65. Preparación
del suelo.—
Si el suelo ha sido invadido por las malas hierbas, a la labor del arado
ha de seguir la del escarificador; después se pasa al rastrillado.
Para los trigos de primavera, se labra inmediatamente después de levantada
la cosecha anterior; a la entrada del invierno se da una labor profunda,
y antes de la siembra se pasa el escarificador, y por fin el rulo y la grada.
66. Elección de semillas; encalado.—
Para la sementera hay que escoger granos sanos y bien conformados; todos
los granos pequeños deben desecharse (véase Lección
IX); después se introducen las semillas en una lechada de cal o
mejor en una disolución de sulfato de cobre.
67. Cantidad de simiente por hectárea.
—
La cantidad de simiente por hectárea es diferente según la
variedad, la época de la siembra y la naturaleza del suelo. En general
se necesitan de 1,5 a 2 hectolitros cuando se siembra a voleo y una tercera
parte menos si se hace con sembradora. Cuanto más tarde se siembra,
se requiere una cantidad tanto mayor de grano.
68. Profundidad de las semillas. —
En las tierras fuertes se entierra el grano a la profundidad de 2 a 5 centímetros
y en las tierras ligeras de 5 a 8 centímetros. Los trigos de primavera
han de enterrarse a mayor profundidad que los de invierno (véase lección
VIII).
69. Época de la siembra. —
En cada comarca, la experiencia de los labradores ha determinado la época
más a propósito para la siembra.
70. Cuidados que requiere el trigo durante la
vegetación. —
Después de la siembra, se excavan, en el sentido de la pendiente del
terreno, surcos destinados a la salida del agua. Al terminar el invierno,
si el suelo se ha endurecido formando una costra impermeable al aire, se
pasa la grada. Si por causa de las heladas los trigos han sido descalzados,
se pasa el rulo al terminar el invierno. Además, hay que limpiar el
campo de malas hierbas.
71. El centeno. —
Cultívanse el centeno de invierno (fig. 180), en los países
más fríos, y el centeno de primavera (fig. 181), que
tiene la paja más fina y más corta que el anterior.
El centeno sirve para nutrir y engordar los animales, bien sea solo, cocido
o machacado, bien mezclado con habas, guisantes, etc. Algunas veces, para
hacer pan, se añade a la harina de trigo un poco de harina de centeno.
72. Suelos más convenientes para el centeno.
—
Los suelos ligeros, pobres, calcáreos o silíceos, convienen
perfectamente para el cultivo del centeno, mientras no sean demasiado húmedos.
Después de artigar un terreno se obtiene casi siempre una magnífica
cosecha de centeno.
73. Abonos. —
Los abonos empleados para el trigo convienen generalmente al centeno, pero
pueden ser menos nitratados.
74. Tranquillón. —
Llámase tranquillón a la mezcla de trigo y centeno que se siembra
en los terrenos poco fértiles. Este cultivo irracional tiende a desaparecer.
75. La cebada. —
La cebada produce un grano que se emplea en la fabricación de la cerveza,
y que machacada sirve también para la nutrición y el engorde
del ganado y de las aves de corral. La paja de este cérea se utiliza
como la del trigo.
Variedades.—
Distingüese la cebada cuadrada de invierno (fig. 182), que soporta
bien el frío y se cultiva como el centeno de invierno, pero en suelos
mejores; la cebada exagonal, con seis hileras de granos, y que se
siembra indiferentemente en invierno o en primavera (fig. 183); la cebada
de primavera, llamada también cebada pequeña o de los
arenales, que llega a madurar aun sembrándola en plena primavera;
la cebada de dos carreras (fig. 184), de grano muy bueno y muy estimado
de los fabricantes de cerveza, es productiva y se siembra muy temprano en
la primavera.
Abonos. —
La cebada requiere abonos ricos en ácido fosfórico, en potasa
y en nitrógeno. Los abonos líquidos parecen adaptarse bien
a la rapidez de su vegetación; se esparcen estos abonos en el penúltimo
rastrillado que precede a la siembra.
76. La avena. —
La avena (figs. 185 y 186) no se utiliza en la alimentación del hombre.
Su grano, en cambio es la base de la alimentación de los caballos
y se da también al ganado lanar y a las aves. La paja de avena es
tan nutritiva como la del trigo y conviene al ganado mayor y al lanar.
Variedades. —
La avena común de invierno es rústica y da buen producto:
la avena común de primavera produce menos y madura más
tarde; la avena de Hungría es muy cultivada y da buen rendimiento.
Si se exceptúan ciertas variedades que requieren un terreno rico,
la avena puede vegetar en suelos mediocres con la condición de que
no sean ni demasiado ácidos ni demasiado calcáreos.
Abonos. —
Ordinariamente no se abonan los campos de avena; pero si la cosecha languidece
se esparcen ; sobre el campo abonos químicos.
77. Arroz, mijo, maíz y sorgo. —
El arroz (figura 188) se cultiva en los terrenos de aluvión
* fértiles y fácilmente inundables.
El mijo (fig. 191) exige tierras ligeras, de buena calidad; le perjudican
mucho las malas hierbas, lo cual obliga a frecuentes escardas.
El maíz (fig. 190) se cultiva en los países fríos
como planta forrajera; en los países templados se le cultiva por el
grano, que sirve de alimento al hombre y a los animales.
El sorgo (fig. 192) se cultiva también como planta forrajera.
78. El alforfón. -
El alforfón (fig. 193), llamado también
trigo negro o sarraceno, da un grano que puede reemplazar a la cebada
y al maíz en la nutrición del ganado caballar, vacuno y de
cerda, cuando ha sido convenientemente machacado. Se cultiva también
esta planta como abono verde.
Paseos escolares
Examinar en el campo cereales y granos. Conservar muestras de granos en frascos,
para aprender a reconocerlos.