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Cemento Portland
Entenderemos por cemento portland el de fraguado lento, de fabricación
artificial, que se obtiene calcinando hasta un principio de vitrificación
mezclas en proporciones convenientes de caliza y arcilla ó de dos
calizas de distinto índice de hidraulicidad. La primera patente para
la fabricación del cemento portland data del año 1824 y fue
concedida á Joseph Apshin, ladrillero del condado de York.
La fabricación del cemento portland comprende las operaciones siguientes:
1.ª, elección de las primeras materias; 2.ª, preparación
de la pasta; 3.ª, dosificación; 4.ª, desecación;
5.ª, cochura; 6.ª, escogido; 7.ª, molido; 8.ª, cernido;
y 9.ª, conservación en silos y envase.
Elección de las primeras materias.—
Las rocas que pueden suministrar el carbonato calcico y la arcilla para
fabricar el cemento portland pueden ser margas arcillosas, que contengan
casi en la proporción necesaria los elementos esenciales, á
las que haya que mezciar una pequeña cantidad de arcilla; ó
calizas compuestas casi enteramente de carbonato calcico, que se mezclan
con arcilla pura ó marga muy arcillosa. Las condiciones á que
estas primeras materias tienen que satisfacer son variables con el procedimiento
que se emplee para fabricar la pasta: si la pasta se prepara por vía
seca, deben ser muy puras y homogéneas, porque no se dispone de medios
para quitar las impurezas, que pasan á formar parte del producto fabricado;
pero cuando la mezcla se hace por el procedimiento húmedo, no hay
inconveniente grave en que tanto las calizas como las arcillas contengan
materias duras algo voluminosas, porque son retenidas en los aparatos de
desleído.
Preparación de la pasta.—Por vía
húmeda.—
La pasta puede prepararse por vía húmeda ó por vía
seca; dentro del primer grupo pueden seguirse varios métodos, según
la cantidad de agua empleada para la formación de la pasta.
Figura 8.
La manera más sencilla y económica, en
algunos casos, de preparar la pasta por vía húmeda, consiste
en desleir en una gran cantidad de agua la creta y la arcilla. El desleimiento
se opera en grandes depósitos cilindricos de base circular (fig. 8),
donde se vierten las materias sólidas y se hace llegar el agua por
la parte superior, regulando el caudal, para que la pasta obtenida sólo
contenga del 50 al 60 por 100. La pasta sale por un aliviadero de superficie,
donde se dispone una tela metálica a, de 324 mallas por centímetro
cuadrado. Por este medio se consigue que, si por cualquier circunstancia
las arenas ó trozos no desleídos se pusieran en suspensión,
no sean arrastrados á los depósitos de sedimentación.
Los desleidores que acaban de describirse tienen el grave inconveniente
de que, no teniendo igual facilidad para desleírse la creta y la
arcilla, es muy difícil conseguir la mezcla en la proporción
conveniente, razón por la cual son poco empleados.
Figura 9.
Otro aparato empleado para la
preparación de la pasta por vía húmeda es el representado
en la figura 9, se reduce á un cuenco cilindrico de 100 á 150
metros cúbicos de capacidad, de fondo escalonado, donde se apoyan
dos árboles verticales de madera provistos de paletas del mismo material,
cuyo objeto es agitar y mezclar la pasta en los depósitos contenida.
En la parte más baja del fondo existe una compuerta, movible á
voluntad, para dar salida á la pasta cuando tiene el grado de homogeneidad
conveniente.
El aparato que acaba de describirse tiene, como el anterior, el inconveniente
de exigir una gran cantidad de agua para la formación de la pasta,
lo cual es causa de que sea necesario mucho tiempo para que se seque.
Con el procedimiento Goreham, la proporción de agua pviede reducirse
del 40 al 45 por 100, consistiendo el modo de operar en formar una pasta
espesa en un desleidor ordinario, de donde sale atravesando una parrilla,
cuyos claros son 0m,01; la pasta así preparada tiene granos
gruesos de caliza; de modo que, para conseguir la finura y homogeneidad necesarias,
es preciso hacerla pasar por muelas cilindricas ó por los tubos trituradores,
que se describirán en el molido de los cementos. Con la descripción
que antecede, está de más advertir que el procedimiento Goreham
sólo es aplicable á materiales desprovistos de arena.
Tanto en este procedimiento como en los anteriores, la pasta, después
de obtenida, pasa á grandes depósitos, donde permanece dos
ó tres meses hasta perder el agua sobrante, bien por decantación,
bien por evaporación. Guando esto ocurre, se moldean prismas recios,
de base rectangular, llamados ladrillos, que son los que se someten á
las operaciones que siguen, si bien en algunos casos puede prescindirse del
moldeo.
Por el procedimiento Berggren, en que la cantidad de agua varía
del 25 al 30 por 100, se consigue una pasta moldeable en ladrillos inmediatamente:
para ello, basta hacer pasar los elementos que han de formar la mezcla por
varios pares de cilindros, colocados los unos debajo de los otros y dispuestos
de modo que cada par de cilindros gire en un plano perpendicular al de los
cilindros superiores. El batido termina en muelas cilindricas verticales.
Con este procedimiento, es cierto que se simplifica mucho la mano de obra;
pero tiene los inconvenientes de consumir mucha fuerza en el movimiento de
los aparatos, y de que la mezcla no es tan homogénea como la obtenida
por los métodos anteriores.
Preparación por vía seca.—
La preparación por vía húmeda no es aplicable cuando
las materias primeras sean difíciles de desleír, como ocurre
con muchas calizas; en caso tal, es necesario recurrir á la preparación
de la pasta por vía seca.
Escogidos convenientemente los materiales, que tienen que estar limpios
de arena y materias extrañas, se procede á su desecación
para hacerles perder el agua de cantera. Para la desecación pueden
emplearse varios procedimientos; pero el que da mejores resultados es el
de hacerlos pasar por cilindrosde hierro, cuyo eje forma un pequeño
ángulo con la horizontal, dotados de movimiento de rotación,
al mismo tiempo que en sentido contrario marchan los gases calientes, recogidos
del horno de cochura del cemento, ó de los hogares de las calderas
que suministran el vapor para mover las distintas máquinas dé
la fábrica.
Las materias primeras, después de secas, son trituradas y finamente
molidas en aparatos idénticos á los que se detallarán
en el molido de los cementos. La caliza, reducida á polvo fino, se
recoge en una tolva provista en su parte inferior de un platillo dotado de
movimiento de rotación alrededor del eje que pasa por su centro, y
que, independientemente, de este giro, puede trasladarse á mano paralelamente
á .sí mismo, separándolo ó acercándolo
á la tolva, con lo que se consigue que en un tiempo dado salga una
determinada cantidad de polvo, que se recoge en un tubo, en cuyo interior
gira un helizoide, que lo traslada á lo largo del tubo y lo vierte
en otro cilindro provisto también de su tornillo. De un modo análogo
se hace; llegar á este segundo cilindro el polvo de arcilla, y en
él tiene lugar la mezcla. Conseguida la mezcla en seco de los polvos
de arcilla y caliza, se hace pasar el conjunto por un amasador, por lo general
de paletas, donde se agrega el agua necesaria.
Obtenida la pasta, se procede á la fabricación de los ladrillos
en máquinas, que pueden ser de paletas, de tornillo ó de choque.
Las máquinas de paletas son las más sencillas, trabajan
con el 25 al 35 por 100 de agua y tienen su principal aplicación
en las pastas preparadas por vía húmeda. Se reducen (fig.
10) á un cilindro en cuyo interior se mueve un eje provisto de paletas;
el cilindro termina en su parte inferior en una cámara rectangular,
que en dos caras opuestas lleva dos hileras, por donde sale la pasta en
forma de prisma recto de base rectangular, apoyándose sobre rodillos,
donde se corta con bastidores giratorios provistos de alambres.
Figura 10.
Estas máquinas pueden fabricar de 3.000 á 4.000
ladrillos por hora; pero el producto obtenido requiere una desecación
antes de la calcinación.
