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ALUMBRADO

828. Alumbrado.

Hemos esplicado ya la llama (449), y sabemos que para producirla es necesario la combustión de un cuerpo á una temperatura superior á 500 grados, siendo tanto mas brillante cuanto mas elevada es la temperatura, y que una llama no sera brillante si no tiene cuerpos sólidos interpuestos, el hidrógeno es un gas combustible, poro su luz pálida no puede servir para alumbrar como no contenga carbono, cuerpo también combustible, como sabemos, que encontrándose en la llama en estado sólido por descomponerse de su combinación con el hidrógeno, produce el brillo, que será el mayor cuando los dos cuerpos estén en las proporciones convenientes, sin esceso ninguno de ellos; por esto, el hidrógeno bi-carbonado produce la llama con el brillo mayor, siempre que tenga el oxígeno que necesita para arder. De aquí deduciremos que los cuerpos que produzcan hidrógenos carbonados serán los que se han de emplear en el alumbrado, siendo mas á propósito los que dan el bi-carbonado puro ó menos mezclado con otros gases: estos cuerpos son sólidos, líquidos, ó el mismo gas fabricado para el efecto.


829. Fotómetros.

Para poder comparar los combustibles que sirven en el alumbrado, es necesario tener un medio de medir la intensidad de la luz, pero no existe en el dia ninguno que con exactitud pueda dárnos la cantidad relativa de luz de dos combustibles; sin embargo, con el nombre de fotómetros se han hecho algunos aparatos para este objeto, de los cuales daremos á conocer dos, que son los que sirven a falta de otros mas exactos.


Fig. 446.
Fundándose en el principio de que la intensidad de la luz decrece con la distancia (716), se ha hecho un fotómetro (fig. 446), que consiste en una pantalla de papel ó vidrio deslustrado A colocada verticalmente; delante y á igual distancia de esta, se ponen dos listones B de un cuerpo opaco, y despues las dos luces D y H que se quieren comparar, de modo que los listones no reciban luz mas que de una de ellas, para lo cual se interpone una pantalla opaca; las sombras C producidas no serán de igual intensidad, pero alejando mas ó menos las luces de la pantalla, se logrará que á la vista lleguen á serlo; midiendo entonces las distancias de las luces á la pantalla, deduciremos la intensidad respectiva; por ejemplo, si la luz D está á doble distancia que la H, concluiremos que la primera tiene 2 x 2 = 4 veces mas intensidad que la segunda: de este fotómetro se hace bastante uso.


Fig. 447.
Otro aparato, debido á Wheatstone (fig. 447), consiste en una caja A que está atravesada por un eje en N, que gira por medio del manubrio B; en la parte superior tiene unida este eje, una palanquita que sostiene por su centro la rueda C dentada; esta rueda engrana en unos dientes colocados en la circunferencia superior de la caja A, de modo que tiene dos movimientos, uno de rotación sobre el centro de la caja por el manubrio B, y otro también de rotación sobre su centro, por engranar en los dientes de la caja: esta rueda tiene unos pinchos salientes en los que se sujeta un pequeño disco negro de corcho D, al que está unida una esferita S de acero muy brillante. Supongamos dos luces y entre ellas el aparato; cada una producirá en la esferita S un punto brillante, y puesta en movimiento por el manubrio B, cada punto formará una línea en la forma L y E por ejemplo, produciéndose este efecto por el tiempo que dura la impresión de cada punto brillante en el ojo (768); acercando mas ó menos las luces se logra hacer que estas líneas sean de igual brillo, y cuando se han llegado á conseguir, se miden las distancias del apárato á cada luz y se calculan, como en el caso anterior, las intensidades inversas del cuadrado de la distancia. En los fotómetros de este género bien construidos, suele estar unido el eje N á una rueda dentada colocada en el interior de la caja A, y el manubrio mueve otra rueda mayor que engrana con la del eje y de este modo tiene mucha velocidad la esfera S.


