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Orígenes y desarrollo de la industria eléctrica española

I. Evolución-

La industria eléctrica española, aun contando solamente con unos cincuenta años de existencia, tiene comprometido un capital de unos 3.000 millones de pesetas, cifra que supera a la de las Empresas ferroviarias y a la de cualquier otra industria nacional. Esto, unido a la trascendencia y porvenir que promete la electricidad en todos los países, justifica la gran importancia que ha de concederse a esta industria.

La industria de la producción de energía eléctrica no se inició seriamente en España hasta el año 1904, siendo por consiguiente muy joven, pese a su gran importancia. Sin embargo, los albores de esta industria se remontan, en realidad, al año 1873, en que se introdujo en nuestro país la máquina Gramme. Fue su introductor D. Tomás Dalmau, que tenía un taller de óptica y de física en Barcelona, el cual, en colaboración con el ingeniero D. Narciso Xifrá, puede considerarse como el precursor o por lo menos el propulsor de las aplicaciones de la electricidad entre nosotros.

Puestos de acuerdo los Sres. Xifrá y Dalmau montaron en la Rambla de Canaletas, n.° 10, de Barcelona, una importante Central eléctrica, la primera de España, en la cual se instalaron cuatro motores de gas de 50 caballos cada uno que movían otras tantas máquinas Gramme de 200 voltamperios, desde la cual distribuía energía a varios establecimientos de la ciudad. «La Maquinista Terrestre y Marítima» fue la primera fábrica que dió generosa y patriótica acogida a la luz eléctrica, estableciendo por vía de ensayo un foco de arco voltaico en 1875. En 1876 la fábrica del Sr. Buxeda de Sabadell instaló tres arcos y en 1877 la siguen la fábrica de tejidos de los señores Dalmau y Tolrá, que instala un arco, y la «Cooperativa Mataronense», que establece dos focos. Los señores Mullera y Sangues instalan dos focos en 1878 y los Sres. Sert y Hnos. tres focos en 1879, y al mismo año la fábrica «Minas de Mieras» hace también una instalación de ensayo. Todas estas instalaciones fueron dirigidas por el Sr. Xifrá.

A partir de esta fecha ya no se basta el Sr. Dalmau en su empresa y en 1881 la transforma en «Sociedad Española de Electricidad», la cual, con un capital de 20 millones de pesetas, construye máquinas reguladoras Gramme, lámparas de incandescencia Máxim con filamento de aluminio (podía construir mil por día) y acumuladores Kalbath, dando luz a varios cafés alumbrados con lámparas Swan. Levantó aquella Sociedad un edificio en Barcelona para instalar 2.000 caballos y en Madrid montó sus talleres en terrenos cedidos por el Ministerio de la Guerra, en los que instaló una potencia de 300 caballos, con los cuales, en primer lugar, iluminó el propio Ministerio, dirigiendo esta instalación el oficial de artillería Sr. Cabanyes.

Puesta la nueva Sociedad en plan de trabajo, se ampliaron las instalaciones, intensificando otras nuevas, como en el Paseo de Colón, de Barcelona, donde establecieron 15 lámparas de arco. En noviembre de 1882 resalta la instalación del Sr. Conejos en Valencia con dos lámparas Gramme, alumbrándose en la misma ciudad, en 7 de enero del año siguiente, la plaza de la Constitución, y la calle del Segural de Sueca con lámparas de arco, instalándose, además, siete lámparas de incandescencia. También en este año, el día 13 de noviembre, tuvo lugar en Barcelona, en la Rambla, la inauguración de 5 focos de arco voltaico, iluminando el bazar «La Principal», restaurante «Cambrinus» y relojería «El Siglo», constituyendo entonces un hecho de resonancia que motivó generales elogios para el Sr. Jorge St. Noble, gerente de la «Anglo Española de Electricidad», al cual debe considerarse también como uno de los primeros propulsores de la industria eléctrica en España.