Figura 11.
Las máquinas de tornillo trabajan pastas con el 20 al 25 por 100
de agua. La pasta, laminada por dos cilindros horizontales (fig. 11), se
recoge en un tercer cilindro también horizontal, en cuyo interior
se mueve un tornillo que obliga á salir la pasta por una hilera análoga
á la de la máquina anteriormente explicada. Los ladrillos obtenidos
por este procedimiento exigen también la desecación previa.
En las máquinas que obran por choque, la proporción de agua
en la pasta es del 8 al 10 por 100, con lo que se consigue poder llevar los
ladrillos directamente á los hornos de cochura.
Dosificación de la pasta.—
Ya se prepare la pasta por vía húmeda, ya se forme la mezcla
por vía seca, es necesario comprobar en intervalos determinados de
tiempo su composición. Estos intervalos son menores en el método
de los desleidores que en todos los demás, y, en general, son tanto
mayores cuanto más preciso sea el sistema seguido.
La composición de la pasta ó de la mezcla, según
los casos, se determina por la análisis química, pudiendo
seguirse dos métodos diferentes: unas veces se dosifica la arcilla
(sílice, alúmina y óxido de hierro) y otras el carbonato
calcico. Cuando se sigue el primer procedimiento se toma una porción
del producto á ensayar, se deseca á 100 grados y se separa
un peso determinado, que, después de tratado por ácido clorhídrico
diluido, se neutraliza con un exceso de amoníaco, que precipita las
substancias á dosificar, y el precipitado obtenido se filtra, se
lava, se seca, se calcina y se pesa, invirtiéndose una hora en el
ensayo. Cuando se dosifica la caliza, el procedimiento seguido consiste en
valorar el anhídrido carbónico, bien en peso ó bien
en volumen, deduciendo de su peso el de carbonato calcico; este procedimiento
es más rápido que el anterior y de resultados tan seguros,
sobre todo si el anhídrido carbónico se determina en peso.
La pasta más conveniente para la obtención del cemento portland
debe estar formada de 20 á 24 por 100 de arcilla y de 80 á
76 por 100 de carbonato calcico, no siendo admisible un error de más
de 0,5 por 100. La dosificación teórica es de 80 á 81
por 100 de carbonato de cal y de 20 á 19 por 100 de arcilla; pero,
como un exceso de cal libre en el cemento es muy perjudicial, todos los fabricantes
fuerzan la dosis de arcilla, adoptando las proporciones primeramente fijadas.
Pero si se fuerza en exceso la dosis de arcilla, el cemento,
después de calcinado, se reduce espontáneamente á
polvo, y el producto obtenido, si bien tiene algún valor, no
tiene las propiedades del cemento portland. Cuando las pastas con exceso
de arcilla se calcinan á la temperatura de los hornos de cal hidráulica,
es decir, cuando no se llega á un principio de vitrificación,
se obtiene un cemento rico en aluminatos calcicos y, por consiguiente, de
fraguado más rápido.
Desecación.—
La pasta obtenida por vía húmeda, después de sufrir
una desecación natural en los depósitos de sedimentación
hasta reducir la proporción de agua al 25 ó 35 por 100, se
excava con palas, transportándola en carretillas ó vagonetas
á los secaderos.
En algunos hornos de calcinación se recogen los productos de la
combustión y, calientes, se hacen pasar por cámaras ó
galerías donde previamente se ha colocado la pasta; cuando ésta
está seca (para lo cual son necesarias cuarenta y ocho horas próximamente)
se procede á su calcinación.
Cuando con la pasta preparada por vía húmeda se fabrican
ladrillos, ó cuando éstos se obtienen por vía seca en
máquinas de paletas ó de tornillo, puede seguirse otro procedimiento,
que consiste en colocar los ladrillos formando rejales en vagonetas, que
se hacen recorrer largas galerías, por las que marchan en sentido
inverso los gases calientes de un gasógeno. Cada galería lleva
en sus extremos compuertas provistas de contrapesos para su fácil maniobra,
que se levantan para sacar ó meter vagonetas, teniendo la precaución
de no abrir las dos á la vez.
En los primeros tipos de esta clase de secadero, debido á Fellner
y Ziegler, se empleaban vagonetas ordinarias que deslizaban sobre carriles;
pero en los más modernos los ladrillos se disponen sobre bastidores
que dentro del horno se mueven sobre rodillos y fuera de él
sobre plataformas. Este sistema de secadero es muy costoso de instalación,
pero resulta económico en mano de obra (se suprimen las cargas y descargas
de ladrillo en el secadero) y sólo consume 30 kilogramos de carbón
para secar la pasta correspondiente á una tonelada de cemento.
Moller y Pfeifer han perfeccionado el secador Fellner y Ziegler, consiguiendo
que el vapor de agua desprendido de los ladrillos no se mezcle con los productos
de la combustión, para lo cual hacen pasar éstos por tubos
de aletas, que son verdaderos caloríferos, y recogen el vapor de agua
por ventiladores dispuestos en las paredes de las galerías.
Si los hornos de calcinación son Hoffmann, la desecación
tiene lugar en los mismos hornos.
Calcinación.—
La pasta, después de desecada, se somete á la calcinación
hasta que experimente un principio de vitrificación. A la temperatura
de 700 á 800° el ácido carbónico es expulsado y
la cal reacciona sobre la sílice, la alúmina y el hierro, formándose
silicatos, aluminatos y ferritos de calcio, en proporciones diferentes, pero
más abundantes los dos últimos, pero cuando la temperatura
aumenta, la sílice se apodera de la cal, del aluminato y del ferrito
de calcio, y si la cantidad de cal es suficiente se forma el silicato tricálcico,
Si O23CaO, que es el elemento activo del endurecimiento;
se forma también el aluminato tricálcico, disminuye la proporción
del ferrito calcico y quedan pequeñas cantidades de sílice,
de alúmina, de óxido de hierro y de cal en forma de silicatos
múltiples, que son materias inertes. Según Le Chatelier, estos
silicatos sirven de fundentes y en su seno tienen lugar las reacciones
que anteceden.
De lo dicho se desprende la necesidad, en la fabricación
del cemento portland, de efectuar la cochura á una temperatura superior
á la necesaria para la obtención de las cales grasas é
hidráulicas.
Los sistemas de hornos empleados para la cochura del cemento son
bastante numerosos, pudiéndose clasificar del modo siguiente:
Hornos ordinarios.—
Los hornos ordinarios de cochura intermitente, unas veces son análogos
á los de la misma clase descritos en la calcinación de la cal,
por lo general tienen de 3 á 4 metros de diámetro máximo,
5 ó 6 metros de altura y están provistos de chimenea; pero
en otras ocasiones son cilindricos, de 3 á 4 metros de diámetro,
8 ó 10 de altura, con chimeneas tronco-cónicas de 12 á
25 metros de altura. En todos los hornos de esta clase la cochura se hace
por capas alternadas de pasta y carbón; ordinariamente las de pasta
son de grueso constante y las de combustible variable, siendo más
gruesas en la parte inferior que en la superior. Cargado por completo el
horno, se enciende la capa inferior del combustible y comienza la calcinación;
durante la misma, por la desaparición del combustible y la contracción
de la pasta, se producen asientos en la masa interior, que al fin de la cochura
sólo ocupa las tres cuartas partes de la cuba próximamente.
Por lo general se aprovechan estos hundimientos para echar nuevas capas de
combustible y pasta aprovechando el calor del horno.
La pasta durante la cochura se somete á una temperatura bastante
elevada para que experimente un principio de vitrificación, y á
consecuencia de este reblandecimiento se sueldan unos trozos con otros y
con las paredes del horno, hasta el punto de formar una sola masa cuando
la cochura está próxima á terminar; pero cuando el horno
se enfría se produce una disgregación en la masa, que se aumenta
con palancas de hierro. Los productos calcinados se extraen por la parrilla,
que es de barras movibles, y la separación dé los trozos poco
cocidos la hacen á mano los operarios.