830. Alumbrado por cuerpos sólidos.

Los cuerpos que pueden emplearse en estado sólido, son los que llenan la condición de descomponerse por el calor en hidrógeno mas ó menos carbonado, y son sólidos á la temperatura ordinaria; los que tienen estas condiciones son, el sebo de diferentes anímales, entre ellos el carnero y el buey, la esperma de ballena, la cera, y los productos estraidos del sebo y destilación de grasas. El sebo es formado de varios principios, entre ellos uno aceitoso que le da el olor y poca consistencia que le conocemos; quitado este principio, y descompuestos los restantes, se estraen los llamados ácido esteárico y margárico, que son sólidos, blancos, sin el olor del sebo, y con muchas ventajas sobre este; de ellos se fabrican las bujías llamadas esteáricas. La esperma se encuentra entre los sesos de diversos cachalotes, y con ella se fabrican bujías de una hermosa apariencia. La cera es producto de las abejas, y se blanquea á la influencia del aire y la luz. No hace muchos años que se estrae de todas las grasas ó productos grasos, un cuerpo sólido con el que se forman bujías mas económicas que las esteáricas, si bien no tan buenas, pero preferibles á las de sebo; este cuerpo, que puede estraerse lo mismo de vejetales que de animales, recibe diferentes nombres, y entre ellos el de cera vegetal cuando proviene de cuerpos que pertenecen á esta clase, siendo uno de que se estrae en bastante cantidad el aceite de palma. A la química pertenece darnos estos cuerpos en estado de bujías ó velas, y á nosotros, considerarlos en este estado. Los sólidos para arder necesitan una mecha, que es el lugar donde se hace la descomposición del cuerpo; una vela encendida produce calor para fundir el sólido de que está formada, y en estado líquido sube por efecto de la capilaridad entre las fibras de la mecha hasta el punto donde la temperatura es suficientemente elevada para descomponerle y convertirle en gas, que produce la llama por efecto de esta misma elevación de temperatura: si el gas formado no encuentra bastante oxígeno para arder, mucha parte de él no arde, produciendo pérdida de combustible, mal olor, y depósito de carbón que ensucia los objetos sobre que se deposita. La mecha ó torcida que atraviesa las velas todas, tiene el inconveniente de que es preciso cortarla ó despavilar cuando, gastándose la vela, queda demasiado larga, siendo un cuerpo interpuesto en la llama que impide la buena combustión, y da por resultado menos luz y mal olor: en el dia se evita el tener que despavilar en las bujías que no son de sebo, haciendo la mecha trenzada y colocándola en el molde un poco retorcida; de este modo su punta se encorva y sale fuera de la llama cuando está algo larga, y como encuentra aire, se quema y reduce á ceniza. La llama de una bujía que encuentra aire solamente en la parte esterior, presenta siempre en el centro un espacio opaco en que la combustión no se efectúa por falta de oxígeno, lo cual es un inconveniente en esta clase de alumbrado.


831. Alumbrado por líquidos.

Los aceites llamados grasos son los que se emplean para el alumbrado, y en España solo el de oliva, ó entre la gente pobre, el de pescado: en otros paises se cultiva la colza y algunos vegetales mas, que producen buenos aceites para alumbrar. Por mucho tiempo ha sido el aparato destinado á quemar el aceite un recipiente de forma cualquiera, en el que entraba parte de una mecha que por su capilaridad hacia llegar el líquido como en las bujías al punto donde el calor producía la descomposición, y de este modo ardia; aún se sigue este método en los antiguos velones, candiles, lamparillas y otros aparatos: pero en ellos la luz no es brillante por falta de aire en el interior de la llama, como sucede en las velas, siendo la combustión incompleta y produciéndose mal olor y tufo. A este método siguió el de  las mechas en  forma de cinta, ó chatas, pero se remedió poco el inconveniente.


832. Lámparas.


Argand estudió el alumbrado por líquidos, y la primera modificación importante que hizo, fue producir una corriente de aire en el interior de las llamas, formando la mecha circular; teniendo ademas en cuenta que la luz no es mas que un hogar donde se quema combustible, ocurrió la adición de una chimenea para tener la conveniente renovación de aire sobre la llama, y con esto quedó resuelto el problema de producir luz de mucha intensidad con la misma cantidad de combustible que en los antiguos aparatos la producía débil y con mal olor. Era menester resolver todavía el problema de hacer llegar el aceite á la mecha en la cantidad necesaria, lo que no dejaba de ofrecer dificultades, porque gastándose á medida que arde, su nivel no permanece constante: se colocó primero un recipiente A (Fig. 448) mas alto que la mecha, lleno de aceite, y con un orificio B, que pudiera abrirse y cerrarse a voluntad por medio del anillo C movido con el vastago D; todavía se usan bastante estos aparatos á pesar de lo incómodo que es el tenerlos que arreglar continuamente, pues si esta abierto el orificio B por mucho tiempo, se sale el aceite, y si cerrado, se apaga cuando baja demasiado el nivel en el tubo de la mecha, siendo difícil graduar la abertura de manera que salga tanto como se gasta solamente.


