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La Sociedad Palentina-Leonesa de minas y los primeros altos hornos al cok de España, en Sabero (1847 - 1862)
De forma general se viene señalando como el primer horno alto al cok que existió en nuestro país, bien al primer horno de Trubia, bien al de Mieres. Se trata, no obstante, de afirmaciones inexactas, ya que, aunque por muy escasa diferencia temporal, les precedió, por lo menos, el que construyera en Sabero (León) la Sociedad Palentina-Leonesa de Minas, el cual comenzó a funcionar en 1847 o a comienzos de 1848 (1).
La duración de estos hornos fue corta y su funcionamiento irregular, pero representan una de las pocas iniciativas industriales importantes llevadas a término en Castilla en el siglo XIX, y se dan en ellos, además, algunas circunstancias que los hacen particularmente interesantes.
Los comienzos de la empresa y de sus explotaciones hulleras

La de Sabero fue la primera en explotarse de entre las cuencas hulleras leonesas, pues, al parecer, una empresa británica la puso ya en actividad en el primer tercio del XIX (2). Hacia 1841 Miguel Botias Iglesias obtuvo la concesión de tres minas de hulla (llamadas luego Sabero 1, 2 y 5, respectivamente) y constituyó la Sociedad Palentina de Minas, cuyo objeto sería la explotación de las minas de carbón citadas y la fabricación de hierro a partir de los minerales de la mina "Imponderable". Siendo insuficiente el capital, se amplió, al tiempo que la sociedad, ahora anónima, cambiaba su nombre por el de Palentina-Leonesa de Minas, en razón al origen de los socios (3); reconstitución que tuvo lugar en marzo de 1845 (4). Como tampoco bastaban los medios de la nueva sociedad, la tomó en arriendo el socio Santiago Alonso Cordero, en fecha que desconozco (5), durando el arriendo hasta el año 1857 (6); al parecer, a su impulso se debió la construcción de los altos hornos o ferrería de Sabero. Interesa destacar la participación en la sociedad junto a Cordero, famoso capitalista madrileño, de Casiano de Prado, figura importante de la cultura española del siglo pasado (7).

La Sociedad Palentina de Minas inició sus trabajos hacia 1841, sin una dirección facultativa adecuada, pues se atacó el criadero de hulla por más de treinta puntos a la vez. El ritmo de ventas fue durante los tres primeros años de 3.500 a 4.500 toneladas anuales, que tenían inicialmente sus mercados en Burgos, Valladolid y Palencia. Pero la puesta en explotación de la cuenca de Orbó en 1842 desplazó inmediatamente al carbón de Sabero del mercado burgalés. En compensación consiguió iniciar las ventas en Madrid (8) con la esperanza puesta, fundamentalmente, en el volumen del consumo doméstico, para lo que en 1843 hizo propaganda en la capital de las ventajas del carbón mineral y de los modelos de cocinas, hornillos y chimeneas de habitación para su uso (9).

La competencia del carbón de Orbó, que volveremos a encontrar más adelante, debía de ser fruto de su extracción más racional y de una calidad más cuidada. El cok, fabricado en Orbó y en Sabero por el mismo procedimiento, resultaba en este último lugar muy ligero y con mucho desperdicio. Pero, sobre todo, la competencia era resultado de la situación más ventajosa de Orbó respecto a las comunicaciones en una época de transportes caros en la que, por el mal estado de los caminos, tres o cuatro leguas de diferencia podían hacer subir mucho el arrastre. Y precisamente por ello la construcción de altos hornos para aprovechar el carbón in situ parecía la solución idónea, más aún teniendo en cuenta la limitada capacidad de consumo de Castilla, que para 1845 se cifraba en un total de 11.500 toneladas (10).
 

Los altos hornos de Sabero

Después de la reconstitución de la Palentina-Leonesa en 1845 se encargó a Casiano de Prado que reconociese el valle de Sabero, para poder fijar, ensanchar y asegurar los derechos de aquella, reconocimiento llevado a cabo en el verano de aquel año. Del estudio del valle dedujo Prado conclusiones muy optimistas (11) y, probablemente como consecuencia de ello, recibió la ferrería un fuerte impulso, iniciándose la fabricación, con un solo horno alto, en 1847 o a comienzos de 1848, como hemos dicho. La maquinaria se importó de Inglaterra a través del puerto de Gijón, desde donde se transportó a Sabero con bueyes (12). En 1851 ya estaba en construcción el segundo horno, aún no acabado en 1854 (13).

A esta época corresponde la mejora en la dirección técnica de las minas, pues a comienzos de 1853 Alonso Cordero encargó de la misma al ingeniero Ignacio Gómez de Salazar, que en año y medio las dejó preparadas para la extracción de grandes masas (14).

En su etapa de máximo desarrollo la ferrería de San Blas (15) contó con dos hornos altos de 57 a 60 pies de altura por 39 de base, con dos máquinas soplantes: la más antigua, vertical, de 50 CV, y otra horizontal pareada, con sendas unidades de 45 CV cada una. Las calderas de vapor de las soplantes, 12 en total, se hallaban montadas sobre 20 hornos de cok, para aprovechar el calor sobrante y, aparte de estos últimos, existían 40 hornos de cok más. Cada uno de los altos hornos tenía capacidad para producir no menos de nueve toneladas diarias. Había también diez hornos de pudelar (llamados de bola) y cuatro de refino.