La calcinación en estos hornos dura de ocho á doce días,
según su capacidad; la producción varía de 0,5 á
1 tonelada de cemento por metro cúbico de capacidad utilizado, y el
consumo de carbón es de 230 á 300 kilogramos por tonelada de
cemento.
Hornos secadores.—
Los hornos secadores, llamados también hornos ingleses ó
de Johnson, son análogos á los hornos ordinarios en la parte
en que tiene lugar la cochura, y funcionan lo mismo; pero los gases calientes,
en vez.de escapar directamente á la atmósfera, pasan por largas
galerías antes de llegar á la chimenea, que, por lo general,
es común á 10 ó 12 hornos.
A veces, para aprovechar mejor el calor, se disponen una ó varias
galerías superpuestas (fig. 12), y tanto en ésta
como en el conducto de humos único se coloca la pasta, bien en el
piso, bien sobre tableros sostenidos con palomillas en las paredes laterales.
Figura 12.
Con estos hornos pueden secarse las pastas con 30 á
35 por 100 de agua sin aumento considerable del combustible empleado en la
cochura, pero la fabricación de estas pastas resulta poco económica;
los mejores resultados económicos, considerando la fabricación
total, se obtienen con las pastas fabricadas por el método Goreham,
que contienen del 40 al 45 por 100 de agua.
Hornos Hoffmann.—
Los hornos Hoffmann, que se emplean para la calcinación continua
de cementos, pueden ser de planta circular ó de planta rectángular
con semicírculos en los lados menores, sin que esta forma influya
para nada en su funcionamiento.
Figura 13.
El horno se reduce (fig. 13) á dos galerías
paralelas reunidas por otras dos en semicírculo, divididas por cierres
de muy variada naturaleza en compartimientos cuyo número es variable
de 12 á 20, según la capacidad del horno. Cada uno de ellos
comunica: 1.º, con el exterior por una abertura a, que puede
cerrarse con un murete de adobes ó ladrillos; 2.°, con los compartimientos
anterior y posterior por las compuertas ó tabiques movibles; 3.°,
con la parte superior por una porción de orificios circulares b,
que pueden cerrarse con tapas de hierro colado; y 4.°, con la chimenea
por medio de conductos, que desembocan en una galería á su
vez en comunicación con la chimenea; estos conductos van provistos
de válvulas v de hierro fundido, manejables desde el exterior.
Cada compartimiento constituye en realidad un horno, donde se puede efectuar
la cochura, bien por la combustión de un gas combustible, como se
hace en los hornos modernos, bien mezclando el combustible con los ladrillos,
que en todos los casos se colocan en dagas análogas á las de
los rejales. La manera de funcionar es la siguiente, suponiendo que
la explicación empieza en un instante en que todos los compartimientos
están apagados y fríos: cargado el horno 1, se cierran
las comunicaciones con los contiguos, se abre la válvula del conducto
de la chimenea y se prende fuego. Sucesivamente se encienden los compartimientos
segundo, tercero, etc., hasta llegar al número neoesario para cerrar
el ciclo de que luego se hablará, lo que supondremos ocurre cuando
se va á encender el séptimo compartimiento; en este instante
se cierran todas las aberturas a herméticamente desde la correspondiente
al primero hasta el penúltimo, se abren todas las compuertas de separación
entre compartimientos menos la que separa el penúltimo del último
y á éste del primero, se cierran también todas las válvulas
menos la correspondiente al penúltimo y se enciende el compartimiento
séptimo. El aire encargado de activar la combustión en el
séptimo horno entra por la puerta a, se calienta en los compartimientos
segundo, tercero... y sexto, hace de comburente en el séptimo y se
va enfriando en los octavo, noveno, etc., y penúltimo, por donde
sale á la chimenea; debiendo resultar que cuando termine la cochura
en el séptimo horno ya estén fríos los ladrillos del
primero: entonces basta cerrar la comunicación entre el 1 y
el 2, abrirla entre el penúltimo y el último, cerrar
la válvula del penúltimo y abrir la del último para
operar con el octavo horno como antes en el séptimo; durante este
tiempo se descarga y carga con ladrillos el horno 1, continuándose
en la misma forma todas las operaciones de un modo continuo.
El niímero de hornos que hay que encender aisladamente antes de
establecer la marcha que se acaba de explicar, depende del número
de compartimientos por donde tienen que pasar los productos de la combustión
hasta perder todo el calor de que están dotados menos el necesario
para establecer el tiro en la chimenea.
Hornos de doble corriente. —
Los hornos de calcinación continua empleados en las cales grasas
ó hidráulicas no son aplicables al cemento, porque siendo
necesario un principio de vitrificación en la pasta, se sueldan
unos trozos con otros y con las paredes del horno tanto más cuanto
mayor sea la carga que sobre ellos insiste, y no es posible hacer descender
la pasta cocida de un modo conveniente.
Figura 14.
La calcinación continua del cemento portland
puede hacerse en hornos especiales de doble corriente: una de abajo á
arriba, producida por los productos de la combustión, y otra en sentido
contrario, originada por los materiales á calcinar. Pertenecen á
este tipo de hornos el Dietzsch, el Schoffer, el Hauenschild y el Stein.
El horno Dietzsch, llamado también de pisos ó alemán
(fig. 14), tiene una altura total de 20 á 25 metros; en el sentido
de la vertical pueden observarse dos partes bien distintas: el horno propiamente
dicho, de sección elíptica y forma tronco-cónica con
la base mayor abajo, y la chimenea, de sección rectangular; ambas
partes están enlazadas por una pequeña galería abovedada,
que es la que separa las dos partes consideradas. En el horno propiamente
dicho hay que considerar dos partes: la superior B, donde tiene lugar
la cochura, que recibe el nombre de crisol, y la inferior, de 4 á
5 metros de altura, que es la cámara de enfriamiento. La máxima
temperatura se produce á lm,50 por debajo del nivel superior
del crisol. La chimenea puede también considerarse dividida en dos
porciones: la inferior A, de 5 á 6 metros de altura, que hace
el papel de secadero, y la chimenea propiamente dicha.
El horno está provisto de varias aberturas, las G,G,G, para
la carga de la pasta; las H,H, para la del combustible; la E,
para vigilar la operación; y las F, F, I, I, para remover la
carga del horno con espetones de hierro. La entrada del aire tiene lugar
por la cámara de enfriamiento, donde se calienta á expensas
del cemento cocido.
En intervalos determinados de tiempo se extrae de la parte inferior del
horno, que está cerrada por una parrilla de barras movibles, una
cierta cantidad de cemento cocido; todo el contenido del horno desciende
y se produce un vacío en la parte superior del crisol; este vacío
se llena con la pasta desecada en el secadero del horno, que se transporta
por la galería de comunicación, con el auxilio de una pala,
y al mismo tiempo se agrega la cantidad necesaria de carbón para obtener
la temperatura de cochura. La carga del horno se hace cada media hora próximamente;
la pasta permanece en el horno de diez y ocho á veinticuatro horas,
de las cuales se invierten en la cochura de una á dos horas y de doce
á quince en el enfriamiento. Las pérdidas de calor en estos
hornos son menores que en los Hoffmann; con carbones de buena calidad y
ricos en materias volátiles se consumen de 150 á 180 kilogramos
por tonelada de cemento. El rendimiento de los hornos Dietzsch es de 6 á
10 toneladas por día, con tiro natural; pero si fuera forzado con
ventiladores que den una presión de 12 á 15 milímetros
de agua, la producción se eleva á 15 toneladas de cemento en
cada veinticuatro horas.
Los hornos que describimos se construyen por parejas; en los antiguos,
el revestimiento interior del crisol era de cemento amasado con una disolución
concentrada de cloruro calcico; pero en los modernos se emplea el ladrillo
refractario de primera calidad, con el cual puede funcionar dos años
sin interrupción.