Fig. 448.                Fig. 449.
También se hicieron las lámparas llamadas de corona (fig. 449), que consisten en un tubo circular A colocado á la altura de la mecha, que comunica con el recipiente C de esta por dos tubos B; en el recipiente A se pone el aceite, y como es de bastante estensión, el nivel del líquido baja poco, pudiendo suplir la capilaridad de la mecha á la diferencia de nivel; pero este recipiente quita mucha luz y es incómodo, por eso estas lámparas se usan ya muy poco. Después se han dispuesto los recipientes de varios modos; el aparato de nivel constante (fig. 173), que dejamos ya esplicado (290), es uno de ellos, puesta la mecha en B por cualquiera de los medios que después veremos; es un aparato sencillo y fácil de manejar, por lo que se usa bastante. Otro aparato semejante sería el esplicado (fig. 176); la mecha estaría también en B, pero debería tener una llave en A que se pudiera cerrar para llenarle, abriéndola cuando estuviera ya tapado el recipiente C; como son mas fáciles de manejar las anteriores, no se han preparado de esta última clase.


833. Lámpara de Girard.

Para evitar el estorbo del recipiente se han inventado varias especies de lámparas, en que el aceite está debajo de la mecha.


Fig. 450.
Girard hizo una (figura 450), fundada en el principio de la fuente de Heron (291): A es un recipiente lleno de aceite en donde entra el tubo B, que forma parte del C en que va colocada la mecha; otro recipiente D, inferior al A, está también lleno de aceite que baja por el tubo F á otro recipiente E colocado al pie de la lámpara; á medida que entra en este el aceite del D, el aire sale por el tubo encorvado H al recipiente A, y hace subir el aceite por el tubo B á la mecha; hasta aquí es exactamente una fuente de Heron, pero necesita algunas adiciones; para que el aceite suba á C en cantidad igual, es necesario que la presión sea constante entre D y E, pero a medida que baja el aceite desde el D al E la columna de presión va disminuyendo, pues baja el nivel en el primero y sube en el segundo; para que esta presión sea siempre la misma se pone el tubo R abierto y el recipiente S, y con esto la presión es constantemente la de una columna desde el estremo inferior de R donde pesa la atmósfera (300), hasta la superficie superior de S que está lleno siempre, derramándose en E el esceso: esta lámpara se llena echando aceite en el recipiente D por el tubo R, abriendo el N para que salga el aire; después se cierra y se vuelca la lámpara, en cuyo caso el aceite acumulado en E pasa por H al recipiente A; en B debe tener una llave que se cierra para que la lámpara no funcione cuando está apagada: este ingenioso aparato es algo complicado, y por eso es muy poco usado hoy día; además puede fácilmente derramarse aceite al llenarle, y este es otro inconveniente; los posos del aceite tampoco se pueden sacar fácilmente; no le hemos visto usar en España.


834. Lámpara de Thilorier.


Fig. 451.
La lámpara de Thilorier (fig. 451) está fundada en que dos líquidos de diferentes densidades, suben en tubos comunicantes á distinta altura (200): un recipiente A contiene una disolución de sulfato de zinc, y otro C, aceite; el sulfato baja por el tubo C y hace salir el aceite por D hasta la mecha colocada en E, y un tubo F lleva la presión de la atmósfera á la parte inferior de A para que sea próximamente constante y equilibre á la columna de aceite desde el  recipiente á la torcida: y como la disolución del sulfato de zinc es mas densa que el aceite, se equilibran las dos columnas de estos líquidos, aunque la del segundo es mas larga, si están calculadas convenientemente. Para llenar esta lámpara, se tapa el tubo E por su parte inferior y se pone en la superior un embudo; echando aceite por él, la presión de este hace subir la disolución de sulfato al recipiente A, llenándose el B de aceite; también hay que quitar al mismo tiempo el tubo F para que salga el aire: esta lámpara es algo complicada, y se necesita renovar el sulfato de zinc con alguna frecuencia, porque se altera y empuerca con los posos del aceite; y es un líquido que aunque no ofrece dificultad su preparación no se encuentra con la facilidad que el aceite; además, se limpian con dificultad estas lámparas en su interior y pueden obstruirse los tubos; en una palabra, ni esta lámpara ni la de Girard (833) son bastante sencillas y fáciles de manejar, como es necesario que sean los aparatos de que tanto uso se hace y que andan en manos de personas generalmente poco diestras.


