Salvador Allende, 11/09/73
7:55 A.M. RADIO CORPORACIÓN
Habla el Presidente de la República desde el Palacio de La Moneda.
Informaciones confirmadas señalan que un sector de la marinería
habría aislado Valparaíso y que la ciudad estaría ocupada,
lo que significa un levantamiento contra el Gobierno, del Gobierno legítimamente
constituido, del Gobierno que está amparado por la ley y la voluntad
del ciudadano.
En estas circunstancias, llamo a todos los trabajadores. Que ocupen sus puestos
de trabajo, que concurran a sus fábricas, que mantengan la calma y
serenidad. Hasta este momento en Santiago no se ha producido ningún
movimiento extraordinario de tropas y, según me ha informado el jefe
de la Guarnición, Santiago estaría acuartelado y normal.
En todo caso yo estoy aquí, en el Palacio de Gobierno, y me quedaré
aquí defendiendo al Gobierno que represento por voluntad del pueblo.
Lo que deseo, esencialmente, es que los trabajadores estén atentos,
vigilantes y que eviten provocaciones. Como primera etapa tenemos que ver
la respuesta, que espero sea positiva , de los soldados de la Patria, que
han jurado defender el régimen establecido que es la expresión
de la voluntad ciudadana, y que cumplirán con la doctrina que prestigió
a Chile y le prestigia el profesionalismo de las Fuerzas Armadas. En estas
circunstancias, tengo la certeza de que los soldados sabrán cumplir
con su obligación. De todas maneras, el pueblo y los trabajadores,
fundamentalmente, deben estar movilizados activamente, pero en sus sitios
de trabajo, escuchando el llamado que pueda hacerle y las instrucciones que
les dé el compañero Presidente de la República.
8:15 A.M.
Trabajadores de Chile:
Les habla el Presidente de la República. Las noticias que tenemos
hasta estos instantes nos revelan la existencia de una insurrección
de la Marina en la Provincia de Valparaíso. He ordenado que las tropas
del Ejército se dirijan a Valparaíso para sofocar este intento
golpista. Deben esperar la instrucciones que emanan de la Presidencia. Tengan
la seguridad de que el Presidente permanecerá en el Palacio de La
Moneda defendiendo el Gobierno de los Trabajadores. Tengan la certeza que
haré respetar la voluntad del pueblo que me entregara el mando de
la nación hasta el 4 de Noviembre de 1976.
Deben permanecer atentos en sus sitios de trabajo a la espera de mis informaciones.
Las fuerzas leales respetando el juramento hecho a las autoridades, junto
a los trabajadores organizados, aplastarán el golpe fascista que amenaza
a la Patria.
8:45 A.M.
Compañeros que me escuchan:
La situación es crítica, hacemos frente a un golpe de Estado
en que participan la mayoría de las Fuerzas Armadas. En esta hora
aciaga quiero recordarles algunas de mis palabras dichas el año 1971,
se las digo con calma, con absoluta tranquilidad, yo no tengo pasta de apóstol
ni de mesías. No tengo condiciones de mártir, soy un luchador
social que cumple una tarea que el pueblo me ha dado. Pero que lo entiendan
aquellos que quieren retrotraer la historia y desconocer la voluntad mayoritaria
de Chile; sin tener carne de mártir, no daré un paso atrás.
Que lo sepan, que lo oigan, que se lo graben profundamente: dejaré
La Moneda cuando cumpla el mandato que el pueblo me diera, defenderé
esta revolución chilena y defenderé el Gobierno porque es el
mandato que el pueblo me ha entregado. No tengo otra alternativa. Sólo
acribillándome a balazos podrán impedir la voluntad que es
hacer cumplir el programa del pueblo. Si me asesinan, el pueblo seguirá
su ruta, seguirá el camino con la diferencia quizás que las
cosas serán mucho más duras, mucho más violentas, porque
será una lección objetiva muy clara para las masas de que esta
gente no se detiene ante nada.
Yo tenía contabilizada esta posibilidad, no la ofrezco ni la facilito.
El proceso social no va a desaparecer porque desaparece un dirigente. Podrá
demorarse, podrá prolongarse, pero a la postre no podrá detenerse.
Compañeros, permanezcan atentos a las informaciones en sus sitios
de trabajo, que el compañero Presidente no abandonará a su
pueblo ni su sitio de trabajo. Permaneceré aquí en La Moneda
inclusive a costa de mi propia vida.
9:03 A.M. RADIO MAGALLANES
En estos momentos pasan los aviones. Es posible que nos acribillen. Pero
que sepan que aquí estamos, por lo menos con nuestro ejemplo, que
en este país hay hombres que saben cumplir con la obligación
que tienen. Yo lo haré por mandato del pueblo y por mandato conciente
de un Presidente que tiene la dignidad del cargo entregado por su pueblo
en elecciones libres y democráticas.
