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Etapa lineal


En la segunda etapa el Ser Humano es capaz de intervenir sobre la naturaleza, empezando a controlarla: observa los ciclos de la vida animal y vegetal y los reproduce en beneficio suyo; reúne en rebaños los animales que aceptan su presencia (como algunos rumiantes, vacas, cabras y ovejas) y los lleva a lugares en donde puedan pacer y beber; los estimula para que se reproduzcan y usa de su leche, carne, piel, estiércol, etc… También planta las semillas, alienta su crecimiento y recoge la cosecha.


La actividad más importante es la primaria, la extracción de recursos directamente de la naturaleza, principalmente de la Agricultura; la tierra es la mayor fuente de riqueza y todo el universo social y cultural gira alrededor de ésta.


El Ser Humano usa de su propia fuerza, aumentándola con útiles (como palancas, azadas, arcos y flechas…); así, llega a conseguir más un Ser Humano solo que varios sin herramientas; también aprende a usar de la fuerza de los animales que ha domesticado (caballos, bueyes…) e, incluso, aprende a usar alguna fuente de energía natural, como el fuego, el viento, o el agua.


De este modo el Ser Humano empieza a usar, de forma práctica y objetivable, de la mediación entre él y la realidad material, que había empezado a practicar antes con la magia.


La mediación usa herramientas mediante procedimientos determinados, que llamamos técnicas; éstas siguen siempre una misma sucesión ordenada de fases, con las que se consigue el mejor resultado posible, y que llamamos un algoritmo.


Estas circunstancias le permiten una vida más libre que en el día a día anterior, haciendo posible el acopio de alimentos para épocas de carestía y, también, la existencia de excedentes, bienes que le sobran y que puede destinar al intercambio, con lo que surge el mercado y el comercio.


Además,
la Agricultura le obliga a vivir en un lugar fijo, pendiente del cultivo, permitiendo la aparición de las ciudades. Por otra parte, estas actividades son más complejas y exigen más tiempo que la caza y recolección anteriores, y obliga a los seres humanos, por una parte, a colaborar entre sí y, por otra, a especializarse en alguno de estos tres cometidos: obtener recursos directamente de la naturaleza (Agricultura, Ganadería, Pesca, Minería…), transformar esos productos naturales (curtir pieles, hacer queso, salar el pescado, obtener herramientas de hierro, modelar una vasija…), o bien dedicarse al intercambio de bienes, llevándolos a los mercados. Pero los distintos grupos humanos, a pesar de los intercambios del mercado, viven básicamente aislados y la organización es autárquica, procurando producir cada grupo todo lo necesario para la vida y limitando los intercambios al mínimo, por lo que las particularidades de todo tipo son la norma en cada uno de éstos (con diferentes lenguajes y costumbres).


Esta organización económica más compleja hizo necesaria una estructura social acorde, también más compleja; el sistema ya no permite un grupo laxo como en la fase anterior; la relativa independencia de la naturaleza es posible por una mayor eficacia en la actividad humana, que sólo puede darse en un entorno jerarquizado; ahora existe la autoridad de un jefe, negando la libertad individual, y dividiéndose los Seres Humanos en grupos que realizan tareas determinadas, con unas expectativas vitales distintas para cada uno de ellos (agricultores, comerciantes, y otros que aparecerán, como los guerreros, esclavos…); así se establecen corporaciones, o estamentos, de personas que se rigen por leyes distintas. La experiencia humana ya no es global, sincrética, como en la fase anterior, sino que está dividida, parcializada y especializada.


La comunicación interpersonal, directa, pierde importancia y se desarrollan formas jerárquicas adecuadas al nuevo marco productivo que permiten organizar el trabajo, asegurando la coordinación bajo la autoridad de un jefe para obtener los resultados esperados.
A la vez aparece la propiedad, vinculada primeramente al dirigente, que se transmite mediante intercambio o herencia.
La necesidad de asegurar la transmisión de la propiedad lleva al nacimiento de la familia y otorga a la sexualidad un valor exclusivamente ligado a la procreación, marginándose otras formas. La población es pequeña, puesto que, aunque nacen muchos niños, la tasa de mortalidad es muy elevada, manteniéndose estable el número de seres humanos.
El nivel de desarrollo determina la aparición de instituciones que justifican la organización social y explican la realidad: así, antes la magia fue una forma de mediación para intentar conseguir los fines que interesaban; ahora la religión justifica globalmente la realidad, conteniendo sus explicaciones un libro sagrado, explicando la organización de la naturaleza y también la política, autoritaria, grupal, y marginando al individuo como tal, que cuenta sólo como parte de un colectivo.


