Hasta el siglo 18 no se reconoció el origen extraterrestre de los meteoritos. Algunos provienen de la Luna, o de Marte: después de haber sido proyectados al espacio por el choque de un gran objeto, capaz de excavar un gran cráter, son interceptados por la órbita de la Tierra. La mayoria provienen de fragmentos de asteroides producidos al chocar unos con otros.
Normalmente se volatilizan al atravesar la atmósfera, pero
algunos
llegan a chocar con el suelo, liberando más o menos
energía,
según su tamaño y velocidad. Las lluvias de estrellas
fugaces
se producen cuando la Tierra cruza la estela de pequeños
fragmentos
de rocas y polvo que dejan los cometas.