La fundería contaba con cinco hornos (cuatro para fundir lingotes y uno para bronce). La forja recibía la fuerza de una máquina de vapor de 70 CV, alimentada por cuatro calderas y movía un martillo, una tijera y cuatro trenes de cilindros, que podían tirar hierros redondos y cuadrados, pletinas, llantas y llantillas de diferentes dimensiones. Había, además, un martillo pilón y diferentes talleres, entre ellos uno de construcción y reparación de máquinas, alfar de ladrillos refractarios, dos grandes hornos de cocer ladrillos y otro para hacer cal.

Los hornos altos, la forja y otras dependencias estaban servidos por líneas férreas (algunas de 2,5 kilómetros) con tracción de sangre, que terminaban en las testeras de las minas de carbón, utilizándose vagonetas de 460 kilos.

El conjunto de la fábrica estaba cerrado por un muro, fuera del cual se hallaba la casa de oficinas, de tres plantas, la de los maestros, los almacenes y cuadras, el depósito de carbones y casas para obreros (cuarteles). A fin del año 1865 este conjunto estaba inventariado en 5.389.833 reales (sin incluir las minas y canteras), aunque había costado mucho más (16).

La fábrica debió de ser proyectada por un ingeniero francés (17) y, como se dirá más adelante, eran también extranjeros bastantes de los maestros y maquinistas. No obstante, consta que en 1851 la dirección facultativa de la fábrica correspondía a José Denis, español, a cuyo cargo había estado antes la ferrería del Angel, en Málaga (18).

En cuanto a los procesos de fabricación, en 1854 la del coque se efectuaba en pilas al aire libre por el método de Saint Etienne, y en hornos circulares llamados franceses; en las primeras se perdía por incineración una cantidad notable de carbón a causa, entre otras razones, de la mala distribución de los respiraderos y de su inadecuado manejo durante la combustión de la pila. En peso se obtenía generalmente el 40 por ciento de cok de la hulla cargada.

La fundición obtenida era de mala calidad (sin que estuvieran determinadas las causas), resquebrajándose por los bordes aún después del forjado, por lo que generalmente había que someter el hierro a dos o más recalentados (cuatro incluso), perdiéndose en estas operaciones y en el pudelado alrededor del 35 por ciento. El afino se verificaba por el procedimiento inglés (19).

La fundición se transformaba en su casi totalidad en hierro forjado, para lo que después de calentada y sometida a percusión en el martillo, pasaba al recalentado y presión en los trenes de cilindros, de lo que resultaban las distintas clases de cuadradillos, flejes, llantas, etc., para el comercio, siendo la llanta el producto de mayor consumo. Hacia 1859 la calidad del hierro forjado había mejorado y se obtenían buenos productos (20).

La fábrica de San Blas permaneció en actividad hasta 1862, año en que cerró, como muchas otras, a consecuencia de la reforma arancelaria de ese año (21). Apenas conocemos datos acerca de su producción en los años en que trabajó. En 1851, con un solo horno alto, se estimaba una capacidad de producción de 2.500 a 2.700 toneladas al año, a razón de 7 a 7,4 diarias, y un consumo anual de 27.600 toneladas de hulla y cok y 6.000 de vena de hierro (22). En dicho año el consumo de carbón fue de 24.840 toneladas de carbón, produciendo 2.185 toneladas de hierro colado (23). En 1859, trabajando también con un solo horno, de forma no contínua, se produjeron 269 toneladas de hierro maleable y 1.044 de hierro colado (24).

Los mercados para los hierros de San Blas eran León, Palencia, Valladolid y Madrid (25), hacia donde salían desde las estaciones de Sahagún y Mansilla de las Mulas, pero hasta estos lugares habían de transportarse en carros de bueyes sin que existiera carretera alguna en el trayecto de 50 kilómetros desde Sabero a Sahagún. El porte a Sahagún costaba cuatro reales quintal, y de Sahagún a Madrid (351 kilómetros) 8,77 reales (26).

Al parecer la marcha de la fábrica no fue mala en los años en que funcionó, por lo menos, por lo que al trabajo se refiere (27), aunque la actividad no fue nunca contínua, ya que se suspendió en varias ocasiones por falta de capital en movimiento, entre otras causas (28).

Según Miguel Iglesias, director de la sociedad en 1866, los hornos dejaron de funcionar por la citada falta de capital en movimiento, agravada por "enormes multas" y recargos por supuestas defraudaciones en la contribución industrial (29). Adicionalmente señalaba como dificultades básicas las ruinosas contribuciones exigidas por razón de superficie y otros conceptos, que no estaban en relación con los beneficios obtenidos; el alto coste del transporte de los hierros, la reducción de derechos del hierro extranjero, que provocó una gran baja de los precios; el alto coste de los salarios de los ingenieros extranjeros, maquinistas y maestros principales, y la imposibilidad de encontrar fondos para impulsar las operaciones cuando se necesitaban, ni aún pagando intereses altos, debido a la escasez de capitales y a la preferencia de los capitales por las operaciones especulativas (30).

En aquel año aún conservaba la fábrica los maestros o maquinistas necesarios para la conservación de las máquinas, pero ya no volvería a desarrollar ninguna actividad. Desde 1862 los hornos de Sabero figuran en la Estadística Minera como inactivos (todavía aparecen en 1873) y, al menos, desde 1867 ya no se fabricaba cok (31). No obstante, todavía en este último año citado, la Palentina-Leonesa concurrió a la Exposición Universal de París (32), tal vez en un intento de allegar capitales extranjeros o de vender la sociedad.
 

