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6. Arroz

Características y clima del arroz. —

Sin arroz, el género humano se encontraría con grandes dificultades para alimentarse con cereales cultivados en sus localidades respectivas, tanto en la zona tórrida como en algunas partes de la zona templada cálida, donde las lluvias veraniegas son abundantes, como ocurre a lo largo de la costa del Golfo en los Estados Unidos. Bajo semejante clima, todos los cereales europeos — trigo, cebada, centeno, avena, alforfón — se malogran miserablemente y el maíz dista de dar sus mejores frutos, debido a los efectos perjudiciales de la humedad. El comercio tropezaría con dificultades para remediar esa deficiencia, por ser muy difícil conservar estos cereales norteños en un clima caluroso y húmedo. A menudo se pasan apuros al transportar maíz corriente abajo del Mississippí y a través del Golfo de Méjico con dirección a Europa, porque la humedad hace que el maíz fermente y se enmohezca. Es en verdad una fortuna el que esos climas tengan arroz, ese gran donativo que ha hecho Asia al mundo; pues ese cereal medra con veranos húmedos y, debido a la sequedad de los granos y a una cascara protectora, puede también conservarse sin menoscabo alguno.


Fig, 29.  La típica barraca del levante español.
Este cereal es para las regiones de verano húmedo lo que es el trigo para las regiones de verano seco. Ambas plantas no prosperan en la misma región, a menos que, como acaece en no pocos distritos de la China y el Japón, una cosecha de trigo de invierno pueda segarse antes de que empiecen a sobrevenir las lluvias del estío, que proporcionan las condiciones adecuadas para el arroz.


La región del monzón y el arroz. —

En el período estival, el monzón asiático, un viento propio de la estación, una gigantesca brisa del mar, sopla tierra adentro desde los calientes y húmedos Océanos Pacífico e Indico a través de todas las tierras del litoral, entre el valle superior del Ganges y la latitud 51° norte en el Japón. Proporciona, al mediar el verano, abundantes y calientes lluvias a la India oriental y meridional, Ceilán, Birmania, Siam, Cochinchina. Filipinas, sur de Corea y el Japón1.

La lluvia veraniega asiática producida por el monzón es uno de los mayores factores en la relación del hombre con la tierra. El Asia sudoriental y sus islas adyacentes, la región del clima dominado por el monzón y teniendo el arroz a la cabeza de sus cereales, es la residencia de más de la mitad del género humano. Una de las importantes razones por las cuales este pequeño rincón del mundo retiene en su seno a gran número de sus habitantes consiste en que el clima regido por el monzón está favorecido por lluvias en la estación de mayor calor y más desarrollada vegetación, y no en el período fresco, de menor desenvolvimiento vegetal, tal como resulta de las lluvias invernales de California, España, Italia, Persia, Australia y Chile. El clima posee en primer lugar la intermitencia adecuada para obligar a los habitantes a trabajar para la estación improductiva de la sequía y, luego, lluvias suficientes para permitirles tener una gran producción, y, por tanto, una población numerosa.

El arroz, florece en el verano lluvioso debido al monzón, y en aquellas partes del Asia sudoriental donde la humedad es bastante para que se desarrolle satisfactoriamente; el arroz constituye el principal sustento de la población. Supónese que el arroz es el principal elemento alimenticio de una tercera parte del género humano; pero la extensión de su consumo ha sido un tanto exagerada a causa de nuestro contacto con pueblos orientales en los puntos de la costa y las generalizaciones resultantes de aquellas observaciones asociadas a nuestra ignorancia de las regiones del interior, especialmente en China. El arroz es el cereal de la llanura baja y húmeda y, al contrario de lo que generalmente se supone, es un artículo de lujo para millones de chinos y japoneses que viven del más barato y menos apetecible mijo, de pequeños granos europeos y de otros cereales desconocidos en Norteamérica.


Fig. 30. - El cultivo del arroz en España. La siega en la huerta de Valencia.
Esos granos de Europa y otros continentes se producen donde el arroz es de imposible cultivo. Así, en la India noroccidental, el valle del Indo no tiene mucha lluvia y es un importante productor de trigo, como lo son las mesetas centrales de la India alrededor de Bombay y la Bengala superior. En la China central del norte y septentrional tampoco prospera el arroz, pero se cultiva extensamente el trigo. En localidades más frías o más áridas aparece la cebada, y en la región de Pekín y mediodía de Manchuria surge el maíz, mientras que muchos distritos del centro y norte de China tienen el mijo por el primero de sus cereales. La Corea meridional depende mucho del arroz, al paso que en el norte, más áspero y más frío, los habitantes cultivan la cebada, el centeno, la avena, el mijo y algo de trigo, prevaleciendo los mismos procedimientos que en el Japón.

