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Las nuevas reglas del juego
Agencias de prensa y relaciones Norte-Sur

Andreu Claret (Periodista, es director de la agencia EFE en Cataluña.)

1. INTRODUCCIÓN

El nacimiento de las agencias de prensa, a mediados del siglo XIX, y su desarrollo hasta la Segunda Guerra Mundial, estuvo estrechamente ligado a la constitución de las grandes potencias coloniales y a la lucha entre ellas para conquistar espacios de influencia en lo que hoy llamamos Tercer Mundo.

Durante cerca de un siglo, la historia de las agencias fue una copia de las vicisitudes que experimentó la aventura colonial de las potencias imperiales. El despliegue inicial de Reuter y Havas (antecesora de la AFP) se produjo a caballo de las expansiones británica y francesa en Europa, Asia y África. AP y UP nacieron al calor de la colonización interior norteamericana y se implantaron con fuerza, a nivel internacional, después de la II Guerra Mundial, de acuerdo con el papel de gran potencia que empezó a jugar Estados Unidos.

Sin embargo, hay que tener en cuenta que esta relación inicial entre los intereses de las potencias occidentales y el nacimiento de las grandes agencias ha facilitado el esquematismo en el tratamiento histórico y teórico de su papel en el sistema informativo. Se ha producido una cierta "demonización" de las agencias de prensa como instrumentos del colonialismo y del neocolonialismo que ha contribuido a esconder la complejidad de la dependencia informativa del Tercer Mundo; y que ha simplificado y simplifica el papel de las agencias.

Fue así, al principio. Las agencias de prensa actuaron, durante muchos años, estrictamente de acuerdo con los intereses políticos y económicos de las metrópolis. Existen docenas de ejemplos históricos bastante difundidos en los que una agencia se alinea con los intereses de su país de origen en las guerras coloniales o en los choques con alguna otra potencia colonizadora; y deja de lado la neutralidad informativa.

Este componente nacional, chovinista, que tenían inicialmente la mayoría de las agencias, también se puso de manifiesto en su despliegue por los países europeos que ocupaban una posición subordinada dentro del sistema capitalista, como era el caso de España. Cuando Havas puso a Claudi Ametlla al frente de su delegación en Barcelona, en el año 1918, lo hizo porque, según París, el conocido periodista catalán mostraba "un esprit journaliste et une loyauté qui nous plaisent beaucoup".

Un siglo después, las agencias de prensa continúan siendo uno de los factores que determinan la dependencia informativa del Tercer Mundo, como señalaba hace años Manuel Vázquez Montalbán y como concluían los redactores del célebre informe Mac Bride, encargado por la UNESCO (Un solo mundo, voces múltiples. Comunicación e información en nuestros tiempos. 1980). Pero los cambios producidos en la configuración de los medios -que se traducen en una creciente "globalización" de la comunicación-, la sustitución de los acuerdos de "cartel" firmados por las principales agencias internacionales a mediados del siglo XIX por la lógica de la competencia, así como las transformaciones en las relaciones internacionales, han restado vigencia al enfoque analítico tradicional que contempla a las agencias dentro de la confrontación Norte-Sur.

El papel de las agencias de prensa se ha tornado más complejo e incluso contradictorio - en lo que respecta al tema del Tercer Mundo- desde que éstas se han visto "condenadas a la imparcialidad, más por necesidad que por virtud", por decirlo en palabras del ex-presidente de la AFP, Henri Pigeat. Se trata, por supuesto, de una imparcialidad relativa sometida a las inevitables operaciones de selección y jerarquización que determinan los contenidos informativos. Pero las principales agencias tienen unas normas bastante estrictas que están codificadas en sus libros de estilo y que son impuestas por su condición de "mayoristas" de la información, que aspiran a tener y mantener abonados en todos los continentes.

En muchos casos , dicha "imparcialidad" es expresión de la importancia creciente de unos criterios comerciales que acaban desplazando los planteamientos "nacionales". La Reuter expresa mejor que cualquier otra este nuevo tipo de agencia cada vez más ligada a un grupo multimedia que se debe más a las cotizaciones de las bolsas de Londres, Tokio y Nueva York que a los intereses políticos de Downing Street.

No quiere decir esto que todo esté tan claro como lo pinta Pigeat. De hecho, cuando los intereses vitales de un país o los de Occidente están en juego, aún funcionan determinados reflejos que hacen que la información de la Reuter sobre Las Malvinas -las Falkland- o de AP sobre la invasión de Panamá o la guerra del Golfo no sea la misma que la de una agencia de la competencia, menos comprometida con tales áreas. Pero no podemos olvidar que la matanza de My Lai fue trasmitida como primicia por la AP; que el FLN de Argelia se expresaba en buena parte a través de la AFP (desde Túnez) o que la EFE está mucho más atenta a la América Latina que el gobierno español.

