3. Los grandes temas de Zaratustra

Así habló Zaratustra (Also sprach Zrathustra) es la gran creación literaria de Nietzsche. Zaratustra, el mismo persa que en el siglo -VII fundó la moral, vuelve haciendo un canto a la vida y estableciendo una nueva tabla de valores. Nietzsche es su profeta. Con lenguaje siempre metafórico, el libro es una parodia de los Evangelios; Zaratustra, como Cristo, abandona su casa a los treinta años, se prepara en las montañas y vuelve para predicar su mensaje. Es un provocativo poema donde se realzan cuatro grandes temas:

  1. el anuncio de la muerte de Dios con el hundimiento de la civilización en Él basada,
  2. la aparición del superhombre como nuevo dios terrenal,
  3. la voluntad de poder que lleva a la creación de nuevos valores y
  4. la doctrina del eterno retorno o circularidad del tiempo.
Así habló Zaratustra


3.1 La muerte de Dios

La expresión Dios ha muerto significa mucho más que la afirmación de algún tipo de ateísmo; es la gran metáfora que expresa la muerte de las verdades absolutas, de las ideas inmutables y de los ideales que guiaban la vida humana. Dios representa todo aquello que es suprasensible, representa todos los idealismos, representa las grandes creencias o verdades que atraviesan toda la historia de Occidente. Los viejos y más elevados ideales ya no impulsan las vidas de las personas, han perdido su fuerza.

La muerte de Dios equivale al derribo de los pilares de nuestra civilización: todos los valores de ésta descansan en la presuposición que el sentido de este mundo está fuera de él. Dios personifica esta presuposición. Ahora vivimos el final de una civilización que se basa en la mentira de un sentido único y fijo de les cosas.

Dios ha muerto: no es que no existiese, es que ha muerto. Su asesinato inaugura un tiempo nuevo: un tiempo sin ideales, principios o valores erigidos por sobre nuestro. Delante la muerte de Dios sólo se se dan dos posiciones: la del último hombre, la del hombre que vive el fin de la civilización o la del superhombre, la del nuevo dios terrenal que dice sí a la vida.

Nietzsche ve en su propio tiempo el reino del último hombre, del hombre que vive la triste fin de una civilización en la cual habían imperado grandes valores ahora ya muertos. Es el reino del hombre empobrecido, del hombre sin grandes objetivos, sólo con pequeños intereses; es el reino de el hombre que se ve precipitado al nihilismo. El nihilismo es el estado del hombre falto de objetivos por los que merezca la pena luchar, falto de fuerza para superarse. Es el hombre de la vida moderna, que está de vuelta de todo y sólo busca la comodidad y su placer diario.

Pero el nihilismo es mucho más. La afirmación de Dios, la afirmación de mundos ultraterrenales como el platónico, el mismo cristianismo con sus valores morales que niegan la vida son otras formas de nihilismo. La afirmación de Dios es nihilista porque es la afirmación de un nihil, de una nada enmascarada; platonismo y cristianismo son formas de nihilismo porque defienden que las tendencias vitales o instintivas son una nada.


3.2 El superhombre

La doctrina del superhombre se fundamenta en la muerte de Dios. El superhombre será el nuevo dios terrenal, será el sentido de la tierra, el hombre que será «capaz de dar a luz una una estrella»; el polo opuesto al último hombre. En su camino, el superhombre se opondrá a toda difamación del mundo, a todo menosprecio por el cuerpo, a todo ascetismo. Debe dar un nuevo sentido al mundo: nuevos valores no trasmundanos. Esta creación de nuevos valores será el gran riesgo del superhombre, y no cuenta con ningún soporte fuera de él mismo; será el gran creador de valores fundamentados en la vida.

Y Zaratustra habló así al pueblo:
«Yo os enseño el superhombre. El hombre es algo que debe ser superado. ¿Qué habéis hecho para superarlo?
Todos los seres han creado hasta ahora algo por encima de ellos mismos: ¿y queréis ser vosotros el reflujo de esta gran marea y retroceder al animal en lugar de superar el hombre?
¿Qué es el mono para el hombre? Una irrisión o una vergüenza dolorosa. Y precisamente eso debe ser el hombre para el superhombre: una irrisión o una vergüenza dolorosa.
Habéis seguido el camino que lleva desde el gusano hasta el hombre y aún en vosotros hay muchas cosas que continúan siendo gusano. Antaño fuisteis monos y aún ahora el hombre es más mono que cualquier mono.
Y el más sabio de vosotros es tan sólo un ser escindido, un híbrido medio planta, medio fantasma. Pero, ¿os mando yo que os convirtáis en fantasmas o plantas?
¡Mirad, yo os predico el superhombre!
El superhombre es el sentido de la tierra. Que vuestra voluntad diga: ¡sea el superhombre el sentido de la tierra!
¡Yo os conjuro, hermanos míos, permaneced fieles a la tierra y no creáis a quienes os hablan de esperanzas sobreterrenales! Son envenenadores, lo sepan o no...»
Nietzsche Así habló Zaratustra. Prólogo, 3

Ilustración alemania de 1903

¿Cuáles son las cualidades del superhombre? Nietzsche no lleva a cabo una caracterización de este ser superior, sólo hace insinuaciones. Será un espíritu libre y corazón libre que no cede ante nada, pero que participa de la inocencia y espontaneidad del niño. ¿Con qué cuenta el superhombre para crear nuevos valores? Con la voluntad de poder.