El trigo y la cebada se cultivan frecuentemente en tierras arroceras en. invierno, midiendo entrambas cosechas anuales de cereales la intensidad de la producción.


Fig. 31. — El cultivo del. arroz en España. Una escena del plantío en la región valenciana.


La antigüedad y usos del arroz. —

El uso del arroz en esas antiguas tierras del Oriente se remonta a la noche de los tiempos. Siglos atrás el arroz extendióse desde la China y la India al Egipto y norte de África, luego llegóse en 1468 a Pisa, en Europa, y en 1694 el gobernador de la Carolina del Sur consiguió cultivarlo en su huerta, iniciando de esta suerte la industria de este país. Cultívase un poco de arroz en casi toda la América tropical y en las dos costas del África ecuatorial; pero ninguno de aquellos pueblos depende de dicho cereal tan completamente como los del Asia meridional y oriental, en los cuales su consumo substituye con frecuencia al del trigo, las patatas y, hasta cierto punto, también la carne. Entre los habitantes de Europa y América, el arroz se usa como una legumbre corriente, así como en forma de torta y como substituto de la patata en períodos de insuficiencia de este artículo de alimentación. Sus grandes cualidades en lo tocante a conservación y la facilidad con que se transporta hacen que pueda usársele en cualquier parte, consumiéndosele en todo el mundo occidental, desde Islandia y Groenlandia hasta la Patagonia y Nueva Zelanda. Este hecho, unido a su consumo en el Oriente y en los trópicos, probablemente lo convierten en el más extensamente usado de todos los alimentos humanos.


Fig. 32. — Un llano de la Malasia donde se cultiva el arroz. Las barreras que a manera de diques dividen el campo comunican un aspecto raro al paisaje.
Del arroz no se hace pan, porque carece del gluten que permite a la harina de trigo formar una pasta pegajosa que se haga ligera gracias a las burbujas de aire que la levadura determina en ella. Los orientales hierven el arroz, lo comen en esa forma o lo sazonan con un poco de carne o pescado, si tienen medio de proporcionárselo, o lo condimentan con curry 2, un preparado caliente para aderezar hecho en sinnúmero de variedades. Con guisantes y habichuelas, el arroz suministra su alimento a centenares de millones de seres humanos. Los guisantes y las alubias son cultivados en grande escala por casi todos los pueblos orientales que producen también arroz, y dichos vegetales substituyen a la carne, la leche y el queso del oeste, al paso que la fécula o almidón de arroz .substituye al pan y a las patatas, así como a no pocas tortas. El basto arroz que comen los orientales es mucho más nutritivo que el grano lustroso que nosotros, los occidentales, persistimos en comer.


Fig. 33. - Aspecto de una plantación de arroz en el Estado de Louisiana. En este Estado tuvo su cuna la industria arrocera del sudoeste de los Estados Unidos.
El procedimiento para refinarlo le quita la parte más nutritiva, constituyendo uno de los numerosos casos en que la apariencia hace que el comprador escoja mercancía que es en realidad inferior. El salvado de arroz es un valioso alimento para el ganado y se le exporta hasta a la lejana Europa. Su paja se utiliza para muchos objetos, incluso como forraje para los animales y como primera materia para la fabricación de sombreros y zapatos usados por los obreros orientales.


El cultivo del arroz en países orientales escasamente poblados. —

Los millares de variedades del arroz, debidos a su antiquísimo cultivo, se dividen en dos clases, respectivamente conocidas con el nombre de arroz de tierra alta y arroz de tierra baja. El arroz de tierra baja debe cultivarse debajo del agua, mientras que el arroz de tierra alta se cultiva de una manera muy análoga al trigo o a la avena, produciéndose principalmente allí donde la población es poco densa y la tierra es abundante.


Fig. 34. —  Trasplante de vastagos de arroz en una hacienda en el interior del Japón, cerca Kyoto.