Es por eso que estas notas tendrán un carácter intencionalmente ecléctico, insistiendo en la dependencia, pero reivindicando las agencias como uno de los principales canales de comunicación que queda abierto, pese a todo, entre el Norte y el Sur y viceversa, proporcionando mucha más información que la mayoría de medios de comunicación; una información, además, mucho menos marcada por los estereotipos que dominan el mercado.

Las tres grandes agencias mundiales -AP, Reuter y AFP- tienen sus sedes centrales en las capitales de tres de las principales potencias políticas occidentales. Las otras cuatro agencias con proyección internacional (global o regional) - EFE, KYODO, DPA y ANSA- operan desde países del Norte. Los medios de comunicación de los países subdesarrollados se encuentran, así, en una situación de clara dependencia en lo que respecta a las fuentes primarias de información que son las agencias, teniendo que utilizar sus servicios para saber lo que ocurre fuera de sus fronteras (y hasta dentro de las mismas en ocasiones). Si un diario de Yaundé (Camerún) quiere saber quién ha ganado las elecciones en Bangui (en la vecina República CentroÁfricana) debe usar los servicios de AFP o Reuter porque ningún medio camerunés posee recursos y autonomía política como para enviar un redactor a cubrir el acontecimiento. Especialmente, si desea saber cómo se han ganado las elecciones (probablemente, con los mismos trucos que en Camerún). Debe elegir, entonces, entre disponer de una información que le aproxima a lo sucedido -aunque pueda contener un enfoque neocolonialista- o no disponer de ninguna.

Hoy en día ya no se puede culpar de todo a las agencias: de la desinformación o de la deformación de lo que pasa en el Sur. La selección, la exclusión, la manipulación, en definitiva la intervención de los "gatekeepers" -quienes deciden qué se publica y de qué manera- se produce principalmente entre las agencias -que proporcionan una visión más global y continua de la realidad- y los lectores; en puntos de la cadena informativa por los cuales el Tercer Mundo acostumbra a ser noticia, o cuando toca los propios intereses, o cuando responde a tres o cuatro estereotipos bien arraigados.


2. LAS AGENCIAS DE PRENSA Y LA EXPANSIÓN COLONIALISTA (1835-1940)


La expansión de las primeras agencias -Havas (1835), Reuter (1851), Wolff (1849) y Associated Press (1848)- se llevó a cabo siguiendo la del telégrafo y a veces la del tren, es decir las comunicaciones eléctricas y físicas impulsadas por la colonización (interna, en el caso de los Estados Unidos, y externa en lo que respecta a Francia, Inglaterra o Alemania).

Para impulsar una gran agencia había que ser una potencia colonial pero también tecnológica. Por eso Portugal y España, pese a mantener aún una presencia colonial destacada a mediados del siglo XIX, dependieron de Francia o Gran Bretaña en materia de comunicaciones.

Las líneas telegráficas y los periodistas de las agencias se desperdigaron por el Tercer Mundo con el objetivo de conectar las colonias y la metrópoli. Inicialmente, no se trataba de comunicar cada país con el resto del mundo; ni mucho menos de establecer mecanismos de comunicación entre los países de África, Asia o América Latina, sino de crear una red de información radial, paralela a los flujos económicos crecientes que tejían París, Londres y Berlín con sus respectivas posesiones y zonas de influencia.

Esta disposición de las comunicaciones en estrella determinó una estructura informativa que en buena parte sigue vigente en muchas de las agencias. Es aquella que relaciona cada delegación, cada corresponsal o colaborador ("stringer") con el "desk" central donde se efectúan las operaciones informativas decisivas: selección, jerarquización, distribución, determinación de las prioridades y de la importancia, seguimiento o no de una información, decisión de dar cobertura fotográfica, televisiva, etc.

La firma del primer acuerdo de "cartel" entre AFP, Reuter y Wolff (1870) supuso un reparto del mercado europeo y del Tercer Mundo que excluía a Estados Unidos porque dicho país ya era monopolio de AP y UPA (llamada así en 1907; después UP y finalmente UPI, a partir de 1957). La firma del cartel actuó como un elemento más de reparto colonial, siguiendo la pauta de acuerdos comerciales y político-diplomáticos.

El "cartel" de 1870 (adoptado quince años antes de la Conferencia de Berlín, en la que se decidió el reparto del África Subsahariana entre las potencias coloniales) se concretó en que Reuter tuviese la exclusiva en el Oriente, Asia, África anglófona y el Caribe. A fines del siglo XIX, los servicios de Reuter abastecían, prácticamente en exclusiva, a la quinta parte del mundo y la cuarta de la población mundial. Havas obtuvo la exclusiva en las colonias francesas (África francófona, El Magreb, el Sudeste asiático y América Latina).