La cuenca de Sabero en la segunda mitad del siglo XIX

La paralización de los hornos supuso también el práctico abandono de las minas de carbón y hierro, cuyo período de mayor actividad, fue, como hemos visto, el decenio de 1850-1860. La Palentina-Leonesa tenía la propiedad de un total de 68 pertenencias de carbón en los valles de Sabero, Colle, Saelices y Veneros (León), con una superficie de 874,6 hectáreas, cuyo valor en 1866, incluidas las labores efectuadas, herramientas y efectos, era de 5.483.000 reales.

Las que estuvieron en actividad se trabajaron por galerías horizontales sobre el nivel hidrostático (33). En 1854 se arrancaron, en las seis minas que se explotaban en Sabero, cerca de 30.000 toneladas de carbón, empleándose 167 obreros (34); en esta época el consumo de hulla corría a cargo de la ferrería, de forma casi exclusiva (35).

En la paralización de las explotaciones intervinieron dos factores: de un lado, de un modo fundamental, el cierre de la ferrería, y de otro, paradójicamente, la apertura de los ferrocarriles del Norte y del Noroeste. En 1863 las minas de la Palentina-Leonesa solamente produjeron 1.620 toneladas de carbón y 600 de mineral de hierro (36). A finales de 1864 el ferrocarril del Noroeste adquirió 3.542 toneladas, lo que elevó la producción, en contraste con la crisis económica de aquel año; pero al siguiente, Sabero ya no pudo colocar ni la hulla ni el cok (37). En 1868 las explotaciones estaban casi totalmente abandonadas y se estaban hundiendo las galerías, que tenían más de dos kilómetros de longitud (38). Desde entonces hasta 1896 las cantidades extraídas fueron insignificantes o nulas (39).

El mercado para los carbones de Sabero estuvo en Palencia, Valladolid y Madrid, plazas que se abastecían casi exclusivamente de estas minas hasta que se abrieron los ferrocarriles del Norte y Noroeste. Desde entonces el mercado quedó reducido a los herreros del país, que compraban partidas muy pequeñas. De todas formas, tampoco el consumo de aquellas ciudades debía de ser muy alto entonces, ya que la capacidad de transporte de los carros del país que se utilizaban desde Sabero al ferrocarril, se estimaba que escasamente podía rebasar los 100.000 quintales al año (4.600 toneladas) y hay que suponer que la capacidad de transporte hasta Madrid por el mismo sistema, antes de la apertura del ferrocarril, sería notablemente menor (40).

Pero lo que desplazó a las minas de Sabero de los mercados interiores fue la competencia de las minas de Orbó o de Barruelo (Palencia), mejor situadas respecto al ferrocarril y explotadas por el Crédito Mobiliario Español, estrechamente vinculado a la compañía del Gas de Madrid y a Caminos de Hierro del Norte de España, de la que obtuvo de hecho tarifas preferenciales. El Crédito tenía, además, intereses en otras cuencas de la región (Valderrueda y Matallana).

La cuenca de Barruelo empezó a explotarse en 1842 y fue adquirida por el Crédito Mobiliario en 1856, el cual le dio un fuerte impulso a partir de 1858. Estas minas quedan a poca distancia del ferrocarril de Santander, al que además quedaron unidas por el ramal de Barruelo a Quintanilla de las Torres, de 13 kilómetros, desde el 1 de marzo de 1864. Esta circunstancia colocaba a la cuenca de Barruelo en condiciones de transporte ventajosas respecto a Sabero, pero a ello se unió, además, la tarifa llamada "compensatoria", establecida por Caminos de Hierro del Norte, consistente en un precio de 29 céntimos por tonelada y kilómetro a quien transportase por su línea más de 30.000 toneladas de carbón de sus propias minas al año, con lo que todos los mercados del interior quedaban cerrados para los carbones de Sabero (las propias minas de Valderrueda, también alejadas del ferrocarril, permanecieron prácticamente sin explotar por el Crédito Mobiliario), que no podían transportar por tierra hasta el ferrocarril una cantidad semejante y que habían de pagar una tarifa de 45 céntimos en la línea del Noroeste, desde Sahagún a Palencia, y de 50 céntimos en la del Norte, desde Palencia a Madrid. El resultado era un precio de tansporte de 109 reales y 44 céntimos por tonelada para el carbón de Barruelo hasta Madrid, y de 282 reales y 25 céntimos para el de Sabero. Así, la producción de Barruelo pudo pasar de 9.850 toneladas en 1860 a 31.000 en 1861, 41.729 en 1863 y 57.021 en 1864, en tanto que Sabero se veía abocado al cierre (41).

Cerradas la ferrería y las minas, las concesiones de la Palentina-Leonesa pasaron, en fecha que no conozco, a la sociedad Martínez y Compañía, que puso de nuevo al frente de las minas a Miguel Botias Iglesias (42), el cual publicó en 1876 un informe-reclamo acerca de ellas, sin duda en un intento de vender las propiedades de la sociedad (43).

En 1887 tuvo lugar en Madrid la constitución de la "Sociedad de las Minas de Sabero", cuyo objetivo era explotar las minas de hulla denominadas "Sabero", números 1 al 11, y las tres de hierro llamadas "Moderna", "Antigua" e "Imponderable", todas ellas aportadas por "Martínez y Compañía", más cualquier otra que se adquiriese (44).

Hacia 1890 un grupo vasco, al parecer de Bilbao, integrado por Basterra e Hijos, Tomás Allende, Viuda de Epalza y Enrique Aresti, adquirió las minas de la antigua sociedad, a las que sumaron otras de Tomás Allende (45). Este parece ser el origen de la actual "Hulleras de Sabero y Anexas, S. A.", constituida en 1892 (46).
 

Conclusión

Al margen de las repercusiones que la política arancelaria tuvo sobre los establecimientos metalúrgicos en la época en que se desarrolla la actividad de la ferrería de San Blas, parece evidente que el planteamiento de esta adoleció de algunos defectos.