En aquellas partes de las Indias Orientales, tales como Sumatra, Borneo, la península malaya, o algunas partes de Birmania e Indochina, en las cuales la manigua tropical  cubre con su denso enmarañamiento cada metro cuadrado de terreno, excepto el que el hombre ha logrado desbrozar a duras penas, el arroz se cultiva descuidadamente, como suele con frecuencia ocurrir dondequiera que una población de escasa densidad dispone de tierra en abundancia. Cuando se necesita un nuevo campo de arroz, los habitantes de un valle suelen empezar el año cortando de raíz la selva. Entre tocones y leños derribados, a menudo más altos que la cabeza del labrador, el arroz de tierra alta se planta en hoyos abiertos con estacas puntiagudas, los cuales se llenan con el pie desnudo. Como el arroz tierno es muy apetecido por los animales salvajes, desde el elefante a los pequeños roedores, debe vigilarse hasta la cosecha el terreno desbrozado. No bien se han obtenido dos cosechas, el campo se abandona por otro nuevo, no tardando la espesa manigua en reivindicar la tierra abandonada.


El cultivo del arroz en tierras densamente pobladas. —


La mayoría de los países de climas influidos por el monzón están demasiado poblados para poder permitirse cultivar el arroz de manera tan imperfecta. En tales localidades, la tierra, una vez desbrozada, continúa cultivándose durante siglos. Las poblaciones densas casi siempre cultivan la variedad de arroz húmedo, a causa de su mayor y más seguro rendimiento. Pocas cosechas son más seguras que el arroz de clase húmeda y pocas son más aleatorias que el arroz de tierra alta. El arroz húmedo debe cultivarse por riego, y las ingeniosidades a que se ha recurrido para acomodar y conservar la tierra para este servicio se cuentan entre los más grandes monumentos de la laboriosidad humana. En ningún género de construcción han dado prueba los pueblos tropicales de más ingeniosidad que en esas, sin que con ellas rivalicen otras que las obras monumentales que los tiranos han hecho hacer a sus esclavos. En Ceilán, por ejemplo, la vía férrea que va del litoral a las regiones montañosas pasa por una llanura de regadío dividida por bajas márgenes en balsas de reducida supericie: campos de arroz, cada uno de los cuales ha sido nivelado con gran trabajo, de manera que el agua pueda llegar a una uniforme y adecuada profundidad para el cultivo del arroz. A medida que el ferrocarril va trepando por las vertientes de los cerros, los cuadros de arroz continúan con superficies más pequeñas y márgenes más elevadas, convirtiéndose al fin en un gigantesco tramo de escalera de suaves peldaños de agua, constituyendo uno de los más hermosos paisajes que hay en el mundo. Muchas montañas de Java están terraplenadas de un modo análogo para el cultivo del arroz hasta la cima de sus laderas; y en la China y el Japón, parecidas y no menos estupendas obras han sido construidas para el sostenimiento de sus poblaciones respectivas, que, cual las de Java y Ceilán, son muy densas y dependen principalmente de la agricultura, cuyo elemento más importante es el arroz. En el Japón, el 66 por 100 de la tierra labrantía (28.488 kilómetros cuadrados) compónenlo esos arrozales de regadío3.

El procedimiento usual de cultivo del arroz de tierra baja consiste en inundar y vaciar alternativamente de agua la tierra durante los primeros períodos del cultivo. Se le conserva bajo agua durante la mayor parte de su desarrollo, retirándosele el agua completamente cuando madura. El agua no debe dejarse que se estanque, y para mantenerla en movimiento es práctica general, en las faldas de las lomas, dirigir una corriente al bancal superior, desde el cual se hace que el agua descienda de bancal en bancal a lo largo del declive. En muchos puntos, especialmente en China, donde el agua de que se dispone es con frecuencia insuficiente, es necesario elevar el agua desde el bancal inferior a los superiores por medios artificiales. Algunas veces, allí donde el agua abunda, recurren los agricultores a una rueda hidráulica elevadora, y cuando ésta gira, los cangilones, hechos de bambú, vierten el agua en una gamella cuando aquéllos llegan a la cima de la rueda. Es paraje excepcional aquel que está dotado de suficiente agua para utilizar este sistema de fuerza hidráulica. En muchas partes de la China y la India puede verse a dos hombres esparrancados sobre una pequeña represa que separa dos bancales. Esos hombres sacan con un cubo el agua de la parte inferior y la llevan a la superior, donde la vierten sobre una estera para que no pueda dañar las delicadas plantas de arroz que están debajo.