En lo que respecta a Europa, la hegemonía de las tres grandes agencias se estableció a partir de acuerdos con agencias nacionales que iban desde la cooperación hasta la compra o apertura de oficinas propias. Havas se estableció así, con un carácter casi monopolístico, en Italia, Portugal y España; Reuter llegó a ser hegemónica en Holanda y la Wolff en toda la zona de influencia germánica (Europa central, países escandinavos, Rusia).

La derrota alemana de 1914 provocó la práctica desaparición de Wolff como agencia con pretensiones internacionales (pretensiones que se empiezan a recuperar actualmente en el centro de Europa a partir de la desintegración de la URSS y la desaparición de TASS). En contrapartida, se produjo la consolidación de Havas y Reuter (que colaboraban o competían entre sí, según los períodos), hasta la II Guerra Mundial, cuando se produjo la entrada en escena de los Estados Unidos como potencia mundial.


3. LA IRRUPCIÓN DE LAS AGENCIAS NORTEAMERICANAS (1940-1970)

La II Guerra Mundial terminó con la hegemonía europea en muchos ámbitos, también en el de las comunicaciones y las agencias de prensa. AP rompió el "cartel" comenzando por América Latina donde ya había iniciado una cierta penetración desde los años veinte y treinta. Las agencias norteamericanas irrumpieron incluso en Europa, donde llegaron a competir muy seriamente con las autóctonas.

La ofensiva norteamericana se articuló alrededor de un eslogan ideológico -el "free flow"- y de las nuevas realidades económicas y tecnológicas que se fueron configurando después de la II Guerra Mundial. Es interesante destacar que la teoría del "free flow", formulada por el director de AP, Kent Cooper (Barriers Down, 1942), que sirvió para combatir el monopolio europeo fue un antecedente ideológico de la posición que mostrarán los Estados Unidos para oponerse a los planteamientos del Tercer Mundo y de la UNESCO a partir de 1975. Libertad contra "cartel" o contra el intento de control estatal de la información promovido por los países no alineados. En ambos casos, la ofensiva estuvo basada en unas agencias (AP y UPI) que son empresas privadas y cooperativas de diarios y que no tienen el carácter de públicas o parapúblicas de la mayoría de las agencias europeas (AFP, EFE, DPA, ANSA).

Pero también es interesante destacar que algunos de los argumentos de Cooper y los norteamericanos en su ofensiva contra el monopolio europeo, podrían ser esgrimidas después por el Tercer Mundo para denunciar el monopolio occidental de las agencias. Por ejemplo, cuando Cooper anunciaba que un pacto entre Havas y Reuter permitía a los europeos:
- eliminar la competencia de AP

- presentar las noticias norteamericanas en términos poco favorables para los Estados Unidos y hasta no transmitirlas.

-  presentar las informaciones de sus propios países en términos favorables sin ser contradichos.
¿Qué país del Tercer Mundo - y no solamente del Tercer Mundo-no podría esgrimir hoy agravios semejantes para denunciar su marginación de los flujos informativos internacionales, agregando otros más?

Conviene subrayar que la defensa del "free flow" no era una cuestión puramente corporativa. Afectaba los intereses estratégicos de los Estados Unidos, en una época en que se iniciaba la guerra fría. El año 1945, el secretario de Estado J. Foster Dulles lo dejó claro al afirmar que "si me obligasen a escoger un único principio de política exterior escogería la libre circulación de la información" (Gifreu, Josep: El debate internacional de la comunicación, Ariel Comunicación, Barcelona, 1986).

La teoría del "free flow" se concretó en primer lugar en América Latina, de acuerdo con la doctrina Monroe formulada en 1854. La captación de los clientes latinoamericanos se hizo a partir de la creciente influencia política de Estados Unidos, el abaratamiento de las tarifas telegráficas continentales (que costaban la mitad que las tarifas con Europa en 1936) y - todo se ha de decir- con la ayuda de la competitividad de AP que tuvo muy pronto una de las mejores coberturas mundiales; y de UPI que supo especializarse en servicios determinados como los deportes y las crónicas de radio, de gran interés para el mercado latinoamericano.

La ruptura del "cartel", la derrota alemana y la nueva hegemonía norteamericana configuraron, después de la II Guerra Mundial, un nuevo mapa de la presencia de las agencias internacionales en el Tercer Mundo en el que se combinaban inercias de la expansión colonial y nuevas realidades. Entre las novedades conviene resaltar el impacto de la confrontación entre los bloques y su manifestación en el Tercer Mundo, en beneficio de una presencia más activa de las agencias norteamericanas. El papel de gran potencia de los Estados Unidos, condujo a AP a dar mucha importancia a Centroamérica, el Sudeste Asiático y algunas zonas de África, como el África Austral, escenarios de enfrentamientos indirectos con la URSS o sus aliados.