Años antes de que en Barcelona se registraran estas últimas innovaciones, en Madrid y en la Puerta del Sol se habían efectuado, en 1881, ensayos de alumbrado eléctrico, el cual, a pesar de su modestia, costaba al Municipio más de 40 ptas. diarias, circunstancia que unida a la desconfianza característica con que se suelen mirar las innovaciones, indujo por cierto a D. Bernardo Rodríguez Largo, catedrático de Física y Química de la Universidad de Madrid, en su libro publicado aquel año, «La Electricidad y sus Principales Aplicaciones», a hacer una serie de disquisiciones científicas en torno del invento de Edisson, al que consideraba inaplicable prácticamente y lo juzgaba con gran escepticismo.

El año 1883, y en tanto que en Madrid se iluminó eléctricamente el Paseo del Prado y el Buen Retiro, en Bilbao se introducía, por el mes de junio, el arco voltaico.

En esta época (en enero del propio año) apareció en Barcelona la revista «La Electricidad» que dirigía D. Francisco de P. Rojas, siendo en su género, por su buena presentación y espíritu liberal, la primera de España.


Subestación de San Gregorio (Eléctricas Reunidas do Zaragoza, S. A.)

Confiada en el futuro y prosiguiendo el plan propuesto, la «Sociedad Española de Electricidad», efectuaba instalaciones de alumbrado en La Habana y en Filipinas.

En Zaragoza se electrificaban los cafés «Iberia», «Ambos Mundos» y «París», así como el establecimiento del Sr. Rodón y Hno., donde parece que hicieron alguna pequeña aplicación de transmisión de fuerza. Es en febrero de este año 1883 que causa sensación la noticia de que Marcel Duprez, en la Exposición de Munich, ha transmitido una fuerza de medio caballo por un hilo telegráfico de cuatro milímetros a una distancia de 57 kilómetros con un rendimiento del 60 por 100, y el Sr. Xifrá, después de haber efectuado un sinnúmero de instalaciones eléctricas, en octubre de 1883, bajo la dirección del propio Duprez, realiza la transmisión de una fuerza de ocho caballos desde los talleres de la fábrica de los señores Parellada, Flaquer y C.a hasta la finca de recreo del Sr. Güell, en Barcelona (2 kms.).

En esta época el Ayuntamiento de Tarragona hace un ensayo de iluminación durante las Ferias de Santa Tecla y lo propio hace, entre otras poblaciones de España, la ciudad de Reus, instalando diez focos y un potente reflector.

En este mismo año el Sr. Xifrá instala en Gerona una máquina eléctrica sistema Gramme de quince amperios y 300 voltios, propia para alumbrar cinco arcos en diversos puntos de la ciudad, para cuya iluminación total aquel ingeniero presentó un proyecto.

En 15 de abril de 1884 el Ministerio de Marina decide dotar de alumbrado eléctrico a todos los buques de guerra que desplacen más de 6.000 toneladas.

En junio de este año comenzaron las primeras instalaciones de alumbrado eléctrico en los teatros de España, siendo los primeros que lo adoptaron los teatros Ribas y Novedades de Barcelona, sucediéndoles el Apolo, la Zarzuela y Lara de Madrid.

Mientras «La Matritense», nacida de la propia «Sociedad Española de Electricidad», electrificaba el alumbrado de una gran parte de Madrid, ésta hacía ensayos para aumentar la distancia de transporte de energía, llegándose en 10 de mayo de 1885 en la Ciudad Condal, al Paseo de Gracia por una parte y a la calle de la Princesa por otra, instalando 48 lámparas en el Café Oriente.

En julio de este año apareció el primer Real Decreto dictando normas para la concesión de instalaciones eléctricas, inaugurándose en el mes de agosto la instalación eléctrica de «El Liceo» de Barcelona, que significaba un gran paso en su orden.