Muchas ventajas tienen los hornos Dietzsch para la calcinación
continua de cementos; pero tienen los inconvenientes de que su marcha, para
un buen funcionamiento, es muy delicada y penosa; de exigir, además,
que la pasta esté moldeada en ladrillos duros, sólidos y perfectamente
secados, para lo cual es necesario fabricarlos por vía húmeda
y someterlos á una desecación onerosa: si los ladrillos son
flojos ó blandos se reducen á fragmentos y la calcinación
se hace muy difícil por la dificultad de alcanzar el tiro necesario.
El horno Schoffer (fig. 15), llamado también horno dinamarqués,
es también un horno de calcinación continua; consta de las
mismas partes que el horno Dietzsch, pero el recalentador ó cámara
de desecación está inmediatamente encima y en la prolongación
del crisol.
Figura 15.
La carga del combustible se hace por los conductos
a, a que desembocan en la parte baja del crisol. El consumo de carbón
es de 130 kilogramos por tonelada de cemento, y su producción de
10 á 15 toneladas por día. Otro tipo de horno de calcinación
continua es el horno Hauenschild (fig. 16), que es un horno análogo
á los ordinarios, de los que sólo se diferencia por estar formado
de cilindros superpuestos que van disminuyendo de diámetro á
medida que están colocados á mayor altura y que sus paredes
son extremadamente delgadas. Estas paredes están formadas por una
envolvente de palastro ú hormigón armado con una camisa de
ladrillos refractarios, rodeada exteriormente de otra dispuesta de modo que
entre las dos circule libremente el aire, consiguiéndose así
el enfriamiento de los ladrillos refractarios y por consiguiente, que no se
suelden con la pasta de cemento en estado pastoso.
Figura 16.
El funcionamiento de este horno es análogo al
de los hornos de calcinación continua por capas para la fabricación
de cal grasa.
El horno Hauenschild ha sido modificado por Stein, suprimiendo la camisa
de ladrillos refractarios y sustituyendo los cilindros de palastro por un
cilindro único formado por anillos de fundición, con aletas
al exterior, de 0
m,50 de altura y 2
m,40 de diámetro,
hasta alcanzar una altura total de 9 á 10 metros. Entre la envolvente
de fundición y la exterior se hace circular una fuerte corriente de
aire para obtener el enfriamiento de la primera. Este horno, empleando tiro
forzado, puede producir de 15 á 20 toneladas de cemento por día
(veinticuatro horas), con un consumo de combustible de 120 á 130
kilogramos por tonelada de cemento.
Todos los tipos de hornos de calcinación continua pueden emplearse
fácilmente como hornos secadores; pero como la calcinación
no se interrumpe y la desecación es intermitente, es necesario disponer
de medios para hacer marchar los productos de la combustión por cada
una de las dos galerías de desecación que por lo menos han
de establecerse.
Hornos giratorios.—
Un horno giratorio se reduce esencialmente á un cilindro de palastro
de unos 10 metros de longitud y de l
m,50 á 2 metros de
diámetro interior, revestido con una camisa de ladrillos refractarios,
dispuesto sobre rodillos, de manera que su eje forme un pequeño ángulo
con la horizontal y que pueda recibir un movimiento de rotación alrededor
de su eje por un medio cualquiera, un engranaje, por ejemplo, con velocidad
de una vuelta por minuto.
La materia que se somete á la cochura es una mezcla de polvos finos
y secos de caliza y arcilla que, arrastrada por un tornillo, cae de modo
continuo y uniforme en la parte alta del cilindro y sale por la parte inferior
gracias á la inclinación del cilindro y á su movimiento
de giro, atravesando la zona de cochura que, se encuentra á unos dos
metros de la base inferior. Se obtiene una temperatura suficiente para la
calcinación del cemento inyectando polvo muy fino y seco de carbón
y aire á presión por la extremidad más baja del cilindro,
consiguiéndose al mismo tiempo que la marcha de los productos de la
combustión sea inversa, á la de la mezcla. El cemento calcinado
se aglomera en pequeñas masas redondeadas y cae en otro cilindro más
pequeño que el anterior, pero dotado también de movimiento de
rotación, donde se enfría.
Con estos hornos, aunque son muy modernos, se han conseguido muy buenos
resultados en el extranjero, y lo mismo ocurre con el establecido en la
fábrica de Tudela Veguín (Asturias).
Escogido.—
El escogido ó separación de los productos calcinados á
la salida del horno se hace á mano, y es una operación fácil
por los caracteres sensorios y físicos de las distintas materias que
se encuentran mezcladas. Las rocas bien calcinadas son negras ó verdoso
negras, y su densidad es muy grande; las partes que no han sufrido una vitrificación
completa tienen un tinte gris ó gris verdoso, y los pedazos poco
cocidos tienen un color amarillo claro ó amarillo pardo y su densidad
es muy pequeña. Los trozos grandes conviene romperlos para asegurarse
de su grado de cochura, en el centro. Se encuentra también en los
hornos una cierta cantidad de polvo gris, que está formado en gran
parte por cemento que ha sufrido un exceso de cochura y que se reduce
espontáneamente á polvo al enfriarse; este polvo se llama
pesado para distinguirlo del
polvo ligero, que resulta de
la extinción de los poco cocidos, que son fáciles de reconocer
por su color amarillo. El polvo pesado se mezcla con las rocas bien cocidas,
los trozos poco cocidos se separan pava una nueva calcinación, y el
polvo ligero se tira.
Trituración y
molido. —
Generalmente, el cemento bien cocido se reduce á pequeños
fragmentos con máquinas trituradoras y cilindros laminadores, operación
que recibe el nombre de trituración; y después, en máquinas
especiales, se reduce á polvo fino, que es lo que constituye el molido.
Figura 17.
Figura 18.
Figura 19.
Las trituradoras pueden ser de mandíbula (fig.
17), de cilindros acanalados (fig. 18) ó de cilindros lisos (fig.
19). La trituradora de mandíbula, que puede partir 5.000 kilogramos
por hora, se reduce á una pieza A, resistente, de acero fundido,
ligeramente ácanalada, con la que casi llega á chocar otra
móvil M del mismo material, dotada de un movimiento alternativo
que recibe por el mecanismo que se ve en la figura, volviendo á su
posición primitiva por el resorte O. La separación entre
ambas mandíbulas es variable á voluntad, por medio de la cuña
Q, que se mueve por el tornillo P. Es difícil conseguir
con esta máquina trozos de menos de cuatro á cinco centímetros
de arista.
Los trituradores acanalados constan de dos cilindros de fundición
endurecida, estriados en el sentido de las generatrices, uno de los cuales
recibe un movimiento de rotación y arrastra al otro, que gira en sentido
contrario; ambos cilindros se apoyan en cojinetes, fijos los del motor y
móviles los del otro, impidiéndose que un cilindro se separe
del otro por el contrapeso P que actúa en el extremo de la
palanca ST. Encima de los cilindros hay una tolva de palastro, por
la que se echan á paladas los fragmentos de cemento, y toda la parte
inferior del mecanismo está dentro de una caja también de palastro;
la tolva y la caja no se han representado en la figura, para mayor claridad.
Los trituradores lisos no difieren de los anteriores sino en que su superficie
no está acanalada.
Por lo general, los productos de la calcinación pasan por las tres
máquinas en el orden que se ha descrito, y muchas veces, para evitar
transportes inútiles, las tres máquinas están montadas
una debajo de otra, ó por lo menos las dos últimas.
La reducción del cemento á granos puede obtenerse con un
solo aparato, como ocurre con el triturador Bourdais, que reemplaza con ventaja
á las máquinas anteriormente descritas.
Figura 20.
El triturador Bourdais (figura 20) se compone de dos
tambores concéntricos que giran alrededor de su eje, el exterior con
velocidad de 30 vueltas por minuto y el interior con la de l.000 vueltas
en igual unidad de tiempo. El tambor exterior está formado por dos
platillos, uno de los cuales lleva aberturas a, a para la entrada del
cemento, unidos entre sí por las piezas b, b, llamadas contramartillos,
y los pernos c, c; formándose su superficie lateral por palastros
perforados con orificios de 10 á 12 milímetros.