4. LAS CRITICAS DEL TERCER MUNDO

El Tercer Mundo tomó conciencia relativamente tarde de su dependencia informativa pero la transformó en un elemento capital de su lucha contra el neocolonialismo. Durante una década, desde 1975 hasta 1985, esa dependencia fue objeto de denuncia con una unanimidad y una radicalidad que sorprenden quince años después, al leer los numerosos documentos que han quedado de aquel largo y tenso debate sobre la emancipación informativa de los países subdesarrollados.

La toma de conciencia sobre esta cuestión se produjo al constatar que el orden informativo heredado con la independencia era un obstáculo para dar a conocer al mundo la realidad de tales países, sin la mediación de los medios de comunicación de las antiguas potencias coloniales.También se hizo patente la inexistencia de una red propia de información que facilitara los proyectos de cooperación e integración de los estados que integraban el Movimiento de Países No Alineados (NOAL), creado en la conferencia de Bandung (1955).

El Nuevo Orden Informativo Internacional (NOII) que reclamaban los países del Tercer Mundo, después de un debate apasionante y apasionado sobre los problemas de comunicación a escala planetaria, era uno de los soportes del Nuevo Orden Económico Internacional (NOEI) que ellos empezaron a propugnar a partir de la Cumbre de los Países No Alineados de Argel (1973).

No es el momento de repasar en detalle el proceso que condujo a la aprobación del célebre informe Mac Bride y la crisis originada dentro de la UNESCO, que culminó con la retirada de los Estados Unidos y algunos países más. Pero sí conviene destacar que, tanto el documento final como los numerosos materiales preparatorios aprobados en sucesivas conferencias, atribuyen a las agencias de prensa un papel de primer orden en la dependencia informativa del Tercer Mundo.

Las críticas formuladas por el informe Mac Bride están basadas en realidades ineludibles que ponen de manifiesto el monopolio de los países occidentales o del Norte -también se menciona a la URSS- en lo que respecta a los flujos informativos. La idea principal es que la información continúa colonizada por mecanismos que tienen sus centros de decisión en Londres, París o Nueva York y que los países del Tercer Mundo no disponen de redes de telecomunicaciones propias y no pueden intervenir ni sobre los flujos informativos ni sobre el contenido de la información.

"Nos bebemos sus prejuicios. Hasta la imagen que tenemos de nosotros mismos, por no hablar de la que tenemos de otros países, tiende a conformarse con la que ellos tienen", denunció una dirigente moderada del movimiento, Indira Ghandi (1976). Podrían citarse decenas de declaraciones personales o institucionales mucho más radicales que anticipaban una voluntad de ruptura del orden informativo establecido desde mediados del siglo XIX.

El informe Mac Bride denunció una "corriente desigual de noticias" entre Norte y Sur y reconoció que el debate sobre este desequilibrio "surgió inicialmente en relación a las agencias de noticias internacionales que dominan el escenario de las noticias mundiales". Según la estimación del informe, las agencias internacionales dedican solamente entre el diez y el treinta por ciento de sus noticias a los países en vías de desarrollo.

Las críticas del informe Mac Bride tenían fundamento, pero el análisis de los fenómenos internacionales de la comunicación y la elaboración de alternativas quedaban demasiado encorsetadas por una visión estatista y por la confrontación Norte-Sur, propia de los años setenta. Ambas ideas limitaban el tratamiento de los problemas de la comunicación y condicionaban las iniciativas con las que los países del Sur pretendían compensar el dominio informativo del Norte.

Parecía -caricaturizando un poco- como si no fuese suficiente decir: "hasta ahora los países del Norte han creado sus mecanismos de comunicación; nosotros hemos de crear los nuestros. El Norte tiene sus agencias, creemos la nuestra y conseguiremos dar una imagen del Tercer Mundo que no estará condicionada por los prejuicios actuales". Como todos saben, las cosas no fueron tan fáciles y el movimiento en favor de "un mundo con voces múltiples", lejos de conseguir sus objetivos, fue derrotado por la contraofensiva occidental y por sus propias contradicciones.


5. ¿POR QUÉ FRACASARON LAS PROPUESTAS DE LA UNESCO?

La respuesta más frecuente es la que atribuye el fracaso a la ofensiva occidental, particularmente, la de los Estados Unidos, que llegaron a abandonar la UNESCO dejándola sin recursos. Pero tan importante o más que los méritos de la Administración Reagan -que tomó esta decisión- fueron, en mi opinión, las concepciones erróneas que animaban el NOII, así como la crisis política e histórica de los NOAL.