El Ayuntamiento de Gerona, en sesión de 4 de diciembre de 1885, acordó la instalación de un determinado número de lámparas de incandescencia, adoptándose, en lugar de la instalación de máquinas de corriente continua Gramme, las dínamos Zifernowsky y Deré de corriente alterna, de 37 caballos cada una a 120 voltios, con una intensidad de corriente de 16 amperios, alimentando 193 lámparas incandescentes y cuatro focos de arco voltaico por medio de dos hilos paralelos de 45 mm. de diámetro, que a su vez alimentaban cuatro transformadores. Con esta instalación, propuesta por los ingenieros señores Planas y Flaquer e inaugurada en 24 de julio de 1886 y que aun funciona en la actualidad, Gerona fue la población más notable del mundo entero a los ojos de un electricista, ya que fue la primera población alumbrada por corriente alterna. Temesvar, ciudad de 33.000 habitantes en Hungría, fue la primera que en abril de 1883 era iluminada por medio de 16 arcos y 300 lámparas de incandescencia.

Poco a poco se electrificaban las ciudades de España, haciendo su aparición por aquella época las primeras Empresas de alguna importancia para la producción y distribución de energía eléctrica.

Una de las más interesantes y que fue constituida con mayor entusiasmo radicaba en Barcelona, y el objetivo que perseguía era la producción de energía, desde luego por procedimiento térmico. La Sociedad desde el primer momento fue acogida con cariño por el público. Sus acciones se cotizaban espléndidamente; tanto, que hasta llegaron a duplicar su valor nominal. Se conocían estas acciones, por antonomasia, con el nombre de «Las Eléctricas». Pero de repente, comenzaron a bajar y se hundieron hasta convertirse en un papel inútil. La gente no sabía como explicárselo. Pero lo cierto es que aquel negocio que parecía tan seguro, aquella Empresa que aparentaba tanto esplendor, se fue al traste. El espíritu de Barcelona (capital que se significaba por permanecer a la vanguardia de la industria eléctrica), no tardó en rehacerse. Se construyó la fábrica llamada de Vilanova, en la calle de este nombre, propiedad de la «Catalana de Gas», que producía energía por procedimiento térmico, a vapor, y aunque más tarde dejó de actuar, lo hizo cuando otras fábricas habían ya surgido y la producción y aplicación de la energía eléctrica era cosa asegurada que se iba generalizando.

La industria, pues, tenía un crecimiento incesante. En 1894, se constituyó en Barcelona, ya con un carácter de explotación en gran escala, la «Compañía Barcelonesa de Electricidad». En Valencia, siete años antes se había iniciado la producción de energía eléctrica con el establecimiento de una Central con generadores de vapor para producir corriente continua y con una capacidad inicial de 500 kw. y en el año 1891 la Sociedad Lebón y C.a instaló una central en el Grao a base de tres grupos térmicos y generadores de corriente alterna bifásica con una capacidad total de 1.000 kva. La misma Sociedad en el año 1897 explotaba otras Centrales en Cádiz, y en 1900 en Puerto de Santa María, en Santander, etc. En Madrid, Sevilla, Málaga, Bilbao, Zaragoza y otras importantes ciudades de España, en esta época funcionan también centrales térmicas, sucediéndose en ellas los perfeccionamientos y acomodándose a los progresos eléctricos.

Contrastaba con este lozano rebrote de las centrales térmicas el lento avance de las hidroeléctricas, aparecidas por el año 1885 en diversos puntos de España y acopladas en su mayor parte a alguna industria manufacturera o a pequeños molinos, que tenían por objeto principal producir energía para su propio consumo y llegaron a lo sumo, en años sucesivos, a distribuirla para el alumbrado de algún pueblo vecino. La fuerza de un salto de agua que en un principio era preciso utilizar en su mismo emplazamiento o mediante costosísimas obras, y que con mucha pérdida era transportada unos kilómetros desde el lugar de producción al de consumo, pronto, sin embargo, resuelto el problema de transporte de energía, se pudo explotar económicamente. Fue Cataluña la región española que en este período manifestó una mayor actividad y tuvo su mejor parte en el proceso evolutivo de las instalaciones hidroeléctricas, siendo sus principales iniciadores los Sres. Ramón Berenguer, Agustí, Brutau, Jalpí, Burés, Cusí, Recolons y Estabanell y Pahissa, que desarrollaron sus negocios en la provincia de Gerona, y el Sr. Sedó que construyó su Central en la de Barcelona, a orillas del Llobregat. Las restantes provincias españolas no se mostraban tampoco reacias en el aprovechamiento de la hulla blanca. Hasta el año 1890 todas las concesiones de saltos de agua superiores a 100 C. V., sumaban una potencia total de 110.936 C. V.; en la década siguiente, de 1890 a 1900, los aprovechamientos concedidos de esa importancia excedieron ya de aquella cifra y alcanzaron la de 179.028. En el período que sucede, desde principios de siglo a nuestros días, nos hemos de abstener de dar detalles en atención al gran espacio que esto requeriría y por constituir una materia que incidentalmente ya se desarrollará en capítulos sucesivos al describir minuciosamente el proceso evolutivo de la industria eléctrica en España y las actuales instalaciones de alguna importancia en explotación. Nos limitaremos a señalar que las concesiones en lo que va de siglo han seguido la progresión aproximada que indica el siguiente cuadro :