Fig. 35. - Los reflejos de luz ponen de relieve algunos de los muchos bancales de agua que rodean esta aldea igorrote asentada en la falda de montañas tropicales. Segada Bontoc, islas Filipinas (U. S. Bureau Insular Affaire).
La utilización de esos bancales, escalonados en las laderas de las colinas con la consiguiente amenaza de un desprendimiento de agua, es un gran monumento a la laboriosidad y paciencia de esos pueblos, como lo es también la construcción misma de dichos artefactos. Sólo una vigilancia constante evita la rotura de los bancales superiores, que, si cedieran, descargarían súbitamente el agua sobre los inferiores, llenándolos hasta inundarlos, y de este modo, adquiriendo fuerza a medida de su descenso por la colina, el agua, como un alud, dejaría ruinas por donde pasara.


Cantidad y clase de labor en el cultivo y preparación del arroz. —

El trabajo de cultivar arroz implica a menudo la crianza de plantas en pequeñas tablas de tierra, donde germinen, y su transporte, en manojillos, al arrozal. Esta labor, como la mayor parte de las demás labores relacionadas con el cultivo del arroz en bancales, sólo puede hacerse a mano.


Fig. 36. - La producción del arroz en China. El trillado por medio del golpeo sobre una piedra.
Los campos pequeños imposibilitan el empleo de máquinas, tales como las segadoras, y aun a veces el de bueyes. En cuanto a acémilas, éstas no pueden a menudo obtenerse en una nación densamente poblada, como lo es la China. No hay bastante tierra en que cultivar alimento para muchos animales; así es que la azada en manos de un hombre substituye al arado arrastrado por un animal, así como la huerta substituye al campo de países más poblados. Partes de China, del Japón y de la India han alcanzado el último grado de la agricultura, en el que el hombre produce con su propio trabajo el alimento con que ha de sustentarse, habiendo escasa posibilidad de aumentar la producción alimenticia. Esta exclusión de animales no es, en manera alguna, universalmente cierta; pues hay millones de búfalos de agua arando arrozales en Filipinas y en la tierra firme del Asia sudoriental; y la India, en que abundan los habitantes que no comen carne, posee más ganado que los Estados Unidos, si bien el principal objeto de aquél es servir de acémilas4.

Una vez queda finalmente desaguado el arrozal asiático, córtase generalmente con la mano el grano ya maduro, se recoge en haces y se le pone a secar. Para verificar esto último es necesario frecuentemente, en la mayor parte de las localidades húmedas, colocar las gavillas sobre entramados de bambú. Por lo general se le desgrana a mano, empleando algunos artificios sencillísimos. Uno de éstos es una tabla que tiene una ranura en ella. Al pasar el arroz por la ranura, ésta arranca los granos, dejándolos caer en un receptáculo. Al grano, cuando se halla en este estado, se le llama arroz en cascara, a causa de un cascabillo muy ajustado que no deja de tener parecido con el que protege el grano de la avena. Como acaece con la avena, estas cascaras  o cascabillos hacen que el grano se conserve mejor que cuando se le quitan, y el descascaramiento final se aplaza siempre hasta que se aproxima la época de consumirlo.


Fig. 37. — Exportación mundial de arroz, promedio de los tres años 1908 - 1910.

Entre los orientales el descascaramiento del arroz en cascara a fin de prepararlo para la comida es una operación de todos los días, que comúnmente se ejecuta con las manos. Uno de los ruidos más generales que se perciben en todo el Este, desde Bombay a Manila y desde el ecuador a Pekín, es el producido por el batir de un pesado mazo o mano de almirez cuando cae dentro de una vasija llena de arroz en cascara al machacar el grano y soltar éste del cascabillo.