835. Lámpara de Cárcel.

Se ha  dispuesto por Cárcel una lámpara que hace subir el aceite á la mecha por medio de una ó dos bombitas colocadas dentro de un recipiente que contiene el aceite en el cuerpo de la lámpara; estas bombas se mueven por un mecanismo de relojería muy simplificado, y funcionan perfectamente. Las lámparas de Cárcel son buenas, pero no tan sencillas ni económicas que puedan preferirse á otras; sin embargo, ellas han dado origen á las de resorte, muy usadas en el dia, y que vamos á describir.


836. Lámpara de resorte.


Fig. 452.
En un cilindro A (fig. 452) se encuentra colocado un resorte de alambre E fijo por un estremo en B, y apoyado al otro estremo en un embolo C, formado con una plancha de metal y un cuero D que se adapta encorvado á la pared del cilindro; en este émbolo está fijo un vastago H dentado, y que engrana en un piñón que se mueve dando vueltas a la llave I; además, al mismo émbolo se encuentra unido un tubo R abierto que se representa aparte en mayor escala, formado de dos trozos, uno S unido al émbolo que entra en el otro T, fijo al recipiente de la mecha; en el interior de este tubo hay una varilla O, sujeta á la parte superior, y que llega hasta el tubo S solamente, á la cual se llama el moderador. El botón N hace subir ó bajar la mecha por medio de una varilla dentada colocada en P. Echando aceite por M cae dentro del cilindro A sobre el émbolo; en seguida, haciendo girar la llave I, sube este y el resorte E se comprime entrando unas vueltas en otras, para lo cual tiene la forma que representa la figura, y de esta manera ocupa menos lugar cuando esta recojido: al subir el émbolo se produce debajo una disminución de presión que hace que el aceite comprima el cuero y pase á esta parte inferior, pero una vez entrado en ella, comprime el cuero contra el cilindro por la presión del resorte y no puede subir sino por el tubo R, que le conduce á la mecha; este resorte no produce siempre la misma presión, puesto que cuanto mas estendido se encuentre tendrá menos fuerza, y además en este caso es cuando el émbolo se halla mas bajo y el aceite tiene que recorrer una altura mayor desde su nivel debajo del émbolo, por lo tanto no sube de una manera regular, como es necesario para producir una luz siempre de la  misma intensidad; para evitar este inconveniente sirve el moderador O: el aceite tiene que subir por el espacio que resulta entre la pared del tubo T y la varilla O; cuando el émbolo esta bajo, este espacio es suficiente para que suba el aceite necesario; pero al subir el émbolo, sube también el tubo S y se introduce en él la varilla O, de modo que como este tubo es mas estrecho, la varilla disminuye su sección y forma un obstáculo para la subida del aceite, que por estas causas asciende con mas dificultad, compensándose así la mayor fuerza que hace el resorte; á medida que se estiende baja el tubo S, y la varilla O sale de él disminuyendo el obstáculo que se opone á la subida; tanteado el grueso de la varilla y de los tubos, se logra un ascenso del aceite bastante uniforme para producir la luz igual; el aceite sube siempre en mayor cantidad que la que se consume, pero se derrama al recipiente M, desde donde cae sobre el émbolo y entra debajo de él cuando se le hace elevar; este aceite en esceso es causa de que la mecha se queme mas arriba del borde del tubo que la contiene, lo cual es ventajoso, como veremos después. Las lámparas de resorte producen una luz clara y son fáciles de manejar, por lo que se usan mucho en el dia.