3.3 La voluntad de poder

La voluntad de poder es la energía que toda vida en plenitud manifiesta; es la voluntad de dominio, voluntad de ser más fuerte, de crecer: es la potencia vital. La voluntad de poder es la vida que impone su ley. Pero la voluntad de poder no es la salvaje ley del más fuerte. Es el poder de los creadores, el poder de aquéllos que, por su propia grandeza, se adueñan de la situación. En el campo de la creación artística, un creador, un Picasso, no fuerza nadie a pintar como él, pero deviene señor de la situación y de ninguna manera se le puede ignorar.

Voluntad de poder es la nueva ley, es el imperativo nietzscheano. Es preciso crear constantemente formas nuevas de vida, lo cual comporta la destrucción de otras formas de vida, decadentes o agotadas. La instauración de nuevos valores y la superación del nihilismo son posibles con la voluntad de poder.

Friedrich Nietzsche

¡Escuchad, pues, mi palabra, sapientísimos! ¡Examinad seriamente si yo me he deslizado hasta el corazón de la vida y hasta las raíces de su corazón!
En todos los lugares donde he encontrado seres vivientes, he encontrado voluntad de poder; e incluso en la voluntad del que sirve encontré voluntad de ser señor.
A que sirva al más fuerte, a eso persuade al más débil su voluntat, la cual quiere se dueña de lo que es más débil todavía: a ese solo placer no le gusta renunciar. ...
Y donde hay inmolación y servicios y miradas de amor: también hay voluntad de ser señor. Por caminos tortuosos se desliza lo más débil hasta el castillo y hasta el corazón del más fuerte -y le roba poder.
Y este misterio me ha confiado la vida misma: «Mira, dijo, yo soy lo que debe superarse siempre.
Sólo donde hay vida, hay también voluntad: pero no voluntad de vida, sino -así te lo enseño yo- voluntad de poder!
Muchas cosas tiene el viviente en más alto aprecio que la misma vida; pero en el aprecia m habla -la voluntad de poder!»
Nietzsche Así habló Zaratustra, De la superación de sí mismo

La voluntad de poder se opone a la voluntad de igualdad. Cuanto más poderosa y creadora es una vida, más impone jerarquía y desigualdad; cuanto más débil e impotente, más impone igualdad. Los predicadores de la igualdad son aquéllos que, como las tarántulas, están llenos de veneno, de un veneno que quiere asesinar toda vida noble y superior. La voluntad de igualdad es el intento de reducir lo que es original y excepcional a ordinario y mediocre. Nietzsche polemiza contra la identificación de igualdad con justicia, identificación bien viva en la Revolución Francesa, en las propuestas socialistas y comunistas, en todas las democracias y en lo mismo cristianismo.


3.4. El eterno retorno

Del superhombre, Zaratustra habla a todo el mundo; de la muerte de Dios y de la voluntad de poder, a pocos; del eterno retorno, sólo a sí mismo. Es su pensamiento menos elaborado. En un mundo donde todo pasa, donde todo se transforma, donde toda forma nueva de vida es destruida, perdura y se repite —eternamente— el acto creador.

El eterno retorno o circularidad del tiempo comporta no una visión lineal del tiempo sino una visión cíclica. En un horizonte lineal destacan pasado y futuro; pero éstos se funden en una visión cíclica: la distinción entre pasado y futuro no las hace el tiempo, sino cada uno de nosotros desde su punto de vista. Aquí, lo único que cuenta es el instante creador, un instante que, como un relámpago, alumbra todo el paisaje del tiempo. Entonces, el instante decide sobre la eternidad, o sea, lo que se hace vale por siempre, como el que compone una ley científica con validez universal.

Todo va, todo vuelve; eternamente rueda la rueda del ser. Todo muere, todo vuelve a florecer, eternamente corre el año del ser.
Todo se rompe, todo se recompone; eternamente la misma casa del ser se construye a sí. Todo se despide, todo se vuelve a saludar; eternamente permanece fiel a sí el anillo del ser.
En cada instante comienza el ser; en torno a todo 'aquí' gira la esfera 'allá'. El centro está en todas partes. Curvo es el sendero de la eternidad.
Nietzsche Así habló Zaratustra, El convaleciente

La voluntad de poder y el eterno retorno no implican que imperen formas de vida cada vez mejores, que las especies crezcan en perfección, sino que el mundo, eternamente, se ve dominado por la voluntad de aceptarse y de repetirse, una voluntad que es una eterna necesidad. Éste es el amor fati de Nietzsche, el amor al destino, la estimación de lo que es necesario. Es la aceptación, por parte de la voluntad, del destino enigmático del mundo.