El tambor interior está formado por dos platillos de menor diámetro
que los anteriores, que sostienen cuatro trozos de carriles, denominados
martillos. Todo el aparato está dentro de una caja de palastro con
dos tolvas: una d para la entrada del cemento, y otra f para
la salida del polvo. La producción de un triturador Bourdais es de
8.000 kilogramos por hora, absorbiendo una fuerza de 5 á 6 caballos.
La trituración del cemento granulado á polvo fino puede
conseguirse con varios aparatos; algunas veces se han empleado molinos de
piedras análogos á los empleados en la fabricación
de la harina de trigo; las piedras son dos, de diámetro variable
de lm,20 á lm,50, siendo las de lm,30
las más empleadas: una fija, que es la inferior, y la otra animada
de un movimiento de rotación á razón de 100 á
130 vueltas por minuto. Estos molinos consumen mucha fuerza, y su potencia
de producción, si bien con piedras muy bien conservadas puede alcanzar
á 1.100 kilogramos por hora, obteniendo un polvo que deja del 25
al 30 por 100 de residuo en el tamiz de 4.900 mallas, con mucha facilidad
sólo es de 600 kilogramos por hora.
Los molinos de balas, de los cuales describiremos el tipo Morel (fig.
21), se reducen á una rueda de forma especial, sin llanta y con cuatro
ó seis brazos, que gira alrededor de su eje con una velocidad de 240
vueltas por minuto; en la capacidad entre dos radios puede moverse libremente
una bala de acero de 0m,20 de diámetro y 35 kilogramos de
peso, que tiene su movimiento limitado por una corona fija del mismo material,
que presenta una garganta de sección circular, cuyo radio es el de
las balas y cuya flecha es de 0m,03. Los trozos de cemento entran
por la tolva A y llegan á la parte central de la rueda, pasando,
por la fuerza centrífuga, á ponerse en contacto con la corona
circular, donde por la misma fuerza rozan las balas y muelen á las
piedras, pasando el polvo de cemento, arrastrado por la corriente de aire,
por la tela metálica aa á la caja que envuelve el aparato
y saliendo por la tolva B.
Figura 21.
La producción de este molino es de 800 á
1.000 kilogramos por hora, consumiendo de 15 á 18 caballos de fuerza.
También se emplean para el molido de los cementos los molinos de
bolas, entre los cuales figura el molino Grusou, que se reduce á
un gran cilindro (fig. 22), cuya envolvente está formada por varias
placas a, a de acero ó fundición endurecida con orificios
de 6 á 8 milímetros de diámetro, en cuyo interior se
colocan bolas de acero, de diámetros variables de 0m,02
á 0m,12' con un peso total de 900 kilogramos.
Figura 22.
El cemento molido que pasa por los orificios de las
placas a, a llega á la envolvente exterior del cilindro formada
de telas metálicas c, c, pero el polvo que no pasa por estas
telas vuelve al cilindro por las aberturas f, f, sufriendo un nuevo
molido; en cambio, el suficientemente fino llega á la tolva e.
La velocidad de este molino es de 25 á 30 vueltas por minuto;
su producción, de 800 á 900 kilogramos de cemento, que deja
un residuo del 25 por 100 en el tamiz de 4.900 mallas; y la fuerza absorbida,
de 18 á 20 caballos.
La alimentación de este molino, lo mismo que la de los anteriores,
tiene una importancia grande en su rendimicnto, que disminuye tanto por exceso
como por falta de cemento en el interior; por esta razón la carga
se hace automáticamente.
Los molinos que acaban de describirse tienen las ventajas de no
exigir el trabajo previo de las máquinas trituradoras y de su fácil
instalación; pero tienen los inconvenientes de su fácil desgaste
si no son de materiales de elección, y de su poca producción
si el polvo ha de ser muy fino. El molino Grousou puede servir como triturador,
pero en este caso no es necesaria la envolvente exterior de tela metálica.
Por último, los tubos moledores son los aparatos que reducen el
cemento á polvo más fino, y en ellos suele volverse á
moler el polvo obtenido en los molinos ordinarios; se reducen á un
tambor ó tubo cilindrico de 3 á 5 metros de longitud y 1 á
lm,50 de diámetro, guarnecido interiormente de placas de
acero, que contienen en su interior un gran número de bolas de pequeño
diámetro, de acero ó silex. El polvo de cemento entra por una
de las extremidades del tubo, siendo arrastrado por el movimiento de rotación
del tambor hasta salir por el otro extremo, donde existe una rejilla para
evitar la salida de las bolas. La velocidad de rotación de estos aparatos
suele ser de 30 vueltas por minuto; su producción, de 2.000 á
3.000 kilogramos por hora; y la fuerza absorbida, de 30 caballos.
Cernido.—
El producto obtenido en las máquinas de moler se traslada á
las de cernir, cuyo objeto es separar los polvos de distinto grueso. Para
el cernido de los cementos se puede emplear la máquina explicada para
el cernido de las cales hidráulicas, sin más que sustituir
la tela de 324 mallas por centímetro cuadrado por otra de 4.900 mallas
en igual unidad de superficie; pero su producción es muy escasa.
Otro sistema de cedazos es el representado en la figura 23, que se reduce
á un marco inclinado, dotado de un movimiento de traslación
muy rápido, al que está unida una tela metálica de
4.900 mallas; este marco se mueve dentro de una caja, de palastro,
que termina inferiormente en dos tolvas: una para el polvo, que pasa el
tamiz de 4.900, y otra para el residuo del cernido, que debe molerse nuevamente.
Figura 23.
En muchas fábricas de cemento se emplea para
el cernido la máquina representada en la figura 24, que da muy buenos
resultados. Este aparato se reduce, á un cono de tela metálica
animado de un movimiento de rotación alrededor de su eje. El
polvo entra por la tolva A; el polvo que pasa por el tamiz de 4.900
mallas sale por el orificio C y el polvo grueso por el B.
Figura 24.
Conservación
en silos y envase. —
El polvo fino es recogido de los aparatos de cernido y transportado por
tornillos, rosarios ó cualquier otro medio á los silos, que
no son más que cámaras de gran capacidad (200 á 600 metros
cúbicos), cuyo piso debe estar á una cierta altura sobre el
suelo natural, para facilitar el envase del cemento. Los cementos portland,
no teniendo cal libre, no necesitan permanecer en silos; sin embargo, en casi
todas las fábricas de este producto existen, y el cemento permanece
en ellos lo menos tres meses. Después de este tiempo, los cementos
se envasan en sacos, ó mejor en barricas, lo que es preferible porque
tarda mucho más en airearse.
PROPIEDADES DEL CEMENTO PORTLAND
Composición química . —
El cemento portland está compuesto esencialmente de sílice,
alúmina y cal; entran en proporciones apreciables el óxido
de hierro, la magnesia y el ácido sulfúrico, y accidentalmente
la potasa, la sosa, el manganeso, etc. La pasta cuya calcinación
produce el cemento portland está formada de 19 á 24 por 100
de arcilla y de 76 á 81 por 100 de carbonato calcico, de modo que
si estos elementos contienen pocas impurezas, los elementos que se encontrarán
en el cemento serán los anteriormente citados; pero no basta esta
sola condición para obtener un buen cemento portland, aunque las
proporciones de los distintos elementos sean las debidas: es necesario además
que haya perfecta homogeneidad en la masa, lo cual exige que en su preparación
la arcilla y la caliza estén bien dosificadas y perfectamente mezcladas.
De los ensayos químicos de los cementos portland, obtenidos en
las buenas fábricas, se deduce que los distintos elementos varían
en las proporciones siguientes:
Sílice..................................
20,30 á 26,10
Alúmina...............................
5,20 á 10,60
Óxido de hierro................... 2,10
á 5,30
Cal..................................... 58,12 á
67,31
Magnesia............................ 0,33 á
2,30
Ácido sulfúrico....................
0,26 á 1,58
Al hablar de la calcinación en la fabricación de los cementos
portland vimos la conveniencia de que no hubiera cal libre y de que la proporción
de arcilla no fuese muy elevada; resulta, por consiguiente, que la dosis
de cal queda fíja entre límites no muy extensos.