En primer término, la capacidad financiera de la sociedad fue en todo momento, según se desprende de las declaraciones de su director en 1866, insuficiente.

En segundo lugar, la localización de la fábrica, sin estar coordinada con la construcción de las líneas ferroviarias, y sin una infraestructura de carreteras, resultó defectuosa y dificultó siempre, en razón de los costes del transporte, su desarrollo (47). El no disponer de un medio de transporte idóneo sería, en breve plazo, fatal para la empresa y no sólo en sus actividades siderúrgicas, sino también en las mineras; circunstancias probablemente difíciles de prever en 1845, cuando no existía ningún ferrocarril en España ni apenas una red de carreteras, pero cuya importancia se haría pronto evidente.

Finalmente, ciertas deficiencias técnicas ya señaladas en la época; deficiencias en la fabricación de cok, con pérdidas importantes, y deficiencias en la fundición atribuibles a la composición de la carga de los hornos, que obligaba a operaciones adicionales de recalentado.

Valorar en qué medida estas circunstancias contribuyeron a las dificultades de la Palentina-Leonesa sólo podría hacerse estudiando los libros de la sociedad, que aún vio a comienzos del siglo Revilla y que es posible que conserve Hulleras de Sabero.

En cuanto a las explotaciones hulleras, la aparición del ferrocarril modificó, de forma radical, la situación preexistente. Al quedar alejadas de él, y cerrada la ferrería, las minas de hulla se quedaron sin mercado, desplazadas de los que tuvieron en su comienzo por cuencas mejor emplazadas respecto al ferrocarril. Añádase a esto el sistema de tarifas ferroviarias, claramente discriminador, y acerca de cuyo papel, no ya en este, sino también en otros casos, sabemos aún muy poco (48). Implicaciones de otro tipo, y esencialmente políticas, serían también posibles, aunque parecen poco probables y de cualquier forma, difíciles de comprobar.

Sólo la construcción del ferrocarril de la Robla a Valmaseda, iniciado en 1890 y abierto en todo su recorrido al tráfico el 14 de septiembre de 1894, haría posible la explotación normal de la cuenca de Sabero y de otras cuencas leonesas situadas sobre su recorrido, vinculadas ahora a Vizcaya por el ferrocarril y por el origen de los capitales invertidos.

(1) La escasez de estudios acerca de las distintas actividades económicas nacionales de la época contemporánea se traduce en múltiples imprecisiones e inexactitudes, de diverso alcance, tanto en las obras de Historia como de Geografía económica de España.

Una de estas imprecisiones es la que afecta al origen de  la siderurgia moderna española que unos autores fijan en 1840 y otros en 1848, localizándolo en Trubia o en Mieres.

Así, Jaime VICÉNS VIVES (Manual de Historia económica de España, 4ª ed., Barcelona, 1965, 712 págs.; cfr. pág. 602), que parece seguir a Francisco SÁNCHEZ RAMOS (La economía siderúrgica española, Madrid, 1945, 383 págs.), asigna a Mieres la prioridad de la aparición del alto horno al coque, colocándola en 1848, pero simultáneamente coloca en 1840 la construcción de los hornos de Trubia, que realmente no empezaron a funcionar (uno solo) sino ocho años después. De otro lado, el propio autor califica al de la fábrica de Duro, en La Felguera, inaugurado en 1859, como de "primer horno alto auténtico".

En la localización en Mieres del primer horno al coque coincide también Manuel FERRER FEGALES (La industria de la España cantábrica, Bilbao, 1968, 192 págs.; cfr. pág. 25), en tanto que Jorge NADAL OLLER, en un excelente trabajo de reciente publicación ""La economía española, 1829-1931", en El Banco de España. Una historia económica, Madrid, 1970. págs. 317-417; cfr. pág. 378, nota 170), da la prioridad a Trubia, colocando en segundo lugar al horno de Mieres, que estima encendido en 1852. En cuanto al horno de Trubia, Elorza salió de Madrid a primeros de mayo de 1848 para iniciar los trabajos de fundición en aquella fábrica, donde el primer horno comenzó su primera campaña en agosto de aquel año. Véase Guía del Minero, periódico científico, industrial y mercantil, del 16 de mayo de 1848, pág. 130, y LUXAN, Francisco de: Viaje científico a Asturias y descripción de las fábricas de Trubia, de fusiles de Oviedo, de zinc de Arnao y de hierro de la Vega de Langreo por el Excmo. Sr. D......, Madrid, Imprenta y Librería de don Eusebio Aguado, 1861, 1 h (88) págs., numeradas de la 105 a la 192; cfr. pág. 151.

El horno de Mieres, construido por la Asturiana Mining Company (también llamada Anglo-Asturiana), comenzó a funcionar en 1848. Véase (SCHULTZ, G.): "Breve noticia del estado actual de las obras de la empresa Anglo-Asturiana en Mieres", Boletín Oficial del Ministerio de Comercio, Instrucción y Obras Públicas, núm. 32, 10 de agosto de 1848, págs. 229-30, y FUERTES ARIAS, Rafael: Asturias industrial. Estudio descriptivo del estado actual de la industria asturiana en todas sus manifestaciones, por...., Gijón, 1902, 400 págs.; cfr. pág. 301.

Por lo que respecta a Sabero, en un informe-reclamo publicado por Miguel Iglesias en 1876 se dice que la de Sabero fue la primera fábrica que elaboró en España "hierro a la inglesa", con sólo carbón mineral, en 1847. Citado por REVILLA, J.: Riqueza minera de la provincia de León. Su descripción industrial y estudio de soluciones para explotarla, por..., Ingeniero del Cuerpo de Minas, Madrid, 1906, 311, LXXII págs., 6 láms. plegs.; cfr.. pág. 277.