837. Lámpara solar.


Fig. 453.
Otra lámpara moderna, de recipiente inferior, es la llamada solar (fig. 453). Consiste en un recipiente A, en donde se pone el aceite por un orificio C; una cubierta H S H se coloca encima de la parte superior de este recipiente A, dejando espacio para que el aire entre por unos agujeros H que lleva en toda su circunferencia, al interior de la chimenea F, que va unida á la misma cubierta; la mecha es anular, y recibe también aire en su centro por el tubo B que le toma en los agujeros D; como el recipiente es ancho, baja poco el nivel del aceite, y así puede la capilaridad de la mecha suplir por algunas horas la disminución de altura; estas lámparas tienen la particularidad de que la cubierta deja paso á la llama por un orificio S estrecho; de modo que como tienen que pasar por este orificio el aire quo entra por B y por H y los gases combustibles, se mezclan bien y la combustión es completa, resultando una llama larga y brillante; son por lo tanto estas lámparas de muy buen efecto, teniendo solo el inconveniente de necesitar siempre la mecha bastante larga para que entre en el aceite aunque se encuentre bajo, ó de lo contrario tener que añadir aceite con frecuencia. Para arreglar la mecha hay en P un botón para hacer girar toda la cubierta, y en este caso un apéndice E que lleva esta, tropieza con alguno de los varios L que tiene el anillo, que pone la torcida en movimiento y la hace subir ó bajar.


838. Mechas.

Las mechas se hacen de un cuerpo fibroso, que forme entre sus hilos conductos capilares por donde ascienda el líquido combustible al punto donde el calor de la llama le descomponga para arder: ningún cuerpo mejor que el algodón llena las condiciones que necesita la mecha, y para que los conductos capilares en ella no estén interrumpidos, ni se deben tejer ni torcer los hilos que la forman, siendo fácil comprender que el encerar las mechas ó impregnarlas de un cuerpo cualquiera que las quite su capilaridad, será un mal sistema. La mecha en todas las lámparas se encuentra dentro de un tubo, y de él se saca á medida que se va gastando; pero debe arder solo á la distancia de una línea ó poco mas, de donde sale, es decir, que ha de quedar sin carbonizarse una porción de ella fuera del tubo que la contiene, pues de lo contrario se calienta este tubo hasta producir la descomposición del aceite, el cual se marcha sin arder en estado de gas, produciendo mal olor y tufo, habiéndose observado que en tal caso es también menos intensa la luz, de modo que se produce peor efecto con mayor gasto de combustible: se consigue que la mecha no arda hasta el borde del tubo que la contiene haciendo salir el aceite muy cerca de este mismo borde, ó mejor hasta pasarle y derramarse, como sucede en las lámparas de resorte (fig. 452); pues llegando en mucha cantidad no se puede descomponer todo el aceite, y evita que se queme la mecha.


839. Aparatos para mover las mechas.


Fig. 454.               Fig. 455.
Los medios que se emplean para mover las mechas y hacerlas salir del tubo que las contiene á medida que se van gastando, son varias: uno muy usado consiste en adaptarla mecha circular ó chata á un anillo A (fig. 454) por medio de otro B de mayor diámetro, ó por un medio cualquiera; este anillo va unido por la espiga C á una barrita dentada D que entra en una caja F, donde está unida al piñón R que se mueve por el botón H; la mecha está colocada en el espacio S entre dos tubos N y P concéntricos, y sube ó baja dando vueltas al botón. Este aparato se varía de muchos modos, pues unas veces está todo dentro del tubo que recibe el aceite, otras la espiga C está unida á D por la parte superior, y otras se suprime C y se une el anillo de la torcida á la misma barra D, haciendo largo el recipiente S donde se coloca esta barra, para poderle cerrar por la parte inferior y que no se salga el aceite. Otro método empleado también con frecuencia consiste en un tubo A (fig. 455), que tiene en su parte esterior una canal en forma de hélice; la mecha contenida en un anillo por medio de otro, ó de cualquier manera, envuelve este tubo A y está colocada dentro de otro tubo H esterior; el anillo tiene un saliente O en su interior que entra en la canal de A, y otro R que entra en una canal recta S que tiene el tubo H; haciendo girar este tubo H uniéndole á la galería que lleva la chimenea, ó por unos salientes L como en las lámparas solares (837), el anillo sube porque, arrastrado por el tubo H, tiene el saliente O que seguir la dirección de la canal de A, y por tanto la torcida se eleva: el mismo tubo H lleva por lo menos otra canal como S para que el aceite llegue fácilmente á la torcida, y el aparato se adapta á todas las lámparas con las pequeñas variaciones que exije cada caso particular. El diámetro interior de estos tubos A, que es por donde llega el aire al centro de la llama, no es indiferente, pues se ha visto que para consumir igual cantidad de aceite se produce una luz mas intensa cuanto menor sea este diámetro, no siendo en esceso, pues nunca debe tener menos de 7 á 8 milímetros ó 4 líneas.