Le Chatelier, partiendo de las fórmulas químicas de los
compuestos que deben formarse y la de los silicatos dicálcicos y
sílico-aluminatos que no deben existir más que en pequeña
proporción, deduce que la cantidad de cal expresada en número
de equivalentes, lo mismo que las demás substancias, tienen que satisfacer
á las desigualdades
El índice de hidraulicidad de los cementos
portland del comercio oscila entre 0,42 y 0,48; sin embargo, se encuentran
algunos de índices superiores á 0,50, pero puede asegurarse
que son cementos de mala calidad, que proceden de pastas irregularmente dosificadas.
El índice de hidraulicidad de los cementos no es el de la pasta de
que procede aquél; por lo general, es algo más elevado, puesto
que á la sílice y alúmina de la pasta se agrega la
de las cenizas del combustible.
Finura del molido.—
Si el cemento reducido á polvo se pasa sucesivamente por tres tamices
de 324 mallas, 900 mallas y 4.900 mallas por centímetro cuadrado,
y se separan los residuos sobre cada tamiz y el polvo que ha pasado por todos
ellos, para operar aisladamente con cada uno, se observa: 1.°, que el
fraguado es más rápido á medida que el polvo es más
fino; 2.°, que colocando en vasos llenos de agua los polvos de distintos
gruesos, al cabo de un año la pasta que forman los granos que han
pasado por el tamiz de 900 mallas, pero no por el de 4.900, es tan dura y
tan resistente como la del polvo fino; mientras que, al cabo del misino tiempo,
los granos que habían pasado por el tamiz de 324 mallas, pero no por
el de 900, sólo estaban aglomerados, pero sin resistencia, y los que
habían sido retenidos por el tamiz de 324 mallas ni siquiera estaban
aglomerados.
De lo anteriormente expuesto se deduce que los granos retenidos en el
tamiz de 900 mallas, y con mayor razón los que no pasan por el de
324, sólo pueden considerarse como materia inerte; que el polvo que
pasa por el tamiz de 900 mallas, pero no por el de 4.900, si bien al cabo
de un año adquiere la misma resistencia que el polvo fino cuando ambos
se baten con agua, no le sucede lo mismo en edades anteriores; de modo que,
aunque contribuye al endurecimiento, no lo hace desde el principio y; por
tanto, no tiene el mismo valor.
Siendo el cemento portland un producto de precio elevado, y no teniendo
los granos de distintos tamaños las mismas propiedades, se comprende
fácilmente se tengan exigencias en la finura del molido; y así
se hace efectivamente en los modernos pliegos de condiciones, en que se
estipula que no han de dejar ningún residuo en el tamiz de 324 mallas,
y que sólo ha de ser retenido á lo más del 5 al 6 por
100 por el tamiz de 900 mallas y del 25 al 30 por 100 por el de 4.900.
Densidad aparente.—
Se llama densidad apárente de un cemento el peso de un volumen
determinado de ese cemento en polvo. Al determinar el peso de un volumen
dado de cemento en polvo, ocurre lo mismo que si se tratara de cualquier
otra substancia en el mismo grado de división; es decir, que el peso
de la unidad de volumen varía con el grado de compresión del
polvo, con la capacidad de la medida en que se determine el volumen, con
la relación entre la altura y el área de la base para una
misma capacidad y con el grueso de los granos. Por consiguiente, si se quiere
que los ensayos de densidad de los cementos tengan algún valor, es
necesario que sean comparables, para lo cual conviene operar adoptando una
unidad de volumen de forma determinada en que se mida el polvo de cemento
que pasa por el tamiz de 4.900 mallas, sin que en la medida sufra compresión
alguna, ó que ésta sea constante en todas las medidas; como
veremos más adelante, la unidad de medida es el litro, y el modo
de hacer el ensayo se ha lijado por acuerdos de la Comisión de métodos
de ensayo.
El peso para un litro de cemento portland tamizado en el cedazo de 4.900
mallas, medido en aquellas condiciones, debe estar comprendido entre 1.050
y 1.100 gramos por litro; pero si el ensayo se hace con el polvo de cemento
que deja un residuo del 25 al 30 por 100 en el tamiz de 4.900 mallas, debe
oscilar de 1.150 á 1.200 gramos por litro.
Como antiguamente no se tenía en cuenta la finura del molido al
determinar la densidad de los cementos, ocurría que los cementos bien
cocidos, que por ser más duros estaban peor molidos, daban mayor peso
por litro que los poco cocidos, que eran susceptibles, á igualdad de
gasto, de un molido más lino; y de aquí la creencia errónea
de que el peso del litro de cemento podía dar seguridad sobre su buena
ó mala cochura, cuando lo único que se puede asegurar, si
el ensayo se hace con todas las precauciones á que se ha hecho referencia,
es si el cemento ha sido ó no adulterado con cenizas ó materias
extrañas, lo que necesariamente ha ocurrido cuando el peso de un litro
es inferior á un kilogramo.
Peso específico.—
El peso específico de los cementos portland varía de 3,050
á 3,175. Pudiera creerse que el peso específico de los cementos
variaba con el grado de cochura; y aun cuando esto ocurre, las diferencias
que resultan para un mismo cemento con distintos grados de cochura están
comprendidas dentro de los límites fijados más arriba; en cambio
la presencia de materias extrañas, aun en pequeña cantidad,
es inmediatamente puesta de manifiesto.
Fraguado.—
Cuando el cemento portland en polvo se bate con agua hasta formar una
pasta plástica, se observa, después de un cierto tiempo mayor
ó menor, que la pasta se endurece, ya se conserve en el aire ó
en el agua, propiedad que se conoce con el nombre de fraguado. En
el fraguado de los cementos hay que tener en cuenta su duración y
la elevación de temperatura durante el mismo.
Es evidente que el fraguado de una pasta de cemento empieza desde el momento
que tiene lugar la combinación con el agua, y la experiencia demuestra
que termina después de varios años, porque en el transcurso
de este tiempo aumenta su resistencia; pero no son estos límites
los que se adoptan para determinar la duración del fraguado. En la
práctica se dice que un cemento empieza á fraguar cuando,
colocada la pasta en un recipiente de cuatro centímetros de altura,
la aguja de Vicat no la atraviesa por completo, sino que le faltan de cuatro
á seis milímetros, y que el fraguado ha terminado en el instante
que la misma aguja no deja huella apreciable sobre su superficie. Definidos
así el principio y fin del fraguado, se entiende por duración
del fraguado el lapso de tiempo comprendido entre estos dos instantes.
Cuando un cemento portland fragua rápidamente, se produce en el
momento que el fraguado empieza una elevación de temperatura, que
puede ser de varios grados y que el termómetro acusa perfectamente;
en cambio, cuando fragua muy lentamente la elevación de temperatura
es apenas sensible.
En la duración del fraguado de los cementos influyen muchas circunstancias,
siendo las principales: la temperatura del cemento, la del agua y la del
aire ambiente; la cantidad de agua que forma la pasta; la naturaleza del agua
con que se amasa; el tiempo transcurrido desde la fabricación del
cemento y su conservación más ó menos perfecta, y la
finura del molido.
