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publicat a La Vanguardia el 07/04/2002 per Justo Barranco
La
Barcelona de Juan Marsé, al cine
Los
populares cines Verdi se vistieron ayer de época para acoger la primera
proyección pública en España de la última película
de Fernando Trueba, "El embrujo de Shanghai", adaptación de
la novela homónima de Juan Marsé. La película no será
estrenada oficialmente hasta el próximo 12 de abril, pero Trueba quiso
dar las gracias a los habitantes del barrio de Gràcia por la ayuda que
le han prestado estos últimos meses. Por eso, la habitual marquesina
de los multisala barceloneses se había transformado ayer en la del antiguo
cine Rovira, uno de los protagonistas mudos de la película de Trueba,
y las nueve salas de los cines Verdi y Verdi Park proyectaron durante todo el
día el retrato de la Barcelona de 1948 pergeñado por el escritor
de "Últimas tardes con Teresa" y adaptado finalmente por el
director de "Belle Époque". Todas las plazas de todas las sesiones
habían sido reservadas para los numerosos vecinos que han contribuido
a la realización de la película. No podía ser de otra manera.
Para Trueba, según declaró ayer, "rodar en Gràcia
ha sido mágico".
Y es que el rodaje no era, a priori, nada sencillo. Recrear el peculiar territorio
literario de Marsé, que comprende una mezcla de los barrios de la Salut,
el Guinardó, el Carmel y parte de Gràcia, suponía, entre
otras cosas, volver a hacer circular el tranvía y ocupar la plaza Rovira,
"un lugar muy vivo, lleno de tiendas y circulación", como recordaba
ayer el director de "La niña de tus ojos". Sin embargo, señaló
Trueba, "la gente, en lugar de vernos como una molestia, fue muy hospitalaria".
"Los vecinos, las tiendas, el ayuntamiento del distrito, todo el mundo
nos ha ayudado mucho. Ha sido maravilloso rodar aquí, y no lo digo por
compromiso", resaltó.
El director explicó ayer cómo antes de elegir las localizaciones
pidió "a Juan" (Marsé)
que le diera un paseo. "Era tan preciso que me decía mira,
ahí es donde me había imaginado que se le rompía el tacón
a Anita e incluso a veces topábamos en el paseo con escenarios
de otras novelas. Rápidamente nos planteamos la necesidad de la plaza
Rovira. Iba a ser difícil, había que cerrarla, que hacer pasar
un tranvía, pero era tan bonito hacerlo allí...", recuerda.
"Pero la gente nos ayudó mucho. Una señora del bar de la
plaza nos sacó incluso fotografías de época, de la gran
nevada, de los tranvías... Entre la gente del barrio había un
gran orgullo de que esas calles fueran las protagonistas de las novelas de Juan",
añadió. El director no olvidó agradecer también
la colaboración del diseñador Javier Mariscal, en cuyo taller
de Palo Alto (Poblenou), se rodaron los exteriores de la casa de Anita. "Nos
proporcionó un aire de inteligencia, libertad, humor y buen rollo estar
allí, al lado del huerto donde tiene sus lechugas, sus ranas, sus cosas...",
bromeó Trueba.
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