Article publicat al diari “ABC” el 06/04/02 per Ignacio Sánchez Cámara

La izquierda humana


Las críticas y comentarios al libro de Ana María Moix 24 horas con la Gauche Divine me sugieren la idea de la posibilidad de que la izquierda intelectual de los sesenta, quizá no sólo la española, sea en parte el fruto de la mala conciencia de un grupo de privilegiados jóvenes burgueses. El libro, escrito en 1970 y no publicado hasta ahora, nació como una crónica de un grupo de amigos barceloneses, para un libro colectivo que no llegó a nacer. Tal vez la más exacta definición la proporcionara Jaime Gil de Biedma quien contestó a la pregunta de Ana María Moix, ¿qué es la gauche divine?, con estas palabras: «Esas gentes son, en su mayoría, de clase burguesa y gozan de una cierta independencia económica que les permite vivir como les da la gana a partir de las ocho de la noche». La izquierda divina vendría a ser un producto de la derecha. Quizá esta conservadora procedencia de la izquierda sesentaiochista española explique no pocas claves de nuestra extravagante reciente historia intelectual. En particular, los avatares de cierta izquierda que luchó con escasos riesgos contra un franquismo terminal y residual, mientras en general ignoraba los desmanes reales del socialismo real, que recibía los beneficios de la absolución sin cargos, cuando no las bendiciones de la utopía soñada. La izquierda divina disfrutaba, y aún disfruta, del beneficio de inventario del olvido de la existencia de otra izquierda, humana, demasiado humana, la de los campos de exterminio.

Hemiplejia intelectual y moral

No se trata de juzgar a sus integrantes, ni dudar de su buena fe, sino de diagnosticar los síntomas de una hemiplejia intelectual y moral cuyos efectos aún se dejan sentir, aunque no tengan que imputarse necesariamente en la cuenta de unos jóvenes inocentes y felices. Quizá no convenga olvidar la enseñanza de que los males de una sociedad pueden combatirse en nombre de unos principios y valores aún peores que los que se combaten. Una buena causa puede servirse con las peores armas. Al parecer entre la ribera izquierda del Sena y la noche barcelonesa existían puentes fraternos. A nadie se le puede arrebatar el patrimonio de sus ensoñaciones juveniles. Otra cosa es que estemos obligados a compartirlo. Puestos a buscar ejemplos de literatura testimonial, cabe encontrarlos en escritores que, como, por citar sólo ejemplos franceses, Camus o Aron, no se dejaron subyugar por los inexistentes encantos del comunismo soviético o chino. Cada quien es hijo de su circunstancia, mas no es forzoso constreñir su ámbito hasta ignorar lo que sucede más allá de la propia aldea, por cosmopolita que ésta pretenda ser. No es obligatorio ejercer la virtud de la responsabilidad intelectual, pero si se aspira a asumirla es preciso despojarse de los prejuicios y arriesgarse a contemplar la realidad sin deformaciones ni olvidos. La izquierda divina, y la barcelonesa es sólo nostálgico y amable pretexto, nos recuerda a la otra, a la humana, demasiado humana.

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