La temperatura de los ingredientes de la pasta es uno de los elementos
que más influyen en la duración del fraguado. Un cemento amasado
con agua caliente tarda menos en fraguar que el mismo cemento batido con
agua fría; de un modo análogo, supuesta constante la temperatura
del agua, el cemento fragua más rápidamente á medida
que su temperatura es mayor; pero cuando es más notable la variación
del fraguado por el frío ó el calor, siempre siguiendo la
misma ley, es cuando el cemento y el agua están á la misma
temperatura. La temperatura del aire ambiente tiene menos influencia que
la del cemento y el agua; cuando se hacen los ensayos con moldes de dimensiones
proporcionadas, su influencia es menor que cuando los estudios se hacen
sobre galletas, en las que se comprueba que cuanto mayor es la temperatura
del aire, menor es la duración del fraguado. La aceleración
del fraguado por la temperatura del aire explica la formación de
laminillas de algunos milímetros de espesor que algunas veces se
desprenden de las construcciones en que el cemento toma parte y que antes
se atribuían á defectos del material; las superficies de junta
en las mamposterías, sobre todo cuando están alisadas, lo mismo
que las superficies de las probetas de ensayo en contacto con el aire caliente,
fraguan antes que el resto de la masa donde la temperatura del aire ya no
es sensible, formando una costra delgada que impide la evaporación
del agua no necesaria para el fraguado del cemento y la hace acumularse
bajo la costra, aislándola del resto de la pasta: esta agua, al buscar
salida, fracciona la costra, que no estaba adherida al resto de la construcción,
dando lugar á la formación de las laminillas. De lo dicho
se deduce que si se desea que los ensayos de fraguado sean comparables, es
necesario que las temperaturas del cemento, el agua y el aire sean constantes,
habiéndose escogido para operar la de 12 á 18 grados centígrados.
La cantidad de agua con que se bate la pasta tiene una influencia
marcada sobre la duración del fraguado: á medida que es mayor
la cantidad de agua, es mayor también el tiempo necesario para el fraguado;
pero el retraso que produce un aumento en el agua de la pasta no es el mismo
para todos los cementos, pues en algunos es sólo de pocos minutos,
mientras que en otros es de varias horas. De aquí la necesidad de
fijar la cantidad de agua que debe emplearse en el batido, cantidad que se
determina para obtener lo que se llama pasta normal, que no es otra
cosa que la que se obtiene, para un cemento dado, con una cantidad de
agua tal que después de batida durante cinco minutos y colocada
en una caja de forma tronco-cónica de 0m,04 de altura, de
0m,08 de diámetro en la base inferior y 0m,09
en la superior, resista sin deformarse una sonda de 0m,01 de diámetro
con un peso de 300 gramos, que se llama sonda de consistencia.
La naturaleza del agua de amasado desempeña un papel importante
en la duración del fraguado, pudiendo establecerse, en general, que
cuando el agua tiene en disolución sales que no reaccionan sobre la
cal, el fraguado es más lento, y, por el contrario, que si las
materias en disolución tienen acción química sobre la
cal, el fraguado se acelera. Así, por ejemplo, el cloruro calcico y
sulfato calcico retardan el fraguado, y en cambio los carbonatos potásico
y sódico lo activan. Los cementos batidos con el agua del mar tardan
más en fraguar que los mezclados con agua potable, porque el cloruro
y el sulfato magnésico que contiene el agua del mar dan lugar en
presencia con la cal del cemento al cloruro y sulfato calcico; pero
no en todos los cementos es igual este retraso.
El tiempo transcurrido desde la fabricación del cemento y su conservación
tiene también influencia en el fraguado. Los cementos recién
preparados, en general, fraguan antes que los que llevan algún tiempo
almacenados; un cemento conservado en sacos durante algunos días puede
tardar varias horas más en fraguar que el mismo cemento conservado
en barricas, La razón de esta variación en el fraguado es fácil
de explicar: los cementos, en contacto con el aire, se alteran porque el
aluminato tricálcico se hidrata y pasa á ser materia inerte;
y nosotros ya hemos dicho que los cementos y las cales hidráulicas
que tenían alúmina fraguaban antes que los exclusivamente siliciosos.
También dijimos que los cementos que llevaban algún tiempo
en almacén fraguaban más lentamente que los recién obtenidos,
en general; pero hay algunos cementos en que ocurre lo contrario, sin duda
porque tienen fuertes proporciones de sulfato calcico.
La alteración de los cementos por el aire depende de las condiciones
atmosféricas, y especialmente del grado de humedad: según sean
las circunstancias, absorben más ó menos rápidamente
el agua y el anhídrido carbónico; es á veces útil
la exposición al aire, cuando el cemento contiene cal libre, pero
aun en este caso, cuando la proporción de aire y anhídrido carbónico
excede de un cierto límite, es perjudicial. Se dice que un cemento
no está aireado cuando la pérdida al fuego (agua y anhídrido
carbónico) es inferior al 5 por 100.
A medida que el cemento es reducido á polvo más fino, su
fraguado es más rápido: un cemento bien cocido y molido, recientemente
fabricado, fragua casi instantáneamente, pero basta dejar pasar unos
cuantos días para que su fraguado sea normal; por el contrario, un
cemento de calidad inferior fragua durante mucho tiempo muy rápidamente.
Cuando el cemento se amasa con agua del mar, tiene poca influencia
la finura del molido en la duración del fraguado.
Pero, aparte de todas estas circunstancias, no todos los cementos portland
tardan el mismo tiempo en fraguar: los cementos de índice de hidraulicidad
más elevado y al mismo tiempo poco cocidos son los que fraguan más
rápidamente, tanto en el agua potable como en el agua del mar; por
el contrario, los cementos de pequeño índice de hidraulicidad
son los que tardan más en fraguar, sobre todo en el agua del mar.
Por la duración del fraguado, los cementos portland pueden ser rápidos,
medianamente lentos, lentos ó muy lentos, según que fragüen
antes de treinta minutos, de media á cuatro horas, de cuatro á
ocho horas ó de ocho á diez y ocho horas. Conviene desechar
todo cemento que no empiece á fraguar de media á tres horas
y que no termine antes de doce horas.
Endurecimiento de las pastas y morteros
de cemento portland.—
Antes de entrar de lleno en el estudio del endurecimiento de las pastas
y morteros de cemento portland, conviene hacer algunas consideraciones acerca
de la forma y medios de llevar á cabo los ensayos de resistencia á
la tracción y á la compresión. Antiguamente, para los
ensayos á la tracción, se fabricaban probetas de pasta
ó mortero de 16 centímetros cuadrados de sección, pero
en la actualidad se han adoptado las en forma de ocho, de 5 centímetros
cuadrados en la sección de rotura; y como no es indiferente el área
de la sección, conviene hacer constar que la resistencia á
la tracción por unidad de superficie, deducida de las probetas de 16
centímetros cuadrados, es mucho más débil que el
mismo número obtenido para la misma pasta ó mortero cuando la
probeta sólo tiene 5 centímetros cuadrados en la sección
de rotura.
Para los ensayos á compresión se empleaban antes cubos de
7 centímetros de arista, mientras que en la actualidad se usan las
mismas probetas rotas por tracción, debiéndose hacer el ensayo
separadamente en cada uno de los trozos. Nosotros supondremos en lo que
sigue que los ensayos se hacen como hemos dicho que se llevan á cabo
en la actualidad.
Observando, en general, la marcha del endurecimiento de una pasta, se
nota, supuesta igualdad en todas las demás condiciones, que unos
cementos dan muy pequeñas resistencias en las primeras edades, pero
que al cabo de varios meses ó de algunos años alcanzan gran
dureza, mientras que otros presentan un crecimiento muy rápido de
resistencia, alcanzando casi su valor máximo al cabo de algunas semanas.
Los cementos de buena calidad, á no ser que estén aireados,
están en el segundo grupo, que es el más conveniente para las
construcciones por ser difícil mantenerlas durante mucho tiempo al
abrigo de las diferentes causas de su destrucción. Aunque generalmente
se cree que los cementos que se endurecen más lentamente llegan á
adquirir una resistencia final mayor, no es exacto: los cementos portland
llegan á la misma resistencia final, sea su endurecimiento rápido
ó lento.
El endurecimiento de la pasta no sigue la misma ley que el del mortero:
la primera alcanza su máximo de resistencia al cabo de algunos meses,
mientras que en el segundo el endurecimiento es más lento y sólo
llega á su grado máximo al cabo de algunos años, razón
por la que estudiaremos separadamente el endurecimiento de las pastas y
de los morteros.
