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Etapa proporcional


En el siglo XVII se produce la Revolución Científica que sienta las bases de la Industria y crea nuevos lenguajes, como el matemático (ecuaciones) o el químico y físico, distintos de la Escritura, de carácter no lineal. Los avances técnicos, aplicados a la Medicina, permiten erradicar muchas enfermedades infecciosas por lo que crece la población en los países de Europa; esta circunstancia se va a conjugar con la Industria, justificando el aumento de productividad para atender el incremento de los Seres Humanos.

La Revolución Industrial comporta un gran aumento de productividad gracias a la implementación de los nuevos recursos técnicos (como la máquina de vapor); hay un gran avance en la mecanización, se profundiza en la división de las tres tareas productivas, apareciendo el trabajo en cadena; los sistemas incrementan su tipificación llegándose a la producción estandarizada por la que todo se hace según un patrón previo racional, una norma, que tiende a minimizar el esfuerzo y la inversión para obtener el máximo beneficio; se trata de la aplicación máxima de los principios propios de la Escritura a la actividad económica. El incremento de la producción es proporcional, en una progresión aritmética. Así, se aumenta la mediación, refinando y complicando los procesos mediante la especialización para incrementar la productividad. Se acrece extraordinariamente el dominio que el Ser Humano tiene de la Naturaleza, llegando, incluso, a transtornarla, surgiendo la problemática de la polución y la limitación de recursos que plantean la viabilidad del modelo de desarrollo industrial.


La actividad económica dominante ya no es la primaria, como la Agricultura, sino la secundaria, que transforma las materias naturales en bienes manufacturados; pero la Agricultura recibe la influencia de la tecnificación y evoluciona, por el uso de máquinas y otros recursos tecnológicos (Genética, abonos químicos…) para alcanzar más productividad, adoptando su práctica una estructura industrial.


El grupo humano rompe con el sistema corporativo anterior y se establece un sistema de libertades que da primacía al individuo por encima del grupo; el estado liberal y la Democracia van a ser las formas políticas propias de este estadio.

Se considera nominal y exactamente iguales a todos los seres humanos, otorgando a cada uno un voto, en una adaptación política del principio industrial de la estandarización.


La familia, que había aparecido en el estadio lineal, empieza su transición hacia el estado actual: aparece la posibilidad de disolver el matrimonio, los roles familiares han de revisarse puesto que, a menudo, ambos esposos trabajan, la estructura se hace muy nuclear, excluyendo abuelos, tíos, etc…; con todo, la institución, en este estadio industrial, mantiene, masivamente, sus condiciones.
La especialización y el extraordinario incremento de la productividad, hacen que los grupos usen el intercambio del mercado para colocar los bienes o servicios que producen, consiguiendo otros que necesitan.
Así, el sistema se basa en un mercado global, que tiene una función principal en esta fase: todo se produce, donde sea (carne en la Argentina, lentejas en el Canadá, automóviles en Alemania, bombones en Suiza) para un consumo planetario. Y esto es así porque

el mundo se pone todo él en relación.

En el siglo XIX tiene lugar la expansión europea, controlando los países de cultura europea todo el mundo, por el fenómeno del colonialismo; había que obtener materias primas, disponer de mercados, espacios a los que pueda emigrar el excedente demográfico, controlar lugares estratégicos… La revolución de los transportes, aplicando la máquina de vapor a la navegación y al ferrocarril, hace que cualquier rincón de la Tierra sea accesible; enseguida, el automóvil, y el avión, darán aún mayor facilidad al transporte. Pero no sólo los lugares son accesibles físicamente sino que también es posible comunicarse con cualquier lugar mediante el servicio de correos, el telégrafo, el teléfono y, más adelante, todos los sistemas telemáticos que conocemos.


La civilización industrial es el momento álgido de la Escritura, que se generaliza y masifica. El estadio de desarrollo alcanzado exige que todos los trabajadores tengan unos mínimos conocimientos de la Escritura, Aritmética y otros elementos culturales; ello es necesario para que la mano de obra pueda manejar debidamente los procesos productivos industriales, usar las máquinas, comprender las instrucciones, cumplimentar formularios, etc. También sirve, por el conocimiento de la Historia y la Cultura común, para que todos compartan una misma identidad y mantener así la cohesión social, en una etapa en que el contacto entre los dirigentes y el pueblo se despersonaliza por la masificación.


Pero este momento triunfante de la Escritura es también el que inicia su crisis por la aparición de nuevos lenguajes, que se suman a aquellos ya creados con la Revolución Científica. Las necesidades técnicas de establecer con precisión las piezas de una máquina o las partes de un edificio, o de cualquier otro espacio, hacen que los elementos de visualización evolucionen muchísimo y se conviertan en elementos comunicativos distintos de la Escritura; son tan complejos y precisos, o más, que ésta, usando otros recursos, como la expresión plástica y matemática.

Por otra parte, surgen los medios de comunicación de masas que, en un primer momento, parten de la Escritura pero hoy se expresan con recursos que tienen que ver ya poco con ella, uniendo a la palabra, la imagen y el sonido.

Así, la publicidad impresa empieza siendo sólo escrita pero luego incorpora imágenes, aligerando el texto hasta casi desaparecer éste; además habrá la publicidad en la televisión, que tiene un lenguaje muy diferente del escrito. La televisión contribuye también a la crisis de la Escritura, difundiendo sus mensajes a cualquier lugar del mundo, uniendo palabra e imagen y descartando el texto. Luego aparece el Multimedia y el hipertexto, uniendo imágenes elaboradas diferentemente (originales, fotográficas, virtuales…), con sonidos también variados y textos; además

el Multimedia hipertextual procesa la información de forma distinta a la de la Escritura, estableciendo ramificaciones a las que el usuario accede de forma interactiva y discrecional, según sus necesidades, usando un formato discontinuo. Todos estos medios se producen electrónicamente (como la televisión) o digitalmente (el multimedia) en la red telemática del Internet.


La crisis de la Escritura, por las exigencias de la productividad, provoca también las de las instituciones que en ella estaban basadas, como la Escuela, el Ejército, la Justicia, la Familia y el Estado.


El Arte empieza a romper el binomio realidad-apariencia; los artistas, desde el Impresionismo, no se interesan por presentar un asunto que está en el mundo, de forma realista, según la percepción de los sentidos, sino que buscan proyectar en sus obras una realidad ensimismada que está dentro de ellos. Además

llegan los nuevos medios expresivos, de masas; el primero es el cine: es lineal, como la Escritura, es industrial, su soporte es fotoquímico, sirve para una comunicación de masas y tiene una estructura compleja, usando varios lenguajes como imagen, palabra, texto y música. Luego aparece la televisión, que tiene una base tecnológica electrónica, llega a todas partes, es global, permite la instantaneidad, comunicando a todo el mundo hechos que se producen en algún lugar y momento; su consumo, como el cine, es pasivo, sin las posibilidades del multimedia interactivo.


Se ha producido un nuevo cambio de escala: La mayor mediación del trabajo industrial, respecto del sistema anterior, ha incrementado en gran proporción la productividad, de donde le viene el nombre a la etapa; las necesidades del sistema han provocado la crisis de la antigua sociedad estamental, para establecer un marco de relación basado en la libertad; el mundo ha entrado todo él en relación, y la población ha crecido, como la productividad, rompiendo el equilibrio demográfico anterior.

 

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