Alarmados por las primeras formulaciones sobre el NOII -y con la voluntad de alarmar todavía más a sus aliados occidentales, algunos políticos norteamericanos exageraron el potencial revolucionario del NOII. "Les guste o no, habrá NOII. Podría ser la fuerza fundamental y el combustible (sic) para el NOEI impulsados por las naciones menos desarrolladas" (Informe Kroloff-Cohen, por el Comité de Relaciones Exteriores del Senado de los Estados Unidos, 1977).

Las cosas no eran tan sencillas. Los países implicados en la elaboración de una alternativa al orden informativo existente, no tuvieron suficientemente en cuenta que para impulsar un NOII se tenía que haber conseguido un determinado nivel de desarrollo, de poder político y de liberación económica. Este voluntarismo, típico de los años setenta, se manifiesta en el propio informe Mac Bride, cuando dice: "El NOII es un requisito previo del NOEI, así como la comunicación es la condición sine qua non de todos los intercambios económicos entre grupos, pueblos y naciones" (p. 79 y ss.).

Para hacer realidad el NOII, el Tercer Mundo necesitaba un poder político y un potencial económico (y tecnológico) que no tenía. Sin cambios en el orden económico e internacional, los objetivos fijados por el movimiento de los NOAL quedaban en una lista de buenas intenciones como las formuladas en la conferencia de Argel (1973):
-Reorganizar los actuales circuitos de comunicación.

-Revisar los acuerdos bilaterales en materia de información, así como las tarifas telegráficas.

-Avanzar hacia el aprovechamiento colectivo de los satélites de comunicación y establecer un código de reglamentación que permita determinar su uso.
Las ideas de Argel se concretaron en la creación del Pool de Agencias de los NOAL (1976) bajo la coordinación de la agencia yugoslava Tanjug. Un Pool impulsado por quince países que interesa recordar para comprobar hasta qué punto el movimiento de los No Alineados estalló después en una diversidad de países y regímenes que tienen muy poco en común (Yugoslavia, Cuba, Vietnam, México, Perú, Indonesia, India, Irak, Egipto, Túnez, Sudán, Zaire, Ghana, Malawi y Senegal).

El Informe Mac Bride confundió la independencia informativa con el fomento de políticas de comunicación estatales, de carácter nacional. Partiendo de una visión idealizada del Tercer Mundo, no tuvo en cuenta la debilidad de la sociedad civil y de la economía de la mayoría de sus países, que dejaron toda la iniciativa informativa en manos de los gobiernos, quienes hicieron cada vez más una utilización instrumental y propagandística de los medios estatales y proporcionaron, de esta manera, argumentos y armas a la oposición occidental.

El Pool se encontró con que la mayoría de las informaciones que le venían desde los países que lo formaban, llegaban tarde (en parte por razones tecnológicas) y frecuentemente censuradas por los gobiernos correspondientes. Las agencias nacionales que suministraban información al Pool (creadas a menudo con la colaboración de las antiguas potencias coloniales) eran, en su mayoría, obedientes a sus gobiernos y estaban sometidas, con pocas excepciones, a regímenes despóticos de partido único. Al confundir independencia informativa con políticas informativas nacionales se dejó a Occidente el monopolio de la información y la iniciativa en la batalla cultural y política en torno a la comunicación.

Como ejemplos de dicha voluntad de intervencionismo estatal, que pretendía paliar una falta de medios informativos propios, pueden citarse resoluciones como las aprobadas en:
-La conferencia sobre políticas de comunicación en Latinoamérica y el Caribe (San José, 1976): "es potestad de los estados la formulación de las políticas y planes nacionales en materia de comunicación social".

-La conferencia de Yaundé (1980): "consideramos como un medio de liberación y expresión de la libertad de nuestros pueblos, el uso sistemático de los órganos de información para reforzar la unidad nacional y la movilización de energías en favor del desarrollo (...) y para evitar el predominio de los grupos de presión egoístas sobre los medios de comunicación o su abandono en manos de intereses privados, al privilegio exclusivo de las transnacionales de la comunicación o al monopolio de los profesionales de la comunicación".
Es necesario precisar, no obstante, que el informe Mac Bride hila mucho más fino y no recoje de forma esquemática las expresiones más radicales y simplificadoras que acompañaron el debate. El informe define a la información como un derecho al que todo hombre debe tener acceso. Plantea también la necesidad de integrar la información al desarrollo. Tiene toda la razón cuando ubica la comunicación como un elemento de integración y cooperación. Todo ello ha quedado confirmado por la evolución del capitalismo en los países desarrollados, en los cuales la comunicación juega una papel cada vez más importante.