El primer alto horno de Sabero debió de comenzar a funcionar, por tanto, en 1847 o, todo lo más, en los primeros meses de 1848, pues en la Guía del minero... del 1 de mayo de 1848 (pág. 109) se da cuenta de la puesta en marcha del mismo, con carácter de ensayo, durante ocho días, en los que se obtuvieron 16 coladas de fundición blanca y gris, de 5.000 a 6.000 libras cada una; no precisa la fecha.

(2) MINISTERIO DE INDUSTRIA: Monografía de la minería del carbón, Madrid, 1960, 159 págs.; cfr. pág. 17.

(3) MALLADA, L.: "Descripción de la cuenca carbonífera de Sabero (provincia de León), Boletín de la Comisión del Mapa Geológico de España, tomo VII, 2ª serie, 1900, págs. 1-65; cfr. pág. 2.

Mallada transcribe, en lo que concierne a la historia de las explotaciones de Sabero, una Memoria de Ramón PELLICO, que no se ha encontrado.

(4) CAVEDA, José: Memoria presentada al Excmo. Sr. Ministro de Comercio, Instrucción y Obras Públicas por la Junta Calificadora de los productos de la industria española, reunidos en la exposición pública de 1850, Madrid, 1851, 630. VIII págs.; cfr. pág. 190.

La escritura social se otorgó en Palencia, a 10 de abril de 1845, y fue aprobada por el Tribunal de Comercio de Madrid, domicilio de la sociedad, el 14 de junio. Véase: "Real decreto concediendo a la sociedad anónima Palentino-Leonesa la real autorización para continuar en sus operaciones", Boletín Oficial del Ministerio de Comercio, Instrucción y Obras Públicas, 1850, tomo X, págs. 42-43.

(5) MALLADA, L.: Art. cit., pág. 2. Mallada no precisa la fecha del arriendo.

(6) REVILLA, J.: Ob. cit., pág. 278. En 1855 la sociedad, o Cordero, atravesaban dificultades que dieron lugar a una real orden del 16 de enero de 1856, a consecuencia de la cual se celebró en los días 2 y 7 de marzo de aquel año una Junta general extraordinaria, presidida por el gobernador civil de Madrid, según la referencia de MAFFEI y RÚA FIGUEROA.

(7) Alonso Cordero y Casiano de Prado tenían en común la residencia en Madrid, pero acaso estuvieron vinculados, además, por las ideas.

De Cordero, uno de los mayores capitalistas madrileños de mediados del XIX, sabemos muy poco. Maragato de nacimiento, adquirió, no sabemos como, una gran fortuna, y hacia 1840, antes de que se hiciera la reforma de la Puerta del Sol, compró en 17 millones de reales el solar del convento desamortizado de San Felipe el Real, sobre el que levantó la casa, aún existente, de la calle Mayor, número 1, con fachada a las del Correo y Esparteros, la cual fue, sin duda, la casa de alquiler mayor y más lujosa del Madrid de la época.

A Cordero le llama MADOZ (Diccionario..., tomo X, pág. 775) "querido amigo y compañero", lo que permite suponer que fuese, como don Pascual, hombre de ideas liberales. En un claro ejemplo de ascenso social, un Santiago Alonso Cordero, sin duda hijo del anterior, era en 1871 diplomático de carrera, secretario de segunda, en comisión en los Estados Pontificios.

En cuanto a Prado, miembro de la Junta Gubernativa de la Palentina-Leonesa (como tal suscribe las Memoria(s) de 1847 y 1848), había nacido en Santiago en 1797. De ideas liberales, en 1817, siendo estudiante de Ciencias Naturales en Santiago, fue detenido por la Inquisición, acusado de leer libros prohibidos, permaneciendo en la cárcel del Santo Oficio más de cuatrocientos días. En febrero de 1820 entró de subteniente en la Milicia Nacional y en 1823 luchó en defensa del régimen liberal, teniendo que ocultarse luego por bastante tiempo. En la Universidad compostelana fue compañero y amigo íntimo de Ramón de la Sagra, quien acaso tuviera también vinculación con la Palentina-Leonesa, aunque no he encontrado indicio alguno de ello.

Sobre Prado, véase MAFFEI (Eugenio) y RÚA FIGUEROA (Ramón): Apuntes para una biblioteca española de libros, folletos y artículos impresos y manuscritos, relativos al conocimiento y explotación de las riquezas minerales y a las ciencias auxiliares..., Madrid, 1871-1872, 2 vols. (Cfr. tomo II, págs. 53-60), y ARCINIEGA, J.: "Biografía", Revista Minera, 1866, págs. 448-53.

(8) (EZQUERRA DEL BAYO, Joaquín): "Sobre el carbón de piedra de Castilla la Vieja", Boletín Oficial de Minas, 1844, págs. 185-7. Cfr. pág. 186.

En cuanto a la mala dirección de las minas, según MALLADA (art. cit., págs. 2-3), en los ocho primeros años se estimaba que se habían explotado seis millones de quintales y se habían destruido, por la desacertada dirección, diez millones más.