Exportación del arroz. —

El enorme consumo nacional que del arroz se hace en China, Japón, Java, Filipinas y la mayor parte de la India impide a estos países disponer de un sobrante de arroz para la exportación. El principal excedente para exportar al mercado mundial procede del valle inferior del Ganges, en la provincia de Bengala, cerca de Calcutta, en la India; del delta del río Irauadi, en Birmania; del río Menán, en Siam, y del río Mekong, en la Indo-China francesa. Estas extensiones de tierra fértil y bañada por algún río hállanse en favorables condiciones para el cultivo por riego. En Birmania, Siam y Cochinchina, esas extensiones de tierra contienen la mayor parte de la población de dichos países; pero el suelo es tan productivo que se reservan grandes cantidades de arroz en calidad de cosecha remuneradora pare los indígenas que la cultivan en aquellos pantanos insalubres. Este excedente lo conducen en sus barcas, propias del país, corriente abajo de sus sinuosas vías fluviales, hacia Bangkok, Rangoon y Saigon. Allí, en los molinos de casas inglesas, alemanas, francesas y chinas, se monda el arroz en cascara de la manera desperdiciadora exigida por los consumidores caucásicos, siendo la parte que éstos se comen la mitad menos nutritiva que la destinada a los animales, los cuales se comen el salvado del arroz.


La expansión y la extensión del cultivo del arroz. —

Tarde en la historia ha llegado a Occidente este cultivo, cuyo desarrollo fuera de Oriente ha sido hasta aquí lento y sin gran importancia. El anual desbordamiento del Nilo, debido a las lluvias periódicas del África Central, y la facilidad del riego, hacen que allí el arroz se encuentre tan en su centro como se halla en las huertas del Japón, el valle inferior del Yangtse-Kiang o los bancales de Ceilán y Java. Aunque no deje de cultivarse arroz en Egipto, no se le produce en cantidad suficiente para sus habitantes, a causa probablemente del predominio europeo en la agricultura egipcia. Aunque el arroz sea un artículo corriente en la alimentación de todos los países de Europa y América, así como el de toda colonia europea, los numerosos países a que acaba de aludirse son importadores, con excepción tal vez del Perú, donde la inmigración china, junto con el riego, ha hecho que la producción de arroz sea más de un tercio (1910) de la de los Estados Unidos 5.


El cultivo del arroz por los emigrantes asiáticos. —

La emigración de los labradores de las Indias Orientales a las islas Mauricio y Reunión, en el Océano Indico, ha introducido en ellas el cultivo del arroz, al paso que labradores de análogo origen recientemente llevados a las colonias inglesas de Jamaica, Trinidad, Honduras y Guayana lleváronse allí consigo los procedimientos que sus antepasados emplearon en el cultivo del arroz en el transcurso de un centenar de generaciones.


Fig. 38. - Un aspecto de la siega del arroz en China.
De estos arrozales del trópico americano, la Guayana inglesa posee los mejores. Allí, aunque el país se compone en su mayor parte de selvas inhabitadas, hay grandes extensiones, cuya llanura, formada por una marisma de aluvión a lo largo de la playa, ha sido aprovechada por medio de la construcción de diques, a la usanza holandesa. La tierra ganada al mar ofrece gran parecido con los deltas arroceros de los ríos del Asia meridional y, desde que los beneficios proporcionados por el cultivo del azúcar disminuyeron, los trabajadores indioorientales de Guayana vienen cultivando cantidades de arroz cada vez mayores. Entre los años 1898 y 1908 pasó de 2.428 a 15.378 hectáreas y la producción total tuvo un aumento de un millón y cuarto de dólares. La cosecha de arroz de la Guayana no alcanza, sin embargo, más que unos dos tercios (1901) de la obtenida en el Perú 6, en donde los inmigrantes chinos iniciaron dicho cultivo, anticipándose en una generación a los cultivadores arroceros de la Guayana.

Los datos relativos a la exportación inducen fácilmente a deducciones erróneas en punto a la producción total. No hay conexión necesaria alguna entre las dos. Una población reducida y una producción pequeña comparada con la de otras naciones permiten a países como la Argentina y el Canadá aparecer como importantes en la exportación de trigo, de la propia suerte que la Indo-China francesa y Siam parecen ser de importancia en la exportación de arroz, y, sin embargo, aquéllos no produjeron respectivamente  más que 2.270,000 y 3.178,000 toneladas en 1909, mientras que el Japón y la India produjeron 7.264,000 y 39.952,000 toneladas, respectivamente. La producción de arroz en la India cubre una superficie de tierra cuatro veces mayor que la de trigo 7. China, casi desprovista de estadísticas que comprendan también cifras tocantes a la población, no es susceptible, con el arroz como con la mayor parte de los demás artículos, de una comparación exacta; pero su producción de arroz se calcula en 22.700,000 a 27.240,000 toneladas 8. La exportación total de arroz del mundo es de unas 5.902,000 toneladas: un total menor que la exportación de trigo de Rusia. La producción total de arroz del mundo, China inclusive, parece ser menor que la producción mundial de trigo, no comprendiendo China.


