San Pedro es el primero de los apóstoles. A él le otorga Cristo las llaves del Reino. De ahí que se le represente en el Juicio Final a las puertas del cielo con las llaves en la mano. La autoridad que Cristo le confiere hace de él el primer Papa de la Iglesia Católica, por lo que a veces lleva la tiara sobre la cabeza, aunque la fórmula más frecuente para representarlo sea como un hombre de edad madura, barba gris y una amplia calva.

Los ciclos a él dedicados suelen incluir su liberación de la cárcel por un ángel, su encuentro con Cristo cuando huye de Roma para evitar la persecución de Nerón y su martirio, tal vez la más representada de todas las escenas de su vida:

 

Caravaggio. Martirio de San Pedro (Roma, iglesia de Santa Maria del Popolo). 1600. Víctima de la persecución de Nerón San Pedro es martirizado en la cruz. Según su leyenda no considerándose digno de sufrir la misma muerte que Cristo prefirió ser crucificado cabeza abajo, para diferenciar su crucifixión de la de Aquél. En la imagen vemos como los verdugos están invirtiendo la cruz.

 

En relación con la vida y Pasión de Cristo tiene un papel protagonista en escenas como las de la pesca milagrosa, el prendimiento, las negaciones o la aparición de Jesús en el lago Tiberíades.