(9) En la Guía del Comercio y Boletín de Fomento. Periódico semanal de intereses materiales, del 29 de noviembre de 1843, figura un anuncio de la Sociedad Palentina de Minas. De él se desprende que la empresa confiaba en la extensión del consumo doméstico en la capital, aunque suministra también el dato de hallarse entre sus clientes la fundición de Bonoplata. Al parecer, existían prevenciones respecto al carbón mineral, pues esperaba lograr, "... a fuerza de gastos y de tiempo, deshacer preocupaciones y darlo a conocer a todas las clases".  Para difundir su uso había traído de París dibujos y modelos de cocinas y hornillas, y de Londres, dibujos de chimeneas para las habitaciones.

Pocos años después, en 5 de enero de 1848, se dictaría una "Real Orden para facilitar los medios de que el carbón de piedra pueda transportarse a esta corte en abundancia y expenderse a un precio cómodo", en razón del precio excesivo que alcanzaba el carbón vegetal a causa de la progresiva disminución de los montes ocasionada por las necesidades crecientes de la población y de la industria. Por ello, y dado que la cantidad de carbón de piedra que se consumía en Madrid era escasa, se ordenaba mejorar los caminos por donde hubiera de conducirse a la capital el carbón de las minas entonces en explotación y que a los carruajes y caballerías que lo transportasen se les eximiera del pago de los portazgos en los administrados directamente por el Estado. Véase Guía del Minero, 1848, págs. 11-12.

(10) (EZQUERRA DEL BAYO, Joaquín): Art. cit., págs., 186-7.

(11) PRADO, Casiano de: Descripción de los terrenos de Valdesabero y su cercanías en las montañas de León, donde se hallan las minas de carbón de piedra y hierro de la Sociedad Palentino-Leonesa, Madrid, 1848. 17 págs. y un mapa. Cfr. págs. 6 y 7.

"... ninguna empresa de carbón de piedra en España, incluso la de Langreo, posee una masa tan enorme de carbón de piedra como la Palentino-Leonesa." Afirmación que puede parecer hoy exagerada, pero no entonces, cuando las cuencas hulleras españolas apenas estaban reconocidas y muchas ni siquiera se habían localizado aún.

(12) REVILLA, J.: Ob. cit., pág. 276.

(13) CAVEDA, José: Ob. cit., pág. 191, y BERNALDEZ, Fernando; LASALA, Juan Pablo, y RÚA FIGUEROA, Ramón: "Estudios sobre la explotación de la ulla y beneficio de los minerales de hierro en Sabero", Revista Minera, 1854, págs. 720-24 y 743-51. Cfr. pág. 748.

(14) MAFFEI, E.: "Necrología", Revista Minera, 1876, págs. 125-6. Ignacio sería, sin duda, pariente de José María Gómez de Salazar, secretario de la Plentina-Leonesa en 1847, según el anuncio publicado por la sociedad en el Semanario de la Industria, 24 de julio de 1847, núm. 73, pág. 590.

(15) Recibió este nombre de la ermita junto a la que se construyó la fábrica.

(16) Información sobre el derecho diferencial de bandera y sobre los de Aduanas exigibles a los hierros, el carbón de piedra y los algodones, presentada al Gobierno de Su Majestad por la Comisión nombrada al efecto en Real decreto de 10 de noviembre de 1865, Madrid, 1867. 4 vols. Véase t. II (Hierros), págs. 86-90.

Una breve descripción de la fábrica y minas de la Palentina, tomada de una reseña descriptiva publicada por el director de la empresa, puede verse también en CANALEJAS Y CASAS, José: "Minas de carbón y establecimientos metalúrgicos de la sociedad Palentina-Leonesa", La Lectura para todos, 1860, págs. 781-82.

(17) La referencia 994 de MAFFEI y RÚA FIGUEROA dice: "GENDRE, Julio: Memoria presentada sobre el establecimiento de una fábrica de hierro en el pueblo de Sabero, provincia de León, por..., Ingeniero francés, a D. Ramón de Guardamino. Ms. fechado el 13 de julio de 1844, 28 págs. 4º. mayor".

(18) CAVEDA, José: Ob. cit., pág. 190.

(19) BERNALDEZ, LASALA y RÚA FIGUEROA: Art. cit., págs. 746-51. El horno alto que entonces funcionaba recibía de 20 a 26 cargas en doce horas y se hacía una colada en el mismo tiempo, que producía 3.688 kilogramos de fundición, generalmente blanca. Cada carga se componía de 264 kilogramos de arenisca ferruginosa, 195 de mineral de hierro hidratado, 224 de caliza, 109 de caliza ferruginosa y 598 de cok.

Las dos minas de hierro se hallaban a una legua aproximadamente de la fábrica, con muy malos caminos, porteándose el mineral en carros del país que cargaban 13 quintales (598 kilogramos). Así, el mineral de la mina de Yugueros costaba de arranque a nueve maravedíes el quintal y 26 el porte, y el de Aleje, a cinco y 36 maravedíes, respectivamente.

(20) (PÉREZ MORENO, Andrés): "Memoria sobre el estado y necesidades de la industria minera del distrito de Zamora durante el año de 1859", Revista Científica del Ministerio de Fomento, 1862, págs. 333-49. Cfr. pág. 344.

(21) Información..., t. II, pág. 299. La Estadística Minera de 1863 (pág. 7) señala la existencia en España de un total de 39 hornos altos funcioando y 15 inactivos, y la de 1864 (pág. 5), 30 activos y 21 parados.

(22) CAVEDA, José: Ob. cit., pág. 191.

(23) PELLICO, Ramón: "Minas de carbón en Castilla la Vieja", Revista Minera, 1852, páginas 705-08.

(24) PÉREZ MORENO, Andrés: Art. cit., pág. 344.

(25) Información..., t. II, pág. 88.

(26) Información..., t. II, pág. 89.