Las críticas de Mac Bride a los peligros que comporta la explosión tecnológica y sus advertencias sobre los efectos de la comercialización tampoco tenían por qué escandalizar tanto, si se tiene en cuenta que los mismos países desarrollados también se han planteado las consecuencias que puede tener la consolidación de grandes grupos multimedia.

Por otra parte, hay que rechazar la idea de que el informe promovido por la UNESCO no se planteaba los problemas de la libertad de información y de los derechos de los periodistas, cuando el informe Mac Bride contiene todo un capítulo dedicado a la democratización de la comunicación relacionado con las libertades y los derechos humanos.

El informe de la UNESCO, que tenía muchos aspectos positivos, fue víctima de la confrontación de los bloques y los Estados Unidos lo atacaron como expresión de la presencia de la URSS -y de las ideas soviéticas- en el Tercer Mundo. Era un ataque injusto, porque la esencia del problema no era el conflicto Este-Oeste; pero la contraofensiva occidental encontró argumentos en la visión excesivamente estatista y gubernamental de las iniciativas que generó el informe Mac Bride. Entre otras, la de pretender constituir un pool de agencias basado en la información oficial proporcionada originalmente por organismos gubernamentales.

La reacción norteamericana, que llegó hasta su retirada de la UNESCO -una decisión que la administración Clinton podría reconsiderar pronto-contó con la movilización activa de los principales organismos gubernamentales occidentales relacionados con la información como el World Press Freedom Commitee, la American Newspaper Publishers Association (ANPA), las agencias AP y UPI, el International Press Institute (IPI), y la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP). Pero así y todo, el fracaso de las iniciativas promovidas por el Tercer Mundo se debe tanto a sus propias debilidades y contradicciones como a los efectos de las amenazas norteamericanas.


6. AGENCIAS DE PRENSA Y TERCER MUNDO: REVISANDO CONCEPTOS


Lo que ocurrió, en éste como en otros muchos aspectos de la lucha de los países subdesarrollados, es que la realidad se modificó más aprisa que los presupuestos teóricos; y en una dirección que nadie había previsto políticamente. Quince años después del informe Mac Bride, ni el concepto de agencia de prensa es el mismo, ni el Tercer Mundo se parece al que empezó a levantar cabeza en la Conferencia de Bandung.

Lo anotábamos antes, al enumerar los quince países que promovieron el Pool de Agencias de los NOAL y al preguntarnos cómo habían evolucionado. Yugoslavia, el principal impulsor del movimiento, ya no existe. Cuba no está en condiciones de impulsar nada, ni política ni económicamente. Vietnam se prepara para ser uno de los nuevos tigres del Pacífico y ha abandonado toda veleidad solidaria. El Perú de Fujimori y Sendero Luminoso tiene bien poco que ver con el del General Velasco Alvarado. Irak se ha colocado en un ostracismo internacional; Egipto y Sudán atraviesan, de dos maneras diferentes, la embestida del islamismo radical y están enfrentados como nunca.

El Tercer Mundo no existe más como concepto político. De hecho, quizá no ha existido nunca, más allá de algunas iniciativas continentales. Su surgimiento fue muy importante, desde el punto de vista de la creación de una conciencia mundial que ha hecho un largo camino, pero nunca fue capaz de encauzar iniciativas duraderas aptas para romper el carácter profundamente desigual de las relaciones internacionales y su expresión institucional en los principales organismos internacionales.

Su supervivencia formal en los años 80 se debió en buena parte a la confrontación entre los bloques. Pero el enfrentamiento entre los EEUU y la URSS acabó con el espíritu del movimiento y contribuyó a su estallido político. A las diferencias políticas se añadieron relaciones cada vez más dispares con la economía mundial, en la cual unos países como Méjico y la India se han ido insertando -aunque desde una posición periférica y subordinada- mientras los otros han quedado excluidos, como es el caso de los del África negra.

Siguiendo con la lista de promotores del Pool podemos constatar que los cinco países del África subsahariana que lo integraban (Sudán, Zaire, Ghana, Malawi y Senegal) están prácticamente al margen del escenario internacional y atraviesan crisis económicas y sociales devastadoras, quizás con excepción del Senegal.

Esta evolución política y económica ha tenido una gran importancia desde el punto de vista del debate sobre un NOII. Podríamos decir que, mientras la mayoría de países del llamado Tercer Mundo lo necesitan más que nunca y no disponen de ningún acceso a los circuitos informativos y a las redes mundiales de telecomunicaciones, algunos -como México, Brasil, la India- han conseguido un sitio, sobre todo, en el campo de la televisión. No vale la pena, sin embargo, hacerse demasiadas ilusiones sobre tal evolución que no afecta a los principales medios y redes informativas y tiene bien poco que ver con los objetivos que se fijaba la UNESCO.

