Conclusión
Hay tres puntos de referencia que hemos de tener en cuenta al hacer el balance de la situación, los tres muy cambiantes, ya para hoy y para el futuro: son la relación entre la persona y el grupo, el lenguaje y la organización social.
También
constataremos que el elemento determinante de nuestro tiempo ya
no es la tierra, o la energía expresada en unidades de
potencia, o la producción industrial, sino el conocimiento,
rutinario de una parte, e incorporado a las máquinas, y
creativo de otra, del que cada Ser Humano ha de hacer uso, atenta
y necesariamente, en su cometido.
Grupo e individuo
La evolución humana puede sintetizarse en tres estadios en función de las relaciones entre la persona y el grupo.
En el estadio inicial creatural, de dependencia de la naturaleza, la vinculación era relativa y había aspectos de la vida marginales al colectivo; para obtener la escasa productividad que se deseaba no era necesaria una implicación social fuerte. Al llegar la Agricultura, establecerse las ciudades, dividirse el trabajo, inventarse la Escritura y consolidarse una estructura basada en la linealidad, la integración del individuo en el grupo fue mayor y de sometimiento, para permitir mayor productividad.
Hoy estamos en un sistema descentralizado de tareas que, otra vez, replantea la relación de la persona en la comunidad: en efecto, ahora las tareas están muy divididas, creándose lenguajes especializados para acometerlas (o sea, pequeños mundos), evolucionan sus técnicas continuamente, tanto que
y su integración en el proceso global de producción es de coordinación, relativizándose la jerarquía. Hoy, el énfasis se pone en la responsabilidad y coordinación (más que en la dependencia jerárquica); esto ocurre porque la eficacia es mayor mediante autogestión que con subordinación. Así pues, empezamos con una vinculación entre el individuo y el grupo relativa y, en un proceso de autoafirmación de la especie, evolucionamos a una estructura de fuerte jerarquización y, hoy, ponemos el énfasis en la creatividad y en la responsabilidad personal.
Ser en el Lenguaje
El lenguaje permite la cooperación humana y la gestión de conflictos; cuando falla se manifiesta la necesidad de un cambio de escala, para mejorar cooperación y eficacia. El fallo no sólo impide mejorar la productividad sino que también repercute en el funcionamiento de las instituciones sociales, que complican inútilmente su estructura en la búsqueda de solución, apareciendo entonces la burocracia. Pero nosotros nos resistimos a reconocer esta situación de deficiencia puesto que somos nuestro lenguaje y nos autoafirmamos en él.
Hoy estamos viviendo la crisis de la Escritura, que sólo capta lo lineal; pero el sistema productivo ahora requiere otras posibilidades y la Escritura se ha convertido en una interficie que nos limita y bloquea;
ahora precisamos lenguajes en los que pueda manifestarse nuestro nivel de especialización y diversidad, con formatos digitales (de base matemática), diferentes formas de notación (química ), visualización, hipertexto
La matriz verbal no es la única que la mente humana puede considerar para la comunicación; hoy, las necesidades de autoafirmación de la especie implican aceptar otros lenguajes.
Organización social
Esta crisis del lenguaje, que afecta a las instituciones, es muy palpable en la organización social;
es necesario buscar alternativas a nuestro sistema basado en la igualdad para ir hacia otro que estimule, al contrario, la diferencia.
La persona irá adaptándose, a cada momento, en función de las relaciones que tiene con distintos grupos, y en una situación de descentralización. Naturalmente, esta exigencia de cambio continuo choca con los deseos de estabilidad y permanencia que tiene el Ser Humano, y se desarrollarán formas nuevas de vivirlas para evitar el desarraigo y la angustia consiguientes.
El objetivo productivo, y social, será la integración de las diferentes especialidades para lograr síntesis, estando la eficacia en función de la diversidad que se genere. Esta situación productiva y social demanda un marco político nuevo.
Conocimiento
Antes la energía estaba relacionada con la fuerza pero hoy ya no es así, y lo que cuenta es el conocimiento incorporado, mediante rutinas, a nuestras máquinas y sistemas;
este conocimiento se encuentra organizado en procesos semánticos, irreductibles a la Escritura, expresados en diferentes lenguajes, cada vez más variados, especializados y discontinuos, explotados globalmente; y es justamente esa dimensión de diferencia y especialización lo que aumenta la productividad de un proceso.
Así, el conocimiento se hace más profundo pero cada vez está más especializado o discontinuo; y es necesaria la coordinación para integrar las diferentes partes;
hasta ahora habíamos establecido un sistema de control (jerarquizado) por el que cada parte está separada de las demás y sólo un elemento de autoridad tiene dominio de todas ellas; esta situación ya no es posible; ya hoy, y mañana, es necesario que las partes se coordinen responsablemente para llegar a establecer la síntesis, y, así, que el proceso pueda consumarse.
La integración del conocimiento no puede tener filtros ni sistemas de control jerárquico; cada proceso productivo se hará conjuntando todos sus factores, como funciona el cuerpo humano: los sentidos no piden permiso para participar en la percepción; sólo la integración y el compromiso atento, hacen posible el resultado sintético.
En esta situación crecen las posibilidades para la plenitud personal pero, ciertamente, también para la catástrofe y el Ser Humano deberá hacer uso de su responsabilidad y sentido común para prever las situaciones y, eventualmente, anticiparse al caos, que siempre nos amenaza.