(27) "... se ha visto en continuos compromisos, porque su producción nunca ha cubierto las dos terceras partes de los pedidos, y ojalá la cuestión que ha suspendido sus trabajos termine pronto para que el país recobre los beneficios que de ella reportaba."

Véase GÓMEZ DE SALAZAR, Ignacio: Consideraciones que acerca de la importancia de un ferrocarril por León dirige a la Escelentísma Diputación de esta provincia el ingeniero de Minas, Gefe del distrito D..., León, 1855, 38 págs. y un mapa plegado. Cfr. pág. 30.

Es posible que esta afirmación de Gómez de Salazar fuese algo exagerada, dada su vinculación a la empresa. De cualquier forma, la marcha de la fábrica sólo podría unjuiciarse correctamente, en lo que al trabajo respecta, comparándola con la de las restantes siderurgias españolas de la época.

(28) Información..., t. II, pág. 87. También alude a la falta de capital (ARCINIEGA, José de): "Informe acerca de la industria minera en el antiguo distrito de Zamora", Revista Minera, 1865, págs. 102-17. Cfr. pág. 109. Según Arciniega el funcionamiento de los hornos se interrumpió en ocasiones por falta de capital, con el consiguiente perjuicio no ya comercial, sino también en los propios hornos, producido por el enfriamiento de los mismos.

(29) Información..., t. II, pág. 88.

(30) Información..., t. II, págs. 89-90.

(31) Estadítica Minera, 1867, pág. 103.

(32) Exposición Universal de 1867. Catálogo general de la sección española publicado por la Comisión Regia de España, París. Imprenta General de Ch. Lahure, 1867, 3 h., 504 págs., 1 h. Cfr. pág. 191.

(33) Información..., t. III, pág. 81.

(34) MALLADA. L.: Art. cit., págs. 2-3.

(35) EZQUERRA DEL BAYO, Joaquín: "Ensayo de una descripción general de la estructura geológica del terreno de España en la Península, por el Ilmo. Sr. D...., Académico de número en la Sección de Ciencias Naturales", Memorias de la Real Academia de Ciencias, t. IV, Madrid, 1856, págs. 115-55. Cfr. págs. 149-50.

Según Ezquerra la extracción era de unos 750.000 quintales (34.500 toneladas) al año, que se consumían en su mayor parte en la fábrica de San Blas, "puesto que las necesidades de los pequeños consumidores del país están satisfechas con 6.000 quintales".

(36) Estadística Minera, 1863, pág. 25. Según la Información de 1866 sólo se habían extraído "en los últimos años 100.000 quintales, por término medio", en tanto que "cuando funcionaba la ferrería se extraían de 600.000 a 700.000". Suponiendo que se refiere a quintales de 46 kilogramos serían 4.600 toneladas por término medio, frente a 27.000-32.000 antes del cierre. Se acumulaban las existencias a bocamina, pues en 1866 se señala un precio de 44 reales para el carbón recién extraído, y de 22 "cuando la extracción data de uno o dos años". Véase Información...,t. III, pág. 82.

En 1864 las minas existentes eran: "Sucesiva 1ª", con un socavón de 1.780 metros sobre el que además se habían abierto pozos ascendentes y que fue la mina que abasteció la mayor parte del consumo de San Blas; "Sucesiva 2ª", con 1.560 metros de socavón; "Sucesiva 3ª", con 423; "Abundante 1ª", en la que se hacía entonces la mayor extracción, con 470 metros de socavón; "Abundante 2ª", con 209 metros; "Joaquinita", con 538; "Olvidada", con 172, y "Florida", con 70 metros de socavón.

De estas minas parece que sólo producían entonces "Sucesiva 1ª" y "Abundante 1ª", ambas dotadas de línea férrea, que produjeron, en el primer semestre de 1864, 1.685 toneladas. La producción de cok en el mismo tiempo fue de 853 toneladas. Véase ARCINIEGA, José de: "Informe acerca de la industria...". págs. 107-08.

(37) Información..., t. III, pág. 82, y Estadística Minera, 1865, pág. 84.

La Estadística Minera alude a la mala presentación de la hulla y del cok, este último con arcillas, y achaca a ello las dificultades para la colocación de los productos.

(38) Estadística Minera, 1868, pág. 60.

(39) En 1874 las minas "Sabero 6, 10 y 11" estaban en trabajos de reparación e investigación; en 1875 absorbieron 1.200 jornales y 3.000 en 1876, con una producción de 124,8 toneladas, paralizándose en los años siguientes. Véase MALLADA, L.: Art. cit., página 3.

(40) Información..., t. III, págs. 82-83.

(41) Información..., t. III, págs. 82-84; SÁNCHEZ ALBORNOZ, Nicolás: "De los orígenes del capital financiero: La Sociedad General de Crédito Mobiliario Español, 1856-1902", Moneda y Crédito, 1966, núm. 97, págs. 29-67, cfr. págs. 58-59; ORIOL Y VIDAL, Román: Carbones minerales de España. Su importancia, descripción, producción y consumo, por don..., Ingeniero del Cuerpo de Minas, Madrid, 1873, IX, 210 IV págs. Cfr. páginas 47-49.

(42) MALLADA, L.: Art. cit., pág. 2.

(43) REVILLA, J.: Ob. cit., págs. 277-8. El informe llevaba el título de Gran Ferrería y minas de hulla, hierro, caolín y tierras refractarias en Sabero. Según este informe, en los trabajos mineros y en las construcciones había invertido la Palentino-Leonesa más de 17.000.000 de reales.

(44) "Sociedad Minas de Sabero. Copia de escritura de reforma de estatutos de Sociedad". Gaceta de Madrid, 25 de enero de 1887, págs. 256-7.