En lo que se refiere a las agencias de prensa, su transformación ha marchado a caballo de los cambios políticos y económicos que ha experimentado el mundo en las dos últimas décadas. Por una parte, la hegemonía de las grandes agencias, tan criticada desde el Tercer Mundo, se ha fortalecido. Las principales agencias internacionales, solamente son tres y -AP, Reuter, AFP - después de la desaparición de UPI y TASS; y las tres han conseguido una dimensión multimedia y mundial que se corresponde con la mundialización de la economía y la universalización de los mercados. (De las tres, Reuter es más mundial que las otras).

Pero el fortalecimiento de la hegemonía de las tres grandes no ha impedido la consolidación de agencias de carácter internacional como EFE, que ocupa una posición dominante en América Latina; KYODO, que cuenta con gran arraigo en Asia y tal vez la DPA que podría recuperar parte de la gloria de la Wolff en Centroeuropa. Sin tratarse de un fenómeno originado en el Tercer Mundo, el surgimiento de competencias regionales, sin embargo, contribuye a un cierto policentrismo informativo con respecto a las grandes agencias y refuerza su necesidad de neutralidad informativa.

La iniciativa local llevada a cabo por la EFE en Centroamérica, donde ha creado una agencia regional junto con otros medios del área (ACAN-EFE) es, en este sentido, una de las más importantes; como tal ha sido destacada por la UNESCO. ACAN-EFE no rompe con ningún "monopolio del Norte" y se basa, ciertamente, en la hegemonía de EFE sobre los recursos y redes de ACAN; pero contribuye a la circulación regional de información entre los países del área, uno de los objetivos fijados por el informe Mac Bride. La existencia de un "desk" internacional en Panamá acaba con la vieja concepción radial que supone trasladar a la metrópoli las decisiones fundamentales sobre lo que se ha de publicar y cómo se ha de publicar.

El debate sobre las agencias y el Tercer Mundo debe tener en cuenta que los cambios que ha experimentado el sistema mundial de comunicación ha restado importancia a las agencias de prensa, en favor de otros medios de comunicación. Actualmente, las agencias no son la única fuente de información, en tiempo real, de lo que pasa en el mundo. La radio y, sobretodo, la televisión juegan un papel cada vez más importante, pero también diferente, del de las agencias como fuentes primarias de información. Volviendo a la comparación entre la guerra del Vietnam y la guerra del Golfo, podemos destacar el desplazamiento de las agencias por las televisiones; especialmente por la CNN, como fuente directa de información y, simultáneamente, como mayorista para las demás televisiones y para los medios de comunicación convencionales.

Este fenómeno, de gran trascendencia, no solamente ha restado importancia a la actividad tradicional de las agencias -el suministro de noticias- en relación a otras actividades sino que ha afectado su actividad, condicionándola desde la lógica de la información-espectáculo, que es propia de la televisión. Como ha señalado Ignacio Ramonet, director de Le Monde diplomatique: "al encabezar la jerarquía de los medios de comunicación, la televisión impone a los otros -también a las agencias- sus propias perversiones". Existe, efectivamente, un peligro de vampirización de todo el periodismo por parte de la televisión y su lenguaje, con efectos devastadores respecto al tipo de información sobre el Tercer mundo que se consume mundialmente.

En la medida en que la televisión necesita imágenes "fuertes" y simplificadas, contribuye a esquematizar la información procedente del Tercer Mundo y sitúa a los demás medios a remolque de lo que se ve en las pantallas. La globalización de la información, la capacidad de la televisión de ofrecer en directo lo que pasa en cualquier rincón, facilita y estimula el uso de prejuicios, tópicos y estereotipos, da importancia a los desastres naturales y esporádicos mientras se la quita a los sociales y cotidianos. La televisión tiende a truncar el seguimiento y la continuidad informativa y privilegia la concentración del interés en un momento, un conflicto que deviene, por unos días, en centro del universo, hasta que es engullido por el olvido. Bajo una apariencia de más información y de visión global de lo que pasa en el mundo, la televisión por satélite opera como aquellos tiovivos que gustan a los niños porque giran muy aprisa y hacen mucho ruido, pero de los que nadie recuerda la forma ni el color de la montura, de tan rápido que giran y tanto estruendo que producen.

Pese a que las agencias escapan más que otros medios de comunicación a esta dinámica, también sufren las consecuencias y, durante la guerra del Golfo, se pudo apreciar cómo algunos corresponsales de agencia se tenían que someter al ritmo, la lógica y la selección de la información de las grandes cadenas norteamericanas de televisión. Es en este sentido que la crítica del Tercer Mundo debería fijarse menos en las agencias de prensa y abordar nuevos fenómenos informativos que son los que determinan cada vez más los flujos mundiales de la información.


