenciado) y, al fondo, a Salomé mostrando a su madre la cabeza del mártir sobre una bandeja. El tema de la presentación de la cabeza del Bautista sobre una bandeja fue repetidas veces tratado por el arte debido a su dramatismo.