Períodos                                                  Caballos de vapor

Década de 1900 a 1910.........................        1.142.877
íd.     de 1910 a 1920..............................       2.616.837
Quinquenio de 1920 a 1925....................          684.915
íd.        de 1925 a 1930...........................          555.371
Total.......................................................       5.000.000

Queremos constatar asimismo que, con la solución del problema del transporte a grandes distancias, se incrementó de tal manera la constitución de Sociedades para la explotación hidroeléctrica y el negocio tomó tantos vuelos, que quedó relegada a segundo término la construcción de centrales térmicas, pudiéndose contar por el contrario a centenares las hidráulicas.

Por la resonancia que tuvo en la época, nos limitaremos a consignar excepcionalmente el origen de una de aquellas instalaciones. Pertenecía a «La Aragonesa», la cual era dueña del molino de San Carlos, situado al pie del Canal Imperial de Aragón, a 304 kms. de Zaragoza, en las esclusas de Casa Blanca, disponiendo de dos turbinas de 200 caballos cada una, con sus correspondientes alternadores bifásicos.


Receptora Motrices : Sala de máquinas (Eléctricas Reunidas de Zaragoza S. A.)

 La corriente se transportaba por línea aérea hasta la entrada de la ciudad y con cable subterráneo hasta la receptora, situada en el centro de la población. En esta receptora se transformaba la corriente en continua, accionando las dínamos con motores bifásicos cuando funcionaba Casa Blanca, o con máquinas de vapor si no había caudal suficiente. Este transporte de «La Aragonesa», en 1901, fue el segundo que se hizo en el mundo en estas condiciones, siendo el primero, muy poco antes, el de Lansen-Francfort. Es interesante remarcar, también, que los primeros transportes de Europa y quizá del mundo, a la tensión de 30.000 voltios, fueron el de «Fuerzas Motrices» y el de la «Teledinámica», empresas que en aquella fecha actuaban en Zaragoza. La industria eléctrica de España, como se ve, no iba a la zaga de las más adelantadas en otros países.

A pesar de la construcción de tantas centrales eléctricas, puede decirse que hasta 1910, la industria no tomó un carácter financiero. Su aumento fue bastante progresivo hasta el año 1918, en que recibió un nuevo impulso gracias a la electrificación de la industria en general y a la construcción de importantes líneas de transmisión de energía a distancia que permitieron aprovechar saltos de agua alejados de los centros de consumo. Desde entonces su desarrollo ha continuado de un modo incesante. En el año 1915 existían en explotación 2.847 fábricas de electricidad, con una producción anual de 55.000 millones de k. w.-h., los que satisfacían un impuesto líquido de 9 millones de pesetas. El incremento en los años sucesivos se demuestra en el siguiente cuadro :

AÑOS

K.W. instalados 
Aumento en  %  de   la cifra anterior
K. W. H. producidos (millones) 
Aumento en  %  de   la cifra anterior
1917   
390.000 
— 
850  