El lenguaje adopta las características de este nivel de desarrollo. La vida humana es lineal, siguiendo los ciclos naturales de los cultivos o los rebaños, usualmente anuales; entonces, el lenguaje también se hace lineal; siendo la organización social jerárquica, la lengua adopta también una estructura jerarquizada y centralizada (sujeto, verbo, complemento). Por otra parte el lenguaje sirve para estabilizar experiencias, por ejemplo describir métodos de trabajo, anticipando la pauta de comportamiento que se seguirá en el futuro; así, el lenguaje se codifica y convierte las experiencias en cosas, justamente parar permitir este efecto conservante. Y, también, aparece la Escritura para aumentar la eficacia con menor esfuerzo. La realidad se ha hecho más compleja, los procesos incluyen más partes y son necesarias ayudas a la memoria, para registrar los pactos en los negocios, anotar las cantidades de dinero de las deudas o de las mercancías. La Escritura configura toda la realidad social que sigue sus características: el lenguaje se produce en la sucesión del tiempo, como el proceso de la vida, que también es como un hilo que se teje; y así son las líneas escritas.
La Escritura llega como un instrumento para facilitar la existencia y acaba convirtiéndose en el patrón que modela toda la vida humana, conformándola según la identidad de la Escritura mediante la linealidad, jerarquía y permanencia.


El lenguaje se ciñe a las necesidades productivas de ese nivel de desarrollo, sirviéndolas con eficacia y modelando toda la práctica humana
porque el Ser Humano se identifica con su Lenguaje. El carácter lineal de la Escritura hace que los hechos desaparezcan, fijándose únicamente la sucesión, esto es: la secuencia;

en la Escritura se pierde la globalidad de la experiencia (como los rasgos del gesto o la entonación).


Así,
la Escritura generaliza situaciones, haciéndolas independientes del tiempo y del espacio y hace que la experiencia sea indirecta, a diferencia del lenguaje oral, que es directo; además hace de la experiencia una cosa (reificándola). Por estas circunstancias la Escritura se convierte en un sistema de mediación que se interpone entre los seres humanos y la experiencia. Al tiempo, la Escritura se proyecta en signos visuales fijados en un plano que representan lo que está ausente (la experiencia a la que se refieren). Además, la Escritura es analítica puesto que convierte la experiencia en cosa, dividiéndola en partes que le quitan su sentido global, tratándola mediante la lógica.
La Escritura, como la organización social, es jerárquica, estableciendo un método de proceder que es el que tiene autoridad

(lo escrito es lo que vale y lo que se hace es según sus normas).

A la vez, divide a los seres humanos en dos grupos, los que la conocen (escribas) y los otros, que ocupan una situación inferior. Incluso la Palabra de Dios se contiene, escrita, en el Libro Sagrado, siendo así la fuente suprema de autoridad. La jerarquía comporta la aparición de centralización, permitiendo una ramificación del conocimiento y lleva a la formación de escrituras especializadas, derivadas de la general. La linealidad rompe la circularidad anterior y, a la vez, introduce la idea de la progresión. La Escritura fija la experiencia y tiende a la permanencia, favoreciendo la repetición; esta característica, contrapuesta a la progresión, viene reforzada por el carácter natural, agrario, de la economía, que es repetitiva (y se reproduce en cada ciclo). Así, este estadio tendirá a la repetición y preservación de la Tradición, y de lo antiguo, rechazando la innovación.


Economía Natural (principalmente Agricultura) y Escritura, lineales y lógicas, informan la vida humana en este estadio de desarrollo. Por todo ello, llamamos lineal a esta fase puesto que sigue el ciclo anual de la Naturaleza pero permitiendo escapar de la mera condición creatural; además, la Escritura refuerza el carácter lineal.


Las formas de visualización son descriptivas, como lo es el lenguaje, representando los hechos que éste relata, por lo que los recursos de los artistas son realistas, siendo uno muy importante la perspectiva: se trata de presentar como realidad la apariencia que captan nuestros ojos.


El paso de la etapa circular a la lineal se ha dado por un cambio de escala: determinados factores provocan una innovación (una falta de continuidad) respecto de la práctica vital anterior; son de este estadio el relativo control de la naturaleza (excedentes), la linealidad, la generalización de la mediación por el uso de técnicas y herramientas (que multiplican el efecto del esfuerzo), la evolución del lenguaje, la aparición de la Escritura y la jerarquización social.
Por otra parte, la evolución se acelera respecto de la etapa anterior, produciéndose ciclos más cortos.
Así, la especie se hace más fuerte y se va afirmando en el mundo.

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