La sociedad tiene su domicilio en Madrid (art. 3º). El capital social está reprresentado por sus propiedades mineras, que no pueden tener un valor conocido, y "dividido en tantas acciones o partes cuantas son las suscritas de la antigua Palentino-Leonesa, cuyos tenedores hasta el día han pagado al Sr. D. Saturnino Martínez Silva todos sus dividendos..." (art. 4º).

"Hasta que se emitan los títulos las acciones estarán representadas por las antiguas láminas de la Palentino-Leonesa que se hubiesen suscrito a la Sociedad Martínez y Compañía, bastando para acreditar esto que a las dichas láminas vayan unidos por lo menos los tres recibos donde conste haber hecho el pago de los tres dividendos últimos, o sean el 5º, 6º y 7º pedidos..." (art. 7º).

Los comparecientes aportan las minas citadas, que no están inscritas aún a nombre de Martínez y Compañía, que las aporta, por lo que se gestionará la inscripción a nombre de Martínez y Compañía primero y luego de la Sociedad Minas de Sabero (art. 34).

El presidente de la sociedad era Jacobo Gallegos Fajardo, abogado, domiciliado en Madrid; el secretario era Bernardino Franco Alonso, y entre los accionistas figuraban Braulio Antón Ramírez, jefe de negociado de la Dirección General de Agricultura y secretario general del Consejo de Agricultura, Industria y Comercio en 1860 (Guía de forasteros) y director gerente y secretario del Monte de Piedad de Madrid en 1871; Guillermo Gullón, propietario (Directorio Madrileño, 1905); y otros apellidados Fiscowich, Martínez Alonso, Fernández Victorino, y Tobar.

(45) OLAVARRÍA JIMÉNEZ, Antonio: "Cuenca hullera de Sabero", en El distrito minero de León, Dirección General de Minas y Combustibles, Madrid, s. a., págs. 7-11. Cfr. página 11.

(46) Monografía de la minería..., pág. 139.

(47) En 1851 se estimaba, en cambio, que encontraba "en el canal de Castilla y en el ferrocarril de Alar del Rey, puntos ventajosos de extracción". Véase CAVEDA, José: Obra cit., pág. 189.

(48) Véase, por ejemplo, alguna indicación referida a las minas de hulla de Puertollano en QUIRÓS LINARES, Francisco: La minería en la Sierra Morena de Ciudad Real, Universidad de Oviedo, Departamento de Geografía, Madrid, 1970; cfr. págs. 48-49. Las tarifas ferroviarias diferenciales establecidas bajo presión de industriales de distintas regiones jugaron también un papel importante en los comienzos del siglo actual como limitadoras del desarrollo de las industrias alimentarias y metalúrgicas en Madrid, en beneficio de las industrias harineras de Rentería y Zaragoza y de las metalúrgicas vascas, por ejemplo.
 

BIBLIOGRAFÍA CONCERNIENTE A LA SOCIEDAD PALENTINA-LEONESA, QUE NO HA PODIDO LOCALIZARSE.

Bases constitutivas de la Sociedad Palentina-Leonesa. Sacadas de su escritura social, Madrid, 1845, Imp. y Libr. de D. Ignacio Boix, 8 págs.

Proyecto para la reconstitución de la Sociedad minera Palentina con el objeto de laborear en mayor escala las que le pertenecen y beneficiar sus productos, estableciendo para ello dos hornos altos con su correspondiente ferrería y martinete a la inglesa, Madrid, 1845, Imp. y Lib. de D. Ignacio Boix, 16 págs.

Reglamento de la Sociedad minera Palentina-Leonesa, Madrid, 1845, 12 págs.

Reseña de las propiedades de la Sociedad Palentina-Leonesa, consistentes en varias minas y fábrica de hierro a la inglesa que se sacan a licitación en venta o arriendo, s. l., s. a., 4 págs.

PRADO, Casiano de: Memoria de la Dirección de la Sociedad Palentina-Leonesa para la Junta general de accionistas de 23 de mayo de 1847 y adición hecha a la misma por la Junta Gubernativa de la propia Sociedad, Madrid, 1847, Imp. de Sanchiz, 16 págs.

- - Memoria de la Dirección de la Sociedad Palentina-Leonesa para la Junta general de accionistas de 25 de junio de 1848, comprensiva desde el 30 de abril de 1847 a igual día de 1848, y adición hecha a la misma por la Junta gubernativa de la propia Sociedad, Madrid, 1848, Imp. de La Ilustración, 20 págs.

PRADO, Maximino: Memoria de la Junta gubernativa y dirección de la sociedad Palentina-Leonesa comprensiva desde el 15 de marzo de 1845 al 30 de abril de 1846, Madrid, 1846, Imp. de Sanchiz, 24 págs.

SOCIEDAD PALENTINA-LEONESA: Actas de la Junta general extraordinaria celebrada por la misma en los días 2 y 7 de marzo de 1856, bajo la presidencia del Excmo. Sr. Gobernador civil de la provincia de Madrid, en virtud de Real orden de 16 de enero anterior. Demanda presentada al Tribunal Supremo Contencioso-Administrativo en queja de la espresada Real orden: Y exposición elevada a S. M. en protesta de la misma disposición, Madrid, 1856, Imp. de la Viuda de A. Yenes, 68 págs.

"La Sociedad Palentina-Leonesa de minas y los primeros altos hornos al cok de España, en Sabero (1847 - 1862)"
Francisco Quirós Linares, Departamento de Geografía de la Universidad de Oviedo,  Oviedo, 1972