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Los bosques


Distribución de los grandes ecosistemas boscosos antes del inicio de la agricultura.

Los bosques almacenan la mayor parte de la fitomasa terrestre, entre tres cuartos y nueve décimos del total. La razón de tanta incertidumbre en esta estimación se debe a la rápida deforestación tropical, la falta de una clasificación uniforme de los bosques y a su alta variabilidad. Los bosques cerrados (en contraste con los bosques abiertos) se pueden definir como ecosistemas cuya cubierta ocupa entre el 20 y el 40 por ciento del suelo. Nuestro escaso conocimiento de los bosques tropicales implica que tengamos que extrapolar almacenamientos típicos de un número inadecuado de terrenos bien estudiados. El mejor inventario disponible establece que, a principios de los noventa, el área total de bosques cerrados era de aproximadamente 25 millones de km2, dos quintas partes de los cuales estaban situados en los trópicos. La superficie total de todos los bosques es aproximadamente el doble, almacenan cerca de nueve décimas partes de la fitomasa del planeta y están casi equitativamente repartidos entre los biomas tropicales, templados y boreales.


Densidad de la vegetación a tres alturas diferentes en los principales tipos de bosques tropicales (por comparación se incluyen las praderas de la sabana).
En el bosque tropical se encuentra el máximo almacenamiento medio de fitomasa. Desde el aire, las copas de los árboles muestran una decepcionante uniformidad, vistas desde aviones en vuelo bajo son verdes, azuladas desde un avión a reacción y de un rojo intenso en las imágenes con falso color de los satélites.

Pluvisilva amazónica dibujada en 1850 por el explorador británico Henry Bates.
Desde el suelo umbrío, frecuentemente con escasa maleza, se elevan los troncos de los árboles, unos rectos, otros delgados, algunos enormes y también apuntalados, luego un revoltijo de ramas superpuestas, lianas y epifitos. Un claro del bosque o la orilla de una corriente muestran la estructura en capas de esta selva.

Los bosques tropicales más espesos de la Amazonia albergan en cada hectárea casi 100.000 plantas de más de seiscientas especies vegetales diferentes. Pero al menos tres cuartas partes de la fitomasa almacenada (unas 600 toneladas por hectárea) se encuentran en las copas de unos pocos cientos de árboles que sobresalen. Debido a la alta biodiversidad de la selva ningún árbol almacena más de un pequeño porcentaje de toda la fitomasa. Ésta es una estrategia evasiva que ha incrementado las posibilidades de supervivencia en un ambiente rebosante de predadores de semillas y agentes patógenos. Otras defensas activas son sus finas cortezas o la simbiosis con hormigas guardianas.


Cubierta de la pluvisilva en Indonesia.
Por el contrario, en los bosques templados y en los boreales domina una sola especie de árbol y, sin embargo, su almacenamiento de fitomasa supera a los bosques tropicales más espesos. Los máximos del planeta se dan en las costas del noroeste del océano Pacífico, donde los bosques de secuoyas pueden llegar a almacenar, por encima del nivel del suelo, hasta 3.500 toneladas de fitomasa por hectárea, lo que representa una cantidad cinco veces mayor que en la Amazonia central. Estos árboles son los seres vivos más altos (más de 100 m) y más pesados (más de 300 t) del planeta (las ballenas azules adultas pesan alrededor de las cien toneladas).

En todos los bosques, los tejidos leñosos por encima del nivel del suelo (tronco, corteza, ramas) contienen la mayor parte de la fitomasa (70-80 por ciento) del árbol; las raíces almacenan entre el 10 y el 35 por ciento, las acículas un 1,5-8 por ciento y las hojas sólo el 1-2 por ciento. El tronco cortado en la forma tradicional para su comercialización contiene solamente la mitad de toda la fitomasa, mientras que los troncos demasiado delgados, el tocón, ramas, corteza, acículas y hojas suman la otra mitad. En un buen bosque en crecimiento, templado o boreal, se obtienen entre 85 y 100 m3/ha (35-50 t/ha en seco, dependiendo de la clase de árbol); en los bosques tropicales puede llegar hasta 180 m3/ha. Con los nuevos métodos de corta, para obtener pulpa se utiliza todo el árbol (a menudo hasta el tocón), recuperándose prácticamente toda la fitomasa.

Con cerca de veinte toneladas por hectárea, la productividad anual del bosque tropical es casi el doble de la del bosque templado o boreal. Por otra parte, los bosques tropicales hacen un uso poco eficiente de los nutrientes de que disponen. Para producir un kilogramo de fitomasa nueva, los árboles tropicales requieren hasta 12 gr de nitrógeno, mientras que un bosque de coníferas necesita menos de 4 gr. Los bosques templados, con unas tasas relativamente altas de crecimiento y un uso económico de los nutrientes, son productores relativamente eficientes de fitomasa. Además, almacenan casi toda su fitomasa en el tronco, de manera que son también de fácil manejo y tienen un ciclo de nutrientes de baja intensidad debido a que desprenden una cantidad relativamente alta de desechos, de lenta descomposición.

Igual que se hace con la fitomasa almacenada, los ingenieros forestales expresan los incrementos anuales de madera en volumen mejor que en peso (el peso en seco equivalente es de 525 kg/m3 para madera dura y de 440 kg/m3 para maderas blandas). Los promedios globales varían desde 1,4 m3/ha en bosques de coniferas tropicales hasta 2,5 m3/ha en bosques templados de hoja ancha. En los bosques cultivados se consiguen rendimientos mucho mayores; así, en explotaciones forestales norteamericanas se alcanzan los 2,5 m3/ha, llegándose a superar durante los períodos de crecimiento inicial los 10 m3/ha.

Todas las civilizaciones preindustrialcs cortaron madera, no sólo como material de construcción indispensable, sino también como combustible, bien quemado directamente o transformándolo previamente en carbón. La contribución de los bosques a la energía global primaria ha ido declinando según ha aumentado el consumo de combustibles fósiles, pero su importancia ha seguido creciendo tanto como suministradores de madera y pulpa como por su función de albergues de alta biodiversidad y por sus servicios como ecosistemas insustituibles.


"Energías"  Vaclav Smil
Editorial Crítica S.L., Barcelona, 2001