Entrevista publicada a “La Vanguardia” el 02/04/2002 per Diego Muñoz
 
"‘El embrujo de Shanghai’ es una película con intriga y amor, como las de antes"


Diez años después de Belle epoque, Ariadna Gil (Barcelona, 1969) vuelve a trabajar con Fernando Trueba para rodar El embrujo de Shanghai. Es el mismo tiempo, poco más o menos, que ha tardado en convertirse en una estrella del cine español.


-En El embrujo de Shanghai" parece usted la protagonista absoluta: desde el cartel, que reproduce su rostro, hasta que en la película encarna no uno sino dos papeles.

Aunque lo pueda parecer por el cartel, no soy la protagonista absoluta de la película. Si conoce la novela de Marsé, ésta es una película coral. Creo que han sacado mi cara porque evoca ese embrujo, esa parte de cuento chino que tiene la película.

-Ariadna de Shanghai o no, protagonismo total o compartido, lo que es indiscutible es que interpreta dos personajes radicalmente opuestos: la rubia Anita y una mujer china "misteriosa y sensual".

Anita es un personaje muy humano, una luchadora. Es una madre de la Barcelona de posguerra que tiene una niña enferma. Es una taquillera de cine, es verdad que rubia, dicen que guapa y algo bebedora. No es nada perversa sino una mujer muy golpeada por la vida, pero con esa seguridad que da el haber sido la guapa del barrio. Mientras que Chen, la mujer china de los ensueños, es todo lo contrario: una mujer fatal con los ojos rasgados. Fuerte, misteriosa y sensual.

-Rubia, morena, occidental y también china, lo cierto es que su carrera parece imparable. Ahora estrena El embrujo de Shanghai mientras está rodando Soldados de Salamina, dirigida por David Trueba, y tiene pendiente de salir a los cines dos películas más. ¿Este capicúa va a ser el año de Ariadna?

Las otras dos películas son El lado oscuro del corazón II, de Eliseo Subiela, y La virgen de la lujuria, de Arturo Ripstein. No me planteo si éste puede o no ser el año de Ariadna. Lo que sí creo es que he sembrado y ahora estoy recogiendo. La de Subiela es la continuación de la anterior que tanta fama le dio. Y la de Ripstein es muy original, en formato de comedia, ambientada en México en los años del exilio español. Yo hago de la Virgen de la Lujuria, una mujer fuerte, prostituta y ésta sí, una mujer perversa, pero que a la vez sufre por los hombres.

-Volviendo a El embrujo de Shanghai, tanto Fernando Trueba como antes Juan Marsé retratan el color y el olor de la pobreza en la posguerra española, y su Anita bebe y fuma más que Gilda. ¿Qué piensa de la novela de Marsé y de la película?

Antes del rodaje yo no la había leído. Fernando Trueba, antes de escribir la película, me dijo "cuento contigo y, como todavía no he escrito el guión, quiero que leas la novela". La película de Trueba es la novela de Marsé en imágenes y ha sabido retratar con absoluta fidelidad el olor de la posguerra española. El embrujo de Shanghai me parece un peliculón, un melodrama maravilloso. Es una película como las de antes, que tiene fantasía intriga, amor... y muy espectacular.

-Hablando de esa época de posguerra, ¿le suena a usted cercana o lejana? ¿Cuáles son sus orígenes?

Yo nací en Barcelona y vengo de una familia de maestros. Pertenezco a los perdedores de la Guerra Civil. Mi abuelo, tras finalizar la guerra, estuvo once años fuera de nosotros por las consecuencias de aquello. Yo soy la tercera generación, pero todo eso me ha llegado, aunque yo soy muy reservada con mi vida privada. Personalmente puede haber, de hecho la hay, un simpatía por una determinada causa, pero como actriz defiendo que no debo pronunciarme sobre temas políticos. Todo lo que pueda hacer en mi vida privada lo hago, pero tengo aversión a usar mi imagen pública. Todavía no me he sentido cómoda ejerciendo de figura pública.

-Hablando de la vida privada, ¿le agobia la fama?

No. Hay que lidiar los momentos. Hay situaciones en que me agobia, pero sólo eso. En mi caso, el día a día no es agobiante.

-¿Y se siente agobiada por los hermanos Trueba? Ha rodado"El embrujo de Shanghai a las órdenes de Fernando Trueba, vive y comparte una hija con David Trueba e, incluso, estos días, es su director en Soldados de Salamina...

Ja, ja, ja... Es verdad que este año he trabajado con uno y con otro. Pero no sólo no me siento nada agobiada, sino que estoy muy contenta, porque es gente a la que admiro y, además, quiero. Me encanta estar bajo el dominio de los Trueba a todos los niveles.

-¿Cómo ve el cine español hoy?

Pues lo veo mal, ¿no? Parece que hay una crisis en este momento y, por lo que veo y oigo, se están dejando de rodar muchas películas. Yo no soy quién para analizarlo, pero puede que sea una época de cambio y, tal vez, hay que dejar de hacer películas sin ton ni son.

 

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