La pasta de cemento portland de buena calidad y agua potable, conservada
en agua potable, se endurece rápidamente en las primeras semanas
y lentamente después; pero siempre la resistencia á la
tracción es mayor á medida que la pasta hace más tiempo
que fue batida. La misma pasta, conservada en agua del mar en las primeras
edades, presenta mayor resistencia á la tracción que la pasta
de la misma época sumergida, en agua potable, alcanzando su mayor
valor al cabo de algunas semanas ó de algunos meses (á veces
mas de un año), para después ir disminuyendo hasta ser sumamente
pequeña. Los cementos ricos en cal, finamente molidos, ó los
poco cocidos, son los que antes alcanzan el mayor valor y en los que su resistencia
decrece más rápidamente; pero cualquiera que sea el cemento,
constantemente se obsérva la caída de resistencia á
la tracción, en un plazo más ó menos largo, siempre
que las probetas se conserven en agua del mar. Esta caída en la resistencia
de la pasta de cemento sumergida en agua del mar no es debida á una
alteración del cemento, pues las probetas no presentan señales
de destrucción ni de descomposición, y las análisis
más delicadas no han descubierto nada anormal; parece más
bien ser debida á un cambio del estado molecular producido por una
exageración en la cristalización, fácilmente comprobable
en el hidrato calcico, y que parece también presentarse en el silicato
y en el aluminato de cal.
En las pastas de cemento conservadas en agua potable la resistencia á
la compresión aumenta con la edad. Para las mismas pastas conservadas
en el agua del mar, la resistencia á la compresión en las primeras
edades es inferior á la de las pastas de la misma época conservadas
en agua dulce, y presenta también un máximo y una caída
de resistencia, pero no de modo tan notable como en las resistencias á
la tracción.
Las pastas de cemento portland que por un error en la dosificación
contienen cal libre, conservadas en agua potable, no se alteran si la cal
no está en gran proporción; pero sumergidas en agua del mar,
se agrietan, deforman y se desagregan completamente; una cosa análoga
sucede, aunque no de modo tan rápido, con los cementos portland que,
sin tener cal libre, tienen un índice de hidraulicidad muy próximo
al límite inferior.
La resistencia de los morteros varía con las proporciones de arena
y cemento: en los formados por proporciones iguales de ambos ingredientes
la resistencia, tanto á la tracción como á la compresión,
es la misma que la de la pasta, y aun á veces, con arenas de buena
calidad, puede ser algo superior; pero á medida que aumenta la proporción
de arena, la resistencia disminuye.
El endurecimiento de los morteros es más lento y sigue una ley
más regular que el de las pastas, y nunca disminuye la resistencia,
ya sea á la tracción, ya sea á la compresión,
bien se conserven las probetas en agua dulce ó en agua salada. Las
resistencias á la tracción de los morteros sumergidos en agua
del mar en las primeras edades son tan grandes y á veces más
elevadas que las de los morteros de la misma composición y edad conservados
en agua potable; pero después el crecimiento de los últimos
es más rápido que el de los primeros, y las cargas de rotura
á la tracción llegan á ser mayores. A partir de un
plazo variable de tres meses á tres años, la resistencia á
la tracción de los morteros sumergidos en agua del mar es francamente
creciente y llega á ser igual ó superior á la de los
conservados en agua potable.
En las primeras edades la resistencia á la compresión de
un mortero de composición de 1 : 1, 1 : 2 y 1 : 3 es diez veces
próximamente la resistencia á la tracción del mismo
mortero, pero después de un año es doce ó trece veces
más grande para las composiciones citadas, ocho veces mayor
para el mortero de 1 : 5 y sólo cinco veces mayor para el mortero
de 1 : 10.
Los morteros de cemento que contienen cal libre acusan mayores resistencias
en las primeras edades cuando han sido conservados en agua de mar que cuando
han estado sumergidos en agua potable.
La naturaleza del agua en que el mortero ha sido conservado tiene más
importancia que la del agua con que se ha batido. Así los morteros
batidos con agua del mar y conservados en agua potable siguen en su endurecimiento
la misma ley que si hubieran sido batidos y sumergidos en agua potable. En
cambio en las probetas conservadas al aire, la naturaleza del agua del amasado
tiene mucha importancia: los morteros batidos con agua del mar tienen mayor
resistencia á la tracción y á la compresión que
los batidos con agua potable, y ambas resistencias se hacen mayores si antes
de estar al aire han estado algunos días húmedas ó
sumergidas en el agua.
La temperatura de los ingredientes, si bien tiene influencia en el endurecimiento
durante los primeros días, no tiene ninguna después de algún
tiempo. En cambio parece comprobado que las probetas amasadas en invierno
y conservadas en el aire dan mayores cargas de rotura que las preparadas
en verano, lo cual debe atribuirse á la mayor humedad que existe en
la primera estación.
La finura del molido del cemento, que no parece tener marcada influencia
en las pastas, la tiene muy señalada en los morteros, sobre todo en
los que no son ricos en cemento, como tenía que suceder, puesto que
ya hemos dicho que los granos que no pasan por el tamiz de 900 mallas debían
considerarse como materia inerte. Por esta consideración se comprende
que, aunque en las pastas hagan el papel de la arena, no disminuyan las cargas
de rotura, porque los morteros de 1 : 1 tienen la misma resistencia que la
pasta; en cambio en los morteros, los granos gruesos contribuyen á
forzar la dosis de arena, y de aquí que su resistencia disminuya.
La influencia de la finura del molido en el endurecimiento de los morteros
se hace más patente que en las probetas conservadas en el aire en las
sumergidas en el agua potable, y es aún mucho más notable cuando
se sustituye ésta por agua del mar.
El tiempo transcurrido desde la fabricación del cemento y su conservación,
que tiene gran influencia en el fraguado, tiene muy poca en el endurecimiento
total de las pastas y morteros, pues los cementos aireados, con tal que no
lo sean en exceso, sólo disminuyen la resistencia en los primeros
días; en general puede asegurarse que los cementos conservados en almacenes
ó en barricas durante muchos años pueden emplearse, aunque
estén aireados, siempre que fácilmente se reduzcan á
polvo.
De la influencia de la arena en la resistencia de los morteros nos ocuparemos
al tratar de los morteros en general.
Adherencia.—
La adherencia de los morteros de cemento con los materiales de construcción
es notable. En las fábricas de ladrillo ordinario es más fácil
romper los ladrillos que separarlos de la capa de mortero que los une. La
adherencia de los morteros de cemento con las piedras, aunque es variable
con la naturaleza de la arena y la clase de piedra, puede suponerse, con
Coignet y Tédesco, que es de 25 kilogramos por centímetro cuadrado;
por último, la adherencia de los morteros de cemento portland con
el hierro es, según. Bauschinger, de 40 kilogramos por centímetro
cuadrado.
Estabilidad de volumen.—
Los cementos portland de buena calidad no tienen ninguna tendencia al entumecimiento
por las alternativas de humedad y sequedad ó por el frío y
el calor: únicamente obedecen á la ley física de la
dilatación, con un coeficiente igual al del hierro si se trata de
pastas é inferior si son morteros.
Resistencia á las influencias atmosféricas.—
Cuando se ponen en obra en condiciones convenientes, los morteros de cemento
portland no son heladizos.
Los morteros de cemento portland pueden ser sometidos á elevadas
temperaturas sin inconveniente alguno, pues pueden calentarse de 90 á
130° y enfriarse bruscamente sin que se presenten grietas ni cambios
de forma, ni se altere de modo sensible su resistencia, si bien disminuye
algo. Con variaciones de temperatura de 40 á 50° no hay alteración
ninguna de resistencia.
Los morteros de cemento portland endurecidos en el aire seco, expuestos
al aire húmedo, experimentan algunas veces un descenso en su resistencia
de 2 á 3 kilogramos por centímetro cuadrado, pero al poco tiempo
recobran su resistencia primitiva.
" Materiales aglomerantes", D. Bernardo
de Granda y Callejas
Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, Profesor de Materiales
de construcción de la Escuela especial del Cuerpo.
Madrid, 1904, Establecimiento tipográfico de Idamor Moreno.,
Calle del Tutor, 22.- Teléfono 2.000