840. Chimeneas.


Las chimeneas en el alumbrado no pueden ser sino tubos de cristal que produzcan el tiro necesario para la renovación del aire en la llama, y que no la quiten su brillo por no dejar penetrar los rayos. Sabemos que una chimenea larga y estrecha por la parte superior es conveniente para hacer llegar mayor cantidad de aire á la llama (552); pero si la chimenea en este caso es demasiado larga, la llama se acorta (449) y su brillo es menor; hay pues un límite que no se debe pasar, y seria conveniente que los aparatos de alumbrado estuvieran dispuestos de modo que la chimenea pudiera subir ó bajar para dar á la luz, su mayor intensidad, pues la altura necesaria depende de la cantidad y calidad del aceite quemado: son también mejores los tubos que forman delante de la llama una entrada que los hace estrechar, pues el aire que al ascender choca en esta entrada se precipita en la llama y es mejor la combustion, pero debe estar bastante baja para que produzca este efecto, porque de lo contrario es de poca utilidad. El diámetro de los tubos debería ser pequeño, pero entonces hay el inconveniente de que se calienta demasiado y salta, sobre todo en el cambio de temperatura al encender la luz; hemos observado varias dimensiones de tubos de diferentes lámparas, y nos ha resultado que, las dimensiones de tubos que producen la mejor luz y resisten bien á la temperatura, tomando tubos de la misma fábrica, son próximamente las que se indican, en milímetros.


Diámetro de la mecha.
Diámetro superior de la chimenea.
Longitud de la chimenea.
Lámpara común, mecha circular.
14
30
230 á 240
Lámpara de resorte.
20
30 á 31
240
Lámpara solar.
21
30 á 32
240 á 250


841. Aparatos de reflexión. Pantallas, bombas.

Cuando la luz se ha de producir sobre un objeto, será necesario colocar un espejo que, reflejando los rayos que serian perdidos para alumbrarle, los haga llegar hasta él, y según lo que dejamos dicho en los espejos cóncavos (724), estamos en el caso de saber cómo deben disponerse; esto mismo se hace cuando la luz no ha de alumbrar sino en una dirección determinada, por ejemplo, en las calles cuando está arrimada á la pared la luz es inútil sobre ella, y por tanto un espejo que arroje hacia la calle la luz que recibiría la pared y la que marcharía por la parte superior, será muy conveniente. Este efecto producen también las pantallas cónicas que so ponen en nuestras lámparas domésticas para alumbrar la superficie de una mesa, ó si están colgadas, para alumbrar la parte inferior. En el alumbrado se ha de tener también presente que el color blanco proviene de la reflexión de todos los rayos luminosos (748), y por esto se observa que una pared ó un tapete blanco producen mas reflexión, es decir, hacen mas clara la parte iluminada; este efecto debe procurarse en algunos casos como en grandes salones y sitios semejantes haciendo sus paredes claras; otras veces hay que evitarle, pues el esceso de luz fatiga la vista, y en tal caso se hace reflejar sobre superficies de color oscuro, ó si es luz natural la que ha de soportarse, es conveniente usar anteojos con vidrios azules ó verdes, cuando se ha de mirar por mucho tiempo un cuerpo blanco, un arenal al sol por ejemplo, ó un pais nevado. Se usan también cuerpos traslucientes que quitan la intensidad á la luz esparciendo sus rayos y no dañan á la vista; estos cuerpos son pantallas ó bombas colocadas alrededor de la luz, y se hacen de papel, tela, porcelana ó vidrio deslustrado, y forman una media sombra, si así puede llamarse, por la dispersión que producen, de modo que no hay grandes contrastes do luz y sombra que fatiguen la vista ; coloreadas estas pantallas producen luces menos intensas,  pero de un efecto agradable.