El cultivo de arroz en  Europa. —


El arroz es de gran valor para, las poblaciones densas a causa de su alto rendimiento promedial. En el Japón, en 1907, el promedio del rendimiento del arroz fue de 30,53 hectolitros por hectárea, mientras que el trigo sólo rindió 17,96 hectolitros por la misma medida de tierra. En los Estados Unidos (1907-1911) el trigo produjo 13,02 y el arroz 29,19 por hectárea. A mayor abundamiento, el precio del arroz en el cortijo es cerca del doble del del trigo. Por estas razones, en el mediodía de Europa hase emprendido el cultivo del arroz en la mayor parte de las localidades que disponen de suficiente caudal de agua para el riego. En el valle de Ródano, en Francia, se cultiva algo de arroz. En el valle del Pó, en Italia, se cultiva cuidadosamente el arroz en 134.898 hectáreas de terreno, o sea una extensión igual a la corriente de un condado norteamericano, e Italia, produciendo casi tanto como los Estados Unidos, es el único país con población caucásea 9 que cultiva arroz suficiente para su propio consumo. España produce unos dos tercios de la cantidad producida por Italia, y Grecia cultiva un poco.


El cultivo del arroz y el uso de la maquinaria para el arroz en los Estados Unidos. —


Después del sorprendente éxito obtenido por el gobernador de la Carolina del Sur al dedicar al cultivo del arroz un pedazo de tierra de su huerta en 1694, la producción arrocera convirtióse en una industria en aquella colonia y en Georgia, ya que las marismas existentes a lo largo del litoral marítimo y de los ríos podían fácilmente ser desaguadas con zanjas y cultivarse por esclavos negros al estilo oriental. Esta era la principal en el conjunto de las trece colonias en la que los esclavos negros eran útiles en 1787, y fue debido a la influencia de los productores de arroz de la Georgia y la Carolina el que la esclavitud fuese reconocida en la Constitución de los Estados Unidos.

Esos dos Estados han venido produciendo hasta la fecha arroz de excelente calidad; mas ahora están sufriendo la competencia del más reciente y más interesante de todos los arrozales del mundo, el que se extiende por las llanuras inmediatas a la costa del Golfo a no mucha distancia de los confines entre Luisiana y Tejas. En dicho arrozal las tierras son de una superficie admirablemente llana, siendo su subsuelo arcilloso muy a propósito para evitar el que el agua se escurra a través de él. Merced a la construcción de presas, la apertura de pozos y la instalación de bombas, hase conseguido el suministro mecánico del agua para el riego, después de haberse labrado y gradado la tierra con yuntas y cultivadoras análogas a las usadas en la preparación de grandes extensiones de tierras destinadas al cultivo de trigo. Esto se bace posible gracias a haberse dado a las presas un declive tan suave que permite el que a través de ellas puedan ser dirigidas las yuntas. Después de haberse dejado el suelo sin agua en el período de la maduración, el terreno queda suficientemente firme, amén de ser su superficie lo bastante extensa para que puedan emplearse segadoras mecánicas que recojan la cosecha de arroz cual si fuera de trigo y trilladoras de vapor que echen fuera y agrupen en montones las aechaduras y la paja, y llenar los sacos de arroz, tan rápidamente como se llenan los de trigo. Esta substitución de la producción hortelana, que con sus brazos obtuviera el primitivo oriental, por la maquinaria agrícola norteamericana ha permitido el que un hombre solo pudiera encargarse de cultivar más de 32 hectáreas de arroz en un año, y, aunque a dicho hombre se le pague veinte veces tanto como al bracero chino, produce dicho cereal con mayor baratura, porque el chino no suele dedicar su arduo trabajo corporal más que a 40 u 80 áreas de tierra.

Esta nueva región arrocera produce actualmente muchas veces más arroz que las marismas, explotadas con mayor coste, que se extienden a lo largo de la costa sud-atlántica, siendo posible que no pase mucho tiempo sin que los Estados Unidos, de importadores de arroz que ahora son, se conviertan en exportadores de dicho cereal.