7. LAS AGENCIAS Y LA CREDIBILIDAD DE LA INFORMACIÓN

Las agencias mantienen un grado de credibilidad superior al de cualquier otro medio. La neutralidad informativa de las grandes agencias es relativa. Ya hemos visto que dicha neutralidad está condicionada por motivos propios y ajenos, por las características de las propias agencias y por la lógica mercantil que impera en el campo de los medios de comunicación. Pero las agencias son el medio que ha sido menos afectado por las transformaciones derivadas de esta lógica. Ya hemos insistido en que, probablemente, es menos por virtud que por necesidad, pero el caso es que los mecanismos de distorsión que operan en otros ámbitos no están tan presentes en las agencias internacionales.

Esta característica tiene efectos positivos en lo que se refiere a la información que las agencias proporcionan al Tercer Mundo, en comparación con la que ofrecen muchos medios escritos o audiovisuales. Podemos afirmar, como criterio general, que las agencias difunden más información sobre lo que pasa en los países subdesarrollados y dicha información es más sistemática, está menos sometida a una demanda informativa sorpresiva y caprichosa provocada por alguna desgracia natural o algún conflicto político; una información más global y continuada, basada en hechos de diversa importancia que forman, encadenados, la verdadera actualidad.

En defensa de esta tesis se pueden aportar datos sobre los contenidos informativos de la agencia EFE y el uso que de ellos hace la prensa escrita española (sacados de un estudio sobre los cien principales diarios del Estado, el año 1990). Los datos demostraban que el conducto internacional de EFE está menos sometido a la dictadura del mercado y a las modas informativas. Es significativo, por ejemplo, que mientras el veinticinco por ciento de la información internacional difundida por EFE en España, en 1990, estaba dedicada a América Latina, en las noticias de EFE que recogían los diarios españoles, solamente un once por ciento era noticias sobre Latinoamérica. Mientras una de cada cuatro noticias de EFE era latinoamericana, sólo una de cada seis de las noticias con crédito de EFE publicadas en la prensa española, lo era.

Aquí vemos cómo y dónde operan los "gatekeepers", en este caso quién determina que se ofrezca más o menos información sobre un área del mundo. A partir de 1989, la información europea comenzó a tener una importancia mayor en la prensa española, en detrimento de la de América Latina, como indica el mencionado estudio sobre el uso del conducto internacional de EFE (mientras EFE dedicaba el treinta y ocho por ciento de su servicio a informar sobre Europa, el porcentaje de noticias de EFE sobre el continente europeo recogido por la prensa española llegaba al 46,8 por ciento.

El uso que los diarios hacen de EFE confirma que las agencias son menos sensibles -algunos dirán que son más burocráticas- a las fluctuaciones de la actualidad, marcadas en buena parte por la cobertura televisiva de los tres o cuatro fenómenos internacionales más importantes del momento.

Cuando los latinoamericanos se quejan de que en España "se habla poco y cada vez menos de América Latina" no deben dirigir fundamentalmente sus quejas hacia la Agencia EFE (aunque, ciertamente, EFE, como todas las agencias, tiene que acabar teniendo en cuenta las preferencias de sus abonados: si se hiciese hoy el estudio de 1990 se podría comprobar que las noticias procedentes de América Latina ya no ocupan el 25 por ciento del conducto internacional dedicado a los diarios españoles).

Para concluir, podemos decir que la información, como la economía, la política y la cultura, sigue sometida a intercambios desiguales (en cantidad y calidad) entre los países desarrollados y los demás. Tal desigualdad coloca a los países del llamado Tercer Mundo en una posición periférica, en un sector que será determinante para el siglo XXI. Contribuye, así, a perpetuar su marginación.

Este fenómeno adopta, sin embargo, manifestaciones muy distintas de las cuales las agencias de prensa son tan sólo una y no la más importante. El Tercer Mundo continúa sin tener acceso a las redes mundiales de información que constituyen las grandes agencias de prensa. Pero, paradójicamente, a pesar de la hegemonía occidental, la información internacional de las agencias es una de las más fiables, la que conlleva menos estereotipos y la que mejor ha resistido, por ahora, las inquietantes transformaciones que sufre el sistema informativo. Debe ser por eso que las agencias de prensa no están de moda y atraviesan un mal momento.



"La aldea Babel - Medios de comunicación y relaciones Norte-Sur (Colección INTERMÓN)", Carmen Pérez Babot
Deriva Editorial, Barcelona, 1994