842. Diferentes líquidos combustibles.

Se han usado otros líquidos diferentes de los aceites para el alumbrado, con los nombres bien poco científicos de hidrógeno líquido y gas líquido, ó con el de gasógeno y otros. Todos los líquidos compuestos de hidrógeno y carbono serán combustibles (828); pero si el hidrógeno está en esceso, la llama es poco brillante por falta de carbón, y si esto se encuentra en esceso no puede arder todo y la llama es también poco intensa, amarillenta ó rojiza, y produce un humo espeso: en el primer caso se encuentra el alcohol, y en el segundo el aguarrás, los aceites de petróleo y nafta, el espíritu de madera y otros líquidos semejantes: se concibe según esto, que si se mezclan los líquidos muy carbonados con el alcohol, podrá resultar unu mezcla que se encuentre en las buenas condiciones para arder; pero es necesario que estos líquidos sean puros, es decir, sin agua, pues si la tienen, ó el alcohol no es enteramente concentrado, la mezcla de los dos líquidos no se hace bien, y arden separados: estas mezclas de alcohol y otro líquido muy carbonado, sea el que quiera, en las proporciones convenientes, son las que se emplean con los diferentes nombres antes indicados.


843. Aparatos para quemar los gasógenos.

Los aparatos para quemar estos líquidos, que llamaremos gasógenos, tienen que ser diferentes de los esplicados hasta ahora para el aceite, pues siendo muy volátiles, y produciendo olor, no podrían arder con ventaja en ninguna lámpara de las de aceite.


Fig. 456.
Entre otros aparatos ideados para este alumbrado, el mas conveniente es el de Robert (figura 456), que consiste en un recipiente H generalmente de cristal en forma cualquiera, terminado por el aparato que produce la luz, el cual está compuesto de un tubo P que lleva la mecha L, la que por su capilaridad hace subir el líquido del recipiente H; este tubo P entra en otro E terminado por dos tubos concéntricos A y B, los cuales forman en su parte inferior un espacio C con pequeños agujeros D en toda la circunferencia esterior: para encender la lámpara, se moja por fuera el tubo B con alcohol ó con el mismo líquido, y se hace arder; en este caso el vapor del líquido de la mecha, que pasando por los agujeros S llena el tubo A y el espacio entre los tubos hasta C, se calienta y arde al salir por los agujeros D; una vez empezada la combustión del gas, el calor que ella produce, le calienta y hace que siga la combustión, resultando una llama brillante y muy igual. Para apagar la lámpara hay un botón T que hace bajar todo el tubo E, cerrándose el P con la válvula R colocada fija en la entrada del tubo A; en este caso el vapor del líquido no puede subir y cesa la combustión; también se modera la salida del vapor del mismo modo para arreglar la cantidad de luz.


Fig. 457.
Otros picos mas modernos no tienen el doble tubo de la punta, y están formados (fig. 457), de un tubo B que envuelve á otro L donde está la mecha como en el aparato antes esplicado; se enciende también lo mismo, y el gas sale á la cavidad C, y después por los agujeros D, llega al esterior, donde arde: cuando se ha de apagar la lámpara se mueve el botón A, que engancha en un saliente C del tubo B, y le hace dar vuelta y bajar, cerrándose las entradas O, porque la válvula R tapa el tubo L y el vapor no llega á C, que es la posición que marca la figura; en este pico la parte metálica F, acumula calor de la llama para calentar el gas de C y el que sale por D; en el otro aparato (fig. 456) el gas se calienta entre  los dos  tubos A y B.


Fig. 458.                         Fig. 459.
Se han construido también otros pequeños aparatos (fig. 458), dispuestos de un modo semejante á los de aceite, con una torcida en el recipiente, pero con un tubo A que envuelve al B en donde está la mecha: este tubo A, se puede subir ó bajar por medio de una rosca en C; si se quiere mucha luz, se baja el tubo A y la mecha de B arde libre; pero si se quiere disminuir la luz, se sube el tubo A, y la mecha ahogada en él, produce una llama tan pequeña como se necesite.