1922 
600.000 
54 
1.300 
53
1927
970.000  
62  
2.300 
77
1928
1.020.000 

2.450 
6,5
1929 
1.100.000 

2.610
6,5
1930 
1.200.000 

2.800 
7

Como puede observarse en el cuadro anterior y en el gráfico que se acompaña (fig. 3), de 1917 a 1922 la potencia instalada pasó de 390.000 k. w. a 600.000 k. w.; el aumento en esos 5 años representa un 54 % de la cifra inicial. De 1922 a 1927 la potencia instalada pasó de 600.000 k. w. a 970.000 k. w., siendo el aumento un 62 % de la potencia existente al comienzo del intervalo (fin de 1922). A fines del año 1928 la potencia instalada era de 1.020.000 kilowatios, cifra que se elevaba a fines de 1929 a 1.100.000 k. w., para convertirse en 1930 en 1.200.000 k. w. Los incrementos anuales, expresados en % de la cifra del año anterior, han sido un 5 % para 1928, y un 8 % para 1929 y para 1930.

El conjunto de estas cifras demuestra que el crecimiento de la potencia eléctrica instalada en España parece hallarse lejos de la saturación, siguiendo una ley aproximadamente exponencial.


Fig. 3  Desarrollo de la potencia instalada en las centrales eléctricas.

De 1917 a 1927 la potencia ha aumentado en un 50 a 60 % cada cinco años; después de 1927 el crecimiento parece seguir una ley algo menos rápida, pues a un incremento relativo de 50 a 60 % cada 5 años, corresponde un incremento relativo de 8 a 10 % anual, aumento relativo sólo de un 5 % en 1928, y de un 8 % en 1929 y en 1930. Sin embargo, las instalaciones actualmente en construcción y en proyecto son muchas y muy importantes, y puede preverse en los próximos cinco o diez años un crecimiento proporcional del mismo orden de magnitud que el que ha existido en los diez años anteriores.

A las mismas consecuencias se llega estudiando las cifras de producción anual de energía (fig. 4 y 5). De 1917 a 1922 la producción anual ha pasado de 850.000 k. w. h. a 1.300.000.000 k. w. h.; el aumento en los cinco años supone un 53 % de la cifra inicial.

Fig. 4 Producción de energía en las centrales eléctricas en 1.000 millones de kwh.

De 1922 a 1927 la energía producida anualmente ha pasado de 1.300.000.000 k. w. h. a 2.300.000.000 k. w. h., representando el aumento un 77 % de la energía producida en el año inicial (1922). En 1928 y 1929 la producción de energía eléctrica llegó, respectivamente, a 2.450.000.000 k. w. h. y 2.610.000.000 k. w. h. Los incrementos relativos fueron de un 7 %, aproximadamente, en ambos años. En 1930 la producción se elevó a 2.800.000, siendo el incremento de un 7 %.

El crecimiento de la energía,  sigue,  como se ve,  una ley exponencial muy parecida a la hallada para la variación de la potencia instalada.


Fig. 5

(1) Producción destinada a alumbrado
(2) Id.               id.      a fuerza motriz y aplicaciones
(3) Id.               id.      a tracción
(4) Id.               id.      a pérdidas

Desarrollo aproximado de la producción anual de energía, en todas las centrales eléctricas de España desde 1900 hasta 1930, en 1.000 millones de kwh.
Las pequeñas diferencias que existen entre los incrementos relativos proceden de la menor o mayor utilización de la potencia instalada, utilización que varía de un año a otro, tendiendo, por término medio, a aumentar.