Pero los cultivadores americanos de arroz necesitarán muchísimos años para familiarizarse con su nueva industria y acomodarse, si esto es posible, al clima necesariamente húmedo que acompaña al riego de la tierra en las cálidas y aguanosas playas del Golfo de Méjico.

Según los actuales cálculos 10 hay a lo largo del Golfo unos 4.000,000 de hectáreas de tierra muy a propósito para el arroz. Con los medios de que actualmente se dispone podrían regarse con aguas superficiales y artesianas 1.200,000 hectáreas de esos terrenos. Las restantes podrían regarse con mayor gasto. Con una rotación de cosechas de dos años, una mitad de la tierra arrocera de fácil riego, unas 600,000 hectáreas, podría destinarse cada año al arroz y produciría unos 1.816 kilogramos por hectárea, o sea, aproximadamente, un total de 1.090,200 toneladas; suma que se aproxima al doble del consumo norteamericano actual, del cual, por lo regular, producen ahora los Estados Unidos del 85 al 90 por 100. En 1790 exportaban unos 11 kilogramos y un tercio de arroz por habitante y comían menos de 227 gramos. Ahora comen cerca de 2 kilogramos y tres cuartos y no exportan nada.


1 Los monzones son los principales de entre los vientos periódicos y reconocen como causa la diferencia de calentamiento entre la tierra y el mar. Durante el invierno, las heladas tierras siberianas están sometidas a fuertes presiones, en tanto que las tibias aguas de los océanos Indico y Pacífico soportan bajas presiones, por cual motivo el viento sopla de la tierra hacia el mar: es el monzón seco de invierno. A la inversa, durante el verano, las elevadas mesetas asiáticas sufren los ardores del sol y determinan bajas presiones, mientras que sobre las aguas del mar, menos calentadas, reinan altas presiones y, en consecuencia, el viento cargado de humedad sopla del mar hacia la tierra: es el monzón húmedo de verano, que derrama la benéfica lluvia sobre el Asia tropical.

2 El curry es una salsa india, hecha con polvos de ciertas especias aromáticas y picantes.


3 King: Farmerr's of Forty Centuries.

4 Aquí nos encontramos con algunas de las condiciones que nos permiten apreciar las grandes diferencias, en la relación del hombre con el suelo, que existen entre el oriente y el occidente, entre los países de diseminada población y los países densamente poblados. El agricultor norteamericano cultiva maíz, con el cual alimenta al ganado para después comérselo; pero un buey come tanto como cinco hombres y requiere para su sostenimiento cinco veces tanta tierra como el hombre ha menester para el suyo. Así es que numerosos orientales con frecuencia suprimen la etapa de alimentar a los animales y cultivan arroz y hortalizas, que se comen ellos mismos en vez de darlos a comer a las bestias. De una dieta esencialmente vegetal y la omisión de la cría de animales podría resultar un gran aumento de población. El buey, que consume tanto como cinco hombres, vive al menos dos años y no suele producir más allá de 340 kilogramos y medio de carne. Se cuenta que al vaquero argentino se le concede la excesiva cantidad de dos kilogramos 270 gramos de carne diarios. Según este supuesto, un buey representa las raciones de 150 días para el boyero argentino, contra 3.650 raciones diarias (10 años) para el oriental: uno de los muchos resultados sorprendentes producidos por la diferencia en la densidad de población. (N. del A.)

5 La producción norteamericana de arroz en el año de 1919 Se cifró en 41.059,000 bushels, o sea un rendimiento de 37,7 bushels por acre sembrado. A la cabeza de los Estados productores figuraban: Luisiana, con 19.712,000 bushels; California, con 7.881,000 bushels; Tejas, con 6.998,000 bushels, y Arkansas, con 6.152,000 bushels.

6 La producción de arroz en el Perú durante los años 1916 y 1917 fué, respectivamente, la de 35.979 y 47.939 toneladas.

7 La superficie destinada al cultivo del arroz en 1918 - 1919 se cifró en 75.864,000 acres, y la dedicada a siembra del trigo ascendió a 23.764,000 acres.

8 Year-Book, Departamento de Agricultura de los Estados Unidos.

9 Con Klaproth, no aceptamos la extensión etnográfica que atribuye el autor a la raza caucásea.


10 Dapartamento de Agricultura de los Estados Unidos, Bulletin, 47.




"Geografía industrial"  J. Russell Smith
Editorial Labor S.A., Barcelona, 1928