844. Aparatos para mezclar el aire con el vapor.

Mas modernamente se ha tratado de resolver el problema de mezclar el vapor de los líquidos muy carbonados con la suficiente cantidad de aire para que arda todo el carbón, porque es evidente que mezclado con el oxígeno necesario, podrá arder completamente; de este modo se evita el alcohol, que es el liquido de mas precio. Muchos ensayos se han hecho para conseguir el objeto, y muchos también son los aparatos que pudiéramos citar para resolver mas ó menos completamente el problema, reducido, como hemos dicho, á mezclar con el carbono todo el aire necesario para su combustión; pero de entre todos citaremos dos, que son los que hemos visto producir mejores resultados. El primero {fig. 459) le hemos visto usado para alumbrado esterior: un tubo A trae el líquido de un recipiente colocado en la parte superior del farol, al vaso B, por donde sale su vapor al tubo C y llena el espacio entre este y otro esterior H de cobre y de paredes gruesas, cerrado por la parte superior; en este espacio entre los dos tubos hay una cubierta de tela metálica S, cerrada enteramente; el vapor calentado sale por una porción de agujeros que hay en I, formando una llama cuyo calor produce nuevo vapor que se mezcla perfectamente con aire que entra por otros agujeros T, pues para salir al esterior tienen que atravesar la tela metálica S, la cual, además de formar la mezcla, tiene tambien por objeto impedir que la llama penetre al interior y produzca detonación (449); el calor de la combustión calienta el tubo grueso H, arde la mezcla, y un tubo de cristal esterior hace tambien llegar aire al rededor de la llama: para encender, es necesario calentar el tubo H como en los casos anteriores.


Fig. 460.

La figura 460 es otro aparato portátil, que consiste en un recipiente A donde se coloca el liquido combustible, y en el que entran don tubos B quo llevan mechas en su interior, generalmente chatas: una cubierta C rodea el recipiente dejando entrar el aire por H á la parte esterior de la llama y á la chimenea J; además un tubo S que toma aire de la parte inferior, le lleva entre las dos mechas á mezclarse con el gas combustible; en R hay una válvula que se abre ó cierra con un botón esterior para que entre la cantidad de aire necesario y se produzca una buena combustión.


845. Examen del alumbrado por diferentes líquidos.


El alumbrado por el gasógeno ha tenido alguna aceptación en otros paises en ciertas épocas, y todavía se emplea: no se puede negar que su luz es brillante y aceptable bajo este punto de vista, aunque algo mas blanca que la de aceite, pero tiene inconvenientes que han hecho casi abandonarla: en España esta luz debe ser de un precio subido, pues el alcohol es caro; las breas resultantes de la fabricación del gas de alumbrar estraido de la hulla podrian destilarse, lo mismo que los restos de resinas, alquitranes y demás cuerpos de esta especie, y resultarían líquidos carbonados á bajo precio, sobre todo en algunas localidades; pero sería necesario que el consumo estuviera asegurado para establecer las destilaciones en la escala que pudieran dar beneficios: se conseguiría acaso el consumo si no tuviera otras contras este alumbrado; pero el olor de los líquidos, lo muy inflamables que son, y por tanto las precauciones con que se deben manejar, y hasta la manera de encender las lamparas, serán obstáculos para su generalización; esto en cuanto al alumbrado doméstico, pues para el público tiene un rival poderoso en el gas, preferible bajo muchos conceptos, si bien mas raro de plantear. En Madrid mas de una vez se ha tratado de aclimatar este alumbrado, y no ha trascurrido mucho tiempo desde que se hizo el último ensayo; pero cayó por falta de consumo, y los que tomaron aparatos se encuentran en tal dia sin poderlos usar por falta del líquido necesario. En la comparación de luces tomaremos para esta, como tipo, el precio de 4 reales cuartillo, que es al que se vendía en el último tiempo citado.

"Manual de física general y aplicada á la agricultura y la industria" Eduardo Rodríguez
Ingeniero industrial; doctor en ciencias y ex-catedrático de la Universidad de Madrid; ingeniero químico de la Escuela Central de París; profesor de física general y aplicada en el Real Instituto Industrial
Madrid, 1858
Imprenta, fundición y librería de Don Eusebio Aguadó