Si en el cuadro arriba indicado, se divide los k. w. h. de cada año por la potencia instalada ese año, se tiene un valor que puede considerarse como el número de horas de utilización de esa potencia, que es tanto mayor cuanto mayor es el factor de carga de las centrales y menor el tanto por ciento de reserva en ellas. El número de horas de utilización se ve que tiende a aumentar. Así, por ejemplo, las cifras para 1917 y 1930 son las siguientes :
1917  ................       2.180 horas.
1930  ................       2.330     »
Las causas del aumento notable en el número de horas de utilización, desde 1917 hasta 1930 son las siguientes :
1) Las centrales pequeñas, con mal factor de carga y de diversidad, van siendo substituidas por grandes centrales, interconectadas muchas veces, alimentando regiones enteras, con factores de carga y de diversidad, muy superiores.
2) A medida que aumenta la importancia de las centrales y de los grupos instalados en ellas, el tanto por ciento de potencia dedicada a reserva disminuye apreciablemente.
Una impresión de conjunto de la situación real de la industria de producción y distribución de energía eléctrica en España conduce a los siguientes resultados :
1) El crecimiento de la producción de energía eléctrica en España sigue un ritmo rápido, comparable con el que existe incluso en los países que en este aspecto marchan a la cabeza.
2) Pero, los valores absolutos de las cifras de potencia instalada y de energía anual producida no son los que debieran ser, en relación con la extensión y la población de nuestro país.
3) Hay, pues, que tender a un aumento de consumo específico, en k. w. h. por habitante y año, intensificando la electrificación de las industrias, extendiendo la tracción eléctrica, dando un gran empuje al alumbrado eléctrico, público y privado, y favoreciendo los consumos domésticos de la electricidad con una aplicación racional y adecuada de tarifas.
4) La utilización de la maquinaria instalada en nuestras centrales no es todo lo buena que debiera ser. Para mejorarla es preciso que la producción se reconcentre cada vez mas en grandes centrales, que la extensión de los sistemas servidos por centrales enlazadas sea cada vez mayor, y que, a ser posible, comiencen a realizarse interconexiones entre los diversos sistemas.
5)   Parece lo más probable que siempre subsista en España una preponderancia de las centrales hidráulicas frente a las térmicas, pero éstas quizá no hayan alcanzado la importancia que, dentro de la situación actual de la técnica, podrían tener en nuestro país, colaborando, unidas en ayuda mutua a las centrales hidráulicas, a la producción de la energía eléctrica, que engendrarían en grandes grupos térmicos de algunas decenas de millones de kilovatios.


Central de Carcavilla: Vista exterior (Eléctricas Reunidas de Zaragoza, S. A.)
Estas consideraciones que, como las cifras que hemos dado, son determinadas respectivamente a base de las ideas que sobre la materia tiene y de los datos que posee la «Cámara Oficial de Productores y Distribuidores de Electricidad», de la que forman parte la casi totalidad de los productores importantes españoles, revelan claramente no sólo el progresivo desarrollo a que hemos aludido, sino que la industria de producción y distribución de energía eléctrica en nuestro país desempeña en la actualidad un papel preponderante en la economía nacional.

Se advierte, en otro aspecto, el expresado desarrollo en los datos que reproducimos a continuación y que amplían los ya numerosos que hemos consignado :

En el año 1924 la fuerza hidráulica en explotación se cifraba en 622.325 caballos, las instalaciones en régimen de construcción y concesión en 1.420.375 caballos, y las reservas térmicas en 159.045 caballos. Dichos totales se descomponían como sigue :

Instalaciones en explotación: de más de 5.000 caballos, 442.900; de 1.000 a 5.000, 128.061; de 500 a 1.000, 21.248; de 100 a 500, 26.888, y de menos de 100 caballos, 3.268.

Instalaciones en construcción o concesión: de más de 5.000 caballos 1.357.300; de 1.000 a 5.000, 46.035; de 500 a 1.000, 860; de 100 a 500, 16.120, y de menos de 100 caballos, 25.

Con relación a la estadística formulada en 1917 se notaba un aumento de 241.068 caballos, en las instalaciones en explotación, y de 920.588 caballos en las en construcción y concesión.