En nombre de los más sagrados intereses del pueblo, en nombre de la
Patria, los llamo a ustedes para decirles que tengan fe. La historia no se
detiene ni con la represión ni con el crimen. Esta es una etapa que
será superada. Este es un momento duro y difícil: es posible
que nos aplasten. Pero el mañana será del pueblo, será
de los trabajadores. La humanidad avanza para la conquista de una vida mejor.
Pagaré con mi vida la defensa de los principios que son caros a esta
Patria. Caerá un baldón sobre aquellos que han vulnerado sus
compromisos, faltando a su palabra... roto la doctrina de las Fuerzas Armadas.
El pueblo debe estar alerta y vigilante. No debe dejarse provocar, ni debe
dejarse masacrar, pero también debe defender sus conquistas. Debe
defender el derecho a construir con su esfuerzo una vida digna y mejor.
9:10 A.M.
Seguramente, ésta será la última oportunidad en que
pueda dirigirme a ustedes. La Fuerza Aérea ha bombardeado las antenas
de Radio Magallanes. Mis palabras no tienen amargura sino decepción
Que sean ellas un castigo moral para quienes han traicionado su juramento:
soldados de Chile, comandantes en jefe titulares, el almirante Merino, que
se ha autodesignado comandante de la Armada, más el señor Mendoza,
general rastrero que sólo ayer manifestara su fidelidad y lealtad
al Gobierno, y que también se ha autodenominado Director General de
carabineros. Ante estos hechos sólo me cabe decir a los trabajadores:
¡No voy a renunciar!
Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida
la lealtad al pueblo. Y les digo que tengo la certeza de que la semilla que
hemos entregado a la conciencia digna de miles y miles de chilenos, no podrá
ser segada definitivamente. Tienen la fuerza, podrán avasallarnos,
pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza.
La historia es nuestra y la hacen los pueblos.
Trabajadores de mi Patria: quiero agradecerles la lealtad que siempre tuvieron,
la confianza que depositaron en un hombre que sólo fue intérprete
de grandes anhelos de justicia, que empeño su palabra en que respetaría
la Constitución y la ley, y así lo hizo. En este momento definitivo,
el último en que yo pueda dirigirme a ustedes, quiero que aprovechen
la lección: el capital foráneo, el imperialismo, unidos a la
reacción crearon el clima para que las Fuerzas Armadas rompieran su
tradición, la que les enseñara el general Schneider y reafirmara
el comandante Araya, victimas del mismo sector social que hoy estará
esperando con mano ajena, reconquistar el poder para seguir defendiendo sus
granjerías y sus privilegios.
Me dirijo a ustedes, sobre todo a la modesta mujer de nuestra tierra, a la
campesina que creyó en nosotros, a la madre que supo de nuestra preocupación
por los niños. Me dirijo a los profesionales de la Patria, a los profesionales
patriotas que siguieron trabajando contra la sedición auspiciada por
los colegios profesionales, colegios clasistas que defendieron también
las ventajas de una sociedad capitalista.
Me dirijo a la juventud, a aquellos que cantaron y entregaron su alegría
y su espíritu de lucha. Me dirijo al hombre de Chile, al obrero, al
campesino, al intelectual, a aquellos que serán perseguidos, porque
en nuestro país el fascismo ya estuvo hace muchas horas presente;
en los atentados terroristas, volando los puentes, cortando las vías
férreas, destruyendo los oleoductos y los gaseoductos, frente al silencio
de quienes tenían la obligación de proceder.
Estaban comprometidos. La historia los juzgará.
Seguramente Radio Magallanes será acallada y el metal tranquilo de
mi voz ya no llegará a ustedes. No importa. La seguirán oyendo.
Siempre estaré junto a ustedes. Por lo menos mi recuerdo será
el de un hombre digno que fue leal con la Patria.
El pueblo debe defenderse, pero no sacrificarse. El pueblo no debe dejarse
arrasar ni acribillar, pero tampoco puede humillarse.
Trabajadores de mi Patria, tengo fe en Chile y su destino. Superarán
otros hombres este momento gris y amargo en el que la traición pretende
imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde,
de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre
libre, para construir una sociedad mejor.
¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores!
Estas son mis últimas palabras y tengo la certeza de que mi sacrificio
no será en vano, tengo la certeza de que, por lo menos, será
una lección moral que castigará la felonía, la cobardía
y la traición.
Santiago de Chile, 11 de septiembre de 1973