Estos datos, tomados de la revista «Electricidad», difieren en algún punto, como se ve, de otros citados anteriormente. Hemos querido recogerlos, no obstante, porque entendemos que ellos expresan no sólo algunos exponentes de interés, sino para poner de relieve de una vez para siempre la disparidad y aun la contradicción que existen entre las estadísticas de las más reconocidas autoridades en la materia en nuestro país sobre cuanto se relaciona con la industria eléctrica. No existen en España, efectivamente, estadísticas oficiales sobre este particular y esto hace que sea muy difícil formarse una idea exacta de la situación y estado evolutivo de tan importante sector de la actividad económica nacional. En el capítulo siguiente se amplían los datos sobre la industria eléctrica (preferentemente en su aspecto técnico), con lo cual entendemos que, juntamente con los desperdigados por diferentes capítulos de esta obra, y preferentemente en los que reproducimos en el capítulo IX, recogidos por los Sres. Garí y Santasusana, ofrecen suficientes elementos de juicio para que pueda formarse una idea de conjunto respecto a la evolución experimentada por la industria que nos ocupa.

Como complemento de semejantes datos nos interesa solamente exponer los siguientes, facilitados por la Dirección de Tesorería y Contabilidad :

Los ingresos realizados en 1930 por cuenta del Presupuesto de dicho año y de los ejercicios cerrados, ascendieron a 3.735 millones de pesetas. En el detalle de los ingresos por secciones en el Presupuesto, se consignaba que la correspondiente a «Gas y Electricidad» contribuyó, en el propio año de 1930, con 37.300.000 pesetas. Esta participación se reducía a 34.500.000 pesetas en 1929 y a 30.600.000 en 1928. Esto, como se ve, viene a reafirmar cuanto hemos dicho con respecto a la importancia de la industria eléctrica en España, la cual, si bien es indudable que se ha resentido de la crisis económica que actualmente afecta a nuestro país, ha podido, gracias a su potente organización y lozano vigor, resistirla en términos tales, que no hacen sino confirmar aquella importancia. El consumo de electricidad durante el año 1931, tan íntimamente relacionado con la vida industrial, no ofrece, es cierto, según los datos que hemos podido recoger, disminución respecto al año anterior. La principal Compañía abastecedora de energía eléctrica de la región catalana, por ejemplo, ha tenido una producción superior a la de 1930, que se elevó a la importante cifra de 743.516.000 k. w. h., y la primera de las Empresas hidroeléctricas de España no presenta tampoco disminución en su producción y venta.


Central de Carcavilla : Sala de máquinas (Eléctricas Reunidas de Zaragoza, S. A.)

Otros grupos productores de electricidad en el Levante español ofrecen resultados que sobrepasan de mucho a los de 1930, todo lo que, si bien puede indicar que las regiones donde suministran energía no sufren la crisis con la intensidad que se ha querido suponer, también pudiera revelar y poner de manifiesto que aquella industria, gracias a su potente organización, resiste la crisis y posiblemente sabrá vencerla.

De todo lo expuesto se deduce que el proceso evolutivo que la industria eléctrica española sigue, se caracteriza por rasgos firmes y vigorosos, resultando, por lo demás, análogo en un todo al de los restantes países, siendo posible destacar los tres períodos siguientes:
1.° período de formación y desarrollo local de las Empresas de electricidad; organización y explotación en pequeña escala; 2.°, período de franco desarrollo regional y nacional con la creación de importantes Empresas de crédito estable; y 3.°, período de cooperación nacional de las Empresas, con la formación de Compañías Holding y centralización consiguiente de las propiedades y explotaciones.
Actualmente España entra en el tercer período, habiéndose registrado ya la fusión y cooperación de importantes Empresas así como la creación de departamentos comerciales encargados de intensificar el consumo de electricidad y propagar su aplicación en todos los órdenes de la vida moderna.



"La industria eléctrica en España - Estudio económico-legal de la producción y consumo de electricidad y de material eléctrico"
F. F. Sintes Olivés (Profesor de la  Universidad Industrial) y   F. Vidal Burdils (Abogado y Publicista)
Con un prólogo de Alfredo Viñas (Abogado, Director General de la « Energía Eléctrica de Cataluña, S. A. » y Vicepresidente de la « Cámara Oficial de Productores y Distribuidores de Electricidad »
MONTANER  Y SIMÓN,   S.  A